Mi primera exhibición delante de una chica

Le pido opinión a Elvira sobre el tamaño de mi pene

Nunca había tenido contacto antes con el exhibicionismo y para ser mi primera experiencia esta fue de lo mejor que he tenido.

Tenía una amiga, Elvira, con la que me llevaba muy bien. Era bajita, guapa, delgada, muy buen culo, inteligente…

Solo tenía dos peros, se sacaba poco partido y tenía los dientes muy grandes. Lo primero salió por la borda una noche que la vi con vestido y tacones, lo segundo no.

Bueno, pues siendo yo virgen, y al no ser partidario de andar desnudándome en vestuarios públicos no sabía si tenía un buen calibre. Me la había medido, pero luego veía vídeos porno y me entraba un complejo de cojones. Pensaba que los hombres en general tenían cipotes de más de 20 cm y yo con mis 18,5 no iba a ninguna parte.

Con Elvira solía hablar por Skype, nos poníamos alguna vez la web cam y tal. Un día le dije que ahora volvía, que me llamada la naturaleza. Fui al baño, planté un pino, y ya que estaba pues me duché.

Andaba pensando en mis mierdas y no caí en que había dejado la webcam enchufada. Fui al cuarto en pelotas, cerré la puerta y me senté delante del ordenador.

Entonces recordé la conversación que tenía abierta con ella y se me paró un poco el corazón. Cuando abrí la conversación se estaba riendo. Pensaba que me había visto desnudo.

  • Joder, ¿me has visto desnudo?

  • Ah, ¿Qué estás sin ropa? Yo pensaba que te habías quitado la camiseta para enseñar músculo, jajaja.

  • No, no. Que se me había olvidado que estaba esto encendido.

  • Ya, qué pena, ¡por poco!

  • Menudo susto te habría dado.

  • Susto no es la palabra.

Aquello me produzco una especie de cosquilleo por el rabo. ¿Me excitaba la idea de que me hubiera visto desnudo?

  • ¡Encima hubieras disfrutado sin pagar!

  • No, mira. Voy a sufrir por ver a un tío bueno desnudo.

  • ¿Te parece que estoy bueno?

  • Joder, claro. Y no soy la única. Anda que no tienes admiradoras en el instituto y fuera.

Se me estaba empezando a poner morcillona. Pensar que hubiera disfrutado de verme desnudo era una idea que me estaba excitando muchísimo. Vi que podía tirar un poco del hilo y enseñársela. Tenía la necesidad de enseñarle la polla y que la viera, no sé por qué.

-Pues tendré muchas admiradoras pero aquí sigo virgen.

Estuvimos un rato hablando del tema y lo llevé a donde me interesaba, inseguridades, complejos…

  • Los chicos os coméis demasiado la cabeza con el tamaño de la polla.

  • Coño, normal… No es algo que puedas cambiar.

  • Va, que no es pa tanto.

  • Ya, por eso si te dan a elegir entre uno con un rabo gordo y pequeño eliges al primero, ¿no?

  • Sí, es cierto. Jajajaja. No voy a mentir. Es importante.

  • Y más cuando eres virgen que no sabes qué pichas habrá visto la otra. Qué igual se te ríe…

  • No conozco a ninguna que se haya reído al ver una polla pequeña en la cara del chico… ¿Es que la tienes pequeña o qué?

Bingo. Justo donde quería. Puse a grabar la escena con un programa para grabar la pantalla.Quería inmortalizar este momento para mis futuras pajas… Sigo viendo este vídeo a día de hoy.

  • No lo sé.

  • Cómo que no. Tienes que saberlo.

  • ¡Solo me he comparado con actores porno! La tengo pequeña según ese criterio. No me la ha visto ninguna chica. No tengo ninguna opinión.

  • Si llego a fijarme antes te hubiera dado la mía.

  • Bueno… No sé… ¿Puedo pedirte un favor?

  • ¿Me vas a pedir que te dé mi opinión verdad?

  • Sí…

  • Jajajajajaja, ¡venga, sácala!

  • Vale… Un momento que le dé tamaño que si no esto va a parecer la trompa de un elefante recién nacido… ¡Y no vale reírse!

  • Venga, que no me río, ¡pero me lo estoy pasando muy bien!

Me latía el corazón a mil. Notaba el pulso en las sienes y tenía la boca seca. No necesitaba tocármela para que subiera porque la tenía tan dura que dolía. La piel del prepucio no me recubría la totalidad del glande así que la eché para atrás del todo.

Me puse de pie de lado para dar la mejor imagen.

Elvira tenía los ojos abiertos de par en par y la boca también.

  • ¡DIOS! ¡DÓNDE VAS CON ESO!

  • ¿Está bien?

  • Joder, es enorme.

Yo escribía de pie, quería seguir exhibiéndome.

  • ¿En serio? Joder qué alivio.

La mostraba desde distintas perspectivas para que no perdiera detalle. Era el momento más excitante de mi inexistente vida sexual hasta el momento.

Cogí el móvil y lo puse al lado del rabo. Elvira se reía. Hice lo mismo con el estuche.

  • Madre mía, ¿tan largo como tu estuche? Pero si con esa polla podrías ser actor porno.

  • No creo, ¿no has visto lo que gastan esas bestias? Parecen brazos de niños pequeños agarrando una manzana.

  • Jajajaja, pues tú no vas desencaminado eh.

Yo seguía de pie con la polla al máximo. Me la agarraba con la mano y la movía hacia abajo. Cambiaba de postura.

  • Bueno. Ya está.

  • ¿Paro ya?

  • Sí. Que llevo dos semanas sin follar y me están entrando los calores.

  • Pues si te hago sufrir no paro, jajaja.

Me baje la mano desde el cuello acariciendo mi cuerpo hasta la polla. Que la agarraba con saña.

Elvira no perdía detalle. Estaba como en trance, ni siquiera cerraba la boca.

  • Oye, no en serio. Para ya porque me estoy poniendo cachonda. Y tú eres un puto exhibicionsita.

  • No, no. Solo lo hago contigo (seguía de pie).

  • Ya, ya… Pero tápate ya…

Yo no me tapaba y seguía acariciándome el cuerpo y la polla. Elvira seguía con su cara de trance y hasta se mordió el labio.

De repente su cámara se apagó y estuvo un rato sin contestar.

Cuando volvió me dijo que era un hijo de puta, que se había tenido que ir al baño a hacerse un dedo.

Entonces me fui yo al baño y me hice la paja con más ansia que me había hecho nunca. Pero no duré ni un minuto, tenía tanta excitación acumulada que me salieron 3 chorros disparados a una distancia espectacular. Tuve que limpiar la cortina de la ducha y la pared de esta (el primer lefazo había pasado por encima).

Cuando nos reencontramos el lunes en el instituto Elvira estaba un poco cortada, pero según pasaron los días se fue soltando hasta volver a la normalidad y no hablamos de aquel encuentro.

Al mes siguiente, junio, para celebrar que acabábamos la ESO prácticamente todas las clases de 4º nos fuimos de botellón y luego de fiesta.

Me lié con Nadia, una choni que estaba muy buena, que no hizo otra cosa más que frotarme la polla por encima del pantalón diciéndome que la tenía muy grande y que cuando me quedase solo la avisase porque quería catarla.

Estaba muy buena, pero no me apetecía que mi primera vez fuese con ella. Además ella había tenido más novios que pelos en la cabeza y yo era virgen. Hubiera sido un poco desastre para mi autoestima.

Me encontré a Elvira por ahí con un vestido rojo y unos tacones. Le sentaba bien aquel cambio de look (acostumbraba a llevar ropa un poco jipi).

Estaba bastante borracha y se alegró muchísimo al verme. Me dio un abrazo, un beso en la mejilla y me llamó “mi rabudo favorito”.

  • Bonito mote.

  • Y cómo quieres que te llame con ese pollón. ¿Pichacorta?

  • Pues has estado un mes sin sacar el tema y más distante, eh.

  • Joder, ¿qué quieres? Te veo y veo un tío bueno con un rabo espectacular que me provocó tener que hacerme un dedo, ¡normal que tenga conflictos internos, cabrón!

  • Menudo pedo llevas.

  • Sí… Y si me pillan mis padres volviendo en este estado me matan… Encima Raúl no está y no me puedo quedar en su casa.

Raúl era su ex, con el que cortaba cada poco tiempo y con el que no estaba desde hacía unas semanas.

Yo ese fin de semana estaba solo porque mis padres se habían ido al pueblo y se me ocurrió una idea que hizo que mi corazón latiese más fuerte y se me secase la boca.

  • Mira, yo este finde estoy solo. Te vienes y te quedas ahí hasta que estés en condiciones.

  • ¿En serio? Ay muchas gracias, me salvas el culo.

  • Así te devuelvo el favor por haberme sacado de dudas con el tamaño de mi rabo

  • ¿Favor? JAJAJAJAJA, ¡lo hubiera hecho gratis! Vamos, ¡si quieres volver a poner la webcam desnudo no te voy a decir que no nunca! Jajajajaja

Sus comentarios acrecentaban poco a poco el tamaño de mi polla. No veía el momento de pasearme desnudo delante de ella… Ese modelito le hacía buen culo, y no sabía que tenía unos pies tan bonitos… Quizás hasta pudiera saciar un poco este nuevo “fetichismo”, por llamarlo de alguna manera, que me había aparecido con la pubertad para con los pies femeninos bonitos y cuidados.

Según nos íbamos le comenté lo bien que le quedaba el vestido y los tacones. Me dijo que le dolían los pies y le dije que no había problema, que le daría un masaje.

Me dijo que si no me quería casar con ella. Que Raúl desde hace 1 año no le había dado ni un masaje.

Llegamos a casa y la llevé hasta el cuarto de mis padres. Podría haberla dejado allí y yo irme al mío, ¿pero entonces cómo me iba a exhibir?

Fui a por unos vasos de agua y volví a la habitación. Estaba tirada con el vestido en la cama.

Le dije si iba a dormirse con el vestido puesto, dijo que no, se lo quitó torpemente y se quedó en tanga rebelando un culito redondo, bien puesto y muy apetecible.

Sin decirle nada le cogí un pie y le empecé a dar un masaje.

  • Ooooh… Qué gusto…

Estuve masajéandolos hasta que se quedó dormida. Le di un lametazo al puente del pie derecho y no reaccionó. Estaba totalmente dormida. Fui al baño y me hice una señora paja. Otra vez otro chorrazo a la cortina.

Volví al cuarto y la tapé. Me desnudé y me metí en la cama. Iba bastante borracho así que me costó poco dormirme.

A las 4 de la mañana me desperté porque tenía la polla otra vez durísima y muchísima sed. Me puse en pie, vaso en mano y pateé mi zapatilla sin querer.

Elvira se despertó levemente y me examinó despacio. Yo no me movía para que se pudiera deleitar.

  • En persona es aún más grande.

  • Gracias.

Me acerqué hacia su mesilla y ella no perdía detalle de mi cuerpo. Sobretodo de mi rabo.

  • Te traigo agua, ¿vale?

  • Sí, sí…

Tenía que ir a por la cámara pero no tenía dónde guardarla… Así que decidí hacer dos viajes.

En el primer viaje volví con su vaso de agua y se lo di. Se recostó un poco en la cama quedándole mi erecto pene a la altura de sus ojos.

Bebía sin quitarle ojo. Seguía bastante borracha.

Tenía el vaso en la mano vacío y me miraba de arriba abajo.

  • La verdad que la ropa te queda mal…

  • Gracias, voy a por más agua.

Cogí su vaso lentamente, tenía que recrearse la vista y cuanto más miraba más excitado estaba. No podía estar más dura la polla.

Fui a mi cuarto y cogí la cámara y la almohada. Escondí la cámara detrás de la almohada y la puse a grabar. Entré en el cuarto, dejé la cámara en la mesa enfocando hacia la cama y dejé la almohada en la cama.

  • Duermo mejor con mi almohada, voy a por más agua.

No decía nada pero no para de mirarme. Estaba en la gloria…

Volví con los vasos de agua y otra vez le di el vaso y el mío me lo bebí delante de ella. Tenía mi rabo a menos de medio metro de su cara y mientras bebía no le quitaba ojo.

  • Si al menos Raúl hubiera tenido ese pollón hubiera aguantado sus gilipolleces…

  • Yo pensaba que la tenía grande.

  • Qué vaaaaaaaaaaa. Más quisiera él.

  • ¿Por dónde le llegaba comparada con la mía?

  • Por aquí (y me tocó debajo del glande). Uy perdón, he calculado mal, jeje…

  • No, no. Que no hay mucha luz y si no no veo.

Mentira y gorda. Tenía unas ganas de que me tocase la polla que no veía… Así que empecé a preguntar por la misma línea..

  • ¿Y de gorda?

  • Buah, de gorda yaaaa menos menos. Me daba para agarrarla con toda la mano. Y no tengo la mano pequeña.

  • La mano engaña, eh.

  • Noo, noo…Con la tuya no me da la mano.

  • Que no es tan grande, claro que te iba a dar.

  • Que no joder, mira.

Y por fin me agarró la polla. Qué sensación más placentera.

  • Pero porque estás agarrando de ahí, más arriba seguro que sí que te da.

  • Que noooooo.

Y me la agarró de casi la base y me rodeó la punta.

  • No me da porque es enorme y muy dura…

Y se quedó como en trance con mi polla agarrada y bombeando lentamente. No le quitaba ojo. Entonces soltó rápidamente.

  • Perdón, es el hábito… No suelo ir por ahí agarrando pollas.

  • Para mí es un honor que tú seas la primera.

  • ¿En serio? (Se le iluminó la cara). Pues mira que bien.

Me tumbé a su lado desnudo y sin tapar y ella se giró.

  • ¿Y cómo vas a dormir ahora?

  • Pues esperaré a que se me baje.

  • ¿Y si no se baja?

  • Pues me haré una paja.

Se hizo un silencio. Aquí decidí poner ya toda la carne en el asador. Estaba borracha y si quería tocármela más ahora es cuando iba a ser más sincera.

  • ¿Y qué prefieres chupar una pequeña o una grande?

  • Graaande, graaande. Me pone a cien notar cómo se me llena la boca…

Entonces me la puse como vertical mirando hacia el techo. Quería que la viese bien y que le entrase “hambre”.

  • ¿Alguna vez has chupado algo así?

  • Puesssssssssss una vez. Bueno, quizás más pequeña… No he tenido suerte.

  • A mí nunca me la han chupado…

Silencio. Entonces me miró a la cara.

  • ¿Quieres que te la chupe?

  • No te lo voy a negar… Me pones bastante.

Sin decir nada fue directa y empezó a mamar… Dios cómo mamaba… ¡Y qué profundidad! La chupaba con necesidad, con ansia, y podía metérsela bien al fondo.

Mientas la chupaba se empezó a masturbar y al minuto se la sacó de la boca para gemir.

La miraba con furia mientras me masturbaba.

  • Es la más grande… Joder, me cuesta y todo. Me encanta.

Y volvió a mamar. Tenía la boca pequeña y los dientes muy grandes. Pero saber que me la estaba chupando y que sus roces con los dientes eran porque no daba abasto no hacía sino estimularme.

  • Perdona si te doy con los dientes, es que es enorme.

  • Me encanta, tú sigue mamando.

La cogí del pelo y siguió mamando. Me masturbaba haciendo como una especie de espiral con la mano. Tenía la polla tan babeada que daba un gusto inhumano…

De vez en cuanto alternaba con un movimiento de garganta profunda (la única que me lo ha hecho). Luego lo chupaba de arriba abajo por todos los lados como si fuera un helado. Era una maravilla.

Volvió a tener otro orgasmo más fuerte y gimió más alto.

  • Sigue tirándome del pelo.

La orden fue clara y precisa. Había mucho vicio.

Me puse entonces de rodillas sobre la cama. Quería pegarle en el culo y esa pose era la mejor de cara a la cámara. Seguía mamando como una loca y yo alternaba tirarle ligeramente del pelo con unos azotes en el culo bastante fuertes (algunas amigas me decían que les gustaba).

Cada vez que la azotaba gemía y me miraba con cara de viciosa. Yo iba a durar poco.

Me empecé a plantear el correrme cuando ella tuvo otro orgasmo. Le seguía sujetando del pelo y cuando gritó le tiré ligeramente.

  • Lo haces perfecto… Joder, ¿y eras virgen?

Esta vez no aguanté mucho, la mano con la que la cogía del pelo le sujeté la cabeza, empujé ligeramente para dentro y me corrí… Y seguía corriéndome, pero ella no desperdició ni una gota.

Al fin me dejé caer y me dijo que era un cabrón y que si me iba a correr como un caballo que al menos avisase.

Una mamada de 10. Pero es lo malo de que la primera mamada sea la mejor que te han hecho nunca, que luego es jodido que te sorprendan.

Bebimos otra vez agua y nos dormimos.

A las dos horas yo estaba otra vez con la polla dura como una piedra, pero esta vez sin medias tintas me acerqué por detrás a Elvira y le puse la polla entre las nalgas. Ella la notaba y empezó a contonearse ligeramente.

Le tiré ligeramente del pelo hacia atrás y gimió suavemente.

Le agarré las tetas y le pellizqué los pezones con cuidado mientras le mordía la oreja.

  • No puedo más… Métemela.

Y obedecí. Se apartó el tanga y se la empecé a meter.

  • Aaah... Dios, qué gorda…

Y empecé a bombear como había visto en vídeos guarros, primero despacito y después rápido, pero con cuidado de no correrme dentro para no liarla.

En el transcurso de ese polvo Elvira se corrió como 5 veces. Era increíble. Yo sin embargo no me podía correr.

Me pidió clemencia, se estaba mareando entre la resaca y tantos orgasmos. Le dije que no podía correrme porque la tenía muy dura.

Así que se separó, me puso boca arriba y empezó a mamármela otra vez. Y otra vez me corrí en su boca ante ese despliegue de talento.

Desde aquel finde y hasta agosto, que se fue de viaje, follamos como auténticos conejos cada fin de semana. Aunque fuera en el portal. Lo llevamos en secreto para que no se enterasen los amigos en común.

Cada vez que me veía desnudo seguía piropeándome la polla, igual que cuando se la metía. Era la mejor “víctima” de un exhibicionista.