Mi primera experiencia con coprofilia y urofilia
Nunca en mi vida creí que mis limites fueran a sobresalir tanto como tener el interés por una experiencia en relación con la coprofilia y la urofilia. Por lo general mis relatos son sobre Amor filial pero esta vez es distinto y nuevo tanto para mis seguidores como para mi.
Esta experiencia que a continuación les platicaré, jamás la tuve planeada, ni mucho menos tener el objetivo de experimentar, pero a veces no es tan malo salir de la rutina. Antes que nada advierto a todos y cada uno de los lectores, que este relato contiene parafilias que para algunos puede ser repugnante y de muy mal gusto. Gracias.
Este viernes 29 de septiembre, tuve la oportunidad de llegar a casa temprano. No había absolutamente nadie. Las luces estaban apagadas. Entré y caminé a mi cuarto. Aventé la bolsa y me empecé a quitar los tacones. Sentí un gran alivio. Sonó el teléfono. Fui a la sala descalza a contestar. Mi esposo. Por lo general, y la mayoría de mis lectores, saben que él viaja mucho y soy yo la que tiende a Jorge y a Carolina. El motivo de la llamada era para saber como estábamos y que había de nuevo. Terminamos de hablar y fui a la cocina. Lavé unos trastes. Luego, revisé si había algo de comer en el refrigerador. Mientras checaba, una mano se metió a mi falda, lo que me hizo dar un brinco.
- Tranquila, soy yo.
- ¡¡Imbécil!! ¡¡No lo vuelvas a hacer!!, le grité.
Jorge me había dado un gran susto. No sabía si estaba o había entrado silenciosamente.
- Ya, mamita. Cálmate.
Me abrazaba y se pegaba en mí.
- Ya, suéltame. Déjame en paz.
Me soltó y me dio una nalgada. De ahí no pasó nada. Salió. Seguí buscando algo de comer. Al no encontrar nada bueno, decidí prepararme un sándwich. Saqué todo para hacérmelo. Todo iba bien hasta qué nuevamente llegó Jorge. Se paró detrás de mí, y me tomó de la cintura. Respiró mi cuello.
- Que rico hueles, mamá.
No podía negarlo. Disfrutaba de sus manos, de su nariz rosando mi blanca piel. Me dio un empujón con su pelvis.
- Lo tienes bien parado, hermosa.
- Si, ¿porqué?
- Me gusta. Seguro que te huele bien rico.
Me mordí los labios. Apartó mi cabello a mi lado derecho, y me besó la nuca. Se agachó y azotó mi nalga derecha con una palmada.
- Mira que culo más sabroso.
Me reí. Aunque traía falda, mi trasero resaltaba haciendo la forma de mis glúteos y mis curvas. Aunque estoy atravesando los 40, aun sigo manteniéndome en forma haciendo ejercicio los fines de semana, por lo que llamo la atención de mi hijo de algunos hombres. Aparte me considero una mujer bonita, rasgos finos, piel blanca. Ya en relatos anteriores dije que tengo un parentesco a la actriz Paget Brewster de “Mentes Criminales”.
En fin, me encantaba que golpeara mi trasero. Enterró la cara en mi culo y lo olió.
- Que rico apesta. Seguro lo pedorreas bien rico todos los días, ¿verdad?
- Jaja a veces.
Es difícil que una mujer no expulse pedos durante el día. Si no me equivocaba, me había tirado como 4. Subió mi vestido hasta descubrir mi culo.
- Mira nada más que rico.
Separó mis nalgas haciendo que se me metiera el calzón. Me quedaba como una tanga. Me besó el glúteo izquierdo. Luego el derecho y por último metió la cara para olerme bien la cola. Me olfateó. Me gustaba que metiera la jeta en mi apestoso culo. Lo disfrutaba. Aunque sabía que no me olía bien, me excitaba.
- Huele asquerosamente rico, mamita chula.
No le decía nada pero me gustaba lo que decía de mi trasero. Me bajó el calzón hasta dejarlo caer sobre mis pies y me abrió el culo para verme el agujero.
- Mmm que rico se te ve.
- ¿Si?
- Si, hermosa.
Miré hacia mi trasero para verlo y enterró la cara. Me olfateó. Le dio un gran respiro a mi colita apestosa.
- Te huele a mierda, que delicia.
- Que asco. Párate.
- No, espérate. Me gusta.
- ¿Cómo te va a gustar olerme el culo a mierda?
- Si, hermosa. Me excita mucho.
Separó bien mis nalgas y me dio una lamida en el ano.
- Dios, no lo hagas!!!
A pesar de que me olía mal, se atrevió a lamer mi zona.
- Te sabe rico el hoyo.
Volvió a resbalar su lengua. Lubricaba mi agujero. Sentía rico. Disfrutaba su lengua limpiándome el apestoso culo.
- Dios, que rico agujero tienes.
- ¿Te gusta chuparlo?
- Si, preciosa. Te sabe un poco ácido, pero me gusta.
Empujaba su lengua casi a punto de meterla en mi culote. Puse mi mano derecha sobre su cabeza y la presioné en mi trasero.
- Chúpalo, mi amor. Comete mi culo.
Lengüeteaba todo mi orificio. Me di la vuelta y me arrodillé.
- Ven, déjame chupar esa verga, dije desabrochándole el cinturón. No se interpuso. Dejó que le bajara el pantalón. Colgué mis dedos en el resorte de su bóxer, y lo bajé.
- - Dios mío!!
Saltó su tremenda verga en mi cara. Aunque es un chico de 20 años, tiene una verga de buen tamaño. La agarré y la olí.
- Mmmm, que rico huele.
- ¿te gusta, mamita?
- Si. Huele rico.
Me encantaba su aroma. Resbalé mis orificios nasales sobre toda su verga. Por su tronco y su glande. Olfateaba su cacho de carne. No espere más tiempo y la probé.
- Eso, mamita. Chúpala.
Miré a su rostro mientras le mamaba la verga. Succionaba. Lengüeteaba su glande.
- Que rico lo haces. Chúpala bien.
Cerré mis ojos y seguí comiéndome su miembro. Se lo lavaba con ganas. Me la saqué, la escupí y luego penetrarme nuevamente la boca. Continué chupándosela. Mi hijo no dejaba de soltar sus ligeros gemidos. Acariciaba mi cabello. Mientras se la chupaba, se la jalé.
- Que rico, mamita. Chupas bien rico. Aaahhh!!!
- Si, corazón!! Te sabe bien rica!! Me gusta mamártela.
Disfrutaba comiéndole su cachote de carne.
- Espera, voy al baño.
- ¿A que?
- Quiero orinar. Desde que llegué no eh ido al baño.
- ¿Quieres orinar?
- …si.
Aunque no era la mejor decisión que hubiera tomado en otra ocasión, no lo hubiera hecho, pero estaba tan excitada y con ganas de experimentar otras cosas, que me arriesgué.
- Hazlo en mi boca.
Se quedó sin palabras. Y lo entiendo. No había duda de que era algo nuevo e incluso algo repugnante para él.
- ¿ya lo has hecho?
- Pues…no pero…quisiera probar.
Se rió como si no creyera lo que estaba pasando.
- ¿entonces?. ¿Me darás?, le pregunté coqueteándole al mismo tiempo.
- Pues…si.
Le di unos cuantos suaves jalones a su verga y chupé su punta. Abrí la boca y recargue su glande sobre mi labio inferior de modo que apuntara hacia adentro.
- ¿ya?, me preguntó
Asentí. Segundos después sentí su agüita caer sobre mi lengua. Sonreí. Estaba caliente su liquido. Levanté la mano como señal de que se detuviera. Había llenado mi boca. Hice gárgaras y me la tragué. Ese sabor amargo resbaló por mi garganta hasta mi estómago.
- Que rica.
- Dios, mamá.
- ¿Qué?
- No pensé que lo fueras a tragar.
- Pues ya vez que si.
Me puse de pie quedando frente a frente.
- ¿Qué te pasa, corazón?
- No, nada.
- ¿Te sorprendiste?
- Un poco.
Soplé su cara y reí ante su reacción de taparse la cara.
- Huele rico, ¿no?
- Jaja no, claro que no.
- ¿Quieres probar los míos?
- ¿Qué?
- Aja. ¿Tomarías mis meados?
- No se.
- Ándale. Los míos saben ricos.
- ¿Los has tomado?
- Una vez.
- ¿Y te gustó?
- Si. Tanto que llené una botella que me duró casi todo el día.
- No te creo.
- Ustedes no estaban. Nadie lo sabe. Bueno, solamente tú. Pero en fin.
Tomé un vaso limpió.
- ¿lo sostienes?
Le di el vaso y me desabroché el pantalón. Me lo bajé a las rodillas al igual que el calzón.
- Dame.
Me sostuve de su hombro izquierdo mientras que con la mano izquierda detuve el vaso en mi entrepierna. Lo subí pegándolo a mi vagina y separé un poco las piernas. Pujé para dejar salir mi chorro de orina. Levanté la cabeza para verlo. Miraba mi entrepierna.
- ¿te gusta?
- Aja.
Llené la mitad del vaso. Me enderecé y observé el vaso. Mi orina era transparente con un poco de burbujas.
- No tienes de que preocuparte, todo el día eh tomado agua natural.
Lo acerqué a mi nariz y los olí. Tragué saliva y tomé un sorbo.
- Mmm sabe rica.
- Dios, mamá, dijo apretándose la verga.
- ¿Qué?, ¿te excitaste?
- …si. Algo.
- Mira, pruébalos.
Me pegué a él y coloqué el vaso sobre su boca inclinándolo para que tomara.
- Bebe un poco. Anda.
Bebió un trago eh hizo un gesto.
- ¿a que saben?
- Amargos.
Quedaba un trago, así que lo bebí. Al tragármelos, lo besé. Metí mi lengua a su boca. Nos apestaba la boca a meados. Sus manos me tomaron de la cintura y luego bajaron a mi culo. Agarró mis nalgas. Las apretaba.
- ¿te gusta tocarlo?
- Si, mamita. Lo tienes bien parado.
- Sigue. Méteme los dedos si quieres.
- ¿En serio?
- Si.
Me pegó a él. Su verga se metió entre mis muslos, chocando con ellos y luego me rascó el ano con la yema de sus dedos.
- Que rico lo tienes. Estás un poco abierta.
- Mételos, le pedí.
Separó mis nalgas y me penetró el agujero con su dedo más largo.
- Mmmm!!! Si, así.
Me excitaba tanto sentir sus dedos en ese sucio lugar. Lo metía más. Me rascaba. Sacudió su mano haciendo temblar mi culo.
- Me encanta ver como tiembla tu culote, mamita.
- A mí también. Siento rico.
Besaba mi cuello. Lo lamía. Olía mi cabello mientras me penetraba el agujero.
- Puja, mamita. Sácame el dedo como si estuvieras cagando.
- ¿Si?
- Si. Hazlo.
- Pero…y si me sale…ya sabes que.
- Tú sólo hazlo. Ándale.
- Está bien.
Di un respiró y pujé poco a poco. Su largo dedo fue retirándose lentamente hasta salir. La sensación era agradable. Alzó su mano a la altura de nuestras caras. Su dedo estaba húmedo. Agarré su mano y la acerqué a mi nariz para oler.
- Mmm!! Huele a mierda.
- ¿Te gusta?.
Abrí la boca y lo probé mirándolo directamente a los ojos.
- Que cerda eres, mamá, dijo excitado.
- Sabe amargo.
Acerqué su mano a su boca.
- Hazlo ahora tú.
- ¿Yo?
- Si. Ándale. Yo ya lo hice.
Al chupar su dedo arrugó su cara. Me reí.
- ¿a que te sabe?
- Un poco ácido.
- No se porqué haces gestos si ya me has chupado el culo.
- Lo sé.
Se subió el pantalón y se abrochó. Se paró detrás de mí y me dio una nalgada.
- ¿quieres que te lo chupe?
- Ajá. Si, hazlo.
Se agachó, agarró mis nalgas y las separó para darme una larga lamida en el ano.
- Mmmm sii!! Que rico!!
- Te sabe ácido.
- Chúpalo. Hazlo otra vez. Me gusta.
- Si, mamita.
Lamía con ganas. Lengüeteaba mi orificio. Lo limpiaba bien rico.
- Eso!! Límpiame el hoyo!!
Su lengua rascaba mi agujero.
- Dios, que rico!! Sigue!! ¿Te gusta chuparme?
- Si. Te sabe bien sabroso.
- ¿Si?. ¿Aunque apeste a mierda?
- Si. Aunque te apeste.
Limpio mi zona por unos segundos.
- Espera. Ahora quiero ir al baño yo.
- ¿Ya?
- Si. ¿Qué harás?
- Pues tal vez cagar y tirarme unos pedos.
- Que rico. Quiero ver.
- Jaja ¿Qué?
- Si. Quiero ver como cagas.
- Jaja no lo sé.
Sin querer me tiré un pedo.
- Perdón. Ahorita vengo, mejor, dije subiéndome el pantalón.
- Espera, espera, ven.
Me jaló a él.
- Mejor vamos al baño y enséñame como cagas.
- ¿Qué? ¿Cómo?
- Si. Vamos, me tomó de la mano y se dirigió al baño de mi recámara.
Al llegar me soltó y me empezó a bajar el pantalón.
- Vamos, mamita. Enséñame como caga tu culo.
- Jaja mejor ven.
Lo bajé tomándolo de los hombros y me giré pegando su cara en mi culo.
- Huele.
Al pedirle que me olfateara el culo, me tiré un gas.
- Te apestan bien rico, mamita.
- ¿Si?, ¿te gusta?
- Si, hermosa. Te huele rico.
Aunque tenía el calzón puesto, era inevitable que mis pedos no olieran.
- Huele bien sabroso tu calzón.
Me lo bajó de un jalón y me metió el dedo. Se levantó sin sacarlo.
- ¿sientes rico que te lo meta?
- Si. Me gusta mucho.
Lo empujó con fuerza.
- Aaahhh!!
- Mmm estás bien profunda.
Lo retiró y se limpió embarrando el dedo en mi glúteo derecho.
- Quítate los trapos.
Me ayudó a quitarme el pantalón y el calzón. Se quitó la camisa que tenía y la aventó al cesto de la ropa sucia.
- Estás bien buenota.
Lo agarré de la mano y lo senté en la taza. Desabroché su pantalón y saqué su verga para continuar chupándola.
- Te gusta mucho chupar, ¿verdad?
- …ajá.
Succionaba y lengüeteaba su punta.
- Que rico, mamá. Sigue. Chúpala bien.
Seguía comiéndole la verga. No paraba. Se la lubricaba bien con mi saliva. Se levantó un poco para quitarse el pantalón. La tenía bien parada.
- Quiero hacer algo, dije.
- ¿Qué cosa?
Me levanté. Me acerqué a él como si lo fuera a montar, más no lo hice. Separé mis pliegues con los dedos de la mano derecha y empecé a orinar su duro miembro.
- Dios, mamá, dijo sorprendido y excitado.
- ¿Te gusta?
Sonreí bañando su vergota.
- Esta caliente.
Me detuve sin orinar todo lo que contenía mi vejiga y me arrodillé para probar su miembro con mis meados.
- Mmm sabe rica, dije.
Saqué la lengua y la resbalé desde sus testículos hasta su glande. Mientras lo hice, lo miré sonriendo. Sus manos se apoyaban en mi cabeza. A fin de cuentas, le gustaba lo que estaba haciendo. Una vez que le lave la verga, me levanté y lo monté penetrándome al mismo tiempo la vagina.
- Aaahhh!!!! Mamá!!! Que ricoo!!
- ¿Te gusta, mi amor?.
- Si!! Siento muy bien.
- Yo también, bebé!! Me gusta que me cojas!!
Subía y bajaba el culo. Su miembro resbalaba mis paredes vaginales. Me agarró el trasero y tomó el control de mis movimientos.
- Que rico me entra!! Sigue!! Métemela toda!!
- Claro, hermosa!! Lo que tu quieras!!
Me colgué de su cuello rodeándolo con mis manos. Me columpiaba. Me pegué muy cerca, susurrándole al oído izquierdo:
- Méteme los dedos.
- ¿Si?
- Si. Anda, mételos.
Al sólo tener sus manos ligeramente agarrando mi culo, las centró más hasta cubrirlo por completo. Sus dedos llegaban a la linea que separaban mis glúteos. Los acercó hasta que las yemas de sus dedos rosaran mi orificio. Me rascó el ano.
- Mmm!!, está un poco abierto.
- Métemelos!!
- Claro, mamita, contestó muy excitado.
Sus dedos adentraron en mi culo poco a poco.
- Que rico, sigue. Mételos más!!
Sentía muy bien que lo hiciera.
- ¿no importa de te los mancho de mierda?
- No, hermosa. Eso sería muy rico!! Sáltame!!
Lo complací. Salté su largo miembro mientras metía más sus largos dedos.
- Tengo ganas de cagar.
- ¿Si?.
- Si…pero…nunca eh hecho esto con alguien.
- Sólo hazlo.
- Es que me sentiré rara. Nunca lo eh experimentado.
- Solo hazlo, tranquila.
Plató sus labios sobre los míos, incitándome al mismo tiempo.
- Vamos, mamita. Caga como lo haces. Lléname la mano de tu rica mierdota.
Me excitaba tanto que dijera esas cosas aún sabiendo que era muy asqueroso.
- ¿si lo hago?
- Si. Vamos.
Seguí brincando y empecé a pujar. Lentamente su dedo salió resbalando de mi agujero. Seguí pujando con fuerza hasta que salió mi excremento de mi culo. Largos hilos de mierda salían. Sentía muy ligera la mierda. Ni dura ni tan aguada.
- ¿te gusta cagar y coger?
- Si.
Terminó de salir mi mierda. Me dio una nalgada y me frotó el ano cubierto de un poco de mierda.
- Mmm, tienes manchado el hoyo, mamita.
- Ajá.
Metió du dedo.
- Espera.
- ¿A que me espero?. Que rico. Aún tienes mierda adentro.
- Sácalo.
- Mejor puja. Ensúciame los dedos.
- ¿En serio?
- Si. Anda, hazlo.
Lo hice. Di un respiro y pujé. Salió su dedo pero no dejó de rascarme el agujero. Salía mi excremento ensuciando sus dedos.
- Eso, sigue.
Mientras salía la mierda, se atrevió a meter su dedo.
- No lo tapes.
- Puja.
Lo hice hasta expulsar su largo dedo. No tenía duda de que estaría cubierto de mi mierdota.
- Me encanta rascarte el agujero, mamita.
- ¿Con mierda?
- Si.
Brinqué.
- Que rico. Bríncame. La tengo bien paradota.
- Sii!! Me gusta como la tienes.
- ¿te gustó chuparla con tus meados?
- Si. Me supo rica. Aaahhh!!! Que bien se siente coger!! Más!!
- Si, mamita!!! Se siente súper bien metértela!!
- Sii, ¿Qué más quieres hacerme?
- De todo.
- ¿Qué es todo?
- Chuparte las tetas.
- ¿Si?.
- Si.
Me desabotoné la blusa hasta dejar ver mi sostén.
- Se te ven tan ricas, mamá.
- ¿Te gustan?
- Si. Sácatelas. Enséñamelas.
Quité el broche que estaba en medio de las copas y liberé mis pechos.
- Dios, que ricas.
- ¿Si?. ¿son lindas?
- Si. Perfectas. Aunque estes ya algo grande, aún las tienes firmes y puntiagudas.
- ¿quieres chupar?
- Si.
- Ven, hazlo, le dije sosteniendo mi pecho derecho.
Su boca atrapó mi pezón y empezó a chuparlo y a lengüetearlo.
- Eso!! Hazlo rico!!
Dios, que bien me chupaba las tetas y me cogía.
- Me encantan, mamá. Se te ponen duras las puntas.
- ¿si?
- Si.
- Sigue. Chúpalas. Exprímelas, si quieres.
Succionaba mis puntas.
- Dios, que rico. Aún tienes…
- Si. Aún me sale. Chupa.
- Claro que si. Te sabe dulce.
- Si. Bebe.
Su mano bajó a mi trasero e insertó uno de sus dedos en mi ano.
- Sii!! Que delicia!! Aaahhh!!! Lo haces muy bien!!!
- Si, mamá!! Estás súper buena!!
- Sii!! ¿sabes que me gustaría? Aaahhh!!!
- …¿Qué cosa?
- Orinar.
- ¿ya?
- Si. Pero…en tu boca.
- Dios!! Sii, está bien!!
- ¿si?. Es que…estoy muy excitada!! Y… quiero experimentarlo.
- Claro, mamá. Ya me di cuenta que en ese aspecto estás limpia.
- Si.
- Además saben ricos.
- ¿si?
- Si, mamá.
- ¿tomarías un vaso?
- Claro.
- Ven, dije parándome y jalándolo hacia mí.
Ambos nos pusimos de pie. Tomé un poco de papel y me limpie el culo hasta asegurarme que lo tuviera limpio. Se lavó las manos. Sus dedos cubiertos de mi mierda.
- Acuéstate, le ordené.
Me obedeció. Caminé parándome debajo de mi cabeza. Mis dos pies estaban aún lado de sus orejas.
- Te ves bien desde aquí, afirmó.
- ¿Si?
- Si.
Flexioné mis piernas, bajando el culo a unos centímetros de su rostro. Casi llegando a tocarlo.
- Que rico se te ve.
- Huélelo.
- Te huele a mierda, que rico.
Me reí de la pena. Estiré el brazo apoyando la mano en el suelo para no perder el equilibro. Bajé más el trasero hasta que chocara con su cara.
- Chúpalo. Ándale.
Abrió la boca y me lamió el ano.
- Mmm!!! Que rico!! Otra vez, hazlo de nuevo.
Resbaló por segunda vez su larga lengua sobre mi sucio agujero.
- Te huele a tu rica mierda.
- Pero te gusta, ¿no?
- Si, me encanta, contestó dándome una tercera lamida y empujándola como si quisiera meterla.
Sentía un cosquilleo muy rico. Dios, a pesar de que me olía mal y había cagado, se animó a lamerme y a meter su lengua. Cerré mis ojos y disfruté de sus lamidas. Lo hacía tan rico. Pujé un poco para que se abriera.
- Que rico, mamá.
- Chúpalo. Me gusta.
- Claro que si, hermosa.
Limpió mi orificio por unos segundos.
- ¿ya estás listo?
- Si. Oríname la boca. Vamos.
- Está bien.
Di un respiro, separé mis pliegues y dejé salir mi agua. Mi líquido caía sobre su boca. Estaba a punto de llenarse. Me detuve. Cubrí su boca con la palma de mi mano.
- Traga.
Lo hizo. Me calentaba que tragara mis orines.
- Toma otro poco, dije.
Salía un chisguete transparente cayendo sobre su linda boca. Tragó. Seguí orinando sin parar. Al acabar, lengüeteó mi clítoris.
- Mmmm!!! Sii!!! Otra vez.
Lamió de nuevo. Acerqué mi concha a su boca hasta tapársela con ella. Estaba muy abierta y aunque estaba consciente de que al otro día estaría adolorida, no me importó. Necesitaba que me la chupara.
- Anda, chúpala.
Me obedeció. Su lengua jugueteó mi delicado clítoris. Era sensacional.
- Aaahhh!!! Sii!!! Que rico!!
Resbalaba su lengua delicadamente envolviéndome en un deleitante placer. Una sensación recorría todo mi cuerpo. Desde mi pelvis hasta mi cerebro.
- Quiero que me la metas.
Me levanté y retrocedí hacia su cintura. Mis pies estaban a los laterales de sus muslos. Me agaché y agarré su vergota para untarla en mi concha. Adentraba ligeramente en mis pliegues. Me arrodillé. Escupí mi mano y lubriqué su miembro. Al sentir que estaba listo, lo metí lentamente.
- Aaahhh!!! Que rico!!!, gimió.
- Si, ¿verdad?.
- Vamos!! Brinca!!
Empecé a dar de sentones en su vergota. Entraba y salía. Me resbalaba muy rico.
- Dios mío!! Que delicia!!
- ¿te gusta como cojo?
- Sii!!! Me gusta. Aaahhh!!
- ¿Qué quieres que haga?
- ¿eh?. No se. Lo que tú quieras.
- ¿en serio?
- Si.
Estaba tan excitado que no sabía que decirme. Mientras le di de sentones, pujé. Mi agujero se abría y se cerraba. Puse mi mano derecha en mi culo, tapando mi entrada y pujé hasta cagar. Mi mano recibía mi mierda semiaguada. Resbalé mis dedos al quitar la mano para limpiarme. Miré mi mano. Parecía una masa.
- Dios, ¿Qué harás?, preguntó.
- Ya verás.
La acerqué a mi nariz para respirar su aroma. Olía horrible pero me excitó mucho hacerlo. Junte ambas manos, jugué un poco con mi mierda. La amasé. Formé un poco de saliva y la dejé escurrir de mis labios para que cayera sobre mi mierda. La mezclé hasta formar una bola.
- Sigue. Cógeme. Métemela toda!!
- Si, mamita.
Forme dos cachos y los embarré en mis pechos. Mis dedos frotaban mis pechos cubriéndolos de caca.
- Mamá!!
- ¿Qué?
- Nada.
- ¿te gusta lo que hago?
- Si.
- ¿mucho?
- …ajá.
Sentía que me untaba crema en los senos. Mientras presionaba mis pechos, brotaron gotas blancas de mis puntas.
- Que rico, mamá!!!
- Si.
- Sigue!!
Disfrutaba de untar mi mierda en mi cuerpo. Apretaba mis pechos deslizando los dedos hacia las puntas. Salían chisguetes de ese líquido blanco al aire, salpicando su cara.
- Que rico, mamá!!
- ¿te gusta que me salga?
- Si. Te sabe rica.
- ¿ya te vendrás?
- …no. ¿ya quieres que acabe?
- No. Pero…
- ¿pero que?
- Quisiera intentar otra cosa.
- ¿Qué cosa?
Existen muchas cosas que me gustaría experimentar. Y aunque suelen ser muy sucias y enfermas para la gran mayoría de las personas, para mí eran excitantes. Temía a que se negara. Pero al ver que no lo hizo desde el principio, se lo comenté.
- Quiero que me orines.
- ¿eh?
- Si. Quisiera que me orinaras toda.
- ¿…ya has hecho esto?
- No.
Me paré y caminé a la regadera. Lo miré. Se quitó el pantalón, su bóxer y sus zapatos. Me arrodillé recargando mi culo sobre los tobillos. Se paró frente a mí.
- ¿ya lo harás?
- Tú dime.
- Si. Hazlo.
Se frotó un poco su verga y empezó a orinar mis pechos. Estaba caliente. Me encantaba. Froté mis pechos para lavármelos. Que rico. Mi mierda resbalaba por mi abdomen y mi vagina. Abrí la boca para llenarla un poco e hice gárgaras.
- Oríname la cara, le pedí.
Apuntó su verga hacia mis ojos y siguió meando.
- ¿ya casi acabas?, le pregunté.
- Ya casi.
Me agaché para que me mojara el cabello.
- ¿te gusta?
- Me gusta mucho. Esta caliente.
Mientras orinaba me peinaba.
- Ya acabaré.
- Está bien. Sólo termina.
Su miembro disminuía la fuerza de su chisguete hasta gotear. Lengüetee su punta recogiendo lo poco que le salía.
- Pásame el bote dónde ponemos los cepillos, le ordené.
Fue por el. Me lo dio. Vi que estuviera limpio y lo coloqué en mi vagina para orinar adentro. No fue mucho. Si acaso la mitad de un vaso normal. Mi agua era transparente aún.
- ¿Qué harás?.
Al terminar empecé a tomarla. Lo miré mientras lo hacía. Se mordía los labios. Su verga empezó a reaccionar. Se le empezaba a parar otra vez. Di unos tragos.
- ¿te excita que me los tome?
- Algo. Si
Tomé su verga y se la empece a jalar. La chupé.
- Aaahhh!!! Mamá!!
- Quiero que te vengas.
- ¿Por qué?
- Quiero tragármelos.
Seguí mamándosela. No paraba de gemir. La tenía tan rica, dura.
- Que rico!! Más!!!
- ¿Sientes que ya?
- Ya casi. Si.
- Vamos!! Vente!! Me gusta tu verga, mi amor!!
- Sii!! Que rico chupas, mamá!!!
- Vamos!!! Vente!! Me gusta como me la metes!! Me gusta como me comes el culo!!
- Sii!!! Sigue!!
- Me encanta cuando me quieres meter la lengua!! Y cuando me hueles el culo!! Y cuando me metes los dedos!! Que rico!! Disfruto todo eso!!
- Siii!!! Que rico lo dices!!
- ¿si?.
- …sii!!!
- ¿ya te vendrás, corazón?
- Ya!!! Ya casi!! Me excita lo que dices!!
Jalé su vergota con rapidez. Necesitaba que se viniera.
- Aaahh!!! Mamá!!! Ya!!! Ya casi!!!
- ¿si, corazón? ¿ya? ¿me darás leche? Vamos!!! Dame!! Tengo hambre!!!
- Sii!! Sii!! Ya!!! Aquí voy!!! Dios!!!
Agarré el vaso y procuré que ahí vaciara todo su rico semen.
- Mamá!! Sii!! Aaaaaaahhhhh!!! Que rico, que rico!!
- Eso, hermoso!!! Expúlsalos!!!
Su verga expulsaba su semen. Le salía mucha. Se combinaba con mis meados. Al ver que ya no le salía, le chupé la punta. Sabía salada. Miré el vaso y me tomé el contenido. Mis orines estaban tibios. Sabían amargos.
- ¿Qué tal saben?
- Ricos.
Me levanté.
- Ven.
Lo tomé de la mano, agarré su ropa. Salimos del baño. Caminamos por mi recámara hasta la puerta..
- Necesito darme un baño, le informaba.
- Oye, pero…
Cerré la puerta interrumpiéndolo. Puse seguro y me bañé. Mientras el agua recorría mi cuerpo, comencé a reir. Al salir, tanto Jorge como Caro, estaban cenando. Me senté con ellos.
- ¿Cómo te fue hoy?, le pregunté a Caro.
- Bien, algo cansado porque al salir de la escuela fui a hacer un trabajo.
- ¿pero ya acabaste?
- Si, ya. ¿a ti como te fue ma?
- Bien. Salí temprano. Me recosté un poco y me bañé.
Jorge me miró de reojo, pero lo ignoré. No hubo gran cosa durante la cena. Al terminar, cada quién se fue a su recámara. Antes de dormir, pensé en lo qué pasó durante toda la tarde. Sin duda, lo disfruté y no me arrepiento de nada. No sabría con exactitud si volveré a repetir el momento, pero de lo que si estoy segura es que al fin pude experimentar algo nuevo y excitante.