Mi primera experiencia con un hombre

Javier, un bisexual maduro, será el protagonista de mi primera experiencia homo completa.

MI PRIMERA EXPERIENCIA CON UN HOMBRE

Javier, un bisexual maduro, será mi primera experiencia homo completa.

Siempre me ha considerado heterosexual. A mis veinticinco años, he tenido algunas experiencia homo, pero que nunca han pasado de caricias y algún beso, por lo que las he considerado como anecdóticas. Mientras me masturbaba, algunos días, había fantaseado con ser penetrado por otro hombre, por sentir su semen un mi interior, y en más de una ocasión me he quedado mirando, ensimismado, a otro chico, en el bus o en el metro, imaginándome como sería hacerle una mamada, sentir como un pene crece y crece en mi boca. Pero ahí había acabado todo. Quizá mi valor no daba para más.

Pero un cálido día de primavera, eso cambió. Me llamo Marcos, trabajo en una sucursal de un banco, y vivo en Barcelona, España. De complexión media, castaño. En la línea que cojo todas las mañanas, del Metro, para ir al trabajo, casi siempre coincidía con un hombre, de 60 años, muy bien plantado, atractivo, que, al verme, me saludaba con la cabeza. Con el paso de los días, nos fuimos saludado y charlando un poco, al recorrer, casi todos los días el mismo trayecto. El, que se llamaba Javier, trabajaba en un despacho de abogados en el centro, a unos pocos metros de mi sucursal bancaria.

-¿Por qué no nos tomamos algo esta noche? Pasó a recogerte a eso de las 7 y ya veremos dónde vamos....

-Claro, a las 7 en la puerta de mi oficina, ¿estarás?

-Por supuesto.

Pasé todo el día sin poder concentrarme. Javier no había hecho referencia a si estaba o no casado, a si le gustaban los hombres o las mujeres, pero no cabía duda que algún interés tenía en mí, por la forma de mirarme, siempre, de arriba abajo. Pero mi escasa experiencia con otros hombres no me podía servir de guía.

Nos vimos a la hora convenida, y fuimos a tomar unas cervezas y a cenar a una tasca del centro. Allí me dijo que estaba divorciado, sin hijos, que vivía solo y que nunca despreciaba una buena aventura sexual. Pero seguía sin dar muestra de ninguna tendencia sexual concreta. Al terminar la cena, algo borrachos los dos, nos dirigimos hacia una parada de taxis.

Allí, de camino hacía la parada, me cogió de la mano, y, casi corriendo, me metió en un viejo portal. Nos besamos. Pude sentir su lengua recorriendo toda mi boca, obligándome a tragar su saliva. Su pene en erección. En unos segundos estaba metiendo sus manos en mi pantalón, desabrochando mi cinturón y sacando al aire mi polla, totalmente erecta. Esta extasiado. La cogió del glande, con firmeza, y dio un par de de movimientos de muñeca, hacia la base de mi pene. Fue suficiente. En tres o cuatro chorros, mi semen le manchó la camisa, los pantalones, sus brazos. Creo que incluso le llegó al cuello.

-Vamos mi niño, échalo todo, no guardes nada.... Ufffff ..... Se ve que tenías mucho acumulado.....

Me sentía avergonzado. Unos tocamientos y me había corrido. Seguro que Javier tenía una pésima imagen de mí. Pero, contra todo pronostico, me volvió a besar, sin importarle nada sus abundantes machas –provocadas por mí-, incluso pareció sentirse orgulloso.

-No soporto a los chicos que, cuando se corren, le salen cuatro gotas, que apenas si cubren su glande... Pero veo que tú no eres así.... Mira, vamos a mi casa, que podremos estar más tranquilos, y vemos si siempre sueltas la misma cantidad de semen....

Tenía miedo. Le abracé y le confesé que era virgen, que había tenido alguna experiencia con chicos, pero jamás había sido penetrado, que hacerlo con él sería perder la virginidad. Se mostró aún más contento.

-Mi niño, será todo un placer ser el primero....

En unos minutos llegamos a su casa, un pequeño apartamento al norte dela ciudad. Al entrar nos dirigimos al salón, donde Javier, sin prisas, preparó dos copas. Nos sentamos en el sofá, mientras tomábamos las copas y nos besábamos, tranquilamente. Javier me confesó que una de las razones de dejar a su esposa fue que se encontraba más cómodo con hombres que con mujeres, en el plano sexual, pero que nunca había rechazado estar con una mujer atractiva.

Al acabar su copa, me desnudó completamente, y se sentó en el suelo, entre mis piernas. Cogió mi polla y se la metió en la boca.

-Javi, desnúdate, por favor, quiero verte desnudo... Ayyyyy.... No quiero volver a correrme tan pronto...

-No te preocupes mi niño, que habrá tiempo de todo... Y no te vas a correr tan pronto.... –dijo con la boca llena de líquido preseminal.

Aquello era maravilloso. Tenía a un hombre maduro, con experiencia, comiéndome la polla, sabiendo que en unos minutos será penetrado por él, perdería mi virginidad....

Javier se levantó de un golpe, y empezó a desnudarse, frente a mi. Tenía un vientre firme, se veía que iba al gimnasio a menudo, pero lo mejor fue al bajarse los calzones. Tenía una polla colosal. Con forma de seta, muy oscura y ancha, sobre todo el glande. Casi 20 centímetro. Me la metí en la boca.

-Qué gusto estar con un chico joven. Mi última experiencia gay fue con un hombre de mi edad, y tardó uns hora en lograr empalmarse... Uyyyyy .... Niño, no tan aprisa, que no es ahí donde tengo que correrme.....

Era la primera vez que tenía una polla en mi boca, así que intentaba imitar a las amantes que había tenido, repitiendo aquello que a mí me daba placer, como meterme toda la polla dentro, o lamer con fuerza la base del glande. Al principio me supo raro, pero luego me encantaba sentir palpitarlo dentro de mí, sentír como crecía y crecía, y como a Javier le estaba dando una de las mejores mamadas de su vida, a juzgar por la cara que ponía.

-Niño, ha llegado la hora de que piernas tu virginidad... Vamos al dormitorio.

Me levantó del sofá amarrándome de las axilas, uno enfrente del otro, nos besamos con fuerza, con nuestras pollas, rígidas, frotándose la una con la otra. Me cogió de la mano y entramos en un dormitorio grande, algo austero, pero con una cama espaciosa.

Nos tumbaos y seguimos acariciándonos.

-Marcos, tengo que explicarte una cosa. Hay muchas formas de hacerte perder la virginidad, pero con respecto al uso del condón...

-Nada de condón.... No quiero hacerlo mi primera vez con condón...

-No me conoces de nada mi niño...

-Nada, me fío de ti.... Me partirás el culo, sin condón.....

Javier se supo a reír. – Es mucho mejor, ya verás, se siente más.... Me puso a cuatro patas, mientras que con dos dedos, y su saliva, acariciaba mi ano, muy cerrado.

-Uy, pues no está tan cerrado como yo esperaba.... ¿No me estarás engañando? ¿No has follado antes? Ahora vas a ser mi putita, lo sabes, vas a follar conmigo siempre que quiera, y donde quiera.... Te van a follar mi amigos también, siempre que yo quiera, y sin condón, claro, dentro de unas semanas tendrás tanta leche dentro que ...

Javier me estaba poniendo a mil, y ya tenía tres dedazos en mi recto, abriendo mi culo. Se levantó y fue al cuarto de baño, a por vaselina, que se cubrió por toda su polla y por mi ano.

-Te voy a partir putita.... Dicho esto introdujo de una solo golpe todo su glande, haciéndome ver las estrellas. Me agarraba fuertemente las caderas y la nuca, para evitar que pudiera moverme. Bastaron dos golpes de cadera para que me metiese toda su polla. Sus testículos chocaron con los míos. Me desplomé sobre la cama, cayendo Javier sobre mí, sin dejar de marcar un ritmo tranquilo, pero firme, constante.

-Sabe a gloria cielo.... Uffff... Tan cerrado...... Es el mejor regalo que me han dado desde hace mucho..... No me quedad nada....

Sacó su miembro de mi interior, casi de golpe, me colocó boca arriba. Me abrió las piernas y volvió a penetrarme de un tirón, tumbándose sobre mí. Me besó con fuerza. Los dos estábamos cubiertos de sudor, y mi pene, atrapado entre nuestros abdómenes, me iba a reventar. Puse sus manos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura. Me sentía toda una mujer, en esta postura.

-Javi.... Ufffff.. Me quiero correr... No aguanto más.....

-Vamos, vamos, mi putita, córrete ya.... Ayyyyy .... Vas a sentir un litro de leche en tus tripas, ya mismo... Vamos, quiero ver tu cara mientras te corres...

Me agarró el rostro con ambas manos y entonces me corrí, cubriendo nuestros pechos y tripas de espeso semen. El cuarto olía a sexo de forma asfixiante.

-Me ha encantado la cara que has puesto al correrte..... Uffff.

-Ahora tú, vamos, déjame verte mientras llenas de leche a tu niña, vamos...

En unos segundos mi recto se llenó de cálido esperma. Javier, empapado de sudor, no dejaba de moverse, como si quisiera echar –dentro de mí- hasta la última gota de esperma. Cayó rendido sobre mí.

-Eres maravilloso.... –me dijo con un hilillo de voz.

Nos quedamos dormidos con su pene en mi interior.