Mi primera vez 2

Dspues del gym nos fuimos de compras

Al día siguiente me levanté corriendo con muchas ganas de ir al gimnasio. Deseaba volver para ver a Rocío. Aún no sabía como iba a reaccionar ni ella ni yo cuando nos volviésemos a encontrar. Y los nervios se apoderaban de mí.

Nada como un buen desayuno antes de cambiar el pijama por las mallas y salir camino de mi encuentro con Rocío en el gimnasio.

Tan pronto como llegué y entré en la sala de máquinas, la vi. Incluso sudando, estaba guapísima corriendo en la cinta. Llevaba puestas unas mallas que le marcaban cada curva de su cuerpo y un top ajustado que resaltaba su pecho.

Me acerqué a ella, los nervios volvían a hacer su aparición.

  • Hola, Rocío. Que tal estás¿?

  • Eeehh, hola Nai. Todo bien. Espera un par de minutos y ya estoy contigo.

En nada, se bajó de la cinta y vino hacia mi. Lo primero que hizo fue darme un pequeño beso en los labios y un abrazo. Y aprovechando que estaba tan cerca me dijo al oído:

  • Siento haberte abrazado estando sudada pero no pude evitarlo, pensé que no vendrías.

  • Porque pensaste eso¿?

  • No lo sé, como ya era un poco tarde supuse que te habías arrepentido de lo que pasó ayer en la ducha y .....

  • Ssshhhh, no sigas porque sabes que¿? estaba deseando volver a verte.

  • Tengo que hacer unas cosas ahora, pero que te parece si quedamos dentro de un par de horas para tomar algo y hablar¿?

  • Por mi, perfecto.

  • Entonces dentro de dos horas te paso a recoger, preciosa.

Y otra vez, antes de irse me dio otro beso en los labios.

Las horas en el gimnasio se me pasaron rápido, empezaba a ser divertido lo de hacer deporte. Después de utilizar diferentes maquinas me fui a la ducha, casi habían pasado las dos horas y seguramente Rocío me estaría esperando en la puerta.

Y no me equivocaba, al salir, Rocío estaba dentro del coche haciéndome señas para que subiese.

  • Hola guapa, me dijo, había pensado que no te importaría acompañarme a hacer unas compras en el centro comercial, será algo rápido y después podemos tomar algo en alguna de las cafeterías de hay allí.

  • Genial, seguramente yo también aproveche para comprar alguna cosa.

Cuando llegamos, Rocío fue directa a una tienda de lencería. Empezó a coger prendas muy sexys, la mayoría con encajes y ligueros.

  • Te gustan¿? me dijo

  • Oohhh, si. Seguro que te quedan muy bien.

  • Sabes que¿? Había pensado que podíamos probarlas juntas.

No podía decir que no, sólo pensar en estar en el probador con Rocío me excitaba.

  • Venga, Nai, pruébate este picardías, seguro que te queda genial.

La verdad es que era muy bonito, era todo de encaje negro con un tanguita a juego y con un gran escote. Empecé a desnudarme y Rocío no me quitaba los ojos de encima. Incluso pude ver en el reflejo del espejo que se mordía el labio inferior mientras veía como mis prendas de ropa iban quedando encima de una silla que había dentro del probador.

Me puse el picardías como me había pedido y me giré hacia ella.

  • Que te parece como me queda¿?, le dije

  • Estás preciosa y lo único que deseo ahora es.......

No dijo nada más y pasó a la acción. Rocío se acercó a mi y empezó a besarme apasionadamente. Mientras con una mano apretaba una de mis tetas, la otra la metía por el tanguita y empezaba a acariciarme con sus dedos mi clítoris.

Eso hizo que me excitase muchísimo. Y quería que Rocío estuviese igual de excitaba que yo, asi que mientras no dejábamos de besarnos, fui quitándole la ropa.

Cuando ya estuvo desnuda frente a mí, comencé a acariciarla de la misma manera que ella lo hacía conmigo. Ambas teníamos ganas de gemir de placer pero debíamos controlarnos porque en cualquier momento podrían descubrirnos.

Rocío me metió dos dedos mientras con el pulgar no dejaba de acariciarme el clítoris.

  • Vamos, Nai, córrete para mí como lo hiciste ayer.

Y no tardé nada en cumplir su deseo, fue un orgasmo intenso y placentero, ahogado por los besos que me seguía dando con Rocío. Y como el día anterior volví a mojar sus dedos con todo el flujo que salía de mí.

  • Mmmmmmm

Esta vez no iba a dejar que ella se fuese sin correrse y sin disfrutar tanto como yo, así que me acerqué  y empecé a besarle el cuello, lentamente fui bajando hacia su pecho y me detuve besando sus pezones que en eso momento estaban muy duritos. Mi mano se adelantaba a mi boca y ya estaba acariciando su rajita que cada vez estaba más mojada. Le metí dos dedos mientras iba agachándome, besando su barriga, su ombligo.

Rocío acompañaba mi viaje por su cuerpo, apoyando su espalda en la pared y enredando los dedos de una de sus manos en mi pelo. La otra mano la tenía en su boca y la mordía suavemente para evitar gemir y que nos escuchasen.

Seguí mi camino, Rocío abrió sus piernas intuyendo lo que venía. Saqué mi lengua y recorrí con ella toda su rajita, limpiando todo el flujo que salía de su interior.

Mientras mis dedos seguían entrando y saliendo, mi lengua daba vueltas alrededor de su clítoris cada vez mas hinchado debido a la excitación. Me encantaba su sabor y quería mas y mas. Ahora sustituía mi lengua por mis labios y con ellos apretaba su clítoris. Y supe que le encantaba lo que hacía porque su mano apretó mi cabeza contra su entrepierna.

  • No pares, Nai. No te detengas ahora. Me encanta lo que haces y estoy a punto de correrme.

No hacía falta que me dijese nada porque no tenía intención de parar. Al menos no hasta que se corriese en mi boca.

Besé, lamí y chupé su rajita cada vez más rápido y mas rápido. La recorría con mi lengua de arriba a abajo e incluso sustituí mis dedos por mi lengua, introduciéndola dentro de ella.

A Rocío cada vez le era mas difícil contener los gemidos. Y yo seguí y seguí hasta que sentí que Rocío se estaba corriendo. Dobló un poco sus piernas y su mano apretó mi cabeza más que antes contra ella.

Aún así no paré de lamer hasta que limpié todo los restos de flujo. Después me puse de pie y nos volvimos a besar mientras nos relajábamos antes de vestirnos y salir del probador.

  • Déjame que te regale ese picardías como recuerdo de este día.

  • Y que te regalo yo¿?, le dije

  • Tu ya me has regalado uno de los mejores momentos en ese probador, me dijo guiñándome un ojo.

Al salir de la tienda, nos fuimos a tomar un café. Hablamos de mil cosas pero yo no podía evitar desear volver a estar a solar con Rocío y continuar con nuestra aventura que no había hecho nada mas que comenzar.