Mi primera grabación porno

Repitiendo con la pareja, decidimos grabarnos mientras mantenemos sexo los tres.

Los tríos con la pareja se empezaron a volver habituales, quedábamos prácticamente todas las semanas, el mismo día, a la misma hora y, hasta que empezábamos a follar, hacíamos exactamente lo mismo. Lo que un par de meses atrás era toda una novedad y un placer increíble, ahora se tornaba una cosa normal y que hasta cierto punto... cansaba. A fin de cuentas, yo me planteé esto como una cosa puntual, algo morboso que nunca había hecho y que dado que no tenía pareja, me apetecía probar. Pero esto empezaba a parecer una relación extraña de la que no se podía sacar nada bueno. Había que "romper" con ellos.

Se lo vendí de una manera fácil, yo quería una relación estable con una chica y de esta manera era difícil tenerla o buscarla. Ciertamente, echaba de menos una relación normal con una chica, así que no les estaba mintiendo. Podríamos seguir en contacto vía correo electrónico o quedar para tomar un café, pero me apartaría de su vida sexual. Ellos lo comprendieron sin ningún problema, se sorprendieron ciertamente, pues fue la primera vez que alguien les dijo que prefería no repetir. Yo soy así...

Como se acercaba el cumpleaños de ella, el marido me comentó en privado de hacerle un regalo especial, y a la par, terminar con un buen recuerdo para todos.

  • ¿Y qué habías pensado? - pregunté curioso.

  • No sé si te habrás grabado alguna vez teniendo sexo, con alguna pareja o rollete.

  • Pues... ¡no! La verdad es que no, me da morbo... pero los miedos de que luego se difunda... pues ahí están, sobre todo por parte de ellas, jeje, aunque la verdad es que a mí me gustaría para verme a mí mismo.

  • Vaya, es una lástima - dijo algo sorprendido - nosotros si nos hemos grabado alguna vez, tenemos varias cintas, jeje, así que imagínate el tiempo que hace que no lo hacemos.

  • Jajaja, si es en cinta, ya me lo puedo imaginar, jajaja.

  • El caso es que nos hemos comprado una cámara digital hace poco y nos gustaría probarla. Creo que sería un buen regalo para ella, se sorprendería bastante.

  • Hombre... mal, no me parece, pero en este caso, al que le da respeto es ¡a mí! - me apresuré a decir.

  • Imaginaba que dirías eso, jeje, es por eso que seguimos repitiendo contigo... eres muy discreto. Como comprenderás, nosotros somos los primeros interesados en que el video no se difunda, y tú tendrás lógicamente tú copia con la que podrás pajearte bien a gusto. El único compromiso es que todos nos grabemos a cara descubierta, de esta forma nos aseguraremos de que todos querremos mantener el anonimato.

  • Jeje, pues siendo así, si me apetece que lo hagamos, será un buen recuerdo y regalo.

  • Bien, bien, entonces cuento contigo. Será sorpresa para ella, así que no le comentes nada sobre esto.

  • Sin problema, cuenta con ello. ¡Hasta luego!

Ya habíamos comentado el tema de grabarnos, aunque nunca había pasado de ser eso, un comentario más entre todo lo que hablábamos. Pero esta vez iba en serio, ¡iba a participar en mi primera película porno casera!

Como las otras veces, quedamos en mi casa. Tomamos algo previo, momento que aprovechamos para charlar y ver que teníamos ganas de hacer. El marido ya se lo había comentado, pues al tener que llevar la cámara y demás material, le había resultado imposible ocultarlo. Pero ya nos despachamos a gusto. Ya que iba a ser la última vez... ¿qué mejor que inmortalizarlo?

Nos fuimos al dormitorio y nos empezamos a desnudar, haciendo algún comentario vacío, esta vez sí se notaba que había nervios por parte de todos, por mi parte por ser la primera vez que estaba delante de una cámara y por la suya porque reconocieron que también era la primera vez que se grababan con otra persona.

Pusimos la cámara encima de la mesita de noche y empezó a grabar, acordamos que se grabaría todo tal cual, sin ningún corte, de este modo quedaría todo más natural.

Ella tomó la iniciativa y se tumbó en la cama boca arriba, dispuesta a dejarse hacer y a disfrutar de su regalo. Yo me recliné a su lado y empecé a chuparle un pezón mientras ella se tocaba. El marido miraba la escena mientras terminaba de desnudarse para, una vez listo, unirse a la fiesta chupándole el otro pezón. Siempre me ha gustado cómo  reaccionan los pezones cuando los chupas con cuidado y ellos se ponen duros en señal de que les gusta lo que están recibiendo. A ella le estaba gustando, desde luego, y no es solo por cómo reaccionaban sus pezones, sino porque lo demostraba sujetándonos la cabeza a ambos para que no la dejáramos. Claro que el hecho de poner sus manos sobre nosotros hizo que abandonara su propio onanismo, por lo que aproveché para situar mi mano en su vagina y masturbarla suavemente por fuera para que se fuera lubricando. Se notaba que era una amante muy considerada porque al poco separó su mano de mi cabeza para dirigirla a mi polla y comenzar a sobarla.

Entonces el marido dejó lo que estaba haciendo para coger la cámara de la mesita de noche y grabar desde el otro lado como la mujer se incorporaba y empezaba a chupármela con delicadeza. Yo la seguí masturbando pero me vi obligado a dejarlo por el placer que estaba sintiendo. Es increíble como la chupa esta mujer, que manejo y sentimiento le pone...

Después de un rato, el marido devolvió la cámara a su posición inicial para aproximarse a su mujer con la clara intención de que se la chupara, ella nos puso a los dos bien juntos y nos la fue chupando por turnos, nuestras pollas se rozaban, pero lo que yo creía que iba a ser algo desagradable se convirtió en algo tremendamente morboso. Ahí estábamos los dos de rodillas mientras nos iba pasando la lengua por nuestros erectos mástiles y comiéndonosla entera.

Cambiamos de posición, yo me tumbé en la cama y ella se puso a cuatro patas para seguir chupando y masturbando mi polla. El marido se colocó detrás de ella y de una certera estocada le clavó el rabo en su mojado conejo para continuar con un brutal ritmo de penetración, el cual le acabó provocando un primer orgasmo.

Cuando él estaba a punto de correrse, se separó de su mujer y se apartó de la escena, siendo ella la que tomó las riendas, se subió a horcajadas de mi falo y comenzó a cabalgarme suavemente, la verdad es que me estaba llevando al séptimo cielo. Tanto, que ni me di cuenta del momento en el que el marido se había subido a la cama para que ella se la chupara mientras seguía cabalgándome.

Después de un rato así, cambiamos de posición. Al marido se la siguió chupando pero ahora mientras estaba tumbado en la cama. Yo me situé detrás de ella y se la metí por ese coñito que tanto me gustaba. Tuvo que dejar de chupársela cuando a causa de mis embestidas, se corrió por segunda vez, como ya os comenté, mi polla tiene una forma que haciéndolo a cuatro patas, hace que roce directamente el punto G y proporcione un placer espectacular.

Volvimos a cambiar de posición una vez más, ella se tumbó boca arriba y yo agarré sus piernas, las coloqué encima de mis hombros y se la metí hasta que mis huevos chocaron con su culo, me separé y la volví a embestir, muy profundo, frotando mi pubis contra su excitado clítoris. El marido mientras tanto, volvió a coger la cámara para grabar otras panorámicas.

Pasado un tiempo nos cambiamos las tornas, yo cogí la cámara y él se la empezó a follar. Sin lugar a dudas, le estábamos haciendo un regalo espectacular que tardaría mucho en olvidar y que podría recordarlo cuando quisiera.

  • ¿Cariño, te gustaría que te folláramos los dos a la vez? - preguntó el marido.

  • Mmmm, ¿hablas de uno por cada lado? o... ¿de los dos por el mismo sitio?

  • Pues como tú quieras, y lo que nuestro invitado también opine, jeje.

  • A mí me da igual, podemos probar de las dos maneras si queréis - respondí yo.

  • Vale, pues empezad como queráis, ¡va ser la primera vez que me follan a la vez! así que yo me dejo hacer sin problema - finiquitó ella.

Decidimos que primero se la meteríamos los dos por ese delicioso coño. Yo me tumbé boca arriba y ella me empezó a cabalgar, para luego bajar su pecho hasta rozarlo con el mío. En ese momento el marido se acercó y no sin cierta dificultad, se la acabó metiendo por ese coño tan jugoso. Ella empezó a gemir de placer, pues la sensación de tener dos rabos en el mismo agujero desde luego debe ser increíble, por mi parte, la sensación de rozarse con otra polla ya he comentado que era extraña... pero desde luego el morbo sobrepasaba cualquier tipo de pensamiento negativo. Yo no me podía mover mucho, pero entre las empelladas del marido y el movimiento de ella, me era suficiente para sentir la penetración de una manera muy gustosa.

Pasado un tiempo, decidimos que era hora de no compartir espacio. El marido se desacopló y me pidió lubricante, le indiqué donde estaba y mientras lo cogía, ella volvió a cabalgarme. Mientras me cabalgaba, el marido untó un dedo con lubricante y aprovechó que era ella la que se movía para acercar el dedo a su culo y que se fuera penetrando ella a su ritmo. Yo le indiqué que quería que me la chupara, así que se puso a cuatro patas y siguió chupando mi erecta polla. El marido agradeció el gesto, ya que así sería más fácil prepararle el culo. Después de un dedo, entró un segundo y después de un segundo, un tercero. En ese momento, ya estaba lista, pero antes de darle los dos, el marido se la metió con cuidado por el culo mientras ella me la seguía chupando. Ya estaba lista.

Yo me volví a quedar abajo, pero esta vez, en vez de mirarme a mí, me dio la espalda, así que yo sería quien se la metería por el culo. Después de metérsela, el marido se acercó y la penetró por delante. Ahora tenía un poco más de movilidad, pero que no os engañen las películas porno, las dobles penetraciones, ¡son complicadas! Eso sí, ella lo estaba gozando de buenísima manera. Fue increíble cuando alcanzó su tercer orgasmo de esta manera.

Este tercer orgasmo la superó, quedó K.O. y sin lugar a dudas, había sido de los más brutales que había tenido en su vida. Nos pidió que los dos termináramos en su culo, que quería notar nuestro semen caliente en su recto. Así lo hicimos, primero el marido y después yo, rellenamos ese ano con nuestro néctar. Nos corrimos de tal manera, que al poco empezó a chorrearle del culo un hilo de semen que cayó en la cama. No importaba, ya se lavaría.

Pasado un rato en el que los tres estábamos destrozados y sin capacidad de reacción, les propuse una ducha que no rechazaron y que aparte de para limpiar, sirvió para reactivar nuestros cuerpos.

Se quedaron a cenar en mi casa mientras se pasaba al PC toda la película y nos despedimos cordialmente al terminar. Sin lugar a dudas, había sido una de las cosas más morbosas que había hecho en mucho tiempo y que tardaría mucho tiempo también en olvidar.