Mi primera experiencia cruising

Buenas chavales!! Os traigo mi experiencia de cruising, en la que, sin saberlo ni planearlo, conocí a alguien muy especial.

Buenas,

Debido a la acogida de mi primer relato, tanto por comentarios de la web como por correo electrónico, hoy os traigo mi segundo relato! Y esta vez es doble… jejeje (modo diablo).

Me encanta que me escribáis por correo, así que seguid hablándome (y si esos correos van acompañados de fotos mejor que mejor… quien sabe, igual pasa algo y me da para escribir otro relato cuidado jajaja).

A lo que iba. Bueno, voy a situaros un poco a todos por si no habéis leído mi primer relato (Primera experiencia gay). Me llamo Guillermo y soy de Madrid. Los que sois de Madrid sabéis, perfectamente, que aquí el cruising está que arde jajaja. Tras mi primera experiencia con un tío, pues oye, sentía mucho morbo y ganas de seguir probando, y como tampoco es fácil ligar por estas apps que todos sabemos, pues me lancé a la aventura.

Unos días antes de adentrarme en el oscuro y divertido mundo del cruising, estuve informándome por internet, ya que no tenía ni idea de como funcionaba. Entonces me aprendí los típicos tips de todo principiante: si lo haces en un baño, haz que meas y te vas tocando poco a poco; si lo haces en una estación, más de lo mismo, si lo haces en un parque, más de lo mismo pero esta vez con alguna que otra mirada a los que van paseando por la zona jajaja. Aprendí bastante rápido la lección, y ahora solo me quedaba ponerla en práctica.

En internet escribían bastante sobre los baños de la estación de Chamartín, diciendo que allí iba todo tipo de gente en busca de lo mismo (tanto jóvenes, como mayores). Lo que no tenía ni idea era de la hora a la que había que ir para pillar algo, pero por si acaso me acerqué sobre las 7 de la tarde, una hora neutra jajaja. Cuando llegué, vi cierto movimiento en la entrada de los baños, pero sin llegar a entrar. Había unos dos días tanto vueltas por al lado de las mamparas que separan los baños de hombres y mujeres, con gafas de sol (cosa que me llamó la atención porque esto fue en noviembre), y mirando a todos lados. Estaba claro que iban a lo que iban, porque cada vez que entraba un tío bueno le miraban y entraban, para a los pocos minutos salir, de lo que entiendo que aquel chaval buenorro que entraba no le apetecía polla para merendar precisamente jajaja.

Estaba muy nervioso, incluso antes de entrar me tomé una cerveza en el bar de la propia estación para seguir viendo el panorama. Tras 15-20 minutos en la cafetería, y viendo que el movimiento era continuo, decidí lanzarme a la aventura. Tenía todo listo la verdad, un par de condones y mucha saliva jajaja. Cuando me iba acercando a la entrada del baño, un par de tíos, no los mismos que antes, estaban apoyados en la mampara. Fue ver como me iba acercando y los cabrones me miraban de arriba abajo, incluso uno de ellos se llevó la mano al paquete y se sobó, un claro mensaje de que quería fiesta vaya. La verdad que no eran ni mayores, ni jóvenes, rondarían los 35-40 años, y eran bastante guapos la verdad, la típica barba corta, vestidos de chándal y uno de ellos llevaba un piercing en la nariz y en la oreja.

La cosa es que entré al baño y estaba vacío, solo había un tío cascándosela bastante fuerte en el ultimo lavabo por la izquierda (bueno, entiendo que muchos de vosotros no conoceréis estos baños, pero son los típicos de estación: entras y tienes los lavabos, luego baños cerrados y baños de pie, sin más). Entonces ese señor me miraba mucho y se la cascaba con mucha fuerza, pero no me llamaba la atención la verdad, ya tenía mínimo 60 años y no era atractivo, así que nada. Me puse  de pie y comencé a bajarme un poco los calzoncillos para dejar al aire libre mi reliquia tan preciada jajaja. Acto seguido, entró el primero de los tíos que había visto apoyados en la mampara, en concreto el del piercing. El cabrón de él se puso al lado mío y tardó 1 segundo en dirigir la mano hacia mi polla. Empezó a tocarme los huevos, lentamente, y luego agarró la polla y empezó a cascármela. Al mismo tiempo le veía que se quería acercar, más y más, hasta que dejó la boca a 5 centímetros de la mía, momento en el cual nos dimos un beso bastante guarro para que mentirnos jajaja, metiéndome la lengua hasta la campanilla, chupándome las comisuras de los labios (todo esto con excesiva saliva jaja). Al minuto entró el otro tío, tendría unos 40-45 años, tampoco soy muy bueno con la edad.

Este último no hizo ni el gesto de ponerse a mear, directamente vio la situación y que nos lo estábamos montando entre nosotros y se puso a tocarme el culo, metiendo la mano por el pantalón y bajándole poco a poco. Como podéis imaginar, el morbo iba a más y a más, hasta el momento en que fui yo mismo el que se lo bajó completamente y el comenzó a meterme la mano entre las nalgas, y rozándome cada vez más el ojete. En ese momento escuchamos que entraba alguien, así que tuvimos que cortar el rollo y hacer como que estábamos, simplemente, meando. El chico que entró únicamente se lavó las manos y se marchó, así que el parón fue corto. Cuando se marchó, el chico del piercing me comenzó a comer los pezones (esto es una cosa que nunca antes había probado pero os prometo a todos que es muy excitante, demasiado). Mientras me comía los pezones seguía cascándomela, y entonces le pedí directamente que me la comiera. No dudó ni un segundo, y se puso de rodillas y empezó a tragar. Madre que le parió al cabrón, vaya mamada, que sensibilidad, que lentitud para todo. No es el típico que se pone a mamar a toda velocidad no, iba lento, apartando la piel poco a poco, lamiendo alrededor de todo el glande… uf, la ostia sinceramente. Si, no estoy circuncidado si había alguna duda, jajaja.

Para todo esto, yo me fui animando y le agarré la pedazo de polla, porque si, le mide 20 centímetros (ya entenderéis por qué lo se con tanta exactitud) y empecé a cascársela bastante rápido. Mientras tanto, el otro tipo seguía tocándome el culo, primero con la mano y luego empezó a usar un dedo para ir metiéndole poco a poco, pero no me moló mucho la sensación al principio y se lo dije. Al ver que no me molaba, este tío se dedicó a ver únicamente lo que íbamos a hacer el del piercing y yo en cuestión de segundos.

Me arrodillé, con el pantalón hasta abajo (es decir, todo mi ojete quedaba a la vista de quien entrara, y más de ese tío que quería perforarle jajaja) y comencé a chupar la polla del conocido como chico del piercing, una y otra vez, como si no hubiera un mañana. El tío que estaba al final, el marginado del lavabo, aumentaba la velocidad de su paja hasta que gimió un poco y se corrió, y a los 5 segundos se marchó como si alguien le persiguiera vaya, muy curioso de ver jajaja.

Yo seguía a mi tarea, y poco a poco iba tragando más y más, hasta la arcada, que me dieron vayas. El señor del culo seguía insistiendo en tocarme el ojete, pero estaba tan cachondo que me daba igual, le dejé. Se arrodilló y empezó a chuparme y morderme las nalgas, y me puso a cien. Separé las manos del pollón del chaval del piercing y las usé para abrirme todo lo que pude las nalgas y enseñarle todo al señor, el cual comenzó a chuparme el culo. Esta sensación no se puede describir si no la vives, así que todos los que la sintieron alguna vez sabrán de que hablo.

La situación ahora era la siguiente: yo, aferrado al pollón del chico del piercing, y el otro señor, comiéndome el culo, ósea, nada más excitante vaya. Todo esto se mezclaba con el clásico olor a baño de estación, lo que hacía que me sintiera todavía más cachondo al ver que cualquiera que entraría podría vernos. En este momento escuchamos que venía alguien, y nada más y nada menos era el segurata de la estación, que se dio una vuelta, nos miró (nosotros haciendo como que estábamos meando) y se marchó al minuto.

El señor que antes estaba mamando mi culo se puso de pie y le vi sacar un condón de mi pantalón. Rápidamente supe lo que quería hacer, y le dije que no, no me sentía preparado en ese momento, y menos con alguien al que acababa de conocer hace escasos 5 minutos. El lo entendió y siguió moviendo el dedo, cada vez un poco más dentro de mi. La polla del chico del piercing estaba a punto de explotar, y me dijo:

-       Rey, me voy a correr.

Yo asentí y le dije que quería toda la leche que tuviera en la boca, estaba tan en modo cerdo que me daba lo mismo. Poco tiempo después me apretó la cabeza contra la polla, me la metió casi entera, arcada tras arcada, y sentía tres trallazos abundantes en la garganta. Uf, que caliente estaba eso, que maravilla, lo que sentí es que no pudiera saborearlo un poco antes de tragarlo la verdad. Se arrodilló y me dio un beso con lengua, muy profundo. El otro señor seguía en mi culo y se empezó a pajear, hasta que al poco de empezar, se corrió en mis nalgas, aunque su corrida no fue tan abundante la verdad.

Cuando acabamos, el puro instinto de “miedo” de ser vistos, después de pasar el morbo, nos hizo vestirnos rápidamente y limpiarnos. Cuando me fui a lavar las manos, el señor del culo (llamémosle así jajaja) se marchó rápidamente, pero el del piercing se quedó, mirándome, durante bastante rato. Yo notaba como me miraba y se reía, con cara de querer hablar conmigo, pero no se, la situación era un poco extraña y decidí irme. Al salir del baño, yo me dirigía al aparcamiento a pillar el coche e irme para casa, y entonces noté como este chico me seguía, hasta que me dijo

-       Ey tío, para. Una cosa rápida.

Yo en ese momento estaba entre cachondo (por lo que acababa de vivir) y asustado porque yo no le conocía de nada. Me dijo que no me preocupara que no quería nada más que mi número, que le había gustado mucho y que quería tomar algo conmigo, cuando yo quisiera. Dudé un poco en dársele, y me dijo que si quería me invitaba a tomar algo ahora y así le conocía y podía ver que no tenía ninguna mala intención. Así lo hicimos.

Me llevó a una cafetería que está en Ópera (los que sois de Madrid sabéis cuál es, ya que tampoco quiero dar el nombre exacto). Me acordaré siempre de lo que se pidió: un gin-tonic “muy cargado”, así se lo hizo saber a la camarera. Yo me tomé otra cerveza, y estuvimos hablando durante bastante rato. Se llamaba Pedro, tenía 29 años (le había echado yo de más jajaj) y era profesor, en concreto de cocina. Era originario de Mallorca, pero vino aquí hace muchos años tras separarse de sus padres puesto que no aceptaban su condición. La cosa es que el chaval me interesaba cada vez más, pero la hora se me estaba echando encima y tenía que marcharme.

Al irnos, me pidió el número, y se le di sin pensármelo. Cuando llegué a casa, unos 20-25 minutos después, tenía un mensaje de el, diciéndome textualmente “gracias por la tarde que he pasado. Espero verte pronto”. Y si, nos vimos, tuvimos una noche muy bonita en la que viví nuevas experiencias que me abrieron la mente a un nivel inesperado (cosa que ya os contaré en el próximo relato si os parece).

Pedro, hoy en día, duerme conmigo todas las noches, vivimos juntos y estamos muy bien juntos, viviendo experiencias cada día.

Espero que os haya gustado el relato, y quiero recalcar que todo lo que cuento es cierto, nada inventado. En el próximo relato, si os parece, os contaré la continuación de mi cita con Pedro, que, obviamente, escribiré con su participación.

Un beso!

Guillermo.