Mi primera mamada a otro hombre
En un cine XXX, se la mame por primera vez a un macho activo y bien dotado
Soy un hombre maduro, de 54 años y desde hace tiempo que rondaba en mí la idea de mamar la verga de otro hombre. Después de muchos intentos con varios otros hombres, me contacté con Carlos, un macho alfa activo de 42 años, a través de gaydar. Mi idea, era la de ser sino un esclavo, el sirviente sumiso de un macho bien dotado…, un hombre de carácter fuerte que me ordenara que le chupe el pico y que disfrutara mirando como yo se lo mamaba.
Fue mi primer contacto con Carlos. Nos reunimos en un café en el sector céntrico de Santiago y luego de conversar y acordar sobre lo que buscábamos cada uno en el otro, acordamos ir a un cine XXX, en donde generalmente era lugar de reunión de personas del ambiente gay, para dar rienda suelta a sus deseos sexuales. Para nosotros, no sería muy diferente.
Nos fuimos caminando hasta el cine Bellavista, y luego de pagar nuestras entradas, accedimos a la oscuridad de la sala. Había poca concurrencia y nos sentamos en la fila que estaba más alejada de la pantalla.
Estaban exhibiendo una XXX cuyo tema era una relación cuckold, y podíamos disfrutar viendo como un hombre se comía el semen de otro hombre después de que este acababa sobre la concha de la mujer del pasivo.
Las escenas nos calentaban y Carlos tomo mi mano para hacerla descansar sobre la enorme protuberancia que se había formado en el marruecos de su pantalón, producto de su erección. Yo la acaricie suavemente, con un cierto temor, ya que era la primera vez que tendría relaciones sexuales con una persona de mi mismo sexo, pero tal como habíamos acordado previamente en el café, el dejaría que vayamos a mi ritmo, utilizando una mezcla de órdenes y dejar hacer, para que yo no me sienta presionado.
Comencé a vencer poco a poco mis temores, y a traspasar la línea que permitiría ir hasta las relaciones bisexuales.
Comencé a bajar el cierre de su pantalón y desabroché el botón que sujetaba la pretina. Él me ayudo sacando de un viaje su herramienta, y pude sentir su calor en mis manos, su erección, la humedad de su cabezota…, dirigí mi mirada hasta su miembro y pude ver en la oscuridad a maese Príapo en toda su magnífica extensión. Era de un tamaño nada despreciable, pero sobre todo era muy grueso, con una tupida mata de pendejos, en donde aparecían algunos vellos algo canos, dos hinchadas bolas estaban en la base de su pene…, con mi mano deslicé hacia abajo el forro de su pico, y pude ver su enorme y roja cabezota húmeda con su líquido seminal…, atrape con la palma de mi mano aquella enorme ciruela y la acaricie durante un rato, luego coloque mi mano en mi boca y la recorrí con mi lengua, saboreando la lubricación de su verga. Coloqué mi mano en mis narices y aspire el aroma de su pico…, aquel aroma me excitaba sobre manera, y ya dejando mis temores de lado, baje mi cabeza hacia su verga y me la pase por toda la cara, teniendo especial cuidado de colocarla largo rato en mis narices, para sentir su olor. Carlos me cogió por los pelos y con urgencia dirigió mi boca hacia su miembro; yo lo bese y le pase mi lengua por su olorosa cabezota, para luego tratar de comérmela de a poco…, ¡¡era enorme!! Y por su grosor me costaba alojarla dentro de mi boca, pero Carlos ya estaba muy caliente, y no aceptaba que la sacara de mis labios; con sus manos empujaba mi cabeza hacia abajo impidiendo que soltara su miembro…, a ratos me costaba respirar, y como puede me libere de aquella pichula.
Le pedí que fuéramos un poco más lento, y que dejara que yo me comiera de a poco su herramienta. Le dije “Carlos, deja que me la coma de a poco…, déjame que yo te la chupe en la forma que no me atore”.
Volví de nuevo a bajar hacia su verga, la recorrí entera con mi lengua, desde la punta del pico hasta sus bolas, y luego volví con mi lengua hacia arriba. Coloqué su roja ciruela dentro de mi boca y poco a poco comencé a meterme su pico dentro de mi hocico. Pude alojar sin problemas hasta la mitad de su herramienta, y ahí, me dedique a chuparlo en un sube y baja de mi cabeza, que Carlos me ayudaba con sus manos.
Pude sentir como se tensaban sus piernas, y un ligero temblor de su cuerpo me aviso que se venía su descarga. Yo apreté mis labios en el tronco de su verga y pude sentir como sus chorros de semen inundaban mi paladar y como sus mocos caliente corrían garganta abajo. Carlos comprimía mi cabeza, de manera que no se escapara ni una gota de semen de mis labios. Yo aguanté hasta sentir los últimos tiros de leche de su pico, y luego mantuve su miembro un rato dentro de mi boca. Retire suavemente mis labios de su miembro y me dedique a limpiar toda la humedad que había en su sexo. Primero le eche el forro hacia atrás y limpie con mi lengua su cabezota, luego lamí el tronco de su verga y termine recogiendo los pocos restos de semen que se habían deslizados hasta sus bolas.
Carlos guardó su herramienta dentro de su pantalón. Cerró la cremallera de este y seguimos un rato viendo la película, para luego abandonar el cine y dirigirnos a un motel, en donde daríamos rienda suelta a nuestros deseos.
Aquellos que lean esta experiencia real, envíenme sus comentarios a fernandohard@hotmail.com