Mi primera experiencia gay con mi mejor amigo Jupí
Mi nombre es Andrés y fue a la edad de 20 años que participé los excelentes servicios de Jupín.
Título del relato: Mi primera experiencia gay con mi mejor amigo Jupín-. Mi nombre es Andrés y fue a la edad de 20 años que participé los excelentes servicios de Jupín.
Mi nombre es Andrés y fue a la edad de 20 años que participé de los excelentes servicios de Jupín. Yo siempre fui un chico introvertido y carecía de la belleza física de Jupín. El era un dios convertido en hombre. Su sonrisa, su tez trigueña, su pelo negro lacio. Sus piernas eran atléticas, bien formadas como la de los gimnastas. Su pecho eran bien definido y sus manos eran fuertes, pero su tacto eran bien suave y tierno a la vez. Jupín y yo teníamos una gran confianza y el prácticamente me contaba muchas intimidades las cuales me daban mucho morbo. La infancia de Jupín fue bien dura, ya que su madre era alcohólica y muchas veces lo echó a la calle y padecía de muchas necesidades económicas. Según él se vio casi obligado muchas veces a sostener relaciones gay para obtener las cosas materiales y ese era su gran secreto.
Yo aún era virgen y sus anécdotas desde los 16 años me excitaban tanto que a la larga cuando nos despedíamos, yo siempre me tenía que masturbar solo recordando sus historias. No entendía la situación que me estaba ocurriendo, aún a mis 20 años me sentía muy mal. Jupín se estaba convirtiendo en el centro de mi vida y eso me estaba preocupando bastante. Siempre me cuestionaba si él lo hacía por placer o era por pura necesidad.
Una vez lo fui a visitar a su casa y su mamá no estaba, pero la puerta estaba abierta. Abrí la puerta de su cuarto y lo vi semidesnudo con la sábana puesta hasta por debajo de su abdomen. Note que estaba sin ropa interior porque su bulto se veía suelto y se hacía notar bien pronunciado entre sus sábanas. Jupín estaba completamente dormido, parecía un ángel sin sus propias alas. De repente se produjo en mí una corriente de emociones sexuales que me mantuvieron excitado de gran manera hasta producirme una eyaculación preseminal. Me sentí terrible, pero no podía apartar la mirada hacia el bulto que formaba su pene debajo de las sábanas. No pude resistir. Cerré suavemente la puerta de su cuarto con seguro. Nunca imaginé lo rico que era invadir la privacidad de Jupín, pero me sentí con el gran deseo de realizar tal acción. Me senté suavemente en su cama sin que el lo notara, levanté cautelosamente la sábana y metí suavemente debajo de ellas.
Por fin llegue a ver su intimidad pero eso no era suficiente para mí. Me fui acercando hasta llegar a su manjar. Acerqué mi cabeza y sin usar mis manos, con mi lengua le toque la punta de su glande sin que el se diera cuenta. Su respiración era bien profunda. Al parecer estaba bien cansado y con un sueño profundo, porque no sintió la mínima caricia. Me decidí a poseerlo finalmente y escuche su voz alarmada: "Andrés no hagas eso por favor; no quiero perder tu amistad". Una vez él me había dicho que si hubiera querido hacerme daño, hace tiempo que hubiera acabado con mi salud. Nunca entendí lo que él se refería con la salud; hasta el momento que decidí "tirármelo al cuerpo". Yo le contesté: "Yo quiero pagarte por tus servicios; tengo dinero y lo que quiero es solamente tener sexo contigo ahora". De repente hubo un gran silencio. Era una necesidad tan grande que pienso que él me entendió. Su pene era sin circuncidar, su color era trigueño, era más grande que el mió. Una vez llegué a pensar que su prepucio era más blanco que el mío ya que él era mas claro en color que yo. Su pene podría medir unas siete pulgadas fácilmente en erección y su grosor era mayor que el mío. Su olor era delicioso y sus vellos eran bien negros y lacios también. Esa impresión de su pene me excitó tanto que no pude resistir y me apoderé completamente de su pene como si fuera un animal en celo. Comencé a succionar su pene desde su cabeza. De repente Junín me detiene con sus manos tocando mi cabeza y me dice: "Tienes que hacerlo más suave, saboréalo como si fuera un dulce y sin morder. Tomé sus consejos como un abnegado estudiante y luego sentí a Jupín que se movió suavemente en forma de vaivén como aceptando la oferta. Sus manos tomaron el ritmo moviendo mi cabeza y me hizo tragar su rico pene hasta lo más profundo de mi garganta. Al comienzo me ahogué, pero luego lo tragué como si lo hubiera echo antes. Comencé a sentir fuertemente las palpitaciones de su pene en mi boca hasta sentir grandes contracciones. Su sabor era algo diferente que no podía describir; pero me estaba gustando ya como si fuera una droga que me extasiara.
Comencé suavemente, y luego presionaba con mis dedos en forma de canasta para estimular a mi gran amigo. Le apliqué grandes cantidades de saliva y llegó el momento que sentí que salía su líquido preseminal. Esa era la gran señal para comenzar mi plan de acción. Yo no quería que este deseo terminara. Jupín no pudo resistir y comenzó a hacer unos ricos quejidos que me dejaron como si fuera un demente. Era como un día de campo debajo de una caseta de campaña. Dejé de estimularle su pene. Algo que he desarrollado grandemente en mi vida heterosexual fueron los besos y caricias y eso fue lo que comencé a ejecutar con gran dominio en Jupín. Escuché la voz suave de Jupín que me decía: Andrés, no debemos seguir más por favor! Tú sabes que eres mi mejor amigo. No dejé terminar su oración y con un largo beso cerré su pedido. Yo le contesté: "Solamente te estoy pidiendo un servicio que siempre he querido; claro que eres mi gran amigo, pero necesito hacer lo que estoy haciendo". Jupín no me respondió y me dejó terminar mi labor con su rico y delicioso cuerpo. De repente sentí la mano de Jupín al detener tan rica acción y me dice: Andrés, tú quieres que te haga el servicio completo Yo me decidí a contestarle, claro mi gran amigo!
Jupín sacó de su gaveta sin levantarse de la cama, un lubricante y un preservativo. Al fin la acción estaba llegando a su punto culminante. Pude apreciar mejor su pecho. Sus tetillas eran bien rosaditas, sus nalgaje era hermoso y bien redondeadito. Jupín siempre me decía que su posición favorita era la del perrito y quería corroborar con que destreza el la dominaba. Con gran habilidad se puso el preservativo. Me puse de espalda hacia él y comenzó a untarme el lubricante con un dedo. Cuando introdujo el primer dedo me estremecí de gran manera e hice un quejido de gloria. Jupín me tapa la boca con su mano y me dice: "Andrés, tienes que hacer silencio porque mi mamá nos puede descubrir en cualquier momento". Yo acepté su petición y comenzó a introducir su segundo dedo, hasta finalmente introducir hasta tres. Ya estaba bien caliente y le dije que me lo introduzca, que no resistía más. El me comenzó a penetrar suavemente. Sentí como si me hubiera partido en dos pedazos. Jupín me comenzó a cabalgar suavemente. Me preguntó: Te duele?, yo le dije que no para que no detuviera tan rica hazaña. Sentí cuando su grueso y firme tronco me llegó nuevamente hasta las entrañas. Vi las estrellas, me sentí como en el cielo. Sentí como mi gran amigo Jupín llegó a lo más profundo de mí ser. El dolor se estaba convirtiendo en placer, su pene se fue moviendo frenéticamente dentro de mí y mi cuerpo estaba aceptando con delectación tan notable cuerpo extraño. Sentí como caía el sudor de Jupín encima de mi espalda, su vello púdico me daba agradables caricias en mis nalgas. Su olor a hombre me estaba enloqueciendo y con la fuerza y rapidez que lo estaba haciendo me estaba haciendo llegar al orgasmo.
Definitivamente era un maestro de placer y seducción. El imaginar que otros habían probado este deleite me excitaba aún más. Definitivamente valía la pena pagarle lo que pidiera a este experto. De repente Jupín se detiene, me cambia de posición y me pone sobre su cama. Se acomoda mis piernas hasta sus hombros y me comienza a empalmar. Esta posición fue un poco complicada para mí pero me adapté y sentí como el sudor de su pecho caía sobre mi pecho y glúteos. Esta vez sentí la profundidad de la posición dentro de mí. Mi pene se redujo en tamaño hasta la mitad pero Jupín me lo agarra suavemente y me comienza a masturbar y comienzo a sentir doble placer. Jupín me conduce por un mundo que yo jamás conocía. Ya yo dominaba con gran destreza el embate de su pene dentro de mis entrañas como si fuera su capitán. Jupín me dice: Andrés estoy a punto de venirme. Yo le contesto: "Jupín quítate el preservativo que quiero sentir tu leche dentro de mí". Jupín accedió a mi petición pero con más fuerzas. Sentí con más consistencia y más fuerza el palpitar de las venas de su pene. Al fin su semen se estaba descargando dentro de mí. Los quejidos de Jupín fuero indecibles. La sacó suavemente de mí y aún estaba derramando su semen. Le dije que me dejara probar su rica leche. Sin preguntar agarre el miembro de mi amigo Jupín y me lo engullí nuevamente hasta lo mas profundo de mi garganta. Concebí nuevamente las fuertes contracciones del pene de Jupín y sentí como iba cayendo su rico semen dentro de mi garganta y comencé a saborearlo sin dejar caer tan solo una gota para no desperdiciar Luego les contaré cuál fue la reacción de Jupín y el segundo encuentro con mi gran amigo Jupín; hasta luego!
Autor: Faloduro
Nota: No deseo que sea publicado mi correo electrónico.