Mi primera vez anal y el castigo que me gané 2

Comencé a introducir mi capullo en tu estrecho culo, poco a poco, dilatando cada centímetro, tu pataleabas y gritabas, de nada servia pues nadie podía oírte amordazada, si tu te movías y protestabas yo te la metía con más fuerza, mi polla fue entrando hasta el fondo y mis huevos chocaron con tu coñito, me quedé quieto para que tu agujerito se dilatara lo suficiente para hacerme fácil las embestidas y volví a sacarla.

Hola a todos,

Mi ex novio Ángel leyó mi relato publicado aquí sobre la manera que tuve de perder mi virginidad anal con él y supo que éramos nosotros, os dejo el mail que me envió anoche, no sé porque me excité al leer cada una de sus palabras describiendo aquella tarde, hemos empezado de nuevo a mandarnos sms, quiere que quedemos y yo la verdad es que no sé que hacer, os mantendré informados, aquí dejo su relato espero que os excite tanto como a mi.

“Hola Sarita:

Veo que sigues igual de juguetona que siempre, hoy por casualidad me he topado con tu relato, bueno…el nuestro…..no te has molestado ni en cambiar los nombres, me estabas buscando?  Pues aquí estoy y muy caliente, leerte me ha puesto muy cachondo recordado como se abría tu agujerito prieto según metía mi polla en él…que rico princesa. Quiero contarte como lo viví yo…quieres oírlo?

Llevaba semanas obsesionado con la idea de follarme tu culito virgen, tuve el placer de desvirgarte el coñito y no quería dejar pasar esa oportunidad. Sé que no querías y no estabas dispuesta a ceder, quizás se me fue de las manos y se forzó demasiado la situación,  pero tienes que reconocer que fuiste una niña mala y te ganaste esa azotaina que te metí con el cinturón, tenías que tranquilizarte y te lo mereciste princesa.

Cuando llegaste a mi casa aquella tarde yo estaba muy caliente, había visto un par de películas porno con la temática de desvirgaciones anales, era una fantasía que tenía, la idea me invadía continuamente los pensamientos.

Al verte con tu faldita de colegiala, tu camisa blanca y tus coletas de niña buena me volví loco, pasamos a mi habitación y te insinuaste levantando tu faldita dejándome ver tu nuevo tanga blanco, de esos de encaje que me ponen tanto, que traviesa eres.

En ese instante supe que te sometería a mis deseos, aunque opusieras resistencia no te valdría de nada, te iba a doler el culito unos días, era el precio que tenías que pagar por tus continuas provocaciones.

Nos besamos, te recorrí con mis manos y mi lengua…que dulce eres Sara, todo tu cuerpo sabía a fresa, tus pechos grandes, duros, tus pezones rositas, tu cintura estrecha, tu culito…ese que me vuelve loco…prieto, firme, respingón, cerradito para mi, inalcanzable hasta aquel día. Nos desnudamos, que perfección de curvas que cuerpo hecho para disfrutar.

Estaba muy excitado, me enloqueces, lo sabes y lo utilizas. Te dí la vuelta cuando ya solo quedaba tu tanguita puesto, lo retiré hacia un lado, pusiste el culo hacia delante para mi, que visión Sara, tus nalgas perfectas.

Lubrique mi polla con el flujo de tu coñito excitado y caliente, la puse en a entrada de tu virginal culo y intenté abrirme paso, protéstate, intentaste liberarte de mi, te empujé contra la pared y sujete con más fuerza, no te ibas a librar.

Ahí me acerqué a tu oído y te susurré : "No llores, no grites, no te resistas, te voy a follar por el culito te guste o no, no lo hagas más difícil porque tendré que castigarte severamente y te prometo que haré que te duela más de lo que te va doler si colaboras", me llamaste cabrón, no pensaba consentirte esa insolencia, te dí un azote en tus nalgas, sirvió para que te tranquilizaras un instante mientras intenté volver a introducirte mi polla en tu culito, era difícil, estaba muy prieto y no se abría paso fácilmente, gemías y sollozabas, relajaste tu cuerpo sabiendo que estabas sometida a mi voluntad, pero me la jugaste, y te ibas  a arrepentir de esa maniobra en la que conseguiste liberarte de mis manos y encerrarte en el baño.

Asustada me pedías que lo dejáramos para otro día y yo no estaba dispuesto, esos minutos que duró tu encierro pensaba en tu castigo tenía que ser ejemplar, no olvidarías que conmigo no se juega, ví mi pantalón en el suelo con mi nuevo cinturón de cuero, una sonrisa cruzó mi cara,  te la habías ganado princesa.

Te engañe cuando te dije que salieras que no iba a pasar nada, confiada quitaste el pestillo de la puerta y viniste a darme un beso.

El bofetón que te dí te lo habías buscado tu solita, ya en el suelo até tus manos y empezaste a chillar como una loca, tuve que cruzarte la cara de nuevo para que te callaras, cómo a una niña pequeña que tiene una rabieta, te silencié con cinta en la boca y en un segundo supe donde quería tomar tu culito.

La mesa del comedor era el lugar ideal, tu culo quedaba justo a la altura de mi polla, cada instante estaba más excitado.

Contigo boca abajo en la mesa, y con solo tu tanga puesto volví a la habitación, cogí mi cinturón y el lubricante, volví enseguida con ellos, tú llorabas pero solo se podía oír un pequeño sollozo, pataleabas, intentabas moverte pero era una tarea difícil con las manos atadas en la espalda.

Te lo advertí :"Vas a pagar esta insolencia con unos buenos azotes con el cinturón y cuando termine de dártelos te voy a follar ese precioso culo prieto que tienes, hubiera sido mejor por las buenas".

Doblé el cinturón y te dí el primero, apretaste tus nalgas, se marcó roja la zona donde había golpeado, de nuevo te dí otro, y otro, con cada uno de ellos dabas un pequeño saltito y juntabas tus nalgas enrojecidas, pataleabas como una niña pequeña a la que sentada en las rodillas se la dá una buena azotaina….no llegue a contarlos, paré cuando creí que ya habías recibido el castigo que te merecías. Tu culo se veía dolorido, como tenía que ser.

Sin más vacilaciones me unté el lubricante y te lo metí también a ti en tu ano, quería que me resultara fácil clavártela. Separé tus piernas y me acosté encima de ti,  cuando me apoye en tu culito te estremeciste probablemente por el dolor de aquel castigo, puse mi glande en tu ano sentía que a polla me reventaría, te tenía donde quería toda para mi, iba a hacer realidad una de mis fantasías más deseadas.

Comencé a introducir mi capullo en tu estrecho culo, poco a poco, dilatando cada centímetro, tu pataleabas y gritabas, de nada servia pues nadie podía oírte amordazada, si tu te movías y protestabas yo te la metía con más fuerza, mi polla fue entrando hasta el fondo y mis huevos chocaron con tu coñito, me quedé quieto para que tu agujerito se dilatara lo suficiente para hacerme fácil las embestidas y volví a sacarla.

De nuevo te la clavé, una y otra vez, con fuerza, tu ano se dilataba a mi paso y se cerraba cuando salía mi polla de tu culo, así seguí un rato largo, me encantaba el sonido de mis huevos chocando cuando la tenías completamente dentro.

Ya no pude aguantar y en una profunda embestida me corrí como un loco, notaba como mi leche se introducía en tu culo y calentaba más la zona, tu contraías las nalgas quizás aliviada de que hubiera terminado, cuando todo mi semen fue descargado salí de ti y me fui a darme una ducha.

Cuando volví pude ver como mi leche salía de tu culo y te chorreaba por las piernas, tu precioso ano se apreciaba dilatado, abierto, desvirgado.

Ya no llorabas, te desaté y te quité la mordaza. Vi cómo te costaba andar hasta la habitación donde estaba tu ropa, a medio vestir y sin decir una palabra saliste por la puerta y no nos hemos vuelto a ver desde entonces.

Eso sí Sarita, no he podido dejar de pensar en ti ni un solo día, ni en tu perfecto culo que fue mío aquella tarde.

Me gustaría repetir contigo, han pasado 2 años, seguramente te habrán dado bien por ahí y ya no te cueste tanto, quizás le hayas cogido el gusto, podíamos ver que tal se te dá.

Hablamos princesa,

Ángel”