Mi primera experiencia sexual con mi prima Ana 2

Tantas cosas ocurrieron esa noche con mi prima y su amiga que no sabía en que sección incluir este relato. Va en amor filial como la primera parte.

Para aquellos que no la conoceis, os recomiendo que antes de continuar leais la primera parte de esta historia, pues contiene datos que os ayudarán a entender lo que aquí pasó.

El encuentro sexual entre Ana, Ester y yo había sido a partes iguales visceral, inesperado, apasionado ... e insuficiente. Como animales en celo que se aparean salvajemente solo para satisfacer sus instintos. Antes de abandonar la oficina, Ana llamó a su marido:

José. Soy yo.

¿Aún estás en la oficina? – Respondió irritado al ver el número remitente en el visor digital

Si. Las cifras no han cuadrado. Ester se ha quedado a ayudarme, pero no nos queda más remedio que repertirlo todo otra vez

¡Hola Jose! – Interrumpió Ester en voz alta de forma que se la escuchara a través de la línea telefónica.

Oye, vamos a bajar a cenar algo antes de continuar. Acuesta al niño y no me esperes despierto. Esto puede tardar bastante.

Esta cohartada nos concedía algunas horas, pero no quería desperdiciar ese valioso tiempo. Aún así, debía cumplir mi promesa y llevarlas a cenar algo, antes de parecer demasiado ansioso por continuar la maratón sexual. Además, era cierto que teníamos que hablar.

Tras recoger nuestras pertenencias, abandonamos el edificio. No había peligro de que Jose llamara por teléfono a la oficina. A esas horas no hay centralita, y al parecer, era habitual en mi prima dejar el movil olvidado, o apagado, o no oirlo... en fin, el pobre cornudo de su marido no tenía ninguna forma de localizarla hasta que ella apareciera por su casa.

Al cruzar el aparcamiento en dirección a mi coche, los tres caminábamos pensativos. La más seria y un poco cabizbaja, como preocupada por algo, era Ester. Ana no hablaba, pero se comportaba con total naturalidad, como si no hubiese ocurrido nada especial. Yo, en medio de las dos, las abrazaba por los hombros y me deslizaba sobre una nube exibiendo una sonrisa de gilipollas, como si de un adolescente que acaba de echar su primer polvo se tratara. Claro que tenía razones para sentirme más que satisfecho.

Alcanzamos el BMW y caballerosamente abrí la puerta trasera. Ester entró en primer lugar. Luego Ana y yo nos miramos, como interrogándonos el uno al otro acerca de la posible razón que podía estar ensombreciendo el lindo rostro de Ester. Con un gesto de cabeza indiqué a mi prima que pasara atrás junto con la otra chica. Sin rechistar, lo hizo. El 528 es muy espacioso en las plazas traseras "Veremos que pasa ..." pensé.

Arranqué el motor, puse música muy suave y comenzamos a deslizarnos suavemente en dirección a un restaurante italiano situado muy cerca de allí ... aunque yo estaba casi más pendiente del retrovisor que de la carretera...

Lo cierto es que no pasó nada demasiado interesante. Ester pareció reconfortarse al sentir el brazo de mi prima sobre sus hombros. Ana la miraba con dulzura y la sonreía, acariciándo su mejilla de cuando en cuando y retirando algún mechón de pelo de su linda carita. Ester le devolvió la mirada y la sonrisa y se besaron muy dulcemente en los labios. Un renovado brillo apareción en los ojos de Ester .. e indicaba que se disipaban las dudas ... ¡Perfecto!

Una vez en el restaurante, pedí un menú ligero. Como he dicho antes, no pensaba malgastar esos preciados minutos comiendo pizza y bebiendo como un cosaco. A mi, particulamente, el alcohol me sienta fatal en lo que al sexo se refiere. Si las cosas me salían como esperaba, ya me tomaría un buen reserva al día siguiente para celebrarlo. Pero eso sería después, ahora tenía otra misión que cumplir.

Una vez nos sirvieron, decidí romper el hielo y comencé con las confesiones, dirigiendome a Ester:

Ester, tengo que decirte que este es un día muy especial para mi. Quizá hayas pensado lo contrario, pero quiero que sepas que esta ha sido la primera vez que Ana y yo ... bueno, que estamos juntos de esa manera.

Tras un par de segundos de silencio, continuó Ana

Es cierto. Ha sido mi primera vez con Dani. Y tambien .. – titubeó – la primera vez que hago algo con una chica ... aunque no haya sido completo ... quiero decir .. que – su voz era un tímido susurro – que me gustaría terminarlo, es decir, si tu también quieres, claro.

Tras estas palabras, a Ester se le había iluminado el rostro

¡Claro que quiero! – Respondió sobresaltada – En realidad había soñado con esse momento desde que te conocí, Ana. Me gustas. Me gustas mucho, pero no sabía como abordarte, no me atevía ... y lo que ha ocurrido hoy ...pensaba que a lo mejor tu te arrepentías de lo que me hemos hecho. Me alegro de que no sea así.

¡Bien! Pensé. Todo se desenvolvía según mis mejores espectativas. Las chicas se cogieron de la mano y se sonrieron dulcemente mientras al empezaba a inquietar mi entrepierna. Comimos tranquilamente pero sin dilatarnos. Un descansito que me vendría muy bien para retomar fuerzas. Pagué la cuenta al terminar de cenar, nos encaminamos al coche y las dos chavalas se sentaron directamente en la parte trasera, esta vez sin necesidad de indicación alguna.

Conduje prudentemente en dirección a mi apartamento mientras contemplaba por el retrovisor como ambas chicas se besaban y acariciaban dulcemente, con infinita ternura, como si de dos adolescentes enamoradas se tratase. Ana vestía vaqueros y una camiseta blanca ajustada que marcaba sus bonitas tetas redontas y contrastaba especialmente con su melena larga, rizada y negra. Ester vestía mucho mas sexy, con minifalda de cuero negro, medias oscuras y un top bastante escaso de tela y tambien negro.

Ambas jóvenes estaban claramente calientes, a juzgar por la forma en que intensificaban sus movimientos y por los gemidos que a duras penas escapaban de sus labios aprisionados. Ester tenía bien cogida una de las tetas de Ana, amasándola por fuera de la camiseta. Ana bajó el top de Ester liberando sus dos preciosas domingas que quedaron expuestas a sus caricias y besos. Ana besaba y lamía teta, subía al cuello, a los labios, otra vez al cuello y a la teta, repitiendo la secuencia cada vez con más ardor. El pezón de la otra teta era pellizcado por los expertos dedos de mi prima. Ester se había abandonado a esta posesión y gemía. Me pareció ver como Ester deslizaba su mano entre sus piernas, por debajo de la minifalda, evidentemente para darse placer a sí misma.

Señoritas. – Pausa – Señoritas... por favor... hemos llegado.

Volvieron a la realidad. Se colocaron las prendas y nos dispusimos a abandonar el coche con un pedazo de calenton triple. Las chicas estaban empapadas sin duda y yo no podía disimular mi impresionante erección. Por suerte, se trata de una zona muy poco concurrida y a esas horas es difícil encontrase con alguien. Hubiera resultado embarazoso.

Subimos las escaleras. Ellas iban delante, cogidas por la cintura. Yo las seguía. El destino, un segundo piso, precedido de cinco semi tramos de escalera que me regalaron unos segundos de maravillosa visión. Los dos preciosos culos se bamboleaban justo delante de mi. La mini de Ester era realmente mini, y sus piernas, a solo cincuenta centímetros de mi cara se apreciaban en todo su esplendor, mostrando con cada paso y con cada movimiento una nueva perspectiva de sus músculos al tensarse y relajarse, a cual más motivante. No podía resistir la tentación. Y no había motivo para hacerlo. Mi mano derecha se dirigió a la cara interior de su rodilla izquierda. Se volvió y me dedicó una pícara sonrisa. Mi mano captaba el calor de su piel a través de la media. Mis dedos recogían la tensión de sus piernas avanzando a cada paso. Mi pene se debatía en su prisión y 10.000 voltios recorrian mi espalda según mi mano ascendia palpando zonas cada vez más intensas y prohibidas de ese muslo único, caliente, palpitante. Había alcanzado el borde de la mini. En el siguiente peldaño superé los pocos centíemtros que me quedaban hasta su sexo.... Toda la zona estaba empapada. Ester dio un respingo y gimió, casi se cae, como si algún contacto hubiese fallado en su sistema nervioso. Agarré con más fuerza y gimió más. Mi mano estaba incrustada entre los labios de sus sexo. Froté adelante y atrás y a cada movimiento me devolvía un gemido mayor. Estaba totalmente rendida a lo que yo quisiera hacerle en ese momento.

Habíamos alcanzado el rellano. Ester se volvió hacia mi. Y me encontraba en el peldaño anterior y volví a meter mi mano, esta vez de frente. Ana se situó detrás de ella y, por debajo de sus brazos, agarró una teta con cada mano. La cabeza de Ester se volvió buscando los labios de mi primita y se besaron apasionadamente. Ester no aguantó más. El masaje que Ana le propinaba a sus tetas y mi trabajo entusiasta en sexo la estaba llevando a un orgasmo que resultó bestial. Sus piernas flaquearon y tuvimos que sujetarla para que no se derrumbara al suelo. Los labios de Ana no pudieron ahogar el gemido profundo que lanzó a la escalera, despertándo la alarma en mi por temor a que algún vecino curioso se asomara. Me apresuré a abri la puerta y los tres pasamos por fin a mi apartamento.

Había mucho trabajo que hacer. Yo todavía no me había tirado a Ester. Ana le había comido el coño, pero no habia recibido nada a cambio y Ester parecía dispuesta a lo que quisieramos hacer con ella. Pasamos al salón. Tendimos a Ester en la alfombra y nos dispusimos a disfrutar de ella. No podía más, tenía que metérsela inmediatamente. No se quien estaba más caliente, si Ana o yo. En un momento estábamos los dos desnudos. A Ester simplemente le retiré las medias y el tanga y subí su minifalda. Ana le bajó otra vez el top, quedando de esa forma suficiente cantidad de Ester disponible para poder gozar agusto. Separé sus piernas y, sentándome sobre mis talones, apunté mi deseperado pene en la entrada de su vagina. Ana se sentó sobre su cara, mirando hacia mi y ofreciendo su sexo a Ester, quien comenzó a lamerlo de ua forma que enloquecía a mi primita.

La escena era lo más tórrido que he visto en directo en mi vida y me prometía un orgasmo como nunca antes había imaginado, de modo que comencé con la penetración, suavemente, pero sin dilación. El coño de Ester estaba tan sumamente empapado que no tuve inconveniente alguno. Sus gemidos aumentaban con cada una de mis embestidas. Ana también gemía y me miraba con los ojos entornados. Sus movimientos pélvicos intensificaban los lametones de Ester. El sudor de su cuerpo hacía brillar su piel suave y bronceada. Bajo ella, Ester, acariciando su vientre, sus muslos, sus pechos. Mi primita gozaba inténsamente y yo podía ver su entrepierna empapada de babas y flujos y su expresión me indicaba que no faltaba mucho para su climax. Yo tampoco podía aguantar más semejante espectáculo. De cuando en cuando, Ana se inclinaba un poco para alcanzar a besarme. En un par de minutos sentí como un tremendo orgasmos me atenazaba con cada oleada de placer que ensartaba en las entrañas de esa chica. Ana se incorporó un poco y se empezó a pellizcarse los pezones con ambas manos, evidentemente para aumentar el orgasmo que estaba a punto de llegar. Durante unos segundos se quedó petrificada a la par que ahogaba un profundo gemido. El orgasmo había sido largo e intenso. Cayó derrotada de bruces sobre Ester, quedando en posición de 69, con su rostro justo encima del coño de Ester, y por tanto, de mi pene, que continuaba aún alli dentro. ¿Lamería Ana mi pene repleto de jugos y semen? Lo saqué de Ester y se lo ofrecí. Lo atrapó inmediatamente, lamiéndolo con cariño y limpiandolo completamente.

Decidí tomarme un respiro. Aprovecharía para disfrutar contemplando a mis dos amigas darse placer mutuamente. Me arrepentí de no haberlo hecho antes, pero el calentón con que llegué no me había dado opción. De todas formas, aún era tiempo, de modo que las dejé en esa posición y me dirigí al despacho desde donde puedo accionar y maniobrar las dos cámaras remotas, sabiamente ocultas en ángulos complementarios del salón. Tantos y tantos momentos de placer habían ya inmortalizado, solo para mis ojos... Estas chicas no se iban a escapar de mi collección ... ¡Claro que no! Cámara ... y ¡Acción!

Regresé con un crema lubricante, por lo que pudiera surgir. Las chicas habían acomodado unos cojines sobre la alfombra para estar más cómodas. Ana estaba tumbada boca arriba y Ester, encima de ella, la morreaba apasionadamente. Estaban muy juntas, como si intentasen fundirese la una en la otra. Cuatro manos acariciaban esos dos preciosos cuerpos que destilaban placer en forma de gemidos, mezclando sus olores y fluidos, sus cabellos y sus lenguas, acompasando el movimiento de sus caderas para permitir a sus sexos restregarse la una contra la otra...

Yo las contemplaba desde mi sillón, sin perder un solo movimiento, sin intervenir en su juego. Ellas parecían sumergidas en una burbuja y aisladas del resto del mundo continuaban dándose placer la una a la otra. Cambiaron de posición y Ester indicó a Ana como situarse para hacer la tijera. Esto pareció excitar mucho a mi primita. Una vez acopladas, sexo contra sexo, mi primita comenzo a moverse muy deprisa. Estaba tan excitada que no esperó a Ester, teniendo un orgasmo muy rápidamente. Al cesar esté continuó moviendo su cadera, como intentando penetrar su sexo contra el de su amiga. Estaban engarzadas totalmente en la postura más íntima posible para dos mujeres, abrazadas, pecho contra pecho y boca contra boca, metiéndose las lenguas hasta el esófago, los movimientos aumentaron de amplitud ... sincronizaron un nuevo orgasmo anunciado por gemidos y espasmos .... y todo estaba siendo registrado para mi posterior disfrute, tantas veces como quisiera... ¡Espléndido!

Ambas muchachas se relajaron cayendo de espaldas, sudorosas, jadeantes y felices. Yo me masturbaba tranquilamente en mi sillón observando y escuchando. Entonces Ester se dirigió hacia Ana y le susurró algo durante unos segundos. Percibí un brillo es sus ojos y su expresión cambió, como animada por una pícara sonrisa. Luego Ester se acercó a mi y me pidió algunas cosas: algo de cuerda, unas pinzas de la ropa y dos pañuelos. ¡Voy! Cuerda apropiada no tenía, pero, mucho mejor, lo que sí había eran algunos metros de cinta de cuero. No pregunteis para que lo uso, baste saber que estaba allí.

Entonces Ester se dirigió a Ana:

Ven mi amor, ponte de rodillas aquí .. eso es, síéntate sobre los tobillos ... – Ester ató con el cuero las manos de Ana a la espalda.

¿Qué me vas a hacer?

Tranquila cariño, confía en mi – Al decir esto, besó tiernamente sus labios, lo que pareció relajar a mi primita – Solo es un juego. Te prometo que te va a gustar.

Con un pañuelo le vendó los ojos y el otro se destinó a amordazarla

Subió la cinta desde las muñecas por la espalda de Ana y le dio un par de vueltas al cuello, sin apretar. Luego descndió y rodeó uno de sus pechos, como si de un sujetador improvisado se tratara, irguíéndolo incluso un poco más al tirar hacia arriba para volver al cuello. Descendió de nuevo esta vez para hacer lo propio con el otro seno. Ahora las tetas suaves y redondas de mi prima parecían desafíar a la gravedad, como expuestas en un mostrador, ofrecidas a quien quisiera poseerlas con sus pezones excitados apuntando e invitando a ser tomados.

Ahora separa las rodillas. Abrelas piernas, más. Todo lo que puedas.

Ana seguia sentada sobre los tobillos, lo que provocaba que sus muslos, abiertos y aplastados contra sus gemelos adoptasen una forma preciosa, largos, sensuales, morenos y brillantes por el sudor marcaban la senda al punto de placer máximo, los labios vaginales que colgaban indefenso bajo la confluencia de esas preciosas piernas.

La cinta estaba en el cuello de Ana. Ester la dejó caer a lo largo de su columna vertebral y luego la recogió desde delante, por debajo del sexo de mi prima. Entonces fue cuando pude ver el objeto que unos segundos antes Ester había extraido de su bolso. Era un pequeño vibrador. Lo acercó al sexo de Ana y esta dio un respingo. Una vez impregnado de sus flujos, lo conectó y lo introdujo en la vagina de mi primita, que empezaba a gemir suavemente ... ZZZZ zumbaba el aparatito .... uhmmmm gemia mi Anita a través del paañuelo.. Ester continuó la operación tensando la cinta hacia arriba y aprisionando bien el consolador dentro del coño de su esclava, quien estaba empezando a agitarse muy rápidamente. Un par de vueltas más al cuello y ya estaba lista.

El vibrador hacía su trabajo inexorablemente. Ana tuvo un nuevo orgasmo. Ella siempre había sido una mujer con mucha clase, dulce pero con estilo, altiva si así quieres decirlo. Alguien que camina con la cara y el cuerpo erguido, suavemente, con confianza en sí misma... y ahora estaba allí, sometida por su amiga, desnuda y expuesta, ofreciendo su cuerpo, sus piernas , su sexo, sus preciosos pechos esperando ser sometidos, gozando como una gata en celo... Entonces Ester cogió las dos pinzas de tender y se las puso en los pezones. Ana chilló al recibir la presión, pero aguantó y poco después un nuevo orgasmo llegó a su entrepierna... El vibrador seguía y Ester y yo nos masturbábamos frenéticamente viendo a mi prima gozar una y otra vez. Ester se corrió en el mejor orgasmo que yo le pude ver esa noche, y luego tuvo otros dos, ya menores.

Yo estaba a punto de terminar. Me acerqué a mi prima y, tras retirarle las pinzas, apunté a sus tetas. (¡Dios! ¡Como me ponen ese par de tetas!) Me masturbaba con la mano derecha, mientras, con la izquierda le pellizcaba con fuerza uno de sus pezones. Tres disparos. Dos a una teta y el otro a la otra. El resto del semen que sigue saliendo se lo puse en los pezones, acercando la punta de mi capullo y restregándola por un pezón, luego por el otro. Ahora brillan por la lefa. Una gota se descuelga de uno de ellos cayendo sobre su muslo.

Ahora le toca a la ama ser la esclava – Dije, cogiendo a Ester por los pelos y situandola a cuatro patas frente a Ana - ¡Chupa! – Ordené - ¡Quiero que la dejes bien limpia!

Ester aplastó sus labios contra las tetas redondas de Ana.. Chupó, sorbió y lamio. Incluso mucho rato despues de que Ana estuviera limpia. Ana continuaba teniendo orgasmos de vez en cuando. ZZZZZZZZ seguía el vibrador. Recogí flujos del chocho de Ana para lubricar el ano de Ester. (Por supuesto, podía utilizar los suyos, pero me pareció mas morboso usar los de la otra chica)

La siguiente etapa estaba clara. Ester debería liberar el clítoris de Ana lo suficiente para poder comerlo obedientemente mientras yo la enculaba. Y así se hizo, para gran satisfacción de los tres, especialmente de Ana que estaba en su límite físico. Ester alcanzó un par de orgasmos antes de que yo me corriera nuevamente, esta vez dentro de sus intestinos. Mi corrida fue lo batante pobre (en caudal, que no en placer) como para avisarme de que la jornada ya había durado suficiente.

No sé cuantos orgasmos había tenido Ana, pero fueron muchos, quizá demasiados. Su extenuación era total, en realidad, llegué a preocuparme. Tampoco creo que Ester tuviese motivos para quejarse ... para los tres había sido una noche increíble, pero ya no podíamos más y era muy tarde, demasiado tarde.

Y todo se estaba grabando.

Ana se había dejado caer de lado. Creo que por un momento perdió el conocimiento. Desenculé a Ester y fui a ver si mi primita se encontraba bien. Si. Solo estaba agotada. La desaté y le quité el chisme del coño. Creo que era suficiente por hoy. Quedamos los tres tirados sin poder hacer ni decir nada durante unos minutos. La primera en reunir fuerzas para levantarse fue Ester. Se dirigió al aseo y se duchó rápidamente. Cuando terminó, Ana ya se había incorporado tambien. Esta preocupada. Era muy tarde, y rezaba por que su marido hubiese seguido su consejo y estuviese dormido. De no ser así, iba a tener problemas graves para justificarse.

Por muy tarde que fuese, no le quedaba más remedio que asearse, pues su aspecto era impresentable. Ester se marcho antes. Por suerte hay una parada de taxis muy cerca. Cuando Ana estuvo lista para salir, hizo ademán de despedirse, pero yo no iba a dejar que mi preciosa primita anduviese por ahí sola. La llevé en mi coche hasta la esquina de su casa y allí nos despedimos.

Gracias por traerme.

Gracias por nada. Es lo mínimo que puedo hacer por ti. Eres un cielo.

No te confundas Daniel – Estas palabras resonaron de un forma inesperadamente fría y contundente – Lo hemos pasado bien, pero no se volverá a repetir nunca más. ¿Lo has entendido? Se acabó. Somos parientes, compañeros y estoy casada. Y tengo un hijo que necesita una madre. Espero que lo entiendas.

No dije nada. Si, lo entendía. Pero ..¿Cómo entendería su marido un jpg 1024x800 de su mujercita atada con cueros, las tetas llenas de semen y gozando como una verdadera puta? ... Quizá tendríamos que hablar de nuevo sobre este asunto... pero eso será otra historia ... seguramente en otra sección.

Saludos a todos. Espero que os haya gustado y que me mandeis muchos comentarios, buenos o malos, con tal de que sean sinceros.