Mi primera experiencia con el sexo opuesto

De como perdí la virginidad a mis 18 años

Mi primera experiencia con el sexo opuesto

Ya habían pasado un par de años desde mi primera experiencia a los catorce con mi amiga Silvina y nuestra relación era mejor que ninguna otra que yo hubiera soñado. A mis 18 años, y en el último año de la escuela secundaria,  había encontrado en ella a mi mejor amiga, mi amante, mi maestra en el sexo y muchas otras cosas más.

De su mano aprendí lo que para mi era lo más importante, masturbarme. Pero además Silvina me había ayudado a vencer mis miedos y complejos, me había enseñado a aceptar mi cuerpo como algo bello, particularmente mi cola y mis piernas que eran mi gran complejo, y me había llevado a olvidarme de la vergüenza.

La mamá de Silvina tenía varios negocios de ropa de moda, entre ellas un par lencerías y nos dejaba a ambas sacar ropa prácticamente gratis, por lo que mi guardarropas de a poco también había ido cambiando, sobretodo el cajón de ropa interior.

Lo unico que no había cambiado hasta el momento era mi relación con el sexo opuesto. Si bien me atraían algunos hombres, particularmente un par de mis compañeros de natación, y me había besuqueado con varios en la escuela o en los boliches, nunca había pasado al plano sexual con ninguno de ellos. Simplemente no me excitaban en lo más mínimo y ninguno tenía las formas de calentarme que tenía Silvina. Tampoco me excitaban otras mujeres más que mi amiga.

Silvina en cambio, después de un par de años locos donde había probado cuanta verga le pasó cerca, finalmente sentó cabeza por decirlo de algún modo, y estaba de novia con un chico de Mendoza dos años mayor que nosotras y que estudiaba ya en la universidad de Córdoba, y que actualmente es su marido.

A su novio le era totalmente fiel, salvo conmigo. Si bien había abandonado sus andanzas con otros hombres, ella y yo no habíamos dejado de tener nuestros fogosos encuentros sexuales, y nunca los ibamos a dejar.

Ese verano, cuando ya habíamos terminado la escuela secundaria y antes de comenzar con los cursos de ingreso a la facultad, Silvina se había anotado en el Profesorado de Teatro en tanto que yo lo había hecho en el profesorado de Educación Física, decidimos irnos las dos algunos días de vacaciones juntas, ya que ninguna habíamos querido ir al viaje de fin de curso a Bariloche porque no nos llevábamos bien con nuestros compañeros. Así que le pedí prestada a mis tíos una casa de veraneo que ellos tienen en Traslasierra, una zona muy turística cerca de Córdoba. El novio de mi amiga iría también, pero al pueblo vecino junto con varios de sus amigos con quienes ya habían arreglado mucho tiempo atrás ir de vacaciones.

Mis tíos no tenían problemas en prestarme la casa, salvo por el hecho que mi primo iba a estar también allí, ya que estaba terminando su tesis en arquitectura y se había instalado en el lugar para estar tranquilo y lejos de la ciudad. Además que su proyecto final era un gran hospital público en la zona y le quedaba más cómodo estar cerca del lugar.

Rodrigo en realidad no era familiar mío de sangre dado que no era hijo de la hermana de mi mamá, sino que era hijo del primer matrimonio de mi tío, sin embargo nos conocíamos de toda la vida, por lo que a mi vista era mi querido primo mayor, aunque últimamente sólo nos veíamos únicamente en la grandes reuniones familiares como navidad y año nuevo.

Cuando llegamos a la casa fue él quien nos recibió con mucha alegría y nos indicó cuál iba a ser nuestra habitación. Todas sus cosas y material de estudio estaban en su cuarto, incluido su tablero de dibujo y su computadora, por lo que pidiéndonos disculpas nos asignó la habitación de mis tíos en lugar de darnos la suya que tenía dos camas. Pobre de él si hubiera sabido que una cama doble donde dormir juntas era lo que veníamos soñando con Silvina desde que habíamos salido de casa.

Los primeros días fueron de lo más normal, y transcurrieron entre la pileta y las idas al río. El novio de mi amiga llegaría hasta 3 días después que nosotras, así que teníamos ese tiempo para pasarlo juntas. A mí primo rara vez lo vimos los primeros dos días salvo para comer. Pero al tercer día, a la tarde, estábamos en la pileta tomando sol cuando lo vimos llegar solo con su malla y una toalla. Hacía mucho calor esa tarde y él había decidido dejar por un momento sus estudios para unirse a nosotras en la pileta. La verdad que hacía mucho tiempo que no veía a Rodrigo con tan poca ropa y aunque sabía que era muy activo en los deportes, él jugaba al rugby para la Universidad, nunca me hubiera imaginado que tendría tan buen físico. A Silvina tampoco le pasó desapercibido e incluso pensé que se le iba a insinuar, sobretodo porque se le adivinaba un lindo bulto a través de la fina tela de su traje de baño, sin embargo mi amiga se comportó como toda una señora fiel y no pasó de algún que otro juego de galanteo entre ellos.

Esa noche en la cama, mientras jugábamos con caricias entre nosotras después de un intenso 69 que nos había hecho acabar como yeguas varias veces a las dos, Silvina fue directo al grano y me preguntó sobre mi primo

  • ¿Tiene alguna afortunada novia el bombonazo de tu primo? - yo acostumbrada a su excesivo gusto por los hombres lindos y con cero celo de mi parte le conteste que no - ¿segura? Tremendo macho y sin una hembra, es una pena -

  • Tuvo novia varios años, yo la conocí, era compañera suya de la facultad. Pero la navidad pasada fue solo a casa y ahí nos enteramos que se habían peleado y ella se había vuelto a su ciudad, creo que era de Salta - le expliqué intuyendo que Silvina se lo quería comer - ¿Estás pensando en meterte ese pedazo de carne en alguna parte de tu cuerpo? Les prestó la cama - le dije riendo.

  • ¿Yo? Para nada, con el vergon de Marcelo me sobra. Más bien estaba pensando en que vos lo disfrutaras -

  • ¿Yo? - le pregunté aguantando la carcajada - es mi primo boluda, como me voy a enganchar con él -

  • ¿Quién habló de engancharse? Yo solo digo que tiene un muy lindo lomo, y al parecer esta bien armado ahí abajo, como para que pruebes el sabor de un hombre por primera vez. A él ganas no le faltan - dijo guiñandome un ojo

  • ¿Estas loca vos? mira si se va a andar fijando en mí, además es mi primo tarada, es enfermiso - dije como para cortar la conversación que me había acalorado bastante -

  • Es el hijo de tu tío nena, no califica ni como primo segundo tuyo. ¿Además cual es? Tampoco te estoy diciendo que te cases con él. Y solo para que lo sepas, si se fijó en vos, es más, en varias ocasiones te desnudo con la mirada. Tanto se fijó en vos que por primera vez sentí que era invisible al lado tuyo. Y no es para menos, con esa bikini que tenías puesta hasta el más puritano se hubiera calentado con ese culo -

Poco a poco fui desviando la conversación a otro lado para cambiar de tema. Me ponía nerviosa lo que me decía Silvina, en parte porque era mi primo y justamente por eso lo veía como un tabú y en parte porque no quería admitir realmente que la idea me había calentado.

El sábado nos fuimos al pueblo vecino porque Marcelo y sus amigos harían un asado y la idea era después irnos a un boliche. Todo iba bien esa noche, Silvia no se despegaba de su novio en la pista de baile y uno de sus amigos, Román creo que se llamaba o algo así, bailaba conmigo. No era feo pibe, y hasta parecía atento.

El resto de sus amigos estaba cada uno en la suya. Pero en un momento de la noche el chico que estaba conmigo se había puesto realmente cargoso y ante mi décima negativa de besarlo, se fue a buscar alguna que si le diera bola no sin antes decirme que era una histérica calienta pijas. La verdad es que me molestó tanto su actitud que decidí irme mucho más temprano del boliche. Como Silvina se iba a quedar a pasar la noche, y por pasar la noche se refería a coger toda la noche con su novio, habíamos acordado que yo me volvería sola esa noche a la casa de mis tíos en el auto de ella. Me despedí de ellos sin dar demasiadas explicaciones y me fui a buscar el auto.

Cuando llegué, toda la casa estaba a oscuras, evidentemente mi primo estaba durmiendo. Pero por el calor que hacía, más la bronca que traía por el trato del boludo del amigo de Marcelo, decidí irme a la pileta en lugar de a la casa.

No traía mi malla, pero cómo iba a estar sola decidí meterme sin ella. En la oscuridad del patio me saque la minifalda que traía puesta quedándome solo con un pequeña tanga rosa, y dado que estaba usando por primera vez el corpiño que traía puesto, y era carísimo, me decidí por sacarlo y meterme solo en tanga y musculosa. Estaba sola, a quien iba a importarle, si el único que estaba en el lugar estaba seguramente durmiendo.

El agua estaba increíblemente hermosa a esa hora, sin embargo mientras terminaba de nadar de una lado a otro, escuché la voz de mi primo que me sacaba del solitario momento.

-

Escuché ruidos en el agua y pensé que alguno de los perros se había caído adentro - me dijo mientras  disimuladamente me miraba. Yo estaba roja de vergüenza y había apretado mi cuerpo contra la pared de la pileta para que no me viera ni la bombacha ni mis tetas transparentandose por la musculosa blanca mojada -

  • perdón si te desperté Rodri -

  • No me despertaste, yo recién vuelvo de la casa de un amigo. Nos juntamos a tomar algo y como estaba cerca fui caminando. ¿Cómo te fue? ¿Qué tal el agua? Ahora me tienta meterme ¿Te molesta si te acompaño? - dijo con un tono que se podía prestar a cualquier interpretación.

  • Está linda el agua, aunque me da un poco de vergüenza que me encontraras así-

  • ¿Vergüenza? ¿Por qué?-

  • Porque como creía que estabas dormido, no quise entrar a buscar mi malla, estoy en ropa interior -

  • Bueno, eso se soluciona fácil - me dijo mientras se sacaba la remera y las bermudas quedando sólo en boxers - Ahora estamos en igualdad de condiciones - aclaró y se metió al agua

No puedo negar que la imagen del cuerpo de mi primo parado al borde de la pileta en unos ajustados boxer negros me gustó, y mucho. No tenía ni un solo gramo de grasa en el cuerpo, los abdominales marcados y su cola...bueno, su cola era tremenda.

En el agua continuamos la charla acerca de la noche y le conté lo grosero que había sido el chico que estaba conmigo y lo mucho que me había enojado su forma de tratarme. Mi primo me explicó que la mayoría de los hombres jóvenes lo único que buscan es ponerla, más cuando están de vacaciones. El no era mucho más grande que el chico del boliche así que le pregunté si era igual, si sólo buscaba donde ponerla todo el tiempo, a lo que me contestó que en su caso era distinto porque él había pasado sus últimos años en pareja. Y que desde que se había peleado con su ex sólo se había concentrado en los estudios. Yo  estaba inmovil, más que nada porque me daba vergüenza cómo estaba vestida y él parecía moverse sin inhibiciones por todos lados. Pero yo me daba cuenta que no dejaba de mirarme tratando de adivinar lo que cubría el agua y que cada vez estaba más cerca. La verdad que su dulzura me estaba excitando más allá de su cuerpo.

No supe en qué momento ocurrió, pero de pronto lo tenía muy cerca mio y sin aviso previo buscó mi boca y sus brazos me rodearon. Por la sorpresa me quedé congelada y él dándose cuenta se alejó sólo un poco.

  • Perdón Sofi, perdón, no se que me paso. Tal vez es que tomé un poco de más, o tal vez es que hace mucho que no estoy con una mujer - se excusó.

  • No, está bien, es que me agarraste de sorpresa, y además con esto que somos primos…-

La verdad es que me daba un poco de cosa. Pero mi primo era el primer hombre que al besarme me había generado algo en la parte baja del estómago. Él seguía excusándose por su comportamiento y yo realmente no estaba pudiendo pensar con claridad. En un momento dado fui yo la que se acercó a él y buscó su boca mientras mis brazos rodeaban su cuello, ya estaba entregada. Ese beso me demostraba que mi primo me excitaba mucho.

Sus manos bajaron de a poco de mi cintura a mi cola y yo sentía que volaba.  Sólo con Silvina había experimentado tanta pasión en un beso.

De pronto con sus manos me levantó de la cola y mis piernas fueron a rodear su cintura. Podía sentir la dureza de su pija apoyada en mi concha. Sólo la tela de su boxer y de mi tanga separaban nuestros sexos. Yo solo podía pensar en lo grande y dura que se sentía su pija y en lo mucho que deseaba que entrara en mi. Él debía estar pensando más o menos lo mismo mientras su boca ya recorría mi cuello e incluso bajaba a mis tetas.

Pese a lo caliente que me había puesto mi primo, había algo que me ponía nerviosa.Si bien tenía mucha experiencia en el sexo, sólo había sido con Silvina. Yo en ese momento todavía era virgen.

Mi primo notó mi nerviosismo y me aseguró que no iba a pasar nada que yo no quisiera, y fue en ese momento en que le confesé que yo era virgen. La duda se dibujó en su cara y se lo notaba turbado. Hasta el momento en que le aseguré que era con él con quien quería perder el virgo. Fue en ese instante que mi primo hizo una de las cosas más dulces que un hombre había hecho por mi, me miró y me pidió que fuéramos adentro para hacer las cosas con más calma ya que iba a ser mi primera vez.

Los metros desde la pileta a la casa se me hicieron eternos. El aire ya se había puesto frío y mis pezones, que ya estaban duros de la excitación, se terminaron de parar del todo.

Rodrigo me llevó directo a la ducha. Como un poseído se deshizo de su boxer y de las únicas dos prendas que yo estaba usando y nos fundimos en un baile de besos y caricias bajo el agua tibia. No dejó ni un centímetro de mi piel sin lamer o besar y cuando se arrodillo frente a mi concha y hundió su lengua en ella las piernas se me aflojaron. Silvina muchas veces me había dado placer con su lengua, pero lo de Rodrigo era igual de bueno y distinto. Al punto que muy rápidamente llegué a un tremendo orgazmo.

En el tiempo que tardé en reponerme, Rodrigo no dejó de acariciarme, besarme y decirme lo hermosa que era. Cuando por fin estuve lista, me levantó en vilo como si mi cuerpo hubiera sido una pluma y me llevó a la habitación de sus padres. Todo en él era suavidad y dulzura. Lo vi ponerse un preservativo y pensé que era la pija más grande y hermosa del mundo. Con los años comprobaría que no era la más grande, aún así está por encima de la media, pero sin dudas sigue siendo al día de hoy la verga más hermosa que vi en mi vida.

Yo lo esperaba acostada con las piernas abiertas y mi respiración agitada. Él se colocó encima mío y sin dejar de mirarme nunca a los ojos, apoyó su miembro en mi concha y suavemente empezó a empujar.

Cuando finalmente me penetró después de un par de intentos sentí un dolor que contrariamente a lo que esperaba, me llenó de felicidad. En esa posición tuve un orgazmo, y luego otro, y un poco después un tercero. No se si es por tanto deporte, pero mi primo podía, y puede actualmente, estar cogiéndome durante mucho tiempo sin acabar. Y cuando acaba no se le baja y puede seguir horas y horas.

Después del tercero le pedí si podíamos cambiar de posición. Así que se acostó y yo me senté encima de él. Si antes había sentido placer, ahora que yo estaba arriba y podía controlar los movimientos y el tiempo, mi cabeza explotó. El primer polvo que nos echamos en esa postura fue muy lento y profundo. Yo levantándome hasta casi salirme, para de nuevo metermela hasta el fondo. Sus manos acariciando mis tetas eran un plus sensual incomparable, y el orgasmo que le sucedió fue como un terremoto.

Entonces él me agarró fuerte de la cintura inmovilizando mi sube y baja y empezó a moverse muy rápidamente taladandrome la concha con vehemencia. Les juro que perdí la cuenta de la cantidad de orgasmos  que alcancé en esa posición, pero en un momento sentí a Rodrigo acelerando aún más y en lanzar un grito gutural mientras su pija se hinchaba en mi concha largando toda su leche. Sentirlo acabar de esa forma fue suficiente para que yo acabara una vez más y me desplomara sobre su pecho.

Nos quedamos en esa posición hasta que sentí como dentro mío se iba deshinchando su pija para finalmente salirse del todo.

No sé en qué momento me dormí, supongo que fue arriba de él mientras sentía sus caricias en mi espalda.

A la mañana siguiente me desperté sin saber dónde estaba y por un momento me asusté. Hasta que sentí el calor de su cuerpo pegado a mi espalda y su verga nuevamente dura apoyada en  mi cola y sonreí de felicidad.

¿Cómo lo desperté? En el próximo relato se los cuento.

Besos, Sofi