Mi primera experiencia lésbica
Era una noche sin un plan claro. Estaba en casa cuando una amiga me llamó y me dijo de ir a bailar un poco a un sitio donde ponían rumba. Ella sabe que me encanta la rumba, así que no me pude resistir...
Era una noche sin un plan claro. Estaba en casa cuando una amiga me llamó y me dijo de ir a bailar un poco a un sitio donde ponían rumba. Ella sabe que me encanta la rumba, así que no me pude resistir.
En esa época yo estaba soltera así que me preparé a conciencia por si surgía algo: me bañé con deliciosa agua tibia y jabón con olor a fresa para sentirme más provocativa, enseguida me cambié y mientras estaba con mi diminuta ropa interior mi amiga llamó a mi puerta. Estaba acompañada de una pequeña maleta, yo abrí normal con ropa interior pues no le vi problema en que me viera casi desnuda, ella entró y me dijo que no sabía que ponerse, que necesitaba mi punto de vista, pues iba a ir un chico que le encantaba y quería verse sexy.
Entonces empezó a sacar varias prendas de su maleta, entre ellas un vestido rojo que al parecer le quedaba ajustado con escote profundo para destacar sus grandes y redondas tetas, también me mostró unos tejanos ajustados con una blusita de hombros caídos y un diminuto top negro, y por último una falda negra muy corta y una blusa blanca un poco más recatada pero con transparencias que permitían imaginarse sus mejores tesoros.
Viendo la ropa en la maleta te hacías una idea, pero le dije que sería mejor que se probara la ropa para saber cómo le quedaban puestas las prendas y así darle mejor mi punto de vista.
-Te puedes cambiar en el baño, le dije con tono de voz muy amable y cortés.
Ella respondió entre risas que no, que a ella no le importaba vestirse delante mío, total éramos amigas y éramos mujeres, no había mucha diferencia entre ambas.Y así fue: ahí estaba esa rubia alta como yo, delgada con tan hermoso cuerpo, la cual obviamente era mi amiga y hasta el momento veía solo como eso, empezó a cambiarse delante mío, mientras yo estaba en medias y con una blusita de tiras nada más.
Comenzó poniéndose el vestido rojo y escotado, que marcaba sensualmente sus curvas,- me veo bien? Preguntó con voz ingenua y tierna, -sé te ve muy bien, respondí yo sin dejar de contemplar el cuerpazo que tenia y lo sexy que se veía.
Luego dijo que el tejano no se iba a poner, porque se vería muy tapada y no quería. Entonces se puso la minifalda, con la cual no podía agacharse porque se le absolutamente todo. Era una falda hermosa y le quedaba muy bien, pero prefirió ponerse el vestido porque se sentía más cómoda.
Una vez decidido el modelito, ella se fue a maquillar mientras yo terminaba de cambiarme. Yo me puse también un vestido ajustadito, negro como me gusta, y un par de tacones altos, me pinté con mi maquillaje más sexy y... ¡listas para la rumba! Ya vestidas, ambas con vestido nos miramos y con una risa coqueta nos analizamos de arriba abajo... esa noche prometía.
Entramos al local. En ese lugar, medio oscuro pero alumbrado a ratos por luces de colores, empezamos a bailar juntas, pues los amigos que nos iban a acompañar no llegaban, sin embargo ya estando allí dijimos que no la pasaríamos mal por el simple hecho de estar solas.
Empezamos a bailar, solas, las dos, y nos lo gozamos, nos pegamos y empezamos a bajar de manera muy sensual, nos tocábamos de forma coqueta el cuerpo, pues había la confianza suficiente y total, éramos amigas y mujeres, entonces no le vimos problema. Sin embargo empezamos a ver que algunos hombres nos miraban y se recreaban mientras contemplaban nuestros movimientos al ritmo de las calientes canciones.
Se nos acercaron unos chicos y nos dijeron que si no dábamos un beso nos invitaban a un cubata. Nos miramos las dos, sonrisa picarona... ¡y claro que sí! Nos dimos un beso que primero fue medio en broma pero que una vez empezamos fue mucho más largo y placentero de lo que pensábamos. Cuando nos despegamos estaba todo el local mirándonos y aplaudiendo.
Sonrojada, mi amiga fue al baño y vi que detrás de ella fue uno de los tipos de la mesa. Yo por si acaso seguí con la mirada a mi amiga para observar si teníaalgún inconveniente con ese muchacho, pero enseguida me di cuenta que no: empezó a bailar con el un buen rato mientras le decía cosas a su oído...
Cuando regresó mi amiga, muerta de risa me dijo que el tío le había dicho que éramos muy guapas y que que hacíamos muy buena pareja. ¿Quizá ella le habría insinuado que éramos más que amigas para quitárselo de encima?
Entonces ella me dijo que esa noche no tenía ganas de pasarla quitádose de encima a desconocidos, y me planteó si me molestaría jugar a la lesbiana esa noche para que no nos molestaran los tipos. Yo accedí sin problema, tenía ganas de jugar.
Al poco tiempo ella vió que venía uno de los tipos y mi amiga me tomó entre sus manos y me besó de forma apasionada, mientras yo un poco sorprendida por la reacción vi como el tipo se volvía a su mesa con cara de asombro y excitación al mismo tiempo. Ese beso ya no había sido como el primero...
La cosa no daba ya mucho más de si, así que decidimos irnos para el apartamento, pues ya los tragos estaban haciendo efecto y estábamos cansadas de tanto bailar. Allí en el apartamento caímos ambas sobre la cama, cansadas y con risa por los acontecimientos de la noche, y nos miramos entonces a los ojos mientras hablábamos y decíamos: - Así que hacemos buena pareja jaja… nos reímos y al mismo tiempo, nos miramos y nos fuimos acercando poco a poco.
Ella tomó mi cara y me empezó a besar con cuidado para ver mi reacción. Yo no me opuse y continuéese delicioso y tierno beso. Fue uno de esos besos que no quieres que pare, que deseas que dure por y para siempre, un beso largo pero tierno y al mismo tiempo sexy. Y poco a poco empezamos a tocarnos mutuamente hasta que nos entró la calentura y nos quitamos una a la otra los vestidos, los zapatos, y hasta quedar en ropa interior, una ropa interior diminutamente sensual.
Comenzamos a acariciarnos el pelo y la cara. Ella empezó a besar mi cuello y yo muerta de ganas empecé a tocarla de una manera sutil, empezamos entonces a quitarnos las pocas prendas que teníamos puestas ya, y empezó el baile de besos. Fue delicioso como recorrí con mi lengua todo su cuerpo, empezando por su cuello, bajando luego por sus redondos y grandes pechos, ahí me detuve y empecé a chuparlos, ella estaba muy excitada, se revolcaba a medida que le daba suaves mordisquitos en sus redondos melones, y me suplicaba que no me detuviera, entonces continúe mi recorrido hasta llegar a su ombligo, un ombligo precioso sobre un vientre suave como el mío, y seguí entonces mi recorrido hacia la zona sur, hasta llegar a su zona mágica, y fue en ese momento cuando vi lo mojada y deliciosa que estaba. Yo no sabía como hacerlo pues era mi primera vez con una mujer, entonces empecé a acariciar con mi mano derecha su pubis, deslizando mis dedos hacia su interior, hasta que sentí lo caliente y realmente mojada que estaba esa nena, uff fue delicioso sentir eso, ya sé por qué les gusta tanto a los hombres, y empecé a mover mis dedos dentro de su cálida y húmeda vagina, mientras ella gemía y me tomaba del cabello con algo de ferocidad y yo al mismo tiempo, terriblemente excitada empezaba también a mojarme, así como nuevamente me estoy mojando ahora al recordar esa deliciosa noche. Ella estaba igual de mojada, y yo no sé por qué pero cada vez disfrutaba más verle la cara de placer y ver revolcarse en mi cama. Entonces fue cuando con mis dedos dentro de su vagina sentí como se venía una deliciosa fuente líquida sobre mis dedos, y un suspiro profundo y prolongado de ella que me dijo ahhhh me corro qué rico… buff yo quede súper mojada al saber que la hice llegar a un orgasmo simplemente con mis dedos. Ella acabó de regodearse y en cuanto se recuperó un poco, me dijo: - Ahora es tu turno, vas a correrte como nunca guapa...
Y empezó con su lengua a jugar en mi vagina, la cual también estaba muy húmeda. Empezó a mover su lengua en mi interior, con movimientos circulares y uff sí que fue delicioso. Yo no podía o no sabía si levantarme, sentarme, así que preferí simplemente dejarme llevar por los gemidos y mover mi cuerpo como se le daba la gana, me revolcaba también gimiendo al mismo tiempo, y deseando que por nada del mundo se detuviera, fue entonces cuando sentí que un calor inmenso me llegaba, un calor que recorría desde mi cuello hasta mi zona sur, sentí que venía otro de los más ricos orgasmos de esa noche, y le grité que no parara que por favor siguiera que estaba muy rico, ella con cara de picardía no paró, pero empezó a hacer movimientos que me aceleraron mucho más, provocaron que el orgasmo llegara, ¡y de qué manera! Me corrí muchísimo y ella con su boquita rosada empezó a lamer esos líquidos y luego me besó.
Continuamos entonces con nuestra noche, empezamos a besarnos apasionadamente como si fuese el último minuto de nuestras vidas, fue excelente, su lengua sobre la mía, sus manos recorriendo mi cuerpo y mi lengua luego moviéndose dentro de su vagina hasta que metí también mis dedos y la hice correrse nuevamente, y con ello me corrí yo al ver lo excitada que estaba, fue delicioso ver ese charquito sobre mi sábana provocado por tanta excitación. Nosotras estábamos terriblemente excitadas, no podíamos parar ese momento, nos tocábamos todo, deseando que ese momento no se detuviera y sorprendidas al mismo tiempo por estar haciendo algo que jamás pensamos que haríamos.
Casi tres horas duramos manoseándonos mutuamente, besándonos, metiéndonos los dedos mútuamente, hasta en su culito parado y redondito le metí uno de mis dedos, untados un poco de lubricante por aquello del dolor, esa mujer no aguantó, así que se dió la vuelta y metió casi por completo su mano en mi vagina y entonces ambas como por arte de magia empezamos a gemir de una manera fuerte y prolongada, pero no nos importaba, ese era nuestro momento y de malas el que escuchara. La traca final llegó cuando me dijo que en la maleta llevaba un vibrador ... Yo nunca había usado uno y os digo que desde ese día que siempre tengo uno a mano, ya sea para mis momentos de soledad o de compañía. Cogió su juguetito y me lo hizo sentir dentro de mí con toda su potencia, ¡qué delicia por Dios! Me corrí como jamás había sentido y caí cansadísima. Nos quedamos dormidas acurrucaditas y dormimos profundamente. Al día siguiente simplemente nos miramos con cara de picardía y ya, quedó en nuestro recuerdo y nunca más volvimos a hacer ningún comentario sobre el tema. Fue una de las noches más excitantes para mí y mi primera (y de momento única) experiencia lésbica. Yo nunca la olvidaré... y espero que ella tampoco.
Un relato de Samanta Puerto para Apasiónate