Mi primera vez

De como mi exprofesor me robó las pajas y me devolvió la pasión desenfrenada.

Hola me llamo David, tengo 18 años mido 1,70 y me mide 15 cm estoy bastante fibrado, pero no de esos que están todo ciclados, básicamente no tengo casi nada de grasa en el cuerpo y estoy bien proporcionado, no tengo casi vello en el cuerpo y mejor porque no me gustan los pelos por ahí; las niñas siempre han dicho que soy guapo, tengo facciones duras o las tendré porque la cara aniñada no se me ha ido del todo y suaviza mucho,  llevo el pelo corto aunque me gusta que el flequillo caiga sobre mi frente de forma casual.

Yo siempre he sabido que era un poco raro, no es que no me gustara ir con chicas, pero a veces me quedaba mirando sin saber porque a los otros niños en los vestuarios, aunque nunca tuve una erección y nunca me hice una paja después pensando en algún compañero de clase; pero mis pajas siempre han sido raras, bueno eso creo, porque no he visto como las hacen los demás. Yo me pongo delante de mi webcam y me bailo, me muevo y no paro de hacerlo mientras me masajeo mi poya. Me gusta hacerlo con las cortinas de la ventana descorridas, porque a las horas que me las hago no hay casi nadie en el edificio y nadie en el piso de arriba que está en frente del mío. Bueno el de mis padres.

Un día subiendo en el ascensor, Don Miguel que es maestro y me dio clases a mí de pequeño, iba conmigo, estaba trasteando el móvil y como vivo en un séptimo le dio tiempo a buscar lo que quería. Al llegar al séptimo, pues él vive en el octavo el que está enfrente de mi famosa ventana, me cogió del brazo suavemente y me dice:

  • David por favor una cosa. -Mientras decía esto me enseñaba la pantalla del móvil.

Horror, tierra trágame, en la pantalla del móvil salía yo, haciéndome una paja en todo mi esplendor.

  • Mira entiendo que estás en la edad de hacer cosas de estas, pero cierra las cortinas, si por lo que sea te ve mi hija te juro que les enseño el vídeo a tus padres.

Estaba bloqueado, sólo pude decir un sí, con la boca casi cerrada y salir corriendo. El corazón me iba a estallar y a salirse del cuerpo.

Pasaron los días y yo estaba más tranquilo y corría las cortinas, pero no era lo mismo, no se me ponía dura y cuando lo hacía no satisfacía lo mismo; probé a ponerme en línea mientras me pajeaba por si el que hubiese gente era lo que me ponía, pero no se callaban y no paraban de decir gilipolleces. Nada, mis pajas especiales habían muerto. Decidí controlar las horas a las que salía y entraba, pero pensé que a lo mejor tenía una webcam enfocada a mi habitación, bueno en esos días pensé cosas peores, pero mis pajas se habían ido.

Un miércoles, que es cuando el libraba, me subí a su piso y llame a su casa. Me abrió en pijama, y con cara de sueño me dejo pasar, otras veces había ido a su casa para consultar cosas de deberes y eso, porque es muy inteligente.

Cuando llegamos al salón, me preguntó que si quería un café, le dije que no, la sangre se agolpaba en mi cabeza, y la valentía con que había subido las escaleras a pedir explicaciones ya no estaba, todo empezaba a ser menos claro, aquel hombre de unos 40 años y con algunas canas que se paseaba por su casa en pantuflas y pantalones cortos, dejando al aire su ancho pecho todo lleno de vello y con cara de dormido no tenía culpa de nada.

Cuando volvió con el café, se me quedo mirando con cara de interrogante y miraba de una forma especial, como sólo él sabe hacerlo, sin apartar la mirada, esperando, pero mirando dentro de ti para ver si sabes la respuesta, ya lo hacía en clase. Habían pasado los años, pero seguía siendo el mismo y ejercía un absoluto control sobre mí.

Su mirada pudo más que mi miedo y exploté, le dije un montón de barbaridades, mientras él estaba allí de pie mirándome mientras bebía lentamente su café; le exigí que me devolviese mis masturbaciones, el vídeo y no que más.

El vídeo ya no lo tenía, o eso dijo, sabía que lo que me había dicho en el ascensor era suficiente para que los episodios terminasen rápidamente. Se sentó y me dijo que en cuanto a lo de las pajas era algo más complicado, que tal vez sin querer había destapado algo que permanecía oculto. De todas formas hacerse masturbaciones en público, mientras está la posibilidad de que otro te esté mirando, pero sin la certeza de que te estén mirando es raro, me decía.

Yo veía que aquello no tenía solución y se me ocurrió una cosa, me acerqué a él y poco a poco me fui quitando la ropa, de pie, delante de él, cerca. Él no se inmutó. Le dije que ya que él me las había robado yo iba a hacerme una delante de él para recuperar mis pajas.

Empecé como de costumbre, con mis bailes, mis vueltas, a quitarme la ropa despacito, escuchando una música que sólo yo podía oír. Poco a poco mis manos empezaron a acariciar todo mi cuerpo, especialmente mi pecho, garganta y labios, fui bajando hasta mi poya que ahora si estaba dura y en todo su esplendor, incluso estaba chorreando, recogí aquellos fluidos con los dedos y me los chupé, seguí masajeando mi poya, sabía que las gotitas de aquel líquido estarían salpicando a Don Miguel, pero eso me puso más cachondo todavía. La música había vuelto, todo el rato estuve con los ojos cerrados y él no se movió ni un milímetro, porque no oí nada, sé que estaba cerca muy cerca de él a veces en alguno de mis movimientos notaba su respiración en mi cuerpo.

De repente, mientras estaba con mi cuerpo arqueado hacia atrás mientras con la mano masajeaba mi poya note algo cálido y húmedo en la punta de mi poya, que poco a poco fue bajando hasta la base, fue como si un relámpago recorriese mi columna vertebral, al principio creí que me lo estaba imaginando y que era mi música, hasta que note como su barba de tres días me hacía cosquillas en mi piel cerca de la base de la poya, empezó a hacerme una mamada, realmente increíble, no abrí los ojos, estaba disfrutando como no lo había hecho en mi vida, no sé cuánto duró aquello, pero sé que pronto empezaron las convulsiones y me corrí dentro de su boca, fue el orgasmo más largo que he tenido, no acababa nunca, fue eterno.

Me sentí mareado y me senté a su lado, abrí los ojos poco a poco y lo vi allí como siempre, no se había ni inmutado. Necesitaba saber que había sido real, que había pasado, y metí la cabeza entre sus piernas buscando su poya, la encontré, no estaba muy dura, no me importó me la metí toda en la boca y empecé a hacerle una buena mamada, sé que estaba haciéndolo bien porque empezó a gemir y se recostó en el sofá para facilitarme la labor. Era una poya increíble, más larga que la mía, no mucho más pero de un grosor impresionante, casi no me cabía en la boca, al poco note una mano en mi culo y poco a poco me fue masajeando el agujero del culo, suave al principio y mojándose continuamente los dedos con su propia saliva, eso hizo que se la chupara con más ganas.

En un momento dado, me levantó la cabeza y con la boca toda abierta todavía de chupar toda aquella poya me planto un beso increíble, me rodeo con sus brazos y me levanto a peso sentándome sobre sus piernas, su poya quedo dura, tiesa, enorme apuntando a mi agujerito, supe lo que iba a intentar, me pareció una locura, aquel trozo de carne enorme no iba a caber.

Se la unto un poco con saliva y sin pensárselo dos veces empezó a empujar mientras me sujetaba, costo de entrar un triunfo y chille lo que no está en los escritos, aquel hombre y su monstruosa poya me estaban partiendo en dos. Cuando ya estuvo dentro toda, se paró, ahí pude respirar un poco, y empezó a moverse poco a poco, lento al principio y lo que era dolor empezó a convertirse en otra cosa, pronto fue deseo de tener siempre esa poya dentro, se me puso otra vez dura, muy dura y empecé a hacerme una paja allí encima de él, mientras me metía y me sacaba aquella deliciosa poya. Me corrí y fue como si un rayo me recorriera la columna, salpique todo de leche, su cara, su pecho, mi cara, mi pecho, todo, él siguió metiéndomela, ahora yo acompañaba sus movimientos, noté que se ponía en tensión y gemía más fuerte, me preparé para recibir su leche dentro de mi culo, pero creo dentro de mi culo no había suficiente sitio, cuando explotó dentro de mí, me inundó y se salió fuera y me embadurno la espalda de su leche, fue increíble notar su leche por mi cuerpo.

Me derrumbe exhausto sobre él y lo bese amorosamente, al rato nos fuimos a la ducha y nos despedimos en la puerta de su casa. Desde entonces todos los miércoles subo a repasar deberes, mi madre incluso le da dinero, que luego él me devuelve, y así tengo para mis cosillas, aunque no me hace mucha falta porque mi madre ve en mi interés por estudiar y me da más paga. La verdad es que he mejorado mis notas, será porque su leche es inteligente como él y mi culo la recibe muy a gusto todas las veces que puede.