Mi primera experiencia de sumisión bisexual

En un primer encuentro, proporciono sexo oral a un hombre y una mujer, mientras ellos culean.

"Busco pareja, de preferencia mayores de 40 años, para participar en un juego, en donde yo sea el sirviente sexual de ambos.

Tengo la fantasía de contactarme con una mujer y un hombre ya maduros, para lamer y chupar los sexos de los dos mientras ella es penetrada por su macho.

No me interesa el físico, pero si que ella sea de carácter fuerte y severo, para que desempeñe el papel de mi Ama, y que el sean bien dotado, ojala con un pene bien grueso, con carácter para desempeñar el rol de mi Patrón, debe ser libidinoso, sinvergüenza y que guste del sexo degenerado.

Me interesa la higiene, la reserva y la seguridad en cuanto a nuestros contactos. También que sean personas que tengan la capacidad de poder entender este tipo de relaciones y juegos sexuales. Por ejemplo, acepto y me gusta ser tratado con palabras fuertes, que me ordenen mientras dura el juego sexual, mientras desempeño el rol de sumiso, pero en el bien entendido, que ese tipo de trato se termina cuando termina el encuentro de sexo. Después de eso, somos personas a un mismo nivel. Me desagradan y no acepto a personas chabacanas y ordinarias. Alcohol solo para romper el hielo. Nada de drogas ni violencias físicas. Solo por esto prefiero que sean personas sobre 40 años, ya que me parece que estan en mejor condición de entender una relación de este tipo.

No busco ni deseo ser penetrado. Tampoco quiero nada emocional ni dineros de por medio (no pago ni busco que me paguen). Solo deseo proporcionar sexo oral a ambos, mientras estan teniendo relaciones sexuales, que mi Ama me ordene que chupe la verga de su macho y que mi Patrón me obligue a limpiar con mi lengua el semen de la concha de su mujer y de su verga.

Tengo disposición para dar besos negros y recibir lluvia dorada de ambos. Sin embargo, como no tengo experiencia en este aspecto, me gustaría que me permitan ir a mi ritmo…, dejar que el ambiente se caliente lo suficiente, como para dejar que orinen en mi cara sin que me provoque rechazo.

No tengo problemas para viajar a cualquier ciudad dentro de Chile, y para mi es mejor no ser de un mismo lugar, ya que eso contribuye a la reserva y discreción, como no busco relaciones emocionales, sino, una pareja estable para dar rienda suelta a nuestros deseos mas oscuros, y para convertirme ocasionalmente en el sirviente sexual de ellos, es para mi ideal ser de localidades distintas, de manera de poder convenir nuestros ocasionales encuentros y viajar a realizarlos."

Este fue el tenor de un aviso que publique en varias Web de contactos. Durante un buen tiempo recibí varias respuestas, contestando solo algunas pero sin decidirme a concretar ningún encuentro…, hasta que venciendo mis temores, me decidí a comunicarme con una pareja, primero a través del teléfono, y luego concertamos una cita en Santiago, en un café en el centro de la ciudad.

Eran casi las 10 de la mañana, cuando les reconocí por sus vestimentas. Ahí estaban, Erika y Alberto. Ellos eran la pareja con la que una semana atrás hablé a través del teléfono.

Erika confesaba 40 años (que los representaba). Era una mujer de ascendencia alemana, dueña de un cuerpo moldeado, de tez blanca, gruesas piernas y un grande y redondo culo que se adivinada a través de sus pantalones. No era bonita de cara, y sus ojos grises le daban un aire autoritario.

Alberto confesaba 47 años. Era un hombre robusto, casi gordo, moreno. Con una calvicie incipiente y una bien recortada barba algo canoso. No era muy alto, calcule 1,70 mts.

Hola, ustedes son Alberto y Erika

Si, tu eres Fernando? Te estábamos esperando

Bueno, me gusta estar aquí, ojala que podamos entendernos

Estas fueron las primeras palabras que cruzamos. Luego de tomarnos un café y conversar sobre cualquier cosa intrascendente, Alberto nos invito a que nos fuéramos al departamento que ellos tenían en Providencia.

Camino a la casa de ellos, supe que eran casados hace 20 años, y desde 8 años a la fecha que practicaban el intercambio de parejas. Que no tenían hijos y que ahora querían una nueva experiencia, ya que nunca habían estado solo con otro hombre, y que estuviera dispuesto a ofrecer sexo oral a los dos. "Solo espero que no te atores" dijo Erika. "Alberto tiene un pico realmente grueso…, pienso que te va a costar tenerlo todo en tu boca". Este comentario me hizo pensar que a lo mejor no estaba con la gente correcta. Lo encontré algo fuera de lugar.

"Mujer.., no estamos aún en casa. Controla tus instintos". Le respondió Alberto.

Los imaginé como una pareja que provenía de un estrato social algo bajo, pero que producto de un éxito relativo, podían vivir sin preocupaciones y aparentando ser de otro nivel social. Ambos olían a cigarrillos, evidenciando su afición al tabaco.

Llegamos al departamento de ellos, ubicado en un 4to piso y bastante bien amoblado. Un amplio living, casi demasiado grande nos recibió.

Erika cerró las cortinas mientras Alberto se sentó con las piernas muy abierta en un mullido sofá, y sin decir más, sacó su enorme carajo al tiempo que Erika se lo montaba. Aquello me dio evidencias de que ellos estaban acostumbrados a este tipo de encuentros, ya que no tuvieron ni el más mínimo recato.

Poco a poco se fueron quitando la ropa, hasta quedar absolutamente desnudos. Erika solo conservó sus medias negra con ligeros y sus botas de tacos muy altos.

Yo les miraba parado desde cierta distancia, y mi excitación se notaba. Era la primera vez que estaba en una situación similar. Erika –que cabalgada de espaldas a su marido- me invitó a que me uniera a ellos: "Fernando ven…, arrodillate a mi lado y déjame sentir tu lengüita". Yo algo confundido, me acerque a ellos y arrodillándome aproximé mi lengua hasta el sexo de Erika. Ella me tomó por la cabeza y la mantuvo aprisionada para que yo no pudiera retirarme desde su sexo.

Luego de vencer mis primeros temores, me dediqué a besar y lamer con ganas la chucha de la mujer. Recorría con mi lengua desde sus pendejos rubios hasta su clítoris y los labios de su conchita, ahora distendida al soportar la penetración del monstruoso carajo de Alberto.

Al igual que ellos, me desnude y reanudé mi tarea de proporcionar placer a Erika. En un momento, se escapó la verga de Alberto de la concha de la mujer, y aproveché para deslizar mi lengua muy dentro de la concha. Tenia un sabor salado, que no dude provenía de los jugos del macho. Retiré mi lengua y le proporcioné un sonoro beso al sexo de mi Ama. Luego cogí con mis manos la verga de Alberto, y pude apreciarla en toda su extensión…, era realmente grande: media mas que toda mi mano, por lo tanto no menos de 18 ó 19 cmts., era enormemente gorda, morena, con una enorme cabezota, gruesas venas recorrían su tronco, su cuerpo estaba cubierto de pelos y una gruesa mata de negros y enrulados pendejos bajaban desde su vientre para coronar su paquete y luego descender hasta sus enormes y peludas bolas. Por la punta de su carajo se desprendían gotas de un líquido cristalino y despedía un fuerte olor a pico, que me recordó el aroma de los mariscos. Pude sentir el calor de aquel furioso ariete en mis manos y refregando la punta del pico en la palma de una de mis manos, la mojé con aquel líquido seminal que estaba desprendiendo, para luego pasar mi lengua por mi mano: era salado!

Le proporcioné un nuevo beso al sexo de Erika y le empalé el pico de Alberto. Ellos siguieron culiando en forma desenfrenada, mientras yo me daba nuevamente a la tarea de lamer la chucha de la gringa.

Sentí que ella empujaba mi cabeza con fuerza hacia abajo, al tiempo que decía "lame las bolas de Alberto…, vamos mierda ¡lámelas!". Yo que ya estaba caliente, deslicé lentamente mi lengua por los labios vaginales, hasta llegar a los cojones del macho, y los recorrí varias veces con mi lengua antes de colocar uno de sus cocos en mi boca y darle unas suaves chupadas, en realidad, lo que chupada era el forro de sus bolas, ya que eran tan grandes que difícilmente hubiera podido colocar uno de sus testículos en mi boca. Sus pendejos me producían una ligera picazón en mi cara y en mi lengua, así que inicié mi regreso hacia la conchita de la mujer, lamiendo esta ves el grueso tronco de Alberto, que la penetraba con fuerza.

La verga nuevamente saltó fuera, golpeando mi cara. Erika la cogió con una de sus manos y me ordenó: "saca tu lengua bien afuera…, quiero que chupes el pico de mi macho". Yo permanecí con mis labios cerrados, y ella azotó mi cara con aquel grueso y musculoso rebenque, al tiempo que volvió a ordenarme: "saca la lengua mierda!!". Yo con cierta timidez abrí mi boca y saque bien afuera mi lengua. Erika restregó con fuerza la cabezota del carajo de Alberto. Ahora la sentí mucho más salada y pegajosa. Ella pasó varias veces aquella enorme y jugosa ciruela por mi lengua, y trato de alojarla dentro de mi boca. Colocó la punta entre mis labios y empujó con fuerza, pero como yo no le ayudé no pudo penetrar mi boca. Volvió a colocar el carajo dentro suyo y mientras ellos culiaban, yo recorría sus sexos con mi lengua, desde los pendejos de Erika, hasta las peludas bolas de Alberto.

El ambiente estaba muy caliente y ya nada me importaba. ¡¡Ahora si habría chupado el pico de Alberto!!, y cada vez que llegaba a la concha de la mujer, recogía con mi lengua el líquido blanquecino que asomaba en el tronco del pico y en los labios de la concha.

Alberto tensó sus piernas y un grito gutural escapó de su garganta al tiempo que sacaba su carajo de la chucha de Erika, yo alcancé a retirar mi cara y pude ver como gruesos chorros de semen se alojaron en el vientre de la gringa, en sus pendejos y en su sexo. Las manos del hombre también se inundaron de leche y parte de su descarga resbaló por el tronco de maese príapo hasta alcanzar sus bolas. Fueron no menos de 6 ó 7 tiros de grueso y blanco semen.

Erika me tomó con violencia por el pelo, y me ordenó: "ahora vas a limpiar todo…, te vas a comer hasta la última gota de mocos que estén en mi chucha y en el pico de mi macho". Sin pensar más, hundí mi cara en el sexo de la mujer, y recogí con mi lengua todo lo que pude de aquel manjar blanco, amargo y salado, mientras ella disfrutaba al ver como yo limpiaba con mi lengua los mocos de Alberto que estaban entre sus pendejos y en los labios de su vagina. Realmente le hice un buen aseo a su sexo, ya que no deje nada más que una huella húmeda en su concha. Erika me indicó que abriera bien mi boca y colocando ahí su chuchita, hizo fuerzas. Gruesas gotas de semen blanco que estaban dentro de su vagina se depositaron en mi lengua, al tiempo que ella me ordenaba que me lo comiera: "comete los mocos.., eso, así, cómetelos todos".

Tan pronto terminé a limpiar a Erika, ella colocó la gruesa herramienta de Alberto en mi boca, y me ordenó que lo aseara. Yo –ya sin ningún recato- pase la lengua desde las bolas hasta la cabeza del pico, comiéndome todo los mocos que encontré. Limpié los pendejo de Alberto, el tronco, las bolas y también un chorro que se había alojado en su peludo vientre, varias veces recorrí con mi lengua su paquete, y varias veces introduje la ahora cabeza flácida de su pico dentro de mi boca para proporcionarle una rápidas chupadas. Esto ocasionó que la verga del macho, volviera a levantarse, y en forma amenazadora apuntara hacia mi boca. Alberto me ordenó (era su primera orden) que le chupara el pico. Colocándolo entre mis labios, ordenó: "chúpame el pico!!..., vamos puto, hazme una buena mamada…, esta vez no te vas a escapar". Y uniendo la acción a las palabras, empujó con fuerza su carajo dentro de mi boca. Esta vez yo colaboré, y como pude alojé su enorme ciruela entre mis labios…, comencé a chupar y sentir cada vez mas adentro su ariete. Erika –que se había situado detrás de mí-, sostenía con fuerza mi nuca, de manera que yo no podía echarme hacia atrás mientras Alberto empujaba con fuerza y yo mamaba con todas mis ganas.

Era la primera vez que chupaba un pico, y lo sentía rico. Amenazador, grueso, potente, caliente, hediondo, con olor y sabor a mariscos, pegajoso, prepotente. En forma insolente violaba mi boca y se alojaba en mi paladar. La cabezota de maese príapo en varias ocasiones toco mi úvula, haciendo que me atore, pero a Alberto aquello no le importaba, sino, muy por el contrario, le divertía ver como lagrimeaban mis ojos. Sentí que la comisura de mis labios se distendía al máximo.

Estaba vuelto loco chupando aquel enorme carajo, y pajeando su tronco mientras disfrutaba con aquel pedazo de carne morena dentro de mi boca. Alberto me urgía para que lo haga acabar: "vamos putito.., chupa bien…, chupa fuerte mierda…, metelo todo en tu hocico…, así!!, así con fuerza!!..., vas a ver lo que es un buen pedazo de pico en tu puto hocico…, ¡¡chupa mierda!!..., ¡¡hazme acabar!!".

Su venida no se hizo esperar, nuevamente tensó sus gruesas y morenas piernas, nuevamente gritó guturalmente al tiempo que inundaba mi boca con su enorme descarga de semen. Sentí que inundaba mi paladar con su blanco, espeso y caliente líquido. Sus mocos se deslizaron calientes por mi garganta hacia abajo, pero sus últimos tres chorros los mantuve un poco dentro de mi boca, sobre mi lengua para saborearlos antes de tragármelos. Aquello le encanto a mi Patrón, y me lo hizo saber: "me gusta un puto sirviente que disfrute saboreando mis mocos, y de ahora en adelante vas a comer mucho moco, de diferentes sabores…, carajo!! Que bien lo haces!!" "Ahora debes limpiar bien mi pichula sirviente!"

Yo me día la tarea de recorrer nuevamente su gruesa y enorme babosa, lamiendo y chupando todo el liquido seminal que se encontraba sobre ella. Tuve que poner especial cuidado cuando mi Patrón me ordenó que le limpiara bien detrás de la cabeza del pico. "Recoge toda la cremita que está en el cogote de mi pichula…, ¡¡eso.., ahí detrás de la cabezota!!.., limpia bien la crema que se me aloja detrás de la cabeza del pico…, siempre que culeo se me acumula esa crema amarillenta". Yo apliqué la punta de mi lengua y recogí toda esa crema amarilla y amarga. Pensé en escupirla, pero la mirada de Alberto me indicó que el quería ver como me la tragaba, así que colocando nuevamente la cabeza del pico en mi boca empuje con ella la crema del pico y me la trague.

Pensé que había terminado mi tarea, y no sentía ningún sentimiento de culpa por lo que acababa de hacer, sino que por el contrario, imaginaba que esto sería el inicio de una serie de encuentros degenerados, en donde podría disfrutar mamado este exquisito pico que aún tenían entre mis manos.

Estaba en esos pensamientos, cuando sentí que Alberto me ordenaba. "aún no te retires…, tienes que limpiar el hoyo de mi culo…, un poco de semen se deslizó hasta abajo". Se acomodó, de manera que los cachetes de su poto quedaron fuera del borde del sofá, y abriendo con sus manos sus nalgas exhibió su ojete. En realidad estaba mojado con bastante esperma. Yo aproximé mi cara entre sus piernas hacia su culo, y lamí con todas mis ganas el hoyo del culo de Alberto. Esta vez sus mocos tenían un sabor diferente. Estaban fríos y el sudor de su trasero se mezclaba con el sabor de su semen. Era un sabor diferente.., mas amargo. Pensé que me gustaba mas una buena descarga caliente.

"Limpia bien mi hoyo mierda!!" Ordenó mi Patrón. Yo apliqué mi lengua con fuerza y la metí incluso dentro de su culo y chupe los mocos que estaban en su hoyo. "Eso.., así.., que rico lo haces.., eres un excelente chupapico y lameculos. ¡Bésame el hoyo!". Nuevamente coloqué mi boca en su culo y me ocupe de besar y lamer su hoyo. Era enorme, moreno y peludo.., pero yo disfrutaba teniéndolo en mi cara, y Alberto tuvo que pedirme que parara, porque yo no cesaba de besar y lamer su ojete, y de meter mi lengua bien dentro de su hoyo.

Termine dándole un sonoros besos en la enorme ciruela de su pico, mientras Alberto elogiaba mi trabajo "que buen sirviente eres.., chupas como nadie!"

Este fue nuestro primer encuentro, en un día sábado en la mañana. Me gustaría saber sobre los comentarios de mi relato (que es real). Mi correo es fernandohard@hotmail.com