Mi primera vez (1)

Muchas personas me han escrito a mi correo pidiéndome que relate como fue mi primera vez... Pero ¿si he tenido varias primera vez? La puse en esta categoria (Filial) pero bien puede estar en Confesiones, Primera Vez, inclusive en Orgias. Aquí esta la primera de parte de dos, espero que les guste.

Mi primera Vez.

La mayoría de las personas que han relatado su primera vez, dicen haber tenido un día o una noche de fantasía, de grandes expectativas, que puede dar como resultado, un momento encantador o frustrante, según sea la experiencia del amante en turno que tenga la suerte de ser elegido para tal fin.

Muchas personas me han escrito a mi correo pidiéndome que relate como fue mi primera vez. El presente relato esta dedicado a esas personas y a todos aquellos que me han escrito a mi correo y que por falta de tiempo no he podido contestarles, muchas gracias por tomarse esa molestia.

Se me dificultaba recordar cual fue mi primera vez... Es como querer recordar que fue lo que sentiste al disfrutar tu primer alimento o al realizar tu primer baño corporal, la primera vez que hiciste de tus necesidades sin un pañal. Es algo que en la actualidad realizas frecuentemente y de forma natural; es muy difícil recordar esas sensaciones por el simple hecho de ser la primera vez. Lo que si puedes recordar nítidamente son ciertos momentos especiales, agradables o no, que por primera vez te afectaron de manera significativa. Por ejemplo, no recuerdo la primera vez que comí tostadas, pero recuerdo la vez que las estaba comiendo y se me atoró un pedazo en la garganta, ese día me asusté mucho y lo tengo bien grabado en mi mente. Así, con estas tonterías en mi cabecita, jaja; llegué a la conclusión de que yo no tuve una primera vez, sino muchas primeras veces, jiji; de hecho, cada día, cada hora, sigo teniendo mis primeras veces. La felicidad completa no existe en esta vida, pero si momentos felices, esos son los que hay que atesorar y recordarlos con alegría... Y con morbo cuando se refiere a experiencias sexuales.

1) Mis primeros tocamientos, experimentando con sensaciones prohibidas.

En aquellos tiempos tenía ocho años, ¡ah, que delicia! Sin preocupaciones, solo diversión, jaja. Vivía en una especie de vecindad, ya que varias familias eran inquilinas de mi madre (Ya lo he contado antes ¿no?), mi padre se la pasaba trabajando en los Estados Unidos. Mi mamá trabajaba en las mañanas, salía muy temprano y regresaba como a las tres de la tarde. A mi hermanito (En ese entonces solo tenia uno, ahora tengo tres) lo dejaba con mi tía Ernestina (Hermana de mi papá), Yo me quedaba en casa solita, snif, porque tenia que hacer mi tarea y prepararme para ir a la escuela en la tarde, pero antes pasaba a casa de la tía a comer. Mi madre al regresar del trabajo pasaba a casa de mi tía para recoger a mi hermanito.

Nosotros teníamos mucha comunicación con mi tía Ernestina y su familia, la cual la complementaban, mi tío Pablo (su esposo), y mis primos, José Luis (8 años), Beto (10), Juan (6) y Gerardo (13) Con José Luis y con Juan me llevaba de maravillas, Beto y Gera se pasaban la mayor parte del tiempo jugando fuera de casa, así que no tenia tanta comunicación con ellos como con mis otros primos. Ellos vivían a cinco casas de la nuestra. Me gustaba mucho estar en casa de mi tía (Ella me quería mucho, me trató como a la hija que nunca tuvo) jugando con mis primos o con mis amigas de la vecindad. Recuerdo que en aquella época nuestros juegos eran muy inocentes, acordes con niñas de esa edad, hasta que llegó a la vecindad Rosita, Una niña de 11 años, era la mayor de todos los que nos juntábamos.

Un día estábamos jugando a las escondidas y al tratar de escondernos, Rosita me tomó de la mano y me dijo:

-Ven, escóndete con nosotros –Estaban con ella mi primo José Luis y Rubén (7 años) uno de nuestros vecinos-.

Nos escondimos dentro de uno de los baños que quedaban algo retirados de donde estábamos jugando. Yo miraba insistentemente hacia fuera para ver si no nos descubrían. Cuando escuche la voz de Rosita que le decía a José Luis:

-Ándale, ya sácatela.

Mi primo se me queda viendo, y luego le dijo que tenía miedo que yo le dijera a mi tía lo que iban a hacer.

-No va a decir nada –Dijo Rosita-. Rubén que se coja a Martha. Ándale Rubén, sácatela y métesela.

Yo no sabia de que estaban hablando, hasta que Rubén se bajó el short que traía y nos enseño su pene que ya estaba paradito (Como que ya tenían días haciéndolo los condenados y a mí ni me invitaban, jaja)

-Ándale José Luis, ya bájate los pantalones. Y tu Martha, súbete el vestido y bájate los calzones, así como le voy a hacer yo, después abres las piernas y de agachas, mira como le hago.

-No, yo no quiero –dije-. Es algo malo, si quieren ustedes háganlo, que yo no le digo a nadie.

José Luis ya se había bajado el pantalón y se lo volvió a subir y dijo:

-No, si Rubén no se coge a mi prima yo no hago nada, después va con el chisme con mi mamá.

-¿Saben qué? –Dijo Rosita enojada-. Si Martha no se deja, le decimos a su mamá que Chuy (Otro vecinito) se la ha estado cogiendo varias veces, para que le peguen.

-Pero si yo no he hecho nada malo –respondí ingenuamente y muy asustada-.

-No nos importa –Dijo enérgica Rosita-. Además tu mamá nos va a creer mas a nosotros porque somos más que tú. ¿Te dejas o no?

Me quedé asustadísima, sabía que si le decían a mi mamá, me regañaría o tal vez llegará a pegarme.

-Esta bien. –respondí nerviosa-. Pero no le digan nada a mi mamá.

Ándale, ya bájate los calzones –dijo Rosita ya mas calmada-. Vas a ver como te va a gustar, se siente bien rico, ¿verdad muchachos?

-Sí. –Respondieron los dos-.

José Luis se bajó el pantalón y mostró su pene ya excitado, estaba pequeñito aún, pero a mí se me hacía muy grande, era un poco más largo y grueso que el de Rubén. Rosita ya tenía los calzones en los tobillos, separó las piernas, se agachó y se separó sus pompis con las manos. José Luis se puso atrás de ella y se empezó a mover. Yo imité a Rosita y me puse en la misma posición, Rubén se puso atrás de mí y sentí su pene muy caliente y suavecito. Me abrió mis nalguitas y lo colocó en la entrada de mi colita y se empezó a mover igual que José Luis. Me apretaba de la cintura y me aventaba hacia el frente, yo, para mayor comodidad apoye mis manos en la pared.

Así estuvieron un rato, y luego se intercambiaron, mi primo se puso atrás de mí y Rubén atrás de Rosita. Las sensaciones que sentía son difíciles de describir, no me disgustaba, se podría decir que me estaba gustando, aunque no me la metían si me estaban estimulando mi colita y el sentir esa cosa suavecita y caliente en mi parte posterior me proporcionaba un cosquilleo extraño. De lo que sí estoy segura, es que fue la sensación de hacer algo prohibido lo que me excito de una manera extraordinaria, el peligro de ser descubiertos, fue lo que me motivo a seguir permitiendo que en días posteriores tanto mi primo como mis vecinitos me siguieran cogiendo.

2) Empezando a dar besitos:

Rosita era el líder del grupo, a cada una de mis amiguitas "Las convenció" de que se dejaran cojer por mis primos y vecinos, de la misma forma que me convenció a mí. Mis primos José Luis y Juan y todos mis vecinitos me habían frotado su pene en mi colita varias veces. Jugando a las comiditas nos hacia que nos besáramos simulando que éramos los papas y las mamás (ya saben cosas de niñas, jaja)

Con el pasó del tiempo fuimos experimentando cosas mas atrevidas, Rosita empezaba a darles besitos en el pene (se los chupaba, pero se lee medio vulgar ¿no?) a los muchachos y quería que nosotras también lo hiciéramos. Yo me metí el pene de José Luis en la boca pero me dio mucho asco y ya no quise hacerlo, pero Rosita era persistente.

Un día trajo una botella de mermelada y se la untó en el pene a José Luis y me hizo que se la chupara (Les digo que se lee vulgar, jiji) Al principio lo hice con recelo, ya que pensaba que me iba a dar asco, pero el sabor a fresa era mi favorito, sabía riquísimo, lo hice con tantas ganas que José Luis empezó a gritar: "Huy que rico, que rico" Se la dejé limpísima y me paré justo a tiempo, porque empezó a temblar, parecía que se iba a tener un orgasmo, pero estaba muy chico todavía y solo se orinó.

José Luis fue el primero, después siguió mi primito Juan y luego los demás. A todos les di besitos en su pene, al principio les ponía su mermelada, jaja. Pero después empecé a prescindir de ella.

3) Mi primera introducción:

Rosita y su familia se cambiaron, ya sin ella, nuestros juegos prohibidos, fueron cada vez más escasos (Antes eran a diario, ahora eran cada mes o cada tres semanas) Nos volvimos muy descuidadas ya que no teníamos la picardía de Rosita (Todavía éramos muy inocentes) y un día llegó lo que más temía... Ser descubierta.

Estaba con Carlitos (Otro de los vecinitos) jugando en su casa, su mamá estaba cociendo. En eso se va la pelota para debajo de la cama, me meto para sacarla y Carlitos también, ya abajo, me dice:

-Bájate los calzones que quiero cojerte.

-No. Tu mamá esta aquí y nos va a descubrir.

-No se da cuenta, además lo hacemos rápido.

Y sin mas que me bajo los calzones, y el se saca su pene, sabía que era muy peligroso, pero eso era realmente lo que me excitaba, no tanto el que me frotara mi colita. Así estuvo un rato hasta que llegó mi mamá y me sacó a punta de cinturonzazos. La mamá de Carlitos al ver que no salíamos de debajo de la cama, se asomó, nos vio y se fue a darle el chisme a mi mami.

Me pegó muy fuerte ese día, me dejó marcadas mis pompis con los golpes del cinturón. Y me dijo muchas cosas muy feas y ya no me permitió salir a jugar con mis amiguitos.

Y así me la pasé encerrada hasta la edad de 18 años que fue cuando me empecé a rebelar y conseguí salir a divertirme un poco... Pero me estoy desviando de lo que quiero contarles.

Como les decía estaba muy vigilada, y la única persona en que mi mamá confiaba para cuidarme cuando ella no estaba, ¿Adivinen quién es?... Correcto, Mi tía Ernestina. (Me llevó a la boca del lobo, jaja.)

Se me hace que mi mamá algo le contó porque en un principio mi tía me vigilaba mucho y no permitía que sus hijos jugaran conmigo a solas, pero con el tiempo todo se olvida y además ella me quería mucho y pronto empezó a confiar en mí.

Mis primos Beto y Gerardo nunca estaban en casa de mi tía, era muy raro que coincidiéramos y cuando eso sucedía, se portaban muy bien conmigo, me querían como a una hermana, no así sus dos hermanos menores, que buscaban cualquier oportunidad para cogerme o para que se les diera besitos (en su pene), pero cada vez fue más difícil hasta que ya no lo hicimos. En parte porque nunca estábamos solos y luego en ese tiempo llegó mi Papá y estuvo unos años con nosotras y para cuando se volvió a ir a los Estados Unidos, yo ya tenía trece años.

En aquel entonces estaba un poco rellenita, no mucho, pero si lo suficiente para verme mas desarrollada que mis compañeras. En aquel tiempo se usaban las faldas más cortas que ahora. A las demás muchachitas de mi edad se les veían muy naturales... Pero a mí, se me veían algo vulgares, se me veían unas piernotas bien torneadas, jaja y mi busto estaba ya muy desarrollado; cuando salía con ese tipo de faldas y vestidos (Ya que quería estar a la moda, jaja) a los hombres se les salían los ojos, y sobre todo a los hombres mayores.

Me acostumbré a los comentarios vulgares que me dirigían en la calle (Cuando iba a la escuela o a la tienda) Una vez alcancé a escuchar a un muchacho ya grande (mas de 25 años) que le decía a otro, cuando me vio pasar a la tienda:

"¡Ya viste! Pinche guerca, nadamás la veo y se me para la verga"

¡Uf! Me puse toda colorada. Yo hacia como que no los escuchaba, pero me sentía orgullosa que me dijeran esas cosas. Me di cuenta que despertaba el deseo en la mayoría de las personas... Por aquellos días muchos vecinos estaban a la expectativa para saber cuando me iba a bañar para observarme, muchos se hacían los descuidados y me enseñaron su pene y algunos hasta tuvieron el atrevimiento de rozármelo.

Me empecé a obsesionar por verles el pene a las personas mayores, ya que no se comparaban en nada con los que yo conocía por aquellos días, estos eran grandes y gordos, calientes y duros. Pero me volví a desviar de lo que les estaba contando.

Pues les decía, tenía trece años, todavía estaba muy mensa para muchas cosas, era muy descuidada, en mi forma de sentarme, al jugar, etc. Sin querer les enseñaba mi ropa interior y les digo que era descuidada, porque lo era, pero si me hubiera dado cuenta que eso les excitaba, pues lo haría de todos modos, jaja.

Un día estaba jugando con mis primos. Había perdido todas mis canicas (Si ya sé que eran juegos de hombres, pero recuerden que mis primos eran los únicos autorizados para jugar conmigo) Me había dado cuenta que al estar jugando, ellos no perdían detalle de verme mis piernas cuando me agachaba, a veces me sentaba en cuclillas y ellos se ponían adelante para verme mis calzones.

-¿Pues que tanto me ven? –les dije-.

-¿Te acuerdas cuando jugábamos a los papás y mamás y a las escondidas? –dijo José Luis-..

-Si me acuerdo –le dije- ¿y eso qué?

-¿Te acuerdas cuando te cogíamos y nos la chupabas?

-Si –Respondí, estaba muy avergonzada, no sé por qué pensaba que lo habían olvidado- pero eso hace ya mucho tiempo.

-¿No quieres que te cojamos como antes? Pregunto Juan..

-No.

-¿Porqué no?.

-Porque no quiero.

-Ándale, que te cuesta... A ti te gusta ¿o no? Y a nosotros también nos gusta, que tiene de malo hacerlo.

-No sé, antes lo hacia porque era una niña, pero ahora estoy más grande y eso no esta bien.

-Sí. –Dijo José Luis-. Antes estábamos mas chicos, pero ahora estas más buena, tienes unas nalgas bien grandotas, se va a sentir más rico hacerlo ahora, además la tenemos más grande, mira.

Se sacó el pene. Y lo puso cerca de mi boca. Estaba mucho más grande que antes, aunque no tan gordo y grande como el de mis vecinos (personas mayores), pero estaba muy apetecible, ya tenía el glande descubierto, ya no lo cubría la piel como cuando éramos pequeños.

-Órale Martha, -dijo, haciendo un movimiento de pelvis y colocando la punta de su pene en mis labios-. Aunque sea danos una chupada.

-Ya les dije que no. –Estaba muy nerviosa, mi cuerpo gritaba que lo hiciera, pero en mi mente estaban muy grabados los golpes que me dio mi mamá. Y me levanté-.

-No seas mala Martha. –suplicó mi primo Juan-. ¿A poco ya no te gusta?

-Si me gusta –respondí- pero se pueden dar cuenta y la ultima vez que lo hice mi mamá me pegó mucho.

-Mi mama fue al mercado. –Dijo José Luis-. Se va a tardar varias horas, ándale, vas a sentir bien bonito y nadie va a saberlo.

-No sé...

José Luis me empezó a levantar el vestido y metió su mano debajo de mi calzón. El sentir sus manos en mis pompis desnudas, sentí un calor que se me subió a la cabeza, él trataba de bajármelo, y yo luchaba sin mucha convicción.

-Si te dejas –me dijo casi al oído, mientras me besaba en el cuello-. Te doy todas mis canicas.

-Mmhh, -empecé a ronronear al excitarme con sus caricias-. ¿Cuántas son?

-Son más de veinte.

-Bueno, pero que Juan nos eche aguas por si viene tu mamá

-¡He yo también quiero cojerte!

-¿Tienes 20 canicas?

-No.

-Cuando las consigas me dejo contigo, pero ahora solo José Luis.

Juan no quería hacerla de vigilante si no tenía participación y yo no quería hacerlo sin obtener nada a cambio. Así estuvimos hasta que algo le dijo al oído José Luis, y a regañadientes se fue a la puerta principal.

Me bajé mis calzones, me levanté el vestido y me puse en la posición que siempre utilizábamos.

-Quítate el vestido –me dijo- quiero tocarte las chiches (así les llamaban ellos a mis bubis)

-A ver, quítate la ropa tu primero.

El se desnudo en un santiamén, la tenia muy parada, casi se le pegaba a su vientre, tenía poquitos vellos al igual que yo. Me desnudé, él me abrazó y me beso en la boca, con sus manos masajeaba mis pompis, su pene lo sentía en mi vientre, suavecito y muy calientito. Me dio muchos besos en la boca, en el cuello y después suavemente me separo y me contempló con la boca abierta.

-Estas bien rica primita.

Sus manos no abarcaban mis pechos.

-despacio –le dije-. No me las aprietes tan fuerte.

Me las empezó a besar, se metía un pezón a la boca, lo chupaba y luego se pasaba al otro, con una mano me apretaba mis pompis y con la otra me empezó a meter un dedo en mi conejito.

Yo me sentía en la gloria, y me olvide de todo, ya no me preocupaba si nos descubrían o no, solo quería seguir sintiendo esas caricias que me estaban excitando como nunca antes había sentido. Los movimientos bruscos de su dedo dentro de mi conejito me volvieron a la realidad, me lo había metido todo y me estaba doliendo. Le sujeté la mano y hice que me lo sacara.

-Me duele. -Le dije-. Ya cójeme y no pierdas tiempo.

-Chúpamela.

-No, ándale, estas perdiendo mucho tiempo.

-Un ratito nada mas.

Me hinqué ante él y me la metí en la boca.

-Sabe rara.

-¿A que? No esta sucia porque me bañe hace rato

-No sé. Sabe a algo salado.

No sabía que estaba degustando el liquido preseminal de los chicos, jiji.

-Mmhh, siento bien rico; llénala de saliva y empínate para metértela.

Hice lo que me dijo, abrí mis piernas, me agaché y con mis manos me separe mis pompis, él se puso atrás de mí, con sus brazos me sujeto de la cintura y zas, que me mete un buen pedazo.

-¡Ay! ¿Qué estas haciendo? -le dije al momento que me zafaba y se escuchaba un ¡plop! cuando salió su pene de mi colita-. Me dolió.

-Te la estoy metiendo –Me dijo sonriendo-. Ahora mi verga esta más grande y te llega más adentro.

Me sobé mi colita y lo miré a los ojos, se sentía orgulloso por haberme causado daño. Me gustaba mucho lo que estábamos haciendo, pero el sentir dolor es algo que no estaba planeado.

-¿Cada vez que me cojas me va a doler?

-Dicen que nomás la primera vez te duele, ya después no sientes nada. Vale más que te duela ahora y no cuando estés más grande, porque te va a doler más.

-¿Y como antes no me dolía?

-La teníamos más chiquita, no siempre vas a cojer con niños de ocho años... Órale, empínate (Recuerdo muy bien que siempre utilizaban esa palabra para decirle a una que se agachara) ¿O no quieres las canicas?

¡Qué! –pensé-. Después de todo lo que me había hecho ¡Ah! Eso sí que no, jaja.

-Esta bien, pero hazlo despacito para que no me duela mucho.

Me volví a agachar o empinar, jiji. El se escupió el pene (Guacala) y me la volvió a colocar en mi hoyito trasero. Empujo y...

-¡Ay! –grité-. Te dije que despacio.

Se quedo quitecito, a mí me palpitaba mi colita, me abrazó de mi cintura y me la fue metiendo despacio pero sin detenerse hasta que estuvo toda adentro. Yo nomás pujaba y pujaba y de vez en cuando se me escapaba un gritito pero aguante como buena chica.

-No te mueves, espérate. –le dije-.

Lo que sentía era muy extraño, por una parte quería que mi primo se saliera de mí lo más rápido posible y no sentir ese ardor en mi sufrida colita; y por otro lado, estaba toda mojada de mi conejito, es como si mi espíritu se saliera de mi cuerpo y desde afuera contemplara la escena, allí estaba yo, desnuda, con mis nalgas en pompa, José Luis con todo su pene metido en mi colita y Juan observando excitado y en silencio las muecas de mi rostro, siendo testigo de mi primer desgarre anal. Ese cuadro erótico que veía mi espíritu y la sensación de lo prohibido era lo que me tenia súper-excitada y hacia que aguantara a tambor batiente los embistes de José Luis cuando la empezó a meter y sacar frenéticamente. Mordí mi labio inferior fuertemente, mis bubis se movían como locas para un lado y para otro hasta que mi primo me las sujetó con ambas manos al momento que lanzaba un grito de satisfacción. Se quedó quito un momento y luego se volvió a escuchar ese dulce sonido: ¡Plop! Cuando salió su pene goteando aun esperma.

-¡Me manchaste! –le dije enojada- ¿Qué me echaste?

-Fue semen (le dio otro nombre, algo parecido a mocos), es lo que nos sale a los hombres cuando cogemos.. Ten límpiate (dándome un pedazo de papel)

José Luis se vistió rápidamente y se fue a la puerta a vigilar, ya que Juan había regresado a mi lado y tiernamente me estaba ayudando a limpiarme.

-Te sacó sangre –Me dijo un poco temeroso, al ver algunas lagrimas en mis ojos-. Yo también te quiero coger, José Luis me dijo que te amenazará con decirle a tu mamá en caso de que no quiesieras... pero yo no quiero que llores, si quieres ¿cuando junte las canicas lo hacemos?

Asentí con la cabeza, mientras observaba el papel manchado de semen y poquita sangre. Estaba asustada, cansada, adolorida, pero muy excitada e inmensamente feliz

Fin de la primera parte.

No te pierdas la segunda parte, besitos

Martha.