Mi primera infidelidad
Las cosas se dieron y disfrute de otro hombre en mi propia casa
Soy Landy de 27 años, escribir lo que aconteció hace poco tiempo
Soy una mujer que mide 1.65 mt, dicen que soy muy atractiva, tengo el cabello teñido de castaño claro, mis dos senos son de buen tamaño y forma, me encanta lucirlos con vestidos o blusas con escote, mis piernas son largas y llenas, mi ponpas son amplias y paradas, nunca tuve problema de tener pretendientes antes de casarme con José, con quien tengo 3 años de matrimonio.
Siempre he oído las historias de mis amigas, sobre amantes y las buenas folladas que se dan con ellos, en mi caso nunca había sido infiel a mi esposo.
En mi trabajo, en donde soy secretaria ejecutiva, hay un muchacho de unos 29 años, de 1.80 mt, que siempre está intentando seducirme, pero que nunca lo ha logrado, una compañera secretaria me comentó que Marcos (que asi se llama) es un experto en la cama y que ella misma lo comprobó y la dejó extasiada. Todo eso se fue revolviendo en mi cabeza y más cuando mi marido entró en una etapa de stress y dejó de desearme y de hacerme el amor, cada vez yo tenía más ganas y él no me satisfacía lo que yo necesitaba.
En cierto día recientemente, Marcos me comentó que quería colocarme piso nuevo a su casa y que andaba buscando estilos y precios, como en el apartamento donde vivo le habíamos cambiado recientemente el piso, le dije que tenia algunos muestrarios de estilos, el estaba muy agradecido y me preguntó que día yo tenía tiempo de mostrárselos, así pasaron los días.
Debo decir que hay días en una mujer esta más caliente que otros, y para mi desgracia ese día amanecí con los dedos en mi raja y mi marido se había ido temprano a una ciudad a cuatro horas de allí y posiblemente no regresaría hasta muy noche. En la oficina, Marcos tenía unos jeans apretadísimos y que se le dejaba ver un buen paquete entre las piernas, eso me excitó mucho, luego como siempre sus comentarios hacia mi siempre fueron de –que lindas estas hoy de nuevo!-, -uy que cuero el que mandas!-, -cuando me das una probadita!- y cosas así. Ahora si hicieron mella en mi, así que para la hora de almuerzo, le dije que mi apartamento no estaba lejos de allí que me acompañara para darle el muestrario, que siempre se me olvidaba dárselo y que mejor se lo daría ese día. Marcos me dijo que con mucho gusto y salimos de la oficina.
Llegamos a mi apartamento, el se sentó en la sala en donde había un sofá muy cómodo, luego llegué con el muestrario de pisos y en lugar de dárselo e irnos, me senté en el sofá con él y le empecé a mostrar los estilos y lo que yo sabía. El me preguntó por mi marido y le dije que andaba lejos que no se preocupara, además mi hijo estaba con mi madre.
Empezamos a ver el catálogo y también a bromear, ese día yo llevaba un escote amplio y mostraba la mitad de mis tetas, Marcos no dejaba de vérmelas y también mis piernas, ya que mi vestido era arriba de la rodilla. A Marcos se le hacía agua la boca. Yo estaba excitada y transpiraba ese deseo carnal. De pronto entre bromas y risas, Marcos tomó mis manos y acercándose me besó en la boca, fue un beso suave y su lengua recorrió mis labios, yo no puse resistencia. El se separó y me vio. Como no dije nada, volvió a acercarse y ahora si fue un beso intenso, nuestras lenguas se frotaron fuertemente.
Sus manos rápidamente bajaron mi escote y apretaron mis senos, mis pezones se erectaron casi de inmediato, a él le gustó eso y haciendo hacia abajo mi sostén me comenzó a besar los senos, su lengua y labios chupaban y lamían el contorno de mis tetas y terminaron en mi pezón duro, lo lamió con mucho deseo, luego buscó mi otro seno para repetir el tratamiento, yo cerraba los ojos y gemía de placer instándolo para que no se detuviera. Una de sus manos se metió debajo de mi vestido y también dentro de mi braga, sentí como sus dedos jugaban con mis labios vaginales ya húmedos. Rápidamente uno de sus dedos penetró mi intimidad, que antes había sido solo de mi esposo.
Marcos con mucha experiencia, debilitó la poca resistencia que yo opuse, metiendo su dedo en mi vagina y moviéndolo dentro de mi y su boca comiéndose mis pezones, poco a poco me fue recostando en el sofá, luego el se arrodilló y metiendo sus manos debajo de mi vestido me sacó entero mi calzoncito, después se sumergió entre mis piernas y comenzó a devorar mi panocha, o que clase de mamada me daba Marcos, no se si así lo hacía siempre o me daba un tratamiento especial, lo cierto es que yo arqueaba mi espalda por los espasmos que sentía cada minuto, sentía que su lengua era un pequeño pene que se frotaba contra mi raja y en ocasiones entraba en el cuello de mi vagina, -oohhh Marcos, que me haces?- -ayyy así, así no pares Marcos!- le pedía yo entre quejidos y gemidos, pronto alcancé un orgasmo que él maximizó no dejando de lamerme la panocha, hacia tiempo que no tenia un orgasmo tan intenso.
Marcos dejó de comerse mi raja, pensé que me penetraría de inmediato, pero no fue así, me dio vuelta en el sofá, ahora quede con las ponpas arriba, subiendo mi vestido comenzó a chupetear mis nalgas, dándome pequeños mordiscos en mis carnes y luego sus manos abrieron mi nalgas para que él pudiera deslizar su lengua y lamerme mi estrechito ano, fue una sensación entre sucia y rica, primero quise detenerlo y decirle no, pero pronto me envolvió en placer, su lengua hacia un rico trabajo con mi culito y luego bajaba a mi raja para abrir mis labios vaginales con sus dedos y meter de nuevo su viscosa lengua. –Marcos métemela!!- le pedi entre gemidos, el se fue quitando el pantalón sin dejar de lamer mi culito.
Me volvió a dar vuelta para quedar de frente, se subió sobre mi y sentí su duro musculo abrirme la vagina, se fue deslizando dentro de mi mientras yo pujaba y gemía de placer, ohh que vergota, pensaba yo mientras el seguía introduciéndomela toda. Por fin se detuvo, su carne era enorme, no podía verla pero me llenaba más que mi marido y que los novios que tuve antes. Luego Marcos comenzó a bombeármela, adentro y afuera, primero lento, pero en pocos segundos el condenado Marcos hacía rechinar todo el sofá y me la clavaba bien profundo, no pude más y volví a correrme. Marcos me tomó los senos de nuevo y comenzó a mamarlos mientras me follaba salvajemente. Ohhh tanto placer!, en ese momento no me acordaba que tenía marido y que me estaban cogiendo en nuestro propio apartamento, en nuestro sofá, me había convertido en una putisima.
Marcos saciado de follarme en esa posición, ahora se sentó en el sofá y me jaló para que me sentara sobre él, de frente. Allí cuando tomé su verga para ponérmela de nuevo en mi panocha, pude apreciar lo que había sentido, su nabo tenía un enorme tamaño, que la de mi marido hubiera parecido de niño a su lado. Me senté sobre su carne y de nuevo me llenó toda, creí que no me cabría toda, pero la flexibilidad de mi vagina hizo su trabajo, me la metí hasta el cabo y luego comencé a moverme para sentirla como se movía en mi interior. Marcos ya había tomado mis senos y los mamaba a su gusto, en ocasiones me jalaba para darle un beso de lengua, así estuvimos los siguientes minutos, yo cabalgando y el mamando, hasta que el anunció que estaba por terminar, yo aceleré mi movimientos pélvicos para poder llegar más rápido, así los dos estallamos entre gemidos y gritos, el comenzó a llenarme mi raja de esperma y yo me mojaba más en mi panocha, fue un orgasmo soberbio, juntos
Luego de que cesaran los gemidos de ambos, me desclavé de su verga y comencé a buscar mi cosas, le dije que nos fuéramos rápido de allí, que debíamos ir a la oficina, yo estaba muy nerviosa en ese momento, el atendió y salimos del apartamento. No me fije que en varias partes del sofá había quedado evidencia de nuestro pecado, esperma y mis líquidos vaginales estaban impregnados, menos mal que yo llegué antes que mi marido y pude limpiar esas evidencias.
Mi marido llegó en la noche, como siempre cansado y se acostó a dormir, eso me tranquilizó.
Al otro día fui con Marcos a su oficina y cerré la puerta, le dije que lo nuestro había sido un error y una debilidad, le traté de decir 100 cosas, el se paró, me tomó y me besó mientras sus manos se metían por detrás entre mi calzón y me apretaba las nalgas, luego me soltó y me dijo que me fuera y que dejara abierta la puerta, salí de la oficina, no pude decirle ni impedir lo que me hizo, o realmente no quise hacerlo.
Ahora no se que sucederá, lo peor es que de noche se viene a mi mente cada segundo de la forma en que Marcos me hizo el amor.