Mi primera mamada con un primo menor......que yo
Mis inicios con mi primo, 18 meses menor que yo. Desde nuestros primeros tocamientos hasta tragarnos el semen con ansia. Elige quien de los dos quieres ser y disfruta......
Mi primera mamada con un primo menor.
La primera vez que tuve algo sexual, fué con mi primo. El es casi dos años menor que yo y desde pequeñito, me encantaba ir a jugar a su casa, puesto que tenía un montón de juguetes. Muchas tardes, mi tía nos veía tan felices, que llamaba a mi madre para que me quedara a dormir en su casa.
Al acostarnos, me resultaba muy curioso que su madre le desnudaba por completo y despues le ponía el pijama. Yo dormía en calzoncillos. Era mi momento más deseado, porque además, cuando estaba totalmente desnudo, siempre se ponía a bailar, o a dar saltos o a correr, en fin a hacer el tonto delante mio, enseñandome su aún pequeño pene.
Compartiamos una pequeña cama y cuando mi tía nos daba las buenas noches, apagaba la luz y cerraba la puerta, y entonces, nosotros empezabamos a jugar debajo de las sabanas, tocandonos las pichas.
Tras algunos años de juegos inocentes, la cosa fue subiendo de tono. Las hormonas ya se nos estaban revolucionando, al menos las mías y el se dejaba hacer. En verano, ibamos al chalet de mis abuelos con las bicis, para bañarnos en la piscina y pasar la tarde. Cuando los yayos se acostaban a hacer la siesta, nos subiamos a las habitaciones y sacabamos del armario, unas viejas revistas porno que nos encontramos casualmente. Serían de algún tio nuestro.
Cerrabamos la puerta con pestillo y nos desnudabamos. Nos sentabamos en la cama bien juntos y poniamos la revista apoyada sobre nuestras piernas, en medio de los dos, para no perder detalle. Poco a poco, nuestras pollas empezaban a crecer. Aunque eramos muy niños todavía, ya nos estabamos desarrollando y aunque por mi diferencia de edad, la mía era mas grande, el pene de mi primo en erección no mediria menos de 14 cms. La mía sería de unos 16.
Empezabamos a tocarnos timidamente por debajo de la revista, hasta que ya teniamos cada uno la polla del otro en la mano y entonces, siendo ya la cosa evidente, retirabamos a un lado la publicación y nos pajeabamos entre sonrisas picaronas.
Recuerdo que el solo sacaba liquidillo, pero yo ya me corría tocaba. A mi primo le encantaba ver como me salían aquellos trallazos de semen descontrolados, aterrizando muchas veces sobre su vientre.
Las primeras veces, solo se quedaba quieto mirandolo, hasta que me animé y pasandole mi dedo sobre su abdomen para recoger parte de mi semen. Me lo metí en la boca como si fuera la mejor de las golosinas. Su cara fue un poema, pero no pudo evitar preguntarme:
¿A que sabe primo?
No te lo se explicar, pero está bueno. Cuando te salga a tí, haremos lo mismo que hacen en la revista, me lo tirarás en la lengua.
Que guarro eres.-Me respondio riendo.
-¿Guarro por que? Pruebalo y verás como te gusta.-le dije.
Volví a pasar mi dedo chupado por otra gota de semen de su vientre y se la acerqué a la boca. Primero cerró los labios con fuerza y giró la cara. Yo lo buscaba, hasta que, mirandome con complicidad, abrió un poquito su boca, para dejarle sitio a mi dedo. Una vez dentro, me cogió la mano para que no la sacara y noté como me rodeaba el dedo con su lengua, succionando todo mi liquido.
A partir de esa tarde, ese pasaría a ser nuestro objetivo.
Aunque mi primo no se corría abundantemente, si soltaba ya liquidillo blanquecino e insistía que yo lo probara. Ese fue mi momento. En lugar de recojerlo con mis dedos, Agaché mi cabeza hasta su polla y me la metí entera en la boca. Chupando para dentro mientras le seguía pajeando. Mi primo empezó a gemir fuerte disfrutando de mi mamada y en ese momento, sentí como mi boca se llenaba de una corrida de campeonato. Era su primera vez y le quise mostrar la cantidad de semen que había soltado. Le libere el pene sin abrir mis labios, cuando estaba a su altura, Abrí mi boca, y saqué un poco la lengua.
- ¡Vaya tela! Me he corrido como tú. -dijo entusiasmado.
Sin dejar caer ni una gota, me acerqué mas a su cara. Le sujeté por la barbilla arrimandome a sus labios. Apreté fuerte sus carrillos y mi primo abrió su boquita para recibir en su interior mi lengua cargada de semen. Ese fue nuestro primer morreo.
Durante varias tardes, repetiamos la escena. Aunque ya ni siquiera cogiamos las revistas. Solo pensar que se la iba a chupar a mi primo, me ponía la polla a tope y por su parte saber que se iba a correr en mi boca, le volvia impaciente y super cachondo.
Algunas tardes, ni siquiera llegabamos al chalet. Como subiamos con las bicis por el campo, casi nunca nos cruzabamos a nadie, por lo que podiamos dar rienda suelta cuando quisieramos.
Teniamos una parada obligatoría a mitad camino, junto a una fuente natural, de la que brotaba un agua fría y cristalina. A escasos cien metros, había una arbolada espesa que nos protegía en caso de acercarse alguien. Yo, muy picaramente, iba todo el tiempo describiendole como le iba a chupar la polla y el morreo que nos dariamos despues, para compartir su semen. Al llegar a la fuente, era obvio que ambos ibamos super cachondos.
Tras calmar la sed, nos dirijiamos a la arboleda. Algunas veces, antes de llegar, ya estabamos desnudos, mostrandonos las erecciones propias.
Sentados en el suelo, nos pajeabamos un poco mutuamente, pero ese tiempo cada vez era menor. Yo lo que quería era chuparsela.
Mi tecnica había mejorado mucho, ahora ya me metia toda su verga en la boca, provocandome a veces incluso arcadas. Mi primito me agarraba la cabeza, sin permitirme que me sacara su polla por completo, follandome la boca con fuerza una y otra vez. Cuando sentía que su verga se hinchaba un poco más, esperaba de inmediato su gran corrida.
Tras llenarme la boca con su semen, nos acostabamos en el suelo y empezabamos con los morreos.
Una tarde, para mi sorpresa, me dijo que quería probar el con la mía. Esa vez, estabamos comodamente acostados en la habitación del chalet. Como dije anteriormente, le saco casi dos años, y mi verga es bastante mas grande y mas gorda que la suya. Pero se moría de ganas de chuparmela.
Me acosté boca arriba con las piernas abiertas y el mastil arriba. Mi primo se la metio entera en la boca, al tiempo que me pajeaba. Sentía el calor de su boca apretando mi verga, mientras su lengua humedecía todo mi tronco. Lentamente iba retirandose, hasta mantener en su interior solo mi capullo hinchado. El placer que me proporcionaba era máximo. Para mí, era la primera vez que me la chupaban.
Con dificultad, conseguí mantener los ojos abiertos, para contemplar como disfrutaba mi primo con su primera mamada. Gemía incluso más fuerte que yo, aunque sus sonido eran sordos, evidentemente, por que tenía la boca llena.
Tras unos minutos de gloria, sentí que estaba a punto de correrme y así se lo advertí, pero mi primo se metió toda mi verga en su boca, llegando a sentir en mi capullo la presión de su garganta, hasta que media docena de chorros abundantes y bien espesos, llegaron directamente a su estomago. Mi semen fué tanto, que mi primo tuvo que ir tragando conforme iban saliendo de mi nabo.
Al terminar de eyacular, el siguió chupando, no dejó ni una pizca de mi nectar. Mantuvo mi pene en su boca, hasta que desaparecio por completo mi erección.
Mi primo, levantó la cara y me miró fijamente en silencio. Sus ojos llorosos indicaban una mezcla de verguenza y satisfacción. Sin mediar palabra, se tumbo sobre mi, fundiendonos en un sensual beso.