Mi primera vez

Sofía narra sus primeras relaciones sexuales

Alberto me miró y preguntó

  • ¿Estás segura?

No tuve tiempo de responder ya que hundió su pene hasta lo más profundo de mi carne lo que me hizo decirle

  • ¡No tan adentro Beto!

Pero olvidé mi reclamo al mirar cómo llegaba al éxtasis. Sus ojos se desorbitaron antes de que los cerrara, por debajo de sus costillas se hundió su abdomen, inclinó su cabeza hacia mis pechos y de su boca salió un ligero gemido que repitió varias veces. Unos segundos después levantó la cabeza y me miró a los ojos, yo lo miré y con una sonrisa le demostré lo mucho que me había gustado verlo disfrutar de mí. El me regresó la sonrisa, recostó su desnudo torso sobre el mío y apoyó su cabeza sobre la almohada justo a un lado de la mía. Sobre mis pechos sentía el movimiento de su agitada respiración y la humedad que en su piel había dejado su sudor, subí mis manos para acariciar la también húmeda piel de su espalda y permanecimos en silencio, cuando calmó su agitación en voz baja me dijo al oído

  • Que rico coges muñequita

  • Te amo

Murmuré y sonreí al tener que aceptar lo que mi amiga Mercedes me había dicho “…. Lo común es que terminando de coger se declaren su amor, pero al decir “Te amo” están diciendo que aman el placer que tuvieron …” Permanecimos así unos minutos y cuando perdió su erección se recostó boca arriba a mi lado, yo comencé a sentir fluir su semen fuera de mi vagina y comenté

  • Se está saliendo “Beto” (Alberto)

  • Es normal “Sofi” (Sofia)

Tomó un rollo de papel sanitario que había sobre el buró, desprendió un largo pedazo del rollo, lo dobló y lo puso sobre mis labios vaginales diciendo

  • Para esto lo ponen sobre el buró

Me reí y mirando hacia el espejo puesto en la pared a un lado de la cama comenté

  • Me gusta que tengan espejos

  • ¿Te gustó verte cogiendo?

  • Sí …. Me gustó verte con la cabeza entre mis piernas, me gustó verte chupar mis pechos y me enloqueció verme con las piernas abiertas y tú en medio de ellas haciéndome el amor y enseñándome a disfrutar el ser mujer…… Claro que más que verlo, me gustó sentirlo

  • ¿De verdad te gustó?

  • ¡Me encantó!

Respondí enderezándome y dándole un beso en la boca me bajé de la cama, sujeté el papel que Beto había puesto sobre mi sexo y entré al baño a limpiarme, al salir él se estaba vistiendo y yo hice lo mismo…. Salimos del motel y al llegar a mi casa estacionó el auto frente a la puerta, acarició mis muslos y yo comenté

  • Ya no soy virgen.

  • ¿Te arrepientes de haberlo hecho?

  • Para nada. Me encantó hacerlo contigo, fuiste muy tierno y a la vez apasionado, me gustó mucho, eres muy bueno en la cama

El rio complacido de que “halagara su hombría”, y respondió

  • Con una mujer como tú, cualquiera es bueno

Sonreí dándole un beso en los labios y nos bajamos del auto… Al entrar a la casa nos paramos al inicio de la escalera y desde ahí, en voz alta, saludó a mis papás quienes seguramente miraban el televisor en su recámara diciendo lo que siempre les decía al regresarme a casa “Aquí esta su hija, sana, salva y en una pieza”. Como siempre mi mamá respondió “Gracias Alberto” . Terminado ese, digamos amable ritual, lo acompañé a la puerta de salida y antes de que subiera a su auto le dije

  • Sana y salva, sí… ¿Pero en una pieza?, esta vez no me regresaste completa Beto

  • Sin virginidad, pero más mujer… La ganancia se compensa con la pérdida ¿O no?

  • Ni lo dudes

Me miró muy serio, pasó su mano por su nuca y como de regreso en el auto lo había notado nervioso con temor le pregunté

  • ¿Qué pasa Beto? ¿Te arrepientes de haberlo hecho? ¿No te gusté?

  • No me arrepiento y me gustaste mucho, muchísimo, eres lo máximo

  • ¿Entonces?

  • Lo que pasa es que me preocupa haberlo hecho sin condón. ¿Qué va a pasar si te embarazas?

  • No me voy a embarazar…. Mira amor, cuando me lo proponías yo también lo quería y si no acepté antes fue porque no quería perder mi virginidad si tu usabas un condón…. Quería tenerte, que te quedaras dentro de mí, sentirte todo mío, por eso me decidí a hablar con una doctora que me indicó como cuidarme y lo estoy haciendo

  • ¿Con pastillas?

  • Si amor

Se ilumino su rostro, me abrazó y nos dimos un beso en los labios, cuando se marchó yo entré a la casa y en la cocina revisé que solo mis bragas estuvieran húmedas de semen, revisé mis muslos y mis nalgas ya que lo había sentido escurrir al sentarme en el auto y al asegurarme de no tener manchas de semen en la falda, subí y entré al cuarto de mis padres a saludar. Después fui a mi cuarto a cambiarme las bragas y bajé a cenar sonriendo, al terminar de hacerlo regresé a mi cuarto, lavé mis bragas húmedas de semen y me puse un camisón, me acosté boca arriba con mis manos en la nuca mirando al techo.

Un terrible pensamiento llegó a mi mente ¿Y si no regresa? ¿Y si solo quería cogerme?, él nunca me pidió que fuera su novia y sin serlo me había acostado con él, ¿Pensará que soy una puta? tomé mi móvil con la idea de hablarle, pero me arrepentí, ya mañana sabría la verdad. De igual forma yo también lo quería y lo había disfrutado tanto o más que él. Decidí no suponer cosas producto de mi posible arrepentimiento y mejor comencé a recordar lo que había pasado y como se habían dado las cosas hasta culminar en la placentera perdida de mi virginidad

Alberto (Beto) es el hermano mayor de Mercedes, una amiga de la secundaria; Lo conocí un día en que al salir de la escuela fui a hacer un trabajo escolar a su casa, recuerdo que ese día estábamos acostadas boca abajo sobre la alfombra de la habitación de Mercedes, dibujando en una cartulina, Mercedes de frente a la puerta de la recámara y yo en el otro sentido, con mis pies hacia la puerta, así que cuando Alberto tocó a la puerta y  Mercedes le dijo que entrara, yo tuve que girarme de lado para verlo, él saludó y agregó

  • Que ya bajen a comer

  • Vamos

Respondió mi amiga y Alberto permaneció en el pórtico de la puerta hasta que nos pusimos de pie, cuando cerró la puerta y se marchó Mercedes me dijo

  • Le gustaste a mi hermano, él nunca se queda viendo a mis amigas

  • ¿No será que le estaba enseñando los calzones?

  • No, más bien le gustaron tus muslos y tus nalgas, ya vez que las tienes bien paraditas, así de “colita de pato”

  • No me digas así que me lo van a decir en la escuela

  • Ya te lo dicen mamita, ese es uno de tus apodos, y yo no te lo puse.

  • ¿¡Uno de mis apodos!?... ¿Cuáles son los otros?

  • Tienes cuatro apodos: “La colita de pato” por tus nalgas, “La piernudita” por tener esas piernas tan buenas, “La que no habla por despecho” pero ese es malo ya que habemos muchas que no te pedimos nada en lo que a chichis se refiere, solo observa

Mercedes apretó sus pechos para enseñarme que ella también los tenía de buen tamaño. Nos reímos y mientras yo me lavaba las manos en su cuarto de baño agregó

  • Y el último que he escuchado, “La pancita”

  • ¿Por qué se ve la panza cuando brinco jugando Volibol?... Eso no lo puedo evitar, las playeras son muy cortas

Mercedes se rio y en tono casi burlón me aclaró

  • Te llaman así por la comida norteña y es que dicen que estás muy sabrosa, pero caes pesada

  • ¿Les caigo mal?

  • Dicen que eres muy apretada, muy engreída, que no aceptas que te hablen los chicos

Quedé en silencio y mientras Mercedes se lavaba las manos con tono triste respondí

  • No es por engreída…. Es por tímida…. Me da miedo que me hablen los muchachos, cuando se me acercan. me jalo la falda tratando de tapar mis muslos, me sudan las manos y no sé qué hacer. Me da pánico, siento que me quieren coger

Mercedes me miró en silencio, mientras se secaba las manos y me dijo

  • ¡Ay amiga!, ¿Qué es lo que quieren los hombres de nosotras?

  • ¿Cogernos?

  • ¡Exacto!

  • ¿Tú ya lo hiciste?

  • No …. Pero si me lo pide Pedro el hermano de Lulú, ¿Lo has visto?, está como quiere, a él fácil le doy las nalgas…. ¡No te espantes amiga! Que así funciona el mundo, el macho detrás de la hembra y si supones que alguien te va a buscar por amor déjame decirte que estás equivocada, ¡Muy equivocada mami! El amor a primera vista es más bien deseo a primera vista. Solo observa con cuidado una cosa, lo primero que los hombres ven en nosotras son nuestras nalgas, nuestras piernas y nuestras tetas, así como te vio mi hermano, ya después nos miran a la cara y nos hablan, ¡Pero primero, lo primero! . ¿O no?

  • Creo que sí… ¿Qué triste no?

  • Yo no lo veo triste, así es esto.  No creo que alguien te pretenda por tu bonita letra o tu linda voz, si te buscan es porque le gustaron tus nalgas, tus piernas, tus chichis y tu cara. Claro que al conocerte no te van a decir “Estás muy sabrosa y te quiero coger”. Para llegar a eso se juega a la seducción, que no es otra cosa que “pretendernos”, cuando un muchacho te busca se dice que te está pretendiendo, o sea, te quiere coger…  ¿Lo entiendes?

  • ¿Y el amor?

  • ¡El amor es otro pedo! .... Así que ni le busques, ni esperes al “príncipe azul” de Cenicienta. Es más, te puedo asegurar que si la zapatilla de cristal le hubiera quedado a una mujer sin buenas nalgas y sin buenos chichis, la hubiera mandado al carajo, en resumen el “príncipe azul” también se cogió a la cenicienta solo que no lo va a decir un cuento de niños

  • Entonces según tú, las parejas que tienen años y años juntas, también es para coger

  • Sí y no … Lo común es que terminando de coger se declaren su amor, pero al decir “Te amo” están diciendo que aman el placer que tuvieron…. Mira amiga… El amor se cultiva con el tiempo y te aseguro que en esas parejas que llevan años juntos todo comenzó como un deseo carnal … Y ni repeles que nosotras somos iguales. Cuando ves a un chico y te gusta no dices “Ay, como lo amo”, te lo imaginas desnudo abrazándote, besándote y metiéndote a la cama para meterte lo que tiene entre las piernas… ¡Y ni lo niegues!… Vamos a comer o nos toca regaño, ya que a mi mamá le encabrona estar calentando dos veces la comida

Bajamos al comedor y mientras comíamos, Noté que Alberto. además de ser muy guapo, no me quitaba la mirada de encima y al ver que yo lo noté preguntó

  • ¿Qué edad tienes Sofía?

  • Quince ¿Y tú?

  • 24

  • Se acaba de recibir de Ingeniero, es soltero y no tiene compromiso

Aclaró Mercedes haciendo reír a sus papás y a su hermano, yo quedé en silencio y Alberto comentó

  • Y si ella no tiene compromiso, yo me apunto ya que es muy linda… ¿Tienes compromiso?

Me preguntó y yo sonrojada solo pude negar con la cabeza

  • ¡Ya dejen de molestar a Sofía!

Dijo el papá de mi amiga con firmeza y se cambió el tema de conversación. No sé si mi mirada sobre Alberto, le dio a entender que me gustaba o si Mercedes s lo había dicho, ya que yo se lo confesé a ella cuando subimos a la recámara después de comer, pero resultó que, al día siguiente, sábado, Alberto me habló a mi móvil al responder me preguntó

  • ¿Sofía?

  • Soy Alberto, el hermano de Mercedes, ella me dio tu número, espero que no te moleste que te llame…. ¿Te puedo invitar un café por la tarde?

Nerviosa me envalentoné y acepté dándole mi dirección. Aquí debo confesar que era la primera vez que aceptaba salir con un chico y cuando se lo informé a mi madre, ella me dijo

  • Seguramente, no es un chico de la escuela ¿O me equivoco?

  • No má… Es el hermano de Mercedes y tiene 24 años

Y ya se imaginarán todo lo que dije. Es muy guapo, es ingeniero, trabaja y bla, bla, bla, mi madre sonrió y solo dijo

  • El que sea hermano de tu amiga no es garantía de nada hijita, así que cuídate y no te enamores como tontita, él ya es un hombre y tú sigues siendo una niña

Ese día no me arreglé y me refiero a que no me maquillé, ni usé ropa elegante o sexy, me vestí de jeans, playera y zapatos tenis… En nuestra primera cita platicamos mucho y pienso que me hizo perder el temor a las pretensiones de los chicos y lo digo porque de regreso estando en su auto y me dijo.

  • Me gustas Sofía, me gustas mucho… Yo sé que también te gusto, lo veo en tu forma de mirarme, por eso te propongo algo…. ¿Qué tal si nos tratamos y vemos que resulta?

Yo sin el menor nerviosismo le respondí que sí, que me gustaba su propuesta, cosa que si me lo hubiese dicho cualquier otro chico de seguro hubiese corrido a esconderme bajo algún sillón. Al entrar en la casa Alberto se presentó con mis papás y con mis hermanos Ángel y Mario.

Así fue como comenzamos a salir juntos todos los fines de semana ya que yo no tenía permiso para salir entre semana.

Ya bien lo decía mi abuela “Entre santa y santo, pared de cal y canto” Y al no existir “esa pared” con el tiempo, la mutua atracción, esa fiel aleada de las hormonas y la lujuria, las despertó un día en que sentados en su auto frente a la casa él evitó que me bajara poniendo su mano sobre mi muslo y diciéndome

  • Me encantas Sofía, eres muy bella

Lo miré en silencio y cuando él se acercó a mi cara, lo dejé besarme dulcemente, su lengua buscó mis labios y al tocarlos los separé dándole acceso a mi boca, al separarnos nos miramos y yo le dije

  • Es mejor que entremos Beto

Sin embargo, los besos se repitieron cada vez que salíamos juntos, después los besos dieron paso a las caricias y en medio de esas caricias y besos más de una vez la pasión lo llevó a proponerme tener relaciones, cosa a la que siempre me negué de forma, digamos que muy decente, con el clásico “No estoy lista para eso Beto” y después estando sola en mi cuarto “devoraba” la información que había en la red sobre sexo, sobre cómo cuidarse y también veía pornografía con la idea de no pasar por una tonta el día en que seguramente aceptaría su propuesta

Un día en que me vestí con una falda corta, estando en el cine lo dejé acariciar mis muslos por un buen rato y al salir sentados en el auto, estacionado en el centro comercial, mi falda se subió o mejor dicho me moví en el asiento buscando que se subiera, él se volteó hacia mí y con su mano recorrió la parte interna de mi muslo hasta hacerme suspirar cuando sus dedos tocaron mi sexo sobre las bragas, al escuchar mi suspiro delicadamente novió mis bragas para tener acceso directo a mis labios vaginales, nos besamos en la boca y él se puso a jugar con mi sexo llegando a mi clítoris y al comenzar a frotarlo dulcemente yo agaché mi cabeza hasta poner mi frente sobre su hombro.

Levanté la cara para mirarlo a los ojos, mi boca permanecía abierta, sentía el calor del rubor en mis mejillas y mis ojos se desorbitaron como si quisieran ver mi frente, los cerré y mordí mis labios cuando unas deliciosas contracciones hicieron que mi cuerpo entero brincara de placer. Al terminar lo miré a los ojos, mi cabello caía sobre mi cara y sentía mi saliva sobre mi mentón, él se rio, me besó en la boca limpiando mi saliva con su lengua y preguntó

  • ¿Cómo estuvo?

  • Delicioso

Respondí ya que era la primera vez que alguien que no fuera yo misma me provocaba un orgasmo, Beto sacó su miembro fuera de su pantalón me preguntó

  • ¿Me vas a dejar así?

Lo observé con admiración, era un miembro grande, ancho y latía ansioso de placer, lo sujeté con mi mano preguntando

  • ¿Qué debo hacer?

  • Acarícialo y mételo en tu boca

Con mi mano lo apreté y comencé a recorrerlo lubricándolo con el líquido trasparente que fluía por el orificio del glande, después de hacerlo así un rato, me incliné para besarlo, Beto aprovecho mi postura para acariciar mis nalgas y mi sexo ¡Y perdí la cabeza!... Lamí, besé y chupé hasta hacerlo eyacular dentro de mi boca, al terminar me enderecé en el asiento, abrí la puerta para escupir el semen al piso del estacionamiento y al cerrar la puerta él me dio unos pañuelos desechables que traía en la guantera para que yo terminara de limpiarme el mentón, después me ofreció una goma de mascar (Chicle) para disimular el olor de su pene, me besó en los labios y seguramente fingiendo estar avergonzado me dijo

  • Te juro que no lo pude evitar

  • No importa, no sabe tan mal, pienso que lo pude haber tragado sin problema

  • ¡Eso hubiera sido la locura!

  • Tal vez algún día

Respondí y regresamos a casa, esta vez él no entró y yo subí a la habitación de mis papás para decirles

  • Dice Beto que lo disculpen, pero ya se le había hecho muy tarde

Afirmaron con la cabeza de manera indiferente y entré a mi habitación a lavar mis bragas y a lavarme la boca, pensando en lo mucho que me había gustado lo que habíamos hecho.

No quiero hacer muy largo el relato, pero nuestros episodios de lujuria se repitieron varias veces, incluso una vez sentados en la cocina de la casa me hizo el sexo oral, dándome el más delicioso orgasmo que hasta ese momento hubiera yo sentido.

Llevábamos más de seis meses saliendo y Beto seguía pidiéndome que fuéramos a un hotel y yo seguía negándome, no por falta de ganas, sino por temor a un embarazo y como yo, tontamente, no quería perder mi virginidad si él usaba un condón me decidí a hablar con una maestra del colegio, una ginecóloga que daba clases de anatomía y que tenía fama de entender a las chicas. Ella, una mujer joven pensaba que si no nos podía convencer de calmar nuestras ansias, lo mejor era orientarnos y facilitarnos las cosas para que no destruyéramos nuestras vidas con un embarazo no deseado. Con ella tuve una larga charla, en la que intentó por todos los medios de convencerme de que yo era una adolescente y que lo mejor era esperar, pero ante mi firme decisión de hacerlo y sin condón, ella eligió el mal menor para mí al recomendándome un tratamiento con anticonceptivos, el cual seguí al pie de la letra y a escondidas de mi familia.

Unas dos semanas después de iniciar el tratamiento anticonceptivo, en mi cumpleaños, Beto me invitó a ir al cine y a cenar, yo me maquillé y me puse un vestido entallado a medio muslo, después de que él charlo un rato con mis papás, salimos al auto y ya dentro, nos dimos un beso en los labios, Beto me recorrió con la mirada fijando su vista en mis muslos y me dijo

  • Eres una belleza, ¡Estás buenísima!, Por eso muero de ganas de hacerte el amor

  • Házmelo

Respondí en forma tajante y él incrédulo y preguntó

  • ¿Lo dices en serio?

  • Muy en serio

Camino al hotel, se detuvo a comprar unos condones, me los enseñó y no hice ningún comentario al respecto. Cuando entramos a la habitación del motel y ver la cama sentí una especie de temor reflejado en mi estómago, le señalé el rollo de papel sanitario que había en el buró diciendo

  • ¿A quién se le ocurre dejar ahí el papel sanitario?

Su respuesta fue besarme en la boca y entre besos y caricias terminamos desnudos de pie uno frente al otro, me recorrió con la mirada y volteamos a vernos un enorme espejo que había en la pared a un lado de la cama, sin dejar de ver al espejo acarició mis nalgas y mi espalda. Yo observaba su desnudez y me gustaba lo que veía, sus brazos y piernas musculosas, su fornido pecho, su vientre plano y con temor me quedé mirando la firme erección de su pene naciendo de su pubis justo arriba de sus testículos.

Metió su mano en medio de mis muslos para acariciar mi sexo con lo cual mi nerviosismo se tornó en deseo, un enorme deseo de placer…. Al invitarme a subir a la cama me dijo

  • Eres una belleza Sofi, una escultura hecha mujer, ¡me encantas!

Ya desnudos sobre la cama, disfrutó de mi cuerpo con un apasionado carrusel de besos y caricias sobre toda mi piel, se agasajó besando y sorbiendo de mis pechos y cuando me separó las piernas y me hizo el sexo oral ¡Fue la locura!, locura que terminó en un delicioso orgasmo que me hizo murmurar “Te amo”. Se enderezó quedando arrodillado entre mis piernas, con su mirada recorrió mi desnudez y al fijar su vista en mi rostro sonrió, se inclinó para quitar mis cabellos de encima de mis mejillas, me dio un sensual beso en la boca, nuevamente se arrodilló entre mis piernas dejándome ver su bello torso desnudo, acarició mis labios vaginales y al sentir la facilidad con la que su dedo índice resbalaba sobre mi lubricado sexo, sujetó su pene con su mano para acercarlo a la entrada de mi vagina y al notar el temor en mi rostro preguntó

  • ¿Me pongo un condón?

  • ¿En mi primera vez?... No amor

  • Entiendo

Respondió mientras deslizaba su glande dentro de mi vagina, al sentir una cierta molestia puse mis manos sobre su cintura para detenerlo y en tono de broma le dije

  • Más despacio amor, recuerda que soy virgencita y debes ser bueno conmigo

Me sonrió y se disculpó diciendo

  • Perdón, fui un salvaje, tú veme diciendo que tanto lo meto

Muy despacio y con su vista fija en mis ojos su pene se abrió paso dentro de mi cuerpo dilatando mi vagina y colmándome de una maravillosa sensación que solo podría describir como de “Sentirme llena”. Cuando lo tuve todo dentro de mí, Beto se recostó sobre mi cuerpo y me besó en la boca para después decirme

  • Estás deliciosa Sofí, se siente tan bien estar ahí

  • Me encantas Beto __ Respondí emocionada

Segundos después se levantó apoyando sus manos a los lados de mi cabeza y comenzó con el ritual de entrar y salir hasta que me vino un orgasmo que si bien no fue espectacular si me relajó. Beto sacó su miembro con la idea de ponerse un condón, pero yo se lo impedí diciendo

  • No te lo pongas amor, es mi primera vez y quiero que te quedes en mí. no va a pasar nada

Me volvió a penetrar para seguir con lo suyo y lo que pasó después ya lo narré al principio

Al día siguiente me fue a ver a la casa y después de charlar un rato con mis papás pasamos a la sala donde me preguntó

  • ¿Qué quieres hacer? ___ Y en voz baja respondí

  • Llévame al hotel, quiero estar otra vez contigo

Y así lo hicimos, solo que esta vez me “puso en cuatro” con mi cabeza hacia el espejo de la pared y me folló de “perrito” y debo confesar que me encantó, su penetración era profunda y seguramente, al igual que yo, él también disfrutaba de verse en el espejo sujetando mis caderas para moverse frenéticamente dentro de mí

  • Que deliciosas nalgas tienes mujer, ¡Estás buenísima!

Me repetía constantemente, a lo que yo, orgullosa y ensoberbecida, observaba en el espejo que tenía razón. Así, con mis manos apoyadas sobre la sábana veía como la piel de mis costados, bajo mis costillas, se cerraba en mi cintura y como desde ahí mis caderas se ensanchaban formando unas atractivas curvas femeninas apoyadas sobre mis sensuales muslos los cuales permanecían juntos con las rodillas apoyadas en la cama, mis redondos pechos colgaban hacia la cama y se movían al ritmo de los embates de Alberto.

Repito que me sentía ensoberbecida por mi cuerpo y por la forma en que Alberto disfrutaba de él fallándome frente al espejo, no obstante coquetamente pregunté.

  • ¿De verdad te gusto?

  • ¡Me encantas!, Coger contigo es la locura, que nalgas tienes, que tetas, que piernas y que delicia de vagina, eres lo mejor de lo mejor Sofí

Sonreí satisfecha de sus palabras y levanté la cabeza para observar el espectáculo del cual éramos los protagonistas hasta que toda esa enorme carga de lujuria explotó dentro de mí en el más delicioso, largo y profundo orgasmo que hubiera podido imaginar, algo impensable para mí, ¡Qué sensación más deliciosa invadió todo mi ser! Fue algo tan maravillosamente placentero que me obligó a decir

  • ¡Por Dios Beto, te amo, te amo!

Mis brazos se doblaron y terminé con mi cara sobre la sábana y mis nalgas levantadas para que él las siguiera disfrutando. Sentía en mi rostro el calor del rubor y la humedad del sudor que perlaba mi frente y mi labio superior. Beto siguió en lo suyo y mi cuerpo volvió a reaccionar con otro orgasmo, solo que esta vez mis fuertes contracciones me provocaron un dolor bajo la piel de mi pubis.

  • Ya no Beto, no más por favor

Le pedí, pero él no hizo caso a mi súplica, al contrario, me hizo gritar, y no de placer, ya que con sus manos jaló mis caderas hacia él al tiempo que empujaba su pene con fuerza dentro de mí y así sujetándome y empujando profundamente permaneció unos segundos que dieron paso a algo muy especial…. Pude sentir las contracciones de su pene y una cálida humedad dentro de mis entrañas, no tenía la menor duda de que lo había sentido eyacular. Al terminar, con sus manos acarició mi espalda, mis nalgas, mis tetas y mis muslos y mientras lo hacía me dijo

  • Perdón preciosa, pero es que me enloquece tenerte, me haces perder la razón y solo pienso en disfrutar de ti, eres una delicia, no tienes idea de lo mucho que me gustas

  • No importa amor…. Lo importante es que gozamos mucho ¿No crees?

  • Y que lo digas… ¡Estuvo increíble!, Eres un mujerón, coges como una diosa

Teniéndome aún penetrada nos acostamos de lado, él detrás de mí y me abrazó para acariciarme hasta que su erección se perdió y al salirse, me acosté boca abajo diciendo

  • Así no se sale Beto, déjame tenerte dentro de mí un rato

Nos reímos y él recorrió con su mano mi cuerpo desde el cuello hasta la parte trasera de mis pantorrillas y me dijo

  • Voltea hacia el espejo

Yo lo hice y mientras él recorría nuevamente mi espalda hasta llegar a mis nalgas decía

  • Mira que figura tienes mujer, solo mira cómo se levantan tus nalgas ¿Cómo no voy a enloquecer al verte?... Estás para montarte en esa postura y darte una buena cogida

  • Hazlo

  • Espera que “cargue baterías” y te monto como la deliciosa potranquita que eres

  • Pero con cuidado ya que no estoy acostumbrada a la monta y no sea que te tire de un reparo

Nos reímos pero no lo hicimos, esa vez, ya que el siguiente fin de semana no se quedó con las ganas pues después de nuestros juegos previos y ya lubricada, me acostó boca abajo con las piernas juntas y me montó. Con mi vista hacia el espejo pude disfrutar de su deseo por mí, sonreí al observar como con cada uno de sus deliciosos embates empujaba mis nalgas, mi sonrisa se tornó en un gesto de placer y mis gemidos comenzaron a fluir inconscientemente, mi cuerpo se tensó y mis piernas comenzaron a temblar, apoyé mi cara contra la sábana para ahogar un grito, esta vez de placer, provocado por una fuerte contracción que dio paso a una serie de placenteras contracciones. Beto siguió en los suyo y unos segundos después mi orgasmo se repitió.

Con mi cabeza de lado mirando al espejo observaba mi rostro sonrojado con mi cabello sobre mi mejilla, Beto hizo más lentos sus movimientos y como pude apreté mi vagina, lo que le hizo decirme

  • Que rico aprietas, que rico aprietas, que rico…. ¡Oh Dios!

Puso sus manos sobre mi cintura al tiempo que arqueaba su tronco levantando la cara hacia el techo, empujó su pene hasta el fondo, yo, que permanecía mirando hacia el espejo, observé su pubis empujando mis nalgas y comencé a sentir las contracciones de su pene y esa “humedad” dentro de mis entrañas. Al terminar de correrse agachó su cabeza dejando caer sobre mi espalda unas gotas de sudor, quitó las manos de mi cintura, cosa que agradecí, y se recostó sobre mi espalda.

  • Te amo Sofía

Me murmuró al oído y fue la única vez que me lo dijo en los 14 meses en que estuvimos juntos

  • Yo a ti

Respondí y cuando se dejó caer sobre la cama yo permanecí tendida boca abajo, él acarició mi cuerpo, besó mi espalda, mis nalgas mis piernas y sentí que realmente yo era especial para él, ¡Y por supuesto que lo era!, solo que no cómo me hubiera gustado serlo ya que nuestra relación se terminó

Fuimos amantes por seis meses, tiempo en que me satisfizo como mujer y yo me encargué de satisfacerlo como hombre, incluso cuando yo estaba menstruando íbamos al hotel, donde haciendo gala de mi experiencia (De internet), lo masturbaba con crema disfrutando el tamaño de su pene y ofreciéndole mi boca para que eyaculara y me viera tragar su dulce carga. Y que decir cuando en esos días en que “me ponía de sangrona” nos acostábamos de lado frente a frente y él lo hacía entre mis muslos o nos acomodábamos para que me lo hiciera en medio de las tetas.

Los dos nos esforzamos en complacernos, sin embargo, a diferencia de lo que decía Mercedes de nuestro placer nunca nació el amor…. ¿Por qué?, no lo sé. Quisiera pensar que la razón fue que yo era una niña, una adolescente  y él un joven profesionista a quien yo avergonzaba en sociedad por haber escuchado comentarios como “Es un asalta cunas” o “Debe de coger muy rico para estar con ella” Y otras cosas por el estilo. Sin embargo, la realidad es más cruda. ¡Solo me quería para coger! Y el día que se hartó, me botó.

¿Nunca te diste cuenta de sus intenciones? Me preguntarán y les responderé que sí ¿Cómo no darme cuenta, si nuestras salidas prácticamente se limitaron al hotel de los espejos, donde ya éramos conocidos? .... Yo acepté las reglas del juego y lo disfruté tanto como él.

No me duele haber terminado, tampoco me culpo, ni me arrepiento de lo vivido con Alberto, muy a pesar que ante los, aún existentes, prejuicios sociales él haya sido un “Don Juan” y yo una Puta. Pero tampoco lo culpo a él, habrá quien en esto haga mención del dicho “A quien le dan pan que llore” refiriéndose al hecho de haberme entregado a él, pero yo no lo acepto ya que en nuestro caso los dos nos dimos estando conscientes de lo que hacíamos….

Recuerdo que antes de darme el tratamiento anticonceptivo la doctora me preguntó por qué estaba yo tan ansiosa, no le pude responder en ese momento porque no lo sabía. Hoy sé que era yo una de tantas chicas adolescentes que están “ansiosas”. Ansiosas de ser besadas, ansiosas de sentir sobre su piel otras manos que no sean las suyas, ansiosas de mostrar su desnudez y apreciar la desnudez de un hombre, ansiosas de sentir un endurecido miembro dentro de su vagina, ansiosas de sentir y dar placer…. Ansiosas de sentirse mujer… Por desgracia, la mayoría de las veces sin la información necesaria que les permita medir y prevenir las consecuencias de sus actos.