Mi primera experiencia transexual

Al lado de la facultad encontré a una prostitua que resultó tener polla y disfruté como nunca con mi primera mamada y mi primera penetración anal.

No hay mucho que decir de mí. Aunque no soy de allí, vivía en Barcelona por mis estudios universitarios cuando sucedió esta historia. Tendría 19 años. Iba a la facultad, en la zona universitaria entre la Diagonal y el Camp Nou y esa zona es o era (no sé si seguirá igual) un mercado del sexo todas las noches.

La casualidad fue la que hizo que tuviese una clase por la tarde pero ya de noche, terminando a las nueve. Fue así como empecé a ver a esas prostitutas en plena calle con sus abrigos de piel para resguardarse del frío, que en invierno se acusaba. Debajo, a menudo no llevaban nada en absoluto. Empezó así el morbo hacia aquellas preciosidades. Un día una de las prostitutas vio cómo la miraba fijamente y se acercó a hablar conmigo. Yo estaba nervioso, puesto que aunque mis compañeros no tenían clase por las tardes no estaba muy lejos de la facultad y alguien conocido podría verme. Como cualquiera de ellas me dijo un precio y que fuese con ella. Aunque parezca un tópico, no la reconocí como lo que era ya que estaba en otra calle, no en la que circulaban casi todas y otras calles estaban ocupadas por prostitutas mujeres. Me acompañó hasta su coche, grande y de color rojo. Ella subió al asiento del conductor y yo al del acompañante. Era rubia, 30 y pico años, de complexión gruesa aunque estaba muy delgada para tener dicha complexión, sus pechos eran grandes, las caderas bien marcadas y llevaba lencería de color blanco muy sexy, con medias semitransparentes con dibujos de motivos vegetales y liguero blanco también y llevaba puesto un abrigo por encima.

Una vez la hube pagado empezó con su trabajo. Me quité toda la ropa ya que me molestaba mucho hacerlo llevándola puesta. Entonces ella agachó su cabeza y empezó a succionar mi polla, que apenas había sufrido cambios aún por los nervios. Su trabajo empezó a surtir efecto y mi erección hizo acto de presencia, mostrando mis 17 cm, que puede que no sean nada del otro mundo, nada como para dedicarme al porno, pero no está tan mal. Yo había pagado por un completo así que no podía correrme aún. En realidad suelo tardar bastante en venirme, así que eso tampoco fue un problema. Quise pasar a la acción, así que con gestos la hice parar y me dirigí a sus enormes tetas. Ella no tardó en deshacerse del sujetador y dejarlas a mi vista, para que mi boca disfrutara a lo grande, mientras ella no perdía de vista mi polla, que masturbaba lentamente. Ella daba la sensación de excitarse lentamente, aunque no nos engañemos, tratándose de sexo de pago podía estar actuando, pero mejor imaginarse que no. Al fin y al cabo, tal vez no tuviese cada día a alguien de mi edad con ella.

Fue en ese punto cuando llegó el momento que más me impactó. Se quitó las bragas y dijo dos palabras que siempre recordaré: "¿quieres chupar?" No es que sea nada romántico ni bonito, sino escueto e incluso frío, aunque su tono de voz hacía que no lo pareciese. Fue la primera vez que oí esas palabras. Vendrían muchas más. No sé qué pensé en ese momento. En realidad, creo que no pensé absolutamente nada. Ni siquiera pensé que en realidad no me estaba acostando con una mujer. Sólo bajé la cabeza desde sus tetas, en las que estaba entretenido y me metí su pedazo de carne en la boca. Por primera vez en mis 19 años de vida entraba una polla en mi boca. Y esa polla estaba aún morcillona, pero en seguida creció y alcanzó una dureza increíble. Fue al empezar a chupar, con su polla ya dentro, que me di cuenta que esa mujer había sido un hombre, era transexual y yo estaba haciendo una mamada y pensé: ¿me estoy volviendo marica? Pero una vez hube llegado hasta allí no iba a detenerme por nada del mundo. Porque una vez superado ese primer momento me lancé y empecé a disfrutar como un loco. Me dejé llevar por mis instintos y el morbo fue en aumento. La empecé a mamar con gran gusto y mi excitación era increíble. No era ni mucho menos virgen puesto que ya había estado con mujeres, pero nunca había estado tan caliente como en ese momento. Ella había ya abandonado mi polla, que había perdido un pelín de su dureza, aunque no de su volumen, mientras chupaba sus tetas. Pero mientras le mamaba su polla, la mía alcanzó una dureza increíble, sintiendo como que fuese a reventar, y eso que yo era inexperto. No sabía mamarla en absoluto. En realidad, al intentar introducirla en mi garganta fue imposible pues me daban arcadas. Nunca había podido ni acercar mis dedos allí, así que tuve que entretenerme en la punta con mi boca y mi lengua. Ella gemía de placer y, aunque no soy tan ingenuo como para pensar que no pudiese ser fingido nuevamente, lo cierto es que me llegó a hacer parar para evitar correrse. Parece ser que no es bueno para el negocio eyacular nada más empezar la jornada laboral. La cuestión es que yo estaba más caliente de lo que había estado en mi vida.

Después de un rato ella me dijo que si la quería follar. Levanté la mirada y asentí con la cabeza, aunque tuve que pensármelo pues suponía poner fin a la excitación de mamarla. Entonces ella sacó un condón y me lo puso y cambió al asiento del copiloto, ya que en el del conductor no habríamos tenido sitio. Se recostó sobre el asiento boca abajo y me mostró su culo. Por primera vez también iba tener sexo anal. Yo la penetré con gran facilidad, pese a no haber lubricante. Se notaba que el orificio estaba bien entrenado y la dureza de mi polla seguro que ayudó. Mis embestidas empezaron lentas y provocaron nuevamente sus gemidos. De lentas cambiaron a rápidas después, a medida que el placer se apoderaba de mí. Finalmente llegaron unas embestidas rápidas y de poco trayecto que acompañaron la salida de mi semen. Me había corrido por primera vez en un culo.

Llegados a ese punto le pedí que fuese discreta porque estudiaba ahí al lado, a lo que ella me respondió con una sonrisa que no era el único estudiante que se detenía a pasar el rato con ella. Nos despedimos de forma muy cordial con dos picos y me dirigí al piso donde vivía con otros estudiantes. Fue mi primera experiencia transexual, que recuerdo con mucho cariño a pesar de algunos problemas en la ejecución, cosas de las primeras veces, que aunque ya hubiese estado con mujeres esta vez no era lo mismo. Esa noche me descubrió un mundo nuevo, iniciándome en mi bisexualidad. Esa primera mamada forma parte de mis recuerdos, aunque ella seguramente no es consciente de ello. No fue la última vez que la vi, ni la última que requerí sus servicios, con lo que comprobé que no me había olvidado. Pero lo más importante es que a partir de ahí el sexo transexual entró en mi vida, también sin dinero de por medio y el saber de la excitación que provocaba en mí chuparla me llevó también al sexo con otros hombres. Pero esas son otras historias, otros relatos y tiempo habrá para explicarlas.