Mi primera infidelidad a mi marido

Supongo que mi esposo no sabía que ya de novios era un cornudo, aunque a veces pienso que sí, y que no obstante aceptó casarse conmigo porque necesita una mujer florero a su lado como yo.

Mis amigas dicen que estoy muy caliente, yo no sé si es verdad. Mi esposo dice que si, y que también soy bastante puta, y él, un pobre cornudo. La verdad es que me da un poco de pena pero es algo que necesito, me refiero al sexo, follar a todas horas y en eso mi marido no me puede ayudar. Es cierto, soy una adultera, lo confieso, pero qué quieren que les diga: me gusta, y además mi marido finalmente aceptó la situación y me ha concedido permiso para follar.

Comencé a ponerle los cuernos ya de novios. Yo antes no había sido una persona infiel porque no me hacía falta, tenía a todos los hombres que quería (y los sigo teniendo) y cuando me hartaba de un novio, lo dejaba y punto. Después de muchas idas y venidas, yo sabía que Juan, mi marido, iba a ser el definitivo, no porque estuviera súper enamorada de él, aunque lo amo, sino porque me permitía vivir muy cómodamente gracias a su dinero y me permitía seguir puteando a mi antojo. Después de sólo 10 meses saliendo, decidimos casarnos. Supongo que mi esposo no sabía que ya de novios era un cornudo, aunque a veces pienso que sí, y que no obstante aceptó casarse conmigo porque necesita una mujer florero a su lado como yo, que le acompañe a las cenas de negocios y esas cosas, y la verdad es que, en ese ambiente, yo me desenvuelvo muy bien. Quizás porque la mayoría de sus amigos snops tienen mujeres como yo, jóvenes y atractivas, y a este tipo de hombres, maduro y con dinero, les gusta presumir de tener a una joven esposa a su lado. Para mí era perfecto, y además, para mi mayor felicidad, mi marido me dio su permiso expreso para follar con otros tipos, con la condición de que le contara con detalle mis infidelidades, cosa que hago (aunque no todas) para su disfrute morboso.

Lo mejor para podáis entender mejor nuestra situación es que le cuente cómo y quiénes somos. Mi esposo, Juan, tiene 52 años, es alto y guapo, con ese atractivo de los hombres maduros que siempre van bien trajeados. La fortuna de mi marido proviene básicamente de su empresa familiar, dedicada a la alimentación, de la cual, todavía mi suegro es el Presidente y máximo accionista, pero mi esposo y mi cuñado, son quienes dirigen realmente la empresa. Además de importantes inversiones inmobiliarias, Juan es directivo de una importante empresa de energía de España, de la cual también es accionista y por la que cobra una importante cantidad por su condición de Consejero del Consejo de Administración. Juan estuvo casado anteriormente, con su novia de toda la vida, Pilar, con la que tuvo tres hijos, ya adolescentes, los cuales viven con Pilar en uno de los chalets que le tocó a Pilar en el acuerdo de divorcio. Yo conozco a Pilar, y me cae muy bien. Que quede claro que yo no fui el motivo de su separación, sino que cuando conocí a Juan, él ya estaba en trámites de separación con Pilar. El motivo de su separación fue las continuas infidelidades de Juan con numerosas jovencitas que llevaron a Pilar a pedir el divorcio. ¡Cómo es el destino! De ser un infiel indomable, mi marido ha pasado a ser un cornudo consentido. Conocí a Juan en un torneo de golf que se celebraba en Marbella, donde yo solía ir con mis padres. Evidentemente, con mi físico, llamé la atención de los muchos hombres ricos que allí estaban reunidos, pero finalmente me decanté por Juan, no sé si porque su Porshe fue el coche que más me gustó, o porque realmente me gustó más que los demás. El caso es que comenzamos a salir y después de 10 meses saliendo, decidimos casarnos.

Ya he mencionado que mi físico llama la atención de los hombres, pero aún no me he descrito. Me llamo María y tengo 27 años (25 menos que mi marido), soy rubia natural y considero que bastante mona de cara. Aunque sólo mido 1.60 m. lo mejor que tengo es mi cuerpo, que es muy despampanante. En particular, mis tetas, ya que son bastante grandes, y por mis muchas experiencias, es lo que más gusta al género masculino. No se si recordarán a Samantha Fox, una cantante inglesa de los años 80. Pues bien, pensad en ella y podréis tener una imagen de cómo soy.

Esta es la historia de la primera vez que le fui infiel a mi marido, cuando aún éramos novios. Llevábamos sólo cuatro meses saliendo cuando me invitó a una fiesta que organizaba un amigo suyo. Tenía mucho interés en ir, ya que podría ser la presentación oficial de nuestro noviazgo. Hasta entonces, sólo habíamos salido solos, ya que Juan aún estaba en trámites de divorcio. En la fiesta iba haber muchos amigos suyos, gente rica, y Juan quería presumir de su nueva conquista femenina. Yo intentaría aprovechar la ocasión para reafirmar nuestra relación. Para la ocasión me compré un vestido negro de Armani, bastante corto y escotado, que hacía relucir mis admirables pechos. Juan me recogió cerca de mi casa, ya que mis padres aún no sabían que salía con un hombre que era 25 años mayor que yo, y cuando entré en su Porshe me sorprendió regalándome un collar de perlas. Le besé y nos fuimos hacia la fiesta. La casa del anfitrión estaba en una famosa urbanización a las afueras de la ciudad y donde viven toda clase de artista, futbolista, y gente famosa y rica. Llegamos a la casa, que parecía más una mansión, con una gran verja de hierro muy alta que daba acceso a un camino rodeado de árboles que llegaba a la entrada de la casa. Ahí había muchos coches, todos de lujo, y gente que se dirigía a la escalinata de la entrada. Yo estaba muy excitada por codearme con la jet-set, pues siempre había sido unos de mis sueños, conocer a la gente rica y famosa.

Ya dentro entramos en un salón grandísimo donde había una orquesta amenizando la velada y camareros sirviendo bebidas y canapés. De pronto se nos acercó un hombre de unos 60 años que resultó ser el dueño de aquella casa. Tras él iba otro hombre bastante atractivo de unos 35 años que resultó ser su hijo y vicepresidente de su empresa. Los dos saludaron a Juan efusivamente. La verdad es que yo no sabía quien era el hijo, pero a partir de aquella noche averigüé que era muy famoso, no sólo en el mundo empresarial sino también entre las caza-fortunas donde se le consideraba uno de los últimos solteros de oro. Juan me presentó como su novia, lo cual me dio una fortaleza y seguridad para desenvolverme bien en aquella fiesta. Luego Juan continuó presentándome a su círculo de amigos, y aunque la mayoría de ellos, hombres de más de 50 años, iban acompañados por mujeres jóvenes, otros iban con mujeres de entre 40 y 50 años, las cuales me miraba de arriba a abajo con una envidia que no podían disimular. Yo respondí comportándome como lo que era, la novia oficial de Juan, algo que pareció molestar más a esas mujeres. Desplegué todas mis armas de mujer, coqueteando con Juan y a veces también con sus amigos que no paraban de mirarme desnudándome con la vista, lo poco que se me podía desnudar, ya que se me veía casi todo mi pecho, y es que el escote del vestido, estaba haciendo estragos en la fiesta.

Al cabo de media hora, después de presentarme a todo el mundo, artistas y famosos, los amigos de Juan se pusieron a hablar de negocios. La verdad es que me aburría como una ostra y le dije a Juan que bailara conmigo, pero como siempre, me dijo que no, que lo hiciera con alguno de sus amigos. Entonces, vi entre la gente a Luis, el hijo del dueño, que me miraba a lo lejos mientras tomaba una copa y me saludaba. Juan se debió dar cuenta y me dijo que fuera con él, que no me aburriera. Al llegar a Luis que si me aburría y yo le dije que un poco y me dijo que si quería bailar, y acepté gustosa. Comenzamos a bailar, un poco separado de donde estaba la gente y entonces Luis me dijo que estaba muy buena mientras ponía una mano en mi culo, y yo le corté, aunque no muy enérgicamente (lo reconozco), diciéndole que era la novia de Juan. Continuamos bailando durante un rato, durante el cual, noté que a Luis se la había puesto dura la polla con los continuos roces que yo le daba mientras bailaba.

Al rato, decidimos volver donde estaba Juan con sus amigos, pero seguían enfrascado en conversaciones de negocios. ¡Vaya aburrimiento! Entonces Luis se acercó a mí, y pícaramente me dijo al oído: - María, si quieres puedes acompañarme arriba...yo también me aburro en estas fiestas y si tú quieres, los dos nos podemos divertir junto. Me quedé unos segundos pensando, era verdad que Luis me atraía y me estaba poniendo bastante caliente pero no podía serle infiel a mi novio, ahora que había conseguido que me anunciara oficialmente como su novia. Pero sólo fue pensar en eso y me calenté aún más. Antes de que pudiera responder algo, Luis me dijo: - Te espero arriba. El muy cabrón estaba tan seguro de sí mismo que mientras alejaba por un pasillo donde estaba las escaleras que llevaban al segundo piso, le dije a mi novio que me disculpara, que iba ir al baño. Me acabé mi copa de un solo trago y me fui detrás de Luis. Al llegar arriba vi que Luis que me esperaba en la puerta de una habitación. Al llegar a él, decidió pasar directamente al ataque, abalanzándose sobre mí. Yo intenté zafarme, pero sólo fue un instante, comenzó a besarme en el cuello, cosa que me pone a mil, y sin saber cómo, su boca encontró la mía y nuestras lenguas comenzaron a mezclarse. Entramos en la habitación, Luis cerró la puerta con el cerrojo, y nos dirigimos a un sofá que había allí sin parar de besarnos. Luis comenzó a quitarme la parte de arriba del vestido, quedándose con la boca abierta cuando vio el tamaño de mis tetas. Apartó el sujetador a un lado y comenzó a chupármelas de forma desesperada, como si en la vida hubiera visto el pecho de una mujer.

Mientras Luis me mamaba las tetas como un loco, yo le fui quitando los botones de su camisa, acariciando su hermoso pecho desnudo. Entonces empujé a Luis, e hice que se sentara en el sofá. Me terminé de quitar la parte de arriba del vestido, y me acerqué a él poniendo mi mano sobre su polla, acariciándola por encima del pantalón, sintiéndola duro como una roca. Le fui bajado la cremallera, metí mi mano dentro y agarré su polla sacándola afuera. Aquel tipo tenía una buena verga, nada exagerado pero sí más grande de la mayoría de las pollas de los hombres con los que yo había estado. Comencé a masturbar su polla muy lentamente y luego, sabiendo que Luis lo estaba deseando, me agaché y me metí su verga en la boca. Delicadamente le fui chupando a Luis sólo la punta de su polla. Mi lengua lamía todo aquel capullo rojo y brillante, como si fuera una gatita bebiendo leche, y fui logrando que su polla alcanzara un tamaño bastante considerable.

Entonces me fui metiendo más polla en la boca, iniciando una mamada más acelerada a la vez que le masturbaba. - ¡Oh María, qué bien lo haces. Nada más que te vi, supe que tenías que mamar polla de puta madre!, exclamó Luis entre los suspiros que le estaba provocando yo con la chupada de polla que le estaba regalando. Me complació que a Luis le gustara cómo se la chupaba, llevaba más de cuatro meses sin conocer más polla que la de mi novio. Me alegró saber que mis artes amatorias no habían disminuido nada en absoluto a pesar de sólo estar con un solo hombre, y por eso me esmeré en darle a Luis la mejor mamada que le había hecho en su vida. Tan divino se la estaba chupando que Luis no pudo aguantar más, quería follarme. Rápidamente terminó de desnudarse, quitándose los pantalones y me invitó a subirme sobre él. Yo aproveché para también terminar de despojarme el vestido y luego, obedeciéndole, me subí sobre Luis metiéndome su polla en mi coño. Una vez la tuve toda dentro de mi vagina, comencé a moverle sobre él lentamente mientras Luis me apartaba el sujetador hacia un lado y me chupaba las tetas, mordiéndome mis pezones que los tenía duros de tanta excitación.

Poco a poco fui incrementando el ritmo de mi cabalgada sobre la polla de luis hasta que en cuestión de segundos comencé a correrme. - ¡Aaaaaahhhh Dios qué maravilla!, tuve que gritar ante la llegada de mi orgasmo. Seguí botando sobre su polla hasta que quedé exhausta, pero antes de que pudiera recuperarme, Luis me dijo que me bajara de encima de él. Así lo hice y mientras permanecía de pie esperando sus instrucciones, Luis se colocó detrás mía, me apartó las bragas y me clavó su polla por detrás. Me agarró por la pierna subiéndomela, y así, facilitando la penetración de su polla en aquella extraña postura (era la primera vez que follaba de pie sin estar apoyada en algo) y fui metiendo y sacando su verga de mi coño. Cada vez que me penetraba creía que iba a morir de placer, era evidente que aquel soltero de oro era un experimentado amante, y bien que me lo hizo saber.

Luis estuvo follándome durante un par de minutos hasta que el muy cabrón logró que me corriera de nuevo, de una manera absolutamente maravillosa. Pero él aún no había llegado, así que me ordenó que me quitara el sujetador y las bragas y que me tumbara en el sofá. Así lo hice y cuando creí que me iba a volver a meter su polla, comenzó a chuparme el culo. Su lengua comenzó a jugar como si fuera un dedo, aunque eso no tardó en ocurrir cuando Luis, después de mojar su dedo con los flujos de mi coño, me lo metió en mi ano. Continuó chupando mi clítoris mientras su dedo se iba abriendo paso por mi culito, la verdad es que lo hacía divino, y antes de que me diera cuenta, el muy cabrón logró meterme un segundo dedo dentro.

Entonces sospeché de sus intenciones. Yo apenas había follado por el culo en cuatro o cinco ocasiones y ni siquiera Juan me lo había follado. - ¿No querrá follarme el culo?, le pregunté. - ¡Cómo que no, nena, si lo tienes hirviendo, reclamando polla urgentemente!, me respondió él. - Pues como que no… ni siquiera a Juan se lo he dado, le dije yo. - Pues mucho mejor. Ese viejete no sabrá cómo hacértelo…déjame a mí, te juro que te encantará, sentenció Luis. Yo dejé el asunto ahí mientras él seguía masturbándome el culo con sus dedos y chupándome el clítoris, porque la verdad lo hacía riquísimo y le dejé hacer, asumiendo que una vez quisiera meterme su verga, le pararía los pies. Pero eso creía yo. Luis continuó masturbando mi culo, sus dedos entraban y salín ya con facilidad a gran velocidad y me daba tanto placer que sentía como me iba allegar otro orgasmo. Sabiéndolo, Luis me sacó los dedos. - ¡Pero qué haces cabrón, no pares ahora!, le reproché, pero Luis, sin contestarme, rápidamente colocó su polla en la entrada de mi ano. - Te dije que no, Luis. - Ssssshhhhh, tranquila, relájate y disfruta, fue lo que él me contestó. Entonces comenzó a empujar hacia dentro y su polla fue pugnando por entrar en mi culito. Intenté detenerlo, aunque sólo fue un instante, lo reconozco, porque Luis comenzó a chupar mis tetas y yo a frotarme el clítoris mientras su polla lograba atravesar la estrecha entrada de mi ano y la verdad es que no me dolió tanto como otras veces.

Una vez la punta de su polla había logrado vencer la resistencia natural de mi orificio anal, Luis esperó unos instantes para que mi culo se adaptara al grosor de su polla. Cuando estimó que ya me había dado tiempo suficiente, volvió a empujar hacia dentro y su verga se fue colando en mi ano hasta que se enterró por la mitad. Ahí sí que noté el dolor. Además que había follado pocas veces por el culo, ninguna de las pollas que me lo habían hecho tenía el calibre de la verga de Luis, que verdaderamente sí que me estaba haciendo daño. Para Luis, por favor, para….me duele mucho, le rogué, pero Luis no estaba por la labor de desaprovechar la oportunidad de follarse mi culito. - vamos, zorrita…no luché contra lo evidente, se nota que te encanta esto. Tenía parte de razón, aunque me dolí, el sexo anal me gusta, aunque no soporto bien la fase inicial del dolor aunque luego es maravilloso sentir una polla en tu culo.

Lentamente Luis me fue follando y el dolor fue remitiendo, dejando paso a ese placer qué sólo el sexo anal ofrece y comencé a disfrutar de lo lindo. Luis notó mi cambio de actitud, y comenzó a acelerar su ritmo, dándome acometidas cada vez más fuertes. - Vamos nena, chúpate las tetas, me ordenó Luis, y así lo hice, mientras el cabrón me hacía disfrutar como prometió. Y así, en un par de minutos, Luis comenzó a follarme como un toro salvaje, dándome tales embestidas contra mi culo que en una situación me haría llorar de dolor, pero aquella situación era diferente: me tenia totalmente caliente, entregada a él, y como me había prometido, me estaba haciendo el culo riquísimo, provocándome un placer que jamás un hombre me había dado por mi culo. Aquello era maravilloso, y en pocos segundos comencé a sentir que me llegaba el orgasmo, el primer orgasmo que iba a sentir follando por el culo: - ¡Aaaahhhhhh así, sigue Luis, sigue, qué rico, qué bien, lo haces de maravilla!, grité. - ¿Te gusta cómo te follo el culo, zorrita?, me dijo él. - Sí cariño, lo hace divino…sigue, sigue, me voy a correr, huuummmm, siii me corro, me corro, aaaaaahhhhh!

Aquel orgasmo, largo e intenso, me dejó totalmente transpuesta, como he dicho, era el primero que había sentido follándome el culo, aunque no iba a ser el último, ni de mi vida, ni el de aquella noche. Como Luis había predicho, tanto me gusto cómo me había follado el culo, que yo misma le pedí que siguiera haciéndolo, pero esta vez yo cabalgándole. Le dije que se sentara en el sofá y me subí sobre Luis, de espalda a él. Agarré su polla y me la llevé a la entrada de mi culito, para acto seguido, ir dejándome caer lentamente disfrutando de cómo aquella rica verga se iba abriendo paso por mi, ya no tan estrecho, orificio de atrás. Una vez la tuve toda dentro, comencé a moverme sobre Luis, primero despacito, deleitándome de cómo aquel pincho me abría el culo por completo, como ninguna polla lo hacía hecho antes. Poco a poco, fue incrementando el ritmo y las fuerzas de mis botes sobre la polla de Luis. En cuestión de segundos, estaba trotando sobre su polla como una loca, como una yegua desbocada. - ¡Aaaaaahhhhhh cabrón, qué bien, qué buena polla tienes…me partes, me partes!, le gritaba a Luis. - Te lo decía, putita, que ibas a disfrutar de lo lindo, ¿a qué te gusta como te follo por el culo, eh puta? me dijo él. - ¡Tienes razón, cabrón, me encanta tu polla en mi culo, me encanta, aaaaahhhhhh!, grité como una loca sin importarme que alguien me oyera y nos descubrieran.

Pero a mí no me importaba, solamente me limitaba a cabalgarle y a chillar, todo igual me daba, no pensaba en mi novio, ni en mis padres ni en nada, sólo quería disfrutar de aquella polla al máximo. Continuamos follando en esa postura hasta que Luis me agarró las piernas por debajo de las rodillas tirando hacia él, maniobra que hizo que me quedara totalmente empalada en su polla. No estaba apoyada en nada, todo mi cuerpo estaba descansando en la polla de Luis a través de mi ano, mis piernas estaba al aire y mis pies buscaba el sofá para apoyarse pero sin encontrarlo, por lo que la penetración de aquella polla en mi trasero se hizo mucho más intensa, llegando hasta los últimos rincones de mi culo. Luis comenzó a follarme en esa postura, de una manera absolutamente brutal, sin importarle si me dolía. Definitivamente me estaba partiendo el culo.

Mientras Luis continuaba martilleándome el culo con su poderosa verga, no tardé en sentir que me llegaba un nuevo orgasmo. - ¡Aaaahhhhh me corro otra vez, qué bien, aaaahhhhhh! la verdad es que ya había perdido la cuenta, pero éste fue el más maravilloso de todos. Además como Luis aún no e había corrida, me alegré que siguiera follándome el trasero con fuerza, algo que permitió alargar mi corrida más de lo que podía haber deseado. El tiempo se me hizo eterno y cuando Luis parecía que se iba a correr me dijo que me saliera de él. Así lo hice, él se levantó del sofá y me dijo: - Vamos nena, agáchate. Entonces me metió su polla en la boca y me dijo que se la chupara. También Luis me ordenó que me tocara las tetas, y así, mientras yo le mamaba su verga, mis manos acariciaban mis grandes tetas pellizcándome los pezones, algo que al parecer a Luis le excitaba ver.

Me puse a chupar su verga con deleite, maravillándome de cómo palpitaba en mi boca. Yo sabía que se proponía Luis, algunos novios míos anteriores ya me lo había pedido: correrse en mi cara, en mi boca o en mis tetas. Continué mamando su polla que parecía querer explotar, hasta que de pronto Luis se agarró él mismo su verga y comenzó a eyacular en mi boca. Su primera descarga me llegó hasta el fondo de mi garganta. Luego me sacó su polla de la boca y continuó eyaculando sobres mis tetas. Luego de que terminar de echarme todo su abundante semen en mi boca y en mis tetas, Luis colocó su polla entre ellas y me dijo que le hiciera una paja cubana, comos e dice aquí, o sea, agarré mis tetas y comencé a masturbar su polla con ellas.

Justo había conseguido que su polla escupiera las últimas gotas de leche cuando oímos que alguien intentaba entrar en la habitación. Nos vestimos rápidamente y después de que Luis se cerciorara de que no había nadie en el pasillo bajamos a la fiesta como si no hubiera sucedido nada, él por un lado y yo por otro. Mi mayor temor era que Juan sospechara algo, pues a pesar de que le había puesto los cuernos, yo deseaba ser su novia. Llegué donde Juan estaba y seguía enfrascado en la aburrida conversación de negocios. - Hola cariño, ¿dónde estabas?, me preguntó. - He salido al jardín a espabilarme un rato, le contesté. Parecía que Juan no se había enterado de nada. Menos mal. Lo malo es que algunas de aquellas mujeres envidiosas no me quitaban el ojo de encima, y mucho me temía, ellas sí sospecharon algo. Me preocupé de ello, pero más de algo en mí había cambiado: descubrí el placer de ser infiel, una adúltera, y a pesar de querer mi marido (por aquel entonces aún mi novio) a partir de aquella noche comencé a obsesionarme en ponerle los cuernos a toda costa.

No diré que este relato es 100% verídico, aunque sí en su mayor parte, aunque me haya dejado llevar por licencia literarios. Espero que os haya gustado y que me lo comentéis en esta dirección de correo: mariaxxx@yahoo.es. Besos.