Mi primera aventura en la prepa.

La primera de muchas aventuras que tuve la fortuna de vivir en la prepa con mi novio de aquel entonces... Mauri.

Una noche antes de esto, hablábamos por whatsapp; era muy clara la atracción que sentíamos el uno por el otro, y él lo mencionaba cada que le era posible.

M: -Quiero  estar contigo... Pero a solas, Dani y tú están juntas todo el día y no me deja  hablar contigo en calma.

L: -Lo sé, pero ya habrá una oportunidad, lo sabes... Ellos ya están conscientes de lo de tú y yo.

M: -¿Irás a hacer aseo mañana? Es una de las últimas veces que nos veremos hasta volver de vacaciones.

L: -No lo sé, me da mucha pereza, igual y Dani no quiere ir, ella nunca va a los aseos y no quiero estar solita.

M: -¡Debes ir! Ahí está nuestra oportunidad, y sí tú quieres...

L: -No lo había visto de esa forma... Y sabes que sí quiero. Nos vemos mañana ;)

Dani es mi mejor amiga, y nuestro grupito está conformado por 4; Dani, David, Mauri y yo.

Después de pactarle a Mauri mi asistencia al día siguiente, corrí a preparar mis cosas. Tenía tiempo sin sentirme así por alguien, por lo que me emocionaba estar con él, y todo lo que sabía o imaginaba que pasaría...

A  la mañana siguiente llegué a la preparatoria pero en ningún momento me acerqué a mi salón. Me citó en la cancha de basquetbol, al fondo de la preparatoria.

Él ya estaba esperando por mí. Conversamos durante un rato, nos sentamos bajo un árbol, yo estiré mis piernas sobre las suyas. Nos comenzamos a besar, pasando de simples besos de piquito a besos pasionales, besos con mordida... mis favoritos. Él tenía una mano agarrando mi nuca, y una mano en mi pierna, su mano recorría la forma de mis piernas, de arriba a abajo, por encima del pants escolar, una y otra vez. Yo tenía ambas manos en su pecho, dándole pequeños apretones por momentos.

Me tiró del cabello muy suavemente y yo solté un pequeño gemido que no hizo más que encenderlo más. Posicionó la mano que acariciaba mis piernas sobre mi entrepierna, ahí fue cuando se pausó un momento, se separó de mí, me miró a los ojos  y dijo:

-¿Vamos?

Yo solo asentí sonriente, hizo mis piernas a un lado y se paró, me dio la mano para ayudarme a ponerme de pie. Caminamos hacia atrás de los cuartos de intendencia, de la mano y en silencio.

Por ser el día de aseo y uno de los últimos días del semestre, la escuela no estaba muy concurrida, todo estaba en silencio, solo oíamos a lo lejos a los chicos que se la pasaban jugando futbol.

Al llegar a intendencia, me quité la mochila, después de hacer eso, él se abalanzó sobre mí con un poco de violencia, me pegó a la pared y tomó mis muñecas con una sola mano, mientras su otra mano entraba por debajo de mi blusa hacia mis pechos. La forma de la que me tenía me excitaba muchísimo, tan dominante... El contacto de sus manos en mi piel me producía electricidad, o al menos eso sentía...  Nos besamos sin parar, estrujaba mi pezón derecho entre sus dedos, yo comencé a gemir, después de un rato soltó mis manos y metió ambas manos bajo  mi blusa, sin dejar de besarme. Comenzaba a sentirme húmeda, y fue ahí donde bajé una de mis manos hacia su miembro, y lo toqué por encima del pantalón. Tenía el pene súper duro. Se sentía bien, para mi inexistente experiencia con hombres, consideraba que su pene tenía un tamaño muy bueno...

Comencé a frotárselo y él gemía también, se separó un poco de mí y me miró a los ojos. Su mirada era de lobo hambriento, nunca antes había visto su semblante así... y me encantó.

S: -No sabes cómo había soñado con esto...

L: -Sí lo sé... Porque yo también.

Después de dicho esto, siguió comiéndome la boca, con mordiscos bruscos, cada uno de sus toques en mi piel subían más y más mi excitación... bajó sus manos a mis nalgas, y por encima del cachetero de encaje que había preparado especialmente, las estrujó, separándolas un poco y dándome lo más parecido a una nalgada... Lo más que nos permitía la ropa. Bajó sus labios a mi cuello, mordiéndome tiernamente. Comenzó a acariciar mi vagina por encima y sentí mi cuerpo estremecer, nunca me había sentido así. Me jalaba del cabello mientras que con su otra mano tocaba mi vagina, aunque intentaba ser silenciosa, mis gemidos salían como pequeños grititos.

Metí la mano a su pantalón y tomé su pene.

M: -¿Quieres verlo?

L: -Claro.

Se desabrochó el pantalón y lo bajó un poco junto con su bóxer.

Me lo quedé viendo sin decir nada. Lo masturbé con una mano. Pasé mi lengua por mis labios y lo miré a los ojos.

Mauri ladeó un poco la cabeza haciendo alusión a su pene. No fue necesario que dijera nada. Me dejé caer de rodillas y metí su pene a mi boca.

Sentía la punta chocar con mi garganta, Mauri me tomó del cabello  nuevamente y me dirigió a su propio ritmo. Saltaban lágrimas de mis ojos, pero me sentía muy bien en la posición que me encontraba. Me hacía sentir bien el satisfacer a mi chico, el escucharlo gemir y saber que todo era gracias a mí.

M: -Creo que me voy a venir...

Me saqué su pene de la boca y lo miré a los ojos.

L: -Hazlo... en mi boca.

Después de dicho  esto, volví a mi trabajo, y en efecto, fueron  contados los segundos para que me llenara la boca de ese líquido sagrado.

Yo sólo alcanzaba a pensar en el lugar en el que nos encontrábamos, nuestras experiencias de ese tipo siempre hacían que ‘Breaking the law’ de Judas Priest sonara en mi cabeza.

Su semen escurría por las comisuras de mis labios. Me hice a un lado y lo junté con mis dedos, para después metérmelos a la boca. Le sonreí.

M: -Me encantas.

Me ayudó a ponerme de pie. El tono de su voz, su aroma, la forma de su cuerpo... habían muchos factores que hacían que ese chico me trajera loca. Parecido al amor...

Me acercó a su cuerpo, rodeándome con sus brazos. Nos abrazamos un segundo. Me volvió a besar. Puse mis manos en sus hombros.  Seguía retrancada de la pared, su cuerpo pegado al mío.

xX: -Muchachos... ¿Qué hacen ahí? Vayan a sus salones o le hablaré al prefecto.

El intendente nos sorprendió. Nos separamos rápidamente. Tomé mi mochila y comenzamos a caminar sin voltearlo a ver. Espero que él no haya visto nada más.

Ya que íbamos caminando me di cuenta del daño que tenían mis labios en ese momento, estaban rojos, hinchados.

Mauri pasó su brazo por detrás de mi espalda para acercarme a él, y así nos fuimos caminando.

L: -Nos faltó...

M: -Sí, pero como tú me dijiste ayer, ya habrá oportunidad.