Mi primera vez

Como con 16 años perdí la virginidad con el hombre del que estaba enamorado.

Un saludo para todos, allá donde estéis. Pasare primero a presentarme, me llamo Hugo, tengo 23 años, mido 1´70, soy delgado pero bien formado (aunque nunca he hecho mucho deporte siempre he tenido esa suerte), tengo el pelo castaño oscuro, la piel clara, unos ojos marrones verdosos y unos labios gruesos y carnosos. No tengo mucho vello y me suelo depilar, tengo un buen culo, pequeñito, redondo y respingón, una polla de unos 18 cm., llevo dos piercing, uno en una oreja y el otro en un pezón, y otros dos tatuajes, en la espalda y un brazo.

Vivo en una ciudad medianamente grande de España, y aunque no es ni Madrid ni Barcelona, no me puedo quejar pues puedes encontrar de todo. Esta historia empieza cuando yo tenía 15 años. Aunque no tengo unos padres que pasen de mi, la verdad es que siempre me han dado cierta libertad y a esta edad tenia de hora hasta las cuatro de la madrugada. Al principio salía con mis amigos heteros, que la mayoría era algún año mayor que yo, pero siempre solía terminar perdiéndome en algún bar de ambiente. No es que me fascinen precisamente, pero por lo menos te dan la oportunidad de conocer gente como tú. He de reconocer que la mayoría de las personas que van a estos sitios son tipo lokas, y sin ofender no son de mi gusto la verdad, pues yo soy un chico y me gusta estar con chicos, no con chicos con pintas de mujer, pero en fin, para gustos los colores.

Yo siempre he tenido cierta fascinación por los chicos algo mayores que yo, y por aquel entonces termine enganchándome por un tío de 27 años. Era bastante la diferencia de edad, y aunque más adelante no cuenta tanto, si cuando uno de ellos tiene 15 años. Este tío me encantaba, mediría 1´85 más o menos, tenia un buen cuerpo (no cachas, no son mi tipo), moreno de piel, pelo casi negro, barba de unos días, y un brazo con bastantes tatuajes (para mi es como un fetiche).

Como siempre iba algo entonado por las copas o cervezas que iban cayendo durante la noche, no me costaba ser nada extrovertido, y unido a que era el único chaval de mi edad que me quedaba hasta bastante tarde, tengo que reconocer que no me costaba mucho tener a varios tíos detrás de mí. Pero a mi los demás me daban igual, yo sólo quería estar con Carlos (el chico que he descrito con anterioridad, que evidentemente no es su verdadero nombre).

Hablaba con él, muchas veces de superficialidades, pero otras muchas veces nos sentábamos en una mesa y charlábamos de cosas más importantes. El sabia que yo me moría por él, creo que todo el bar lo sabia, pero nunca hacia nada. Yo para esto la verdad es que siempre he sido bastante cortado y siempre esperaba a que fueran ellos los que diesen el primer paso, además por aquella época Carlos tenia pareja, y eso como que limitaba bastante mi acción. Así que así, poco a poco fueron pasando las semanas y los meses, y yo ya había cumplido los 16 años. Él fin de semana que los celebraba me entere que él día antes había roto con su novio, y aunque la verdad no fue el mismo día de mi cumpleaños, si que fue el mejor regalo que me pudieron hacer jejejeje.

Un mes más tarde, un viernes, me le encontré bastante borracho, él me pidió que saliésemos fuera a charlar un poco. A mi se me acelero el corazón de repente, me empecé a imaginar que se me declaraba o algo así, y yo me moría de las ganas… pero mucho más allá de la realidad. Me empezó a decir que nadie le quería, que se encontraba totalmente solo, yo me quede callado, al rato le respondí que porque me decía eso, que él sabia que yo me moría por sus huesos, que daría cualquier cosa por estar con él. Entonces llego uno de los momentos más bonitos de mi vida. Él me beso. La verdad es que pasaba gente por la calle, pero me daba igual, estaba en otro mundo, parecía que sólo existíamos los dos.

Estuvimos así un rato, hasta que él se levanto, me cogió de la mano y me dijo que si quería ir a su casa, para estar más tranquilos, que además su compañero de piso no se encontraba allí. Cuando llegamos, mientras subíamos por el ascensor, la pasión estallo, nos empezamos a besar como locos, le quite la camiseta, acaricie con las yemas de mis dedos, su pecho recubierto por poco vello, su estomago liso, y la línea de pelitos del deseo, que partiendo de su ombligo llegaba hasta su tesoro que más deseaba. Él mientras tanto sobaba mi culo, me besaba en los labios, el cuello, la oreja. Estaba a mil. La verdad que fueron unos segundos, pero yo deseaba que se parase allí mismo el tiempo. El ascensor se abrió así que nos dirigimos a su casa. Entramos y me dirigí al salón, el trajo unas cervezas de la cocina. Bebimos, charlamos y nos seguíamos besando. Me contó como me había deseado desde el principio, como se follaba a su novio pensando que era yo

Y la temperatura entre los dos fue subiendo. El ya estaba sin camiseta entonces me quito la mía. Lamía mi cuello, eso me ponía a mil, bajo lentamente por mi cuerpo hasta llegar a los pezones, les lamía, les acariciaba con la lengua en círculos, les mordía delicadamente, me tenía en el cielo y yo gemía levemente. No podía más, y deseaba su pene. Dirigí mis manos a su paquete y note como la tenia dura, desabroche su botón y baje lentamente la cremallera, yo lo deseaba, pero también me gustaba sentir que el lo deseaba también. Él ya no hacia nada, solo le oía su respiración fuerte y acelerada cerca de mí.

Baje su pantalón y se le saque, después acaricie con mi mano y con la lengua su pene sobre la ropa interior. Notaba que estaba bien armado, un pene de dimensiones considerables (también es que yo sólo conocía el mío). Estaba nervioso, por fin iba a cumplir mi propia promesa de entregar mi virginidad a aquel hombre, y en ese momento mi deseo se mezclaba con el miedo, con el miedo al dolor, y más aun con el grosor y tamaño que estaba tocando, pero por fin lo había conseguido y estaba dispuesto a llegar hasta el final.

Baje poco a poco sus calzoncillos, yo estaba de rodillas entre sus piernas, las acariciaba mientras le quitaba la poca ropa que le quedaba. Entonces volví para prestar la atención a su entrepierna. Agarre su pene con su mano. Posteriormente he visto muchos y puedo decir que era bastante grande, unos 19 cm. y gorda, y además era bastante bonita. Acerque mi boca a la punta del glande, y lo bese, jugué con mi lengua en su agujerito y las primeras gotas de liquido preseminal ya habían empezado ha salir. Estuve así un buen rato, no sabia como hacerlo muy bien pero por sus fuertes gemidos sabía que él lo estaba pasando bien. Entonces en un momento él me pidió que por favor se la chupase.

Eso me puso todavía más a mil. La metí poco a poco en mi boca y la acaricie con mi lengua. Empecé a hacerle como una paja con los labios ayudado por una de mis manos mientras que con la otra le acariciaba los huevos. Eran grandes y estaban totalmente duros. Así que baje con la lengua y se les empecé a lamer, primero uno me metí en la boca luego el otro. Y volví a la mamada. Cuando, la verdad ya me estaba empezando a doler la boca, el me pidió que parase que se iba a correr. Entonces se levanto, me cogió y me llevo a su cama. Era una cama grande y me tumbo en ella. Se puso entonces encima de mi y me beso con pasión, bajo al lóbulo de mi oreja y al cuello, les besaba con delicadeza, y descubrí entonces que eran unas de mis zonas más erógenas.

Me dio entonces la vuelta y empezó a besar mi espalda mientras con sus manos me daba pequeños masajes. Estaba en el quinto cielo. Fue bajando poco a poco y con ternura y llego a mi culo. Beso mis nalgas y las pellizco con los dientes, estaba súper excitado. Las separo con las manos e introdujo su cara entre ellas. Me empezó a lamerme el perineo. Yo apoyé mi cara en la almohada porque me estaba muriendo del placer. El llego a mi ano y empezó a jugar con el. Daba pequeños círculos sobre él y poco a poco me relaje y empezó a meter la punta de su lengua. El primer dedo sinceramente ni le sentí, estaba súper excitado y el trabajo con su lengua me tenia en otro mundo. Sin embargo con el segundo ya fue otra cosa y un pequeño pinchazo de dolor recorrió mi culo. Pero yo levante mi cara de la almohada y le pedí, o le suplique que me la metiese ya, que le quería sentir ya dentro de mi. Se levanto y del cajón de su mesilla saco un preservativo y un tuvo de lubricante. Se coloco el condón y me unto el lubricante en la entrada de mi ano.

Yo ya no aguantaba más y empecé a culear hacia atrás. El me susurro en mi oído que estuviese tranquilo. Mientras separo mis nalgas y coloco la punta de su pene en la entrada de mi agujerito que ya estaba bastante lubricado. Y poco a poco empezó a empujar. Cuando la resistencia de mi esfínter cedió entro el capullo, yo pegue un grito de dolor que ahogue con la almohada y sentí como un hierro al rojo vivo me desgarraba en dos. Levante la cabeza y le pedí que parase, el me hizo caso y la saco, me beso y me pidió perdón por haberme echo daño, pero que si querría tendría que aguantar el primer momento. Con las ganas que tenia me arme de valor y le pedí que volviera a intentarlo y que esta vez no parase. Volvió a colocar su pene en posición y me lo fue metiendo poco a poco. Yo hundí muchísimo más mi cabeza en la almohada, y mientras sentía que me desgarraban me mordía los labios, hasta que me di cuenta que me había echo sangre en el labio inferior. Para ese entonces ya me la había metido toda, y su pesados huevos rozaban mis nalgas. Estuvo así un largo tiempo mientras me besaba por atrás, el dolor se me fue pasando y empecé a sentir la mejor sensación del mundo, sentirte poseído por la persona de la que estas enamorado.

Poco a poco fue haciendo un movimiento de mete y saca y mientras su pene rozaba mi próstata y yo me convulsionaba del placer, me di cuenta que ha sido una de las pocas veces en que he sentido que me hacían el amor y que no me estaban follando sin más. Fue aumentando su ritmo, se fue convirtiendo en algo animal, yo ya no podía más y empecé a corredme, sentí el calor de mi semen entre las sabanas y mi vientre. La presión que debió ejercer mi esfínter, producto de mi corrida, en su pene fue tal que empezó a corredse como una bestia. Aunque tenía puesto un condón sentí ese calor y esa fuerza dentro de mi. Estuvo así un rato, tumbado encima de mí, mientras nuestras respiraciones volvían a la normalidad. Entonces se salió de dentro de mí y me dio un largo beso.

Yo me di cuenta que era bastante tarde y de que tenia que volver a casa. Me limpie con papel los restos de mi corrida que tenia en mi vientre, me vestí, nos volvimos a besar y me marché. Llegue a casa y aunque mis padres se dieron cuenta de que había llegado mucho más tarde y me castigaron, a mí me daba igual, era la persona más feliz del mundo. Los días de la semana pasaron lentamente, eran casi una tortura, y aunque tenía su número no me atrevía a llamarle. Espere al fin de semana para volver a verle, y me le encontré, me dijo que teníamos que hablar, me explico que había sido uno de los mejores momentos de su vida, que estaba muy pillado por mí, pero que por la diferencia de edad que existía entre ambos y que yo era menor de edad, lo nuestro no podía ser, al menos por el momento. Me sentí morir, estuve sin salir unas semanas y unos meses sin volver a pisar un bar de ambiente, tenía el corazón roto. Sin embargo quizás aquella experiencia me hizo madrugar antes y comprendí que ciertamente él tenia razón, que aquello no era tan fácil como yo pensaba, pero también me hubiese gustado que hubiese tenido más valor para enfrentarse con todo y haber luchado por lo que quería, yo al menos lo hice. Han pasado los años y no le he vuelto a ver, creo que se fue a Madrid porque le salio una buena oportunidad laboral allí. Este donde este sólo deseo que le vaya muy bien, que yo muchas veces me acuerdo de él, y que sueño que esta tumbado al lado mío en mi cama.