Mi primera cita con Ana (1)

Nos conocimos a través de internet hace un tiempo. Me gustó desde el primer momento por su descripción y por la sonrisa de sus fotos...

Nos conocimos a través de internet hace un tiempo. Me gustó desde el primer momento por su descripción y por la sonrisa de sus fotos, aunque también vi unos encantos más que evidentes que fue lo que en conjunto me animaron a escribirla el primer mensaje. De mi misma edad, unos gustos parejos y una frase de presentación que invitaba a mandarla al menos ese primer mensaje. La distancia que ambas provincias nos separaba podía haber sido un impedimento, pero desde el principio quise conocerla y darnos una oportunidad. La llamaré Ana (nombre  evidentemente ficticio). Creo que conectamos desde el principio. Nos

mensajeábamos

mucho y hablamos de nuestro gustos, fantasías, experiencias, miedos y lo que buscábamos en una página como esa.

Pasado un tiempo por fin decidimos dar el paso y vernos personalmente. Quedamos para un

jueves

por la tarde donde yo por trabajo tenía que desplazarme a su localidad y Ana tenía esa tarde libre. Me mandó la localización de un bar de copas discreto en donde sería nuestro primer encuentro que por casualidad estaba relativamente cerca del hotel que cogí para hacer noche. Cuando llegue al hotel podía notar mis nervios en el estómago. Era mi primera vez que hacía algo parecido al igual que Ana. Me pegue una ducha, me vestí con ropa informal cómoda y fui hacia mi primera cita con Ana ya que se acercaba la hora acordada.

El local era un pub con luz tenue, música de ambiente para poder hablar tranquilamente y bastantes mesas que dependiendo de su ubicación unas eran más discretas que otras. Miré a mi alrededor y no la vi. Un par de grupitos tomando unas copas y dos o tres parejas más. La gran mayoría estaba en la terraza exterior al ser verano. Pedí un gin tonic y me senté en una de las mesas que me pareció muy romántica y apartada para nuestro propósito. Al poco tiempo apareció por la puerta. Tenía que ser ella por las fotos. Lucía impresionante, vestida con un vestido azu corto con un poco de vuelo en la falda, con escote y hombros al descubierto, sandalias con un poquito de tacón, pelo suelto y maquillada muy natural como es ella.

  • Joder!!! - pensé - Está más buena de lo que me

imajinaba

.

Levanté

la mano, me vio y se acercó a donde yo estaba. Nos saludamos y nos dimos los dos besos de rigor. Se mascaba en el ambiente el nerviosismo de ambos y más aún por el cierto rubor que su cara mostraba. Pidió ella otro gin tonic y empezamos tímidamente a hablar. La conexión y complicidad que ambos habíamos cogido con los mensajes se hizo enseguida patente ya que en menos de media hora parecíamos viejos amigos de cómo fluía la conversación, al principio de temas triviales pero poco a poco la conversación se fue calentando por los matices picantes de ambos y por la grata impresión, con halagos y piropos mutuos, que nos habíamos causado al vernos personalmente. Se nos notaba muy cómodos ya el uno con el otro. Apuramos las bebidas y decidimos ir a picar algo. Me llevó a varios sitios típicos de su ciudad y nuestras conversaciones cada vez eran más calientes, sobre todo recordando comentarios que nos hicimos en nuestros múltiples mensajes. En uno de estos sitios se ausentó diciéndome que se iba al baño. Cuando regresó, me fijé en su cara donde esbozaba una sonrisa maliciosa y agarrándome mi mano con mucha discreción me dio algo y me dijo al oído:

  • Mira como me tienes, cabronazo!!!

Miré y era un tanga rosa fucsia con encajes tremendamente mojado. Me dejó sin palabras a la vez que sonreía pícaramente. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no llevármelo a la nariz. Ahí también confirmé que estaba excitadisima y que, a parte de no llevar nada debajo, tampoco llevaba nada en la parte de arriba por cómo se la marcaban los pezones. Creo que ese fue el banderazo de salida para empezar a dar rienda suelta a nuestras ganas acumuladas. A partir de ahí nos dimos algún piquito fugaz, algún roce, y nuestros gestos y miradas eran ya muy evidentes de la calentura que teníamos a esas alturas de la noche.

Me propuso ir a un sitio tranquilo y me llevó a un pub con cierta exclusividad y con reservados. Nos acomodaron en uno en donde la luz era muy tenue y podíamos nosotros ver a casi todo el mundo pero difícilmente se nos veía a nosotros con claridad. La verdad que el sitio me encantó. Ahí los piquitos se convirtieron en besos donde nuestras lenguas jugaban ya una con la otra y los sutiles roces pasaron a ser toqueteos en toda regla. La besaba y lamía el cuello, los lóbulos de las orejas y sus hombros y Ana se dejaba hacer. En un momento mi mano derecha apoyada en su vientre subió lo justo para agarrar uno de sus grandes pechos y acariciarlo por encima del vestido. Ana por su lado me acariciaba con su mano izquierda el muslo cada vez acercándose más a mi paquete. Estábamos en la gloria. Empezé a besar y lamer su escote a la vez que seguía presionando su pecho y empezé a notar como aceleraba su respiración y se mordía el labio inferior. Cogió con la mano la parte alta del vestido y se lo bajo lo justo para facilitarme el agarrar uno de sus gordos y duros pezones con la boca. Lo besé, lamí y mordí

arrancándola

un leve gemido. Su mano a la vez magreaba con descaro ya toda mi polla con una tremenda erección por la excitación. Como estábamos en un reservado muy discreto y la mesa también nos tapaba lo suyo me soltó el cinto, el botón del pantalón y bajo la cremallera de la bragueta y libero mi polla y los huevos de ese encierro que ya me resultaba insufrible.

  • Que ganas tenía de tenerla en mis manos después de masturbarme tantas veces con las fotos que me mandabas e imaginarme esta sensación.

  • Es toda tuya, cariño. Ya ves que ella también está contenta por conocerte por fin, jajaja.

Y sin decir nada más se agachó y me besó en el glande antes de abrir la boca y empezar a chuparlo con mucha delicadeza y con otra mano sobarme y

amasarme

los testículos. No pude más que resoplar y empezó a hacerme una mamada pero como a cámara lenta. Que gozada. Yo que no me puedo quedar quieto, me afane con mi mano izquierda en subirla el vestido por detrás para poderla meter mano. Creo que lo intuyo e hizo un leve movimiento pero suficiente para llegar con la yema de mis dedos directamente a su coñito ya que no llevaba nada. Lo noté muy abierto y mojado y enseguida pude alcanzar su botoncito, muy duro por cierto. La acaricié varias veces de arriba a abajo toda su rajita y llegué hasta su ano con el que también  jugué. Como intensificaba el ritmo de la mamada entendí que la estaba gustando. Ahora me dediqué frotar en círculos con cierta presión en su clítoris y aquí ya por los gemidos que emitía con mi polla en la boca sabía que podía estar cerca de hacerla correrse. Se la saco un momento y me dijo:

  • mmmmm... Si sigues así vas a hacer que me corra. Buff... estoy muy caliente, sabes?

  • Correte cariño. Yo no creo que pueda tampoco aguantar mucho más.

Creo que el morbo de que nos pudieran ver, nuestra atracción, un poco el alcohol ingerido y que ya veníamos muy calientes era lo que nos llevó a ese estado de éxtasis. Seguí masturbando su clítoris y lo alternaba con follarla con dos deditos en su coñito. Note que su forma de chupármela se había vuelto frenética y también la hice saber que me iba a correr por si quería apartarse. Pero no lo hizo y me vine en su boca teniendo un orgasmo brutal. Creo que al notar toda mi leche en la boca, esto la excitó aún más y entre espasmos se corrió mojando mi mano abundantemente. Nos quedamos un ratito en la misma postura, exhaustos por nuestros orgasmos. Ella me lamió y dejó limpia mi polla y ya al bajar la erección la pude guardar. Ella se dio cuenta que el sofá donde habíamos estado sentados estaba su parte toda empapada.  Ya más tranquilos, nos besamos, nos pusimos bien la ropa y comentamos la experiencia, lo calientes que estábamos y lo que habíamos disfrutado. Acabamos las bebidas y salimos a la calle a respirar y que nos diese un poco el aire. Pensaba que ahí se había acabado nuestra cita y ahora nos tocaría despedirnos hasta otra pero Ana se adelantó a mi pensamiento y dijo:

  • Te acompaño a tu hotel. No quiero que se acabe esta noche aún.

Lo que pasó en el hotel os lo prometo contar en breve. Espero que esté relato os haya gustado, y si es así espero algún comentario.