Mi primera experiencia lésbica

Un verano en Ibiza, un grupo de amigas, un fracaso en la primera noche de marcha hace de Maripaz le confiese a Sonia lo que siente por ella y acaben enrollandose.

MI PRIMERA EXPERIENCIA LÉSBICA.

Me llamo Sonia y lo que os voy a contar me sucedió hace unos tres o cuatro años. Cuando yo tenía 19. Era verano y junto con mis amigas de 1º de carrera decidimos ir a pasar las vacaciones a Ibiza. Ya sabéis, para ligar y pasárnoslo bien. Eramos un grupo de cinco chicas, Elena, Maripaz, Begoña, Amelia y yo.

La primera noche en Ibiza no me trajo mucha suerte, ya que no ligué. Sólo Elena y Begoña tuvieron suerte, las demás regresamos al apartamento que habíamos alquilado con las orejas caídas. Nada más llegar Amelia se fue a dormir, pues estaba muy cansada, Maripaz y yo nos quedamos en el salón, todavía no había amanecido y ninguna de las dos tenía sueño.

¿Qué hacemos? – le pregunté.

No sé – me respondió ella – tengo que hablar contigo - añadió acercándose a mí - tú me gustas mucho – me rodeó con sus brazos y me besó, yo no sé porque le correspondí.

En aquel momento me sentía confusa, nunca me había fijado en una mujer y menos en Maripaz, aunque había notado que ella se comportaba más amablemente conmigo que con las demás.

¿Estás asustada? – me preguntó.

No – le respondí – sólo un poco confusa.

Volvió a besarme y sin darme cuenta dimos media vuelta y Maripaz me empujó suavemente para que me sentara sobre el sillón que tenía tras de mí, volvimos a besarnos y entonces ella me bajó los tirantes del vestido, me los quitó dejando al descubierto mis senos y luego me desabrochó el vestido.

¿Los has hecho alguna vez con una mujer? – se interesó.

No, nunca.

Debes dejarte llevar – me aconsejó.

Entonces besó mis pechos y yo me recosté sobre el respaldo, seguimos besándonos como dos amantes, hasta que Maripaz decidió dedicarle su atención a mis senos y empezó a chuparlos y mamarlos. Lamía la punta de mis pezones con su lengua, suavemente y los mordía y chupaba. Entretanto yo aproveché para desabrocharle el body que llevaba. Volvimos a besarnos y seguidamente le bajé el body hasta la cintura, acerqué mi boca a sus senos y los chupé. Terminé de quitarle el body, quitándole también los pantalones que llevaba y yo también me quité el vestido quedándonos ambas desnudas. Así me abrí de piernas y Maripaz se encajó entre ellas pegando su sexo al mí y restregándolo, luego me besó los senos y descendió.

Ven aquí- dijo arrastrándome para que me tumbara en el suelo. Una vez allí yo me abrí de piernas y ella empezó a lamerme el envés de mis muslos, hasta que decidió posar su boca sobre mi sexo y comenzó a lamerlo haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.

¡Oh, si, así! – gemía yo loca de deseo. Sentía como mis jugos inundaban todo mi sexo y Maripaz los lamía con maestría.

¡Oh, oh, oh! – musitaba yo extasiada sintiendo como el placer se extendía por mi sexo, mientras Maripaz introducía su lengua en mi agujero vaginal y chupeteaba mi clítoris. Era mejor que cualquier hombre, jamás había sentido algo así.

¡Ah, ah, sigue, sigue! – la animaba yo sabiendo que el orgasmo estaba cercano.

Mi compañera siguió chupando hasta que mi cuerpo estalló en un demoledor orgasmo.

Entonces Maripaz se incorporó, se puso de pie frente a la chimenea con las piernas abiertas y yo me coloqué entre ellas, pegando mi boca a sus sexo y empezando a lamerlo.

¡Oh, sí, chupa! – me animó Maripaz, mientras yo trataba de alcanzar su clítoris con mi lengua, el cual lamí y masajeé tan bien como pude.

¡Oh, oh, ah, ah, ah! – empezó a gemir Maripaz en señal de aprobación - ¡oh, ah, sí!.

Yo reseguía todo su sexo con mi lengua y me detenía ante aquel pequeño botón dándole pequeños golpecitos con la lengua.

¡Oh, ah, ah, que bien! – musitó Maripaz feliz.

Hasta que me detuve, miré a mi compañera y levantándome ella me abrazó y volvimos a besarnos.

¡Oh, ven aquí! – le dije llevándola hasta la mesilla y haciéndola acostar sobre ella con las piernas abiertas y de nuevo me puse a chupar su sexo, de vez en cuando lo acariciaba y luego volvía a chuparlo, mientras ella se estremecía y convulsionaba.

Así a la vez que lamía su clítoris le introducía un dedo en su vagina suavemente.

¡Oh, aaaaahhh, ah! – gemía ella - ¡oh, me corro! – musitó presa del placer, convulsionándose, cuando terminó me indicó:

Ven, vamos a probar algo nuevo.

Me hizo poner con mi sexo pegado al suyo como si fuéramos dos pinzas y empezó a restregarlo. Era una nueva pero agradable sensación para mí.

¡Ah, ah! – gimió ella - ¡Sí!

¡Oh, oh, ah! – gemí yo.

Mientras ella se movía sin parar restregando su sexo contra el mío.

¡Oh, oh, aaahhhh! – gimoteó Maripaz al borde del segundo orgasmo.

¡Oh, si, córrete! – la animé yo empujando hacía ella.

También ella empujó hacía mi en una última convulsión llegando al éxtasis. Entonces se separó de mí, se puso sobre mí y me besó.

¿Te ha gustado? – me preguntó

Sí.

¿Sabes? Para mí ha sido fantástico. Contigo me siento tan bien.

Me halaga mucho eso, pero no quiero que me malinterpretes. Esto sólo ha sido un momento de debilidad. – le dije.

Pero seguro que habrá más. – añadió ella esperanzada.

Puede ser ¿vamos a dormir?

Vamos.

A partir de aquel día aunque seguí saliendo con chicos, cada vez que tenía un fracaso me acostaba con Maripaz y reconozco que pasé muy buenos momentos con ella, que ya os contaré más adelante.