Mi primer trío mhm
Generalmente mis títulos revelan el contenido de mis relatos.
MI PRIMER TRÍO MHM
Imagino que muchas mujeres se van a sentir identificadas con este relato, no sé si a todas, pero a la gran mayoría de novias, amantes o esposas, nuestra pareja nos ha pedido hacer un trío con otra chica, cuando leo relatos sobre ese tema, lo hacen ver tan fácil, pero a mí me costó lo que no está escrito, porque los hombres no hacen nada por traernos a la chica, encima que es para su disfrute, nosotras tenemos que buscarla y eso para mí, fue un verdadero martirio.
Somos un matrimonio normal, Julio tiene 42 años y yo, Julia, 35, llevábamos 12 años de matrimonio y nuestra vida sexual se iba apagando conforme pasaba la cotidianidad por nuestras vidas, creo que a todos los matrimonios les pasa, pero una noche, estábamos viendo una serie en Netflix, “Tú YO y ella” la serie no es muy buena, ni siquiera hay desnudos, pero trata de un matrimonio que conoce a una chica y llegan a vivir juntos los tres, todo empezó cuando ellas se besaron:
- ¿Tú harías algo así? ¿Te gustaría que otra chica te besara?
- ¡No! ¿Cómo crees?
- Por la cara que pusiste creía que te gustaría.
- ¿Qué cara puse?
- Pues, así como de… morbo.
- ¡Cállate!
- De verdad ¿Nunca tuviste algún rollo con otra chica?... ¿Ni cuando eras adolescente?... ¡Ah! ¿Verdad? Ya decía yo, la que calla otorga… cuéntame.
- No fue nada, cosas de juventud.
- No importa, cuéntame.
- Pues… tenía como 13 años y mi prima la Cristi…
- ¿La que vive en Italia?
- Sí… La Cristi siempre fue muy inquieta, era la más aventada de todas las primas… pues un fin de semana que me fui a quedar a la casa de mis tíos, yo me estaba bañando y que la Cristi se mete al baño conmigo, desnuda, yo me asusté un poco, nunca me había bañado con nadie…
- …no te quedes callada, sígueme contando.
- Pero no te vayas a burlar de mí… pues ella me pidió que le enjabonara la espalda, yo lo hice, pero la muy pícara me dijo: -las nalgas también- y pues tuve que enjabonárselas, luego ella me enjabonó a mí, pero más que bañarme me metía mano.
- ¿Te tocó la cuquita?
- No solo eso, trataba de meterme los dedos, yo estaba muy nerviosa, pero cuando me tocó el clítoris, abrí la boca y la muy aprovechada me besó en la boca.
- ¿Y tú que hiciste? ¿Le devolviste el beso? ¿Tú también la tocaste?
- Ya cállate y déjame ver la serie.
La conversación lo puso eufórico, porque esa noche estaba más apasionado de lo que acostumbraba, me hizo el amor con ganas y cuando me puso de perrita, mi pose favorita, me dijo:
- Dichoso el tipo ese de la serie… a mí me encantaría hacer un trío… ¿Y a ti? –
Por supuesto, le dije que no, pero la idea se quedó instalada en mi cabeza. Ya ni lo esperaba para ver la serie juntos, yo adelantaba los capítulos hasta encontrar el momento donde ellas se besaban, me sorprendí tocándome solita ¿Qué se sentirá? ¿Será tan rico como se ve en la pantalla? Pensaba, muy acalorada, esa tarde me tuve que masturbar.
De ahí en adelante, las conversaciones sobre tríos corrían como bola de nieve, me empezó a hacer el amor más seguido y ponía videos para calentar el ambiente, yo protestaba, rogando a Dios que no me hiciera caso, él, al ver que no quitaba la vista de la pantalla, se sentó a la orilla de la cama, me penetró dándole la espalda, de esa manera yo podía ver las imágenes sin que Julio se diera cuenta, era delicioso ver como ellas se chupaban las panochas rosadas, en 69, como se lamían los pechos y se metían los deditos, pero la parte que me provocó un orgasmo, fue cuando ellas entrelazaron las piernas y se rozaban sus sexos… yo me mordía el labio inferior y me vine a chorros lanzando gemidos de placer.
Julio se puso como loco, se acostó boca arriba y me hizo cabalgarlo, me acariciaba los senos y viéndome a los ojos:
- No me puedes negar que te excitó ver ese 69 y esa tijerita.
- Cállate y cógeme.
- Si eso estoy haciendo, pero, dime que te gustaría hacer un trío.
- Ya te dije que no.
- Una cosa es lo que dices y otra la que piensas, dímelo ¿Te gustaría hacer un trío?
Insistió sobre el tema toda mi cabalgata, él preguntaba y yo le decía que no, pero cuando estaba a punto del orgasmo me dijo: - ¿Te gustaría que otra chica te besara la boca en este momento? – y abrazándolo para que no me viera la cara le dije:
- Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Ese fue el principio de mi tormento… Julio estaba desbocado, a pesar de que ya había tenido dos orgasmos, seguía cogiéndome, me puso de ladito y me volvió a meter la verga e insistía en que quería hacer un trío, mi mente decía que no, pero mi cuerpo lo ansiaba, empezó a decirme todas las fantasías que pasaban por su cochambrosa cabeza,
- Imagínate que, así como te estoy cogiendo, ella se pusiera en 69 y las dos se chuparan las cucas mientras te meto la verga.
- ¡Ahhhhh!
- Sería rico que mientras ustedes hacen la tijerita, las dos me mamaran la verga.
- No sigas, por favor.
- Reconoce que quieres hacer un trío, que te gustaría estar en medio de un hombre y una mujer, ¡Reconócelo!
- ¡Ya te dije que sí, que me encantaría!
Y sentí que me hundía en el más profundo orgasmo, era como caer al vacío, pero llena de dicha y satisfacción completa.
Los días siguiente no hablábamos de otra cosa, yo ya había dado mi brazo a torcer, así que dejé de hacerme la santita y yo también morboseaba con el tema, llegó el momento en que empezaron a surgir nombres, yo le dije que, si quería un trío, que debía provocarlo él, yo no tenía ni la menor idea de cómo empezar, Julio me decía que entre mujeres es más fácil sacar el tema, que para él no era fácil hablar de tríos con otras mujeres, a no ser que fueran prostitutas, me indigné y le dije que estaba loco si pretendía que me iba a acostar con una ramera, me daría asco, después de hablar mucho tiempo sobre quien debía conseguir a la otra chica, me convenció que para mí sería más fácil.
¿Por dónde empezar? Mi grupo de amigas eran muy reservadas, no hablábamos de sexo, bueno, sí, como todas las chicas, pero nunca hablábamos sobre nosotras, sino de películas eróticas, despedidas de soltera picantes, de ex novios… ¿Cómo empezar? Nunca hubiera imaginado que el gimnasio era el lugar perfecto para conseguir a otra chica, dispuesta a semejante locura. Yo nunca me había fijado en otra mujer de manera sexual, pero la fantasía me tenía desatada, les miraba a todas las nalgas, cuando estaban inclinadas sobre las bicicletas estacionarias o cuando ejercitaban sus glúteos con pesas, veía sus bamboleantes pechos cuando brincaban con la cuerda…
Todo era un festín para mis sentidos, comparadas con ellas, yo me sentía con cuerpo de niña, mido 1.61, tengo los senos pequeños, mis nalgas son normales, en lo único que me diferenciaba, es en mi avispada cinturita, pero en el resto, yo parecía una tabla en comparación con semejantes monumentos de mujeres, claro, había de todo, morenas, rubias, gordas, flacas, altas, chiquitas, pero la gran mayoría eran espectaculares, hubo una que llamó mi atención y no por su cuerpo, había mejores, sino por su actitud, yo veía como su entrenadora personal le agarraba las nalgas para inclinarla más sobre los pedales de su bicicleta estacionaria y ella reía escandalosamente y le guiñaba el ojo a su entrenadora.
Nunca había entrado a las duchas porque vivo a la vuelta del gimnasio, pero esa chica era un imán para mí, cuando entró a las duchas, fui tras ella, como una perra faldera ¡Oh, Dios! Que cantidad de mujeres desnudas vi, mis ojos no podían dejar de concentrarse en sus rajitas, unas con diseños hermosos de bellos sobre el pubis y otras totalmente depiladas, ¿Qué me estaba pasando? Nunca imaginé que la serie me iba a provocar tanto deseo por las mujeres, pero ahí estaba yo, admirando sexos, nalgas y pechos y los había al por mayor.
Busqué a la chica y la vi saliendo de las duchas envuelta en una toalla, casi todas se ponía la tanga bajo la toalla, pero esa chica, simplemente dejó caer su prenda, quedando totalmente desnuda, pero nadie la miraba, solo yo, me dio vergüenza que alguien me sorprendiera, pero afortunadamente todas, charlaban con su vecina, se reían de quién sabe qué cosas, se veían en el espejo y yo disimulaba mi mirada encendida, sobre las nalgas de esa madura, no sé cuántos años tendría, pero yo le calculaba unos 40, de pronto se acerca otra chica y empezaron a bromear, no sabía que se decían, pero miraba como la una a la otra se tocaban los pechos y muertas de la risa, se abrazaban, rosando sus pezones, pero tal parecía que la única excitada era yo, me bañé para justificar mi presencia, pero si no lo hubiera hecho, nadie se hubiera dado cuenta.
Se me convirtió en una obsesión, ir al gimnasio de 6 a 7 de la mañana, llegaba casi dormida, pero mis hormonas me despertaban, un día, no la vi, le pregunté a su entrenadora y me contó que se había cambiado de horario, ahora iba de 6 a 7 de la tarde, por supuesto, en ese mismo momento me cambié yo también de horario. Al día siguiente la vi sobre su bicicleta estacionaria, en un momento en que me cambié de aparato la perdí de vista, cual sería mi sorpresa cuando la siento atrás de mí, me dijo que su entrenadora le había dicho que yo había preguntado por ella, a mí casi se me caen los calzones.
Le dije que me parecía conocida, pero no me creyó nada, dijo que por qué me había cambiado a su horario, que si era espía de su marido para vigilarla, estaba verdaderamente molesta, yo se lo negué todo, pero como seguía gritándome, me fui llorando a las duchas, me senté a esperar que pasara la hora y salir disparada cuando ella entrara a bañarse, como me aburrí, me desnudé y me bañé, gruñía del coraje, mi marido era el culpable de meterme en tantos líos, si quería un trío que contratara dos putas, porque yo no estaba dispuesta a seguir con ese juego estúpido.
En eso oigo que entra alguien, yo cerré la regadera para oír mejor, pero cuando menos lo esperaba, ella abrió la puerta y se me quedó viendo con mirada retadora, yo me tapé como pude y ella alcanzó una toalla y me dijo que la disculpara, que su marido era muy celoso y que siempre le ponía espías en el gimnasio, en el trabajo y hasta en el Club, mientras me contaba, me secaba, pero yo sentía que más que secarme, me acariciaba, eso me puso muy nerviosa y le dije que no se preocupara, que yo seguiría secándome.
Cuando me estaba poniendo la tanga, me dijo, viéndome la cuquita, que tenía lindo cuerpo, que esa cintura era envidiable, hizo una larga pausa y me vestí de prisa, cuando estaba por despedirme, me jaló del brazo con firmeza y me sentó en la banca.
- Dime la verdad ¿Por qué me sigues?
- No te voy a seguir mintiendo… pero, la verdad… no te la puedo decir.
- ¿Te mandó mi marido?
- Ya te dije que no.
- Entonces me vas a tener que decir la verdad… ¿te gusto? ¿eres lesbiana?
- No… no soy lesbiana… pero…
- ¿Pero?
A decirle la verdad iba, cuando todas las chicas entraron a las duchas, me invitó a un café que queda cerca, no pude decirle que no, iba como niña regañada, pensando que decirle, me sudaban las manos, estaba aterrorizada, por fin entramos al café, al no más sentarnos me dijo que si no era espía de su marido ¿Por qué la perseguía? Algún motivo tienes que tener, le dije que si le decía la verdad no me la iba a creer, dijo:
- Inténtalo.
Y no tuve más remedio que contarle lo del trío con Julio, se me quedó viendo y dijo:
- Entre tantas mujeres, dijiste, esa tiene cara de puta, seguro que aceptará coger con mi marido, ¿es así?
No exactamente, le contesté, es que vi como tu entrenadora te agarraba las nalgas y tú le guiñabas un ojo… hubo otra terrible pausa, luego dijo: - ¿Te gusto? – Le dije que antes de esa fantasía nunca me habían llamado la atención las mujeres, pero que ahora estaba obsesionada con ellas, me repitió:
- ¿Te gusto?
Y yo muerta de la vergüenza no tuve más que decirle que sí, ella sonrió, se paró y antes de salir me dijo, me llamo Carmen, como la ópera y se fue.
Al llegar a casa, mi marido ya me estaba esperando para saber que noticias le tenía, entré a mi cuarto llorando, cerré con llave y me arrepentí de haber aceptado conseguir a esa chica, Julio estuvo somatando la puerta, gritaba no sé qué cosas, yo estaba tan furiosa que me puse la almohada sobre las orejas hasta quedarme dormida, se ha de haber acostado en la sala porque cuando me levanté ya se había ido, solo vi un papel que me dejó sobre la mesa: -No entiendo nada, por lo menos me hubieras permitido bañarme y cambiarme de ropa- En ese momento no me importó, estaba furiosa con él, lo que no sabía era si volver al gimnasio, pasé todo el día muy atareada con oficios de la casa, pero al llegar la hora, me di cuenta que debía enfrentar las consecuencias de mis hechos.
Empecé a hacer mi rutina y Carmen ni me volteaba a ver, por un lado, sentí alivio, pero por otro, me sentía rechazada, ayer le había reconocido que me gustaba y ahora ni me volteaba a ver, al terminar la hora, me fui a las duchas con la esperanza de verla desnuda de nuevo, pero no llegó, me sentí totalmente frustrada, impotente y humillada. A la par mía había dos chicas besándose y metiéndose mano sin ningún pudor, se acariciaban las nalgas la una a la otra, se besaban de manera obscena chupándose los labios, metiéndose los dedos en sus cucas, a pesar de que se dieron cuenta que las estaba mirando, no se detuvieron en su lascivia, salí de prisa, antes de desear unirme a esas chicas tan bellas y descaradas… las cosas que pasan en los gimnasios…
Ahora tenía otro problema, debería darle una explicación a mi marido y contentarlo con una buena mamada de verga, eso nunca me falla, cuando entré a mi casa, Julio no estaba, vi mi teléfono para ver si tenía alguna llamada o mensaje, pero nada, cené sola, dormí sola, desperté sola y Julio no aparecía, me empecé a preocupar, ¿Le pasaría algo? Me arreglé y me dirigí a su oficina, su secretaria me dijo que estaba en una reunión y que no podía interrumpirlo, sin hacerle caso entre a la sala de juntas, Julio me miró y dijo:
-Caballeros les presento a mi esposa, lo siento querida, pero en este momento no puedo atenderte.
Y me cerró la puerta en las narices.
Ahora sabía que mi insolencia me iba a costar cara, una mamada de verga no bastaba, así que tendría que hacer algo mayor para que me perdonara, reflexioné sobre el asunto y tuve que darle la razón, yo entré como una loca sin explicarle nada, durmió en el sillón y encima no lo dejé bañarse ni cambiarse de ropa… definitivamente tenía razón, le mandé como mil mensajes pidiéndole perdón, y nada, no me respondió, así que me preparé para ir al gimnasio a seguir sufriendo los desprecios de Carmen.
En el trascurso de la hora, todo siguió igual, Carmen ni me volteó a ver, ya resignada que ese sería mi último día de gimnasio, me fui a duchar, una de las chicas de ayer, estaba con otra y en las mismas circunstancias, ahí si me indigné y pensé: - ¿Por qué les gusta lucir su morbo? Este es un gimnasio, no un club de lesbianas – a salir iba, cuando aparece Carmen desnudándose, me dijo:
- ¿Las imitamos?
Y me besó la boca, yo la separé y le dije que no estaba acostumbrada a esas manifestaciones obscenas y que además nunca había besado a ninguna mujer, salí y regresé a decirle:
- Me llamo Julia, como la Roberts.
Y me fui.
Estaba por llegar a mi casa cuando Carmen me llamó diciendo: - ¡Julia Roberts! – A mí me dio risa su ocurrencia y la esperé, ella me pidió disculpas por su comportamiento de esos días y me invitó al mismo café, pero le dije que no era el mejor momento, que había tenido problemas con mi marido y debía resolverlos, ella casi se auto invitó a entrar a mi casa, no tuve más remedio que ofrecerle un café, ella dijo si no tenía algún licor y abrí una botella de vino tinto, puse música y miraba mi reloj continuamente, Carmen aprovechó mi distracción y llamó a su marido diciéndole que estaba en la casa de Julia Roberts, luego soltó una carcajada y dijo que era la casa de una amiga, que iba a llegar tarde, pero que tendría el celular encendido para que no se preocupara.
Carmen me preguntó que cuál había sido el problema con mi marido y luego de contarle, coincidió conmigo en que él tenía razón, luego le pedí que si mi marido llegara, que se fuera, debía arreglar mi situación matrimonial, ella aceptó gustosa, pero seguimos bebiendo y Julio no aparecía, entonces le pregunté que por qué se había portado así conmigo, soltó otra de sus características carcajadas y me dijo que ella era muy vanidosa, que le había encantado que le dijera que me gustaba, que hacía mucho tiempo que una mujer no se le insinuaba, que ella era bisexual, pero que su marido no lo sabía, que quería hacerme sufrir, pero que al ver que yo no iba a dar el siguiente paso, lo dio ella por mí.
Ya habíamos abierto la segunda botella y Julio nada que aparecía, se me acercó y me dijo rozando mi oreja:
- Me encantó verte desnuda, esa cinturita me tiene muy cachonda y ese beso frustrado, me fascinó, ¿Me darías otro?
Ninguna mujer me había pedido un beso, pero el vino hizo su efecto y me dejé besar, que delicia sentir los labios de otra mujer, son tan suaves, tan tiernos, tan ricos, me metió la lengua y me acarició los senos, yo no sabía qué hacer con las manos, como leyendo mis pensamientos, me las tomó y las puso sobre sus inmensas y duras nalgas, jamás había tocado a otra mujer, pero sobar ese culo me estaba llevando a la gloria.
Yo tenía miedo de que Julio apareciera en cualquier momento y empeorar la situación, ella notó mis nervios y me dijo:
- Te dejo en paz, no vaya ser que venga tu marido y nos agarre besándonos ¿Sabes? Me acerqué a ti porque quiero ayudarte, estoy dispuesta a hacer ese trío con ustedes, a no ser que tu marido sea un adefesio.
Y soltó otra carcajada, además me dijo que yo le gustaba mucho, que tenía un cuerpo muy estilizado, que era delgadita y que mi cintura parecía de niña, yo me puse muy nerviosa, Carmen me tomó de la mano y dijo que había salido corriendo del gimnasio con tal de alcanzarme, que no le había dado tiempo de bañarse y que le permitiera hacerlo en mi casa, yo con tal de que se fuera, accedí.
A los cinco minutos apareció Julio, venía medio borracho y muy molesto, dijo que solo venía por su ropa y que se iba a quedar en un hotel, yo le pedí que habláramos y mientras hacía la maleta le conté todos mis infortunios, pero parecía que no me oía, solo me dijo que habláramos después, porque estaba muy enojado conmigo, que esa noche que lo dejé afuera, era muy importante para él, porque me iba a pedir que lo acompañara al día siguiente a una reunión, donde su jefe le había ofrecido ascenderlo, pero que yo con mis caprichos lo había echado todo a perder, que no podía llegar con la misma ropa del día anterior y mal oliente, así que perdió su asenso porque no fue a la reunión. Quería que me tragara la tierra.
Yo le rogaba que se quedara, que habláramos, que estaba dispuesta a hacer todo lo que me pidiera, pero que no se fuera, estaba por salir cuando apareció…
- ¡Carmen! ¿Tú que haces aquí?
- ¡Julio! No sabía que Julia era tu esposa.
- ¿Ustedes se conocen?
- Claro, Carmen es la esposa de mi jefe, ¿Qué haces en mi casa?
- Consolando a tu esposa, ¿Por qué estás peleando con ella?
Nos sentamos a platicar y Julio le contó su versión de los hechos, yo le dije que ella sabía toda la verdad, en una palabra, sabe que queremos hacer un TRÍO, Julio casi cae desmayado y cuando recuperó el aliento le volvió a preguntar que, qué hacía en nuestra casa, ella le dijo, - Vengo a complacerte a ti y a tu esposa, quiero hacer ese trío con ustedes, Julio no lo podía creer y le dijo que ya bastantes problemas había tenido con su jefe, como para que encima se enterara que su esposa había hecho un trío con nosotros, ella soltó una carcajada y le dijo que si él pensaba contárselo, porque ella, ni loca, tal parece que la sorpresa fue relajando a Julio porque se sirvió un trago y se aflojó la corbata.
A los 15 minutos ya hasta se reía, le dijo que su marido era un hijo de puta y ella carcajeándose le decía que estaba de acuerdo, me sorprendió cuando él me tomó de la mano, Julio le contó lo del ascenso y su falta y Carmen le dijo que no se preocupara, que mañana lo ascendían, que ella sabía cómo convencerlo, yo pensé: -Ojala le funcione su mamada de verga, porque a mí no me funcionó- Se fueron relajando y hasta se piropeaban, ella le decía que era el hombre más guapo de todo el bufete, él sonreía halagado y le comentaba que ella siempre fue su fantasía sexual, que tenía el mejor culo que jamás había visto, los dos lloraban de la risa, hasta que dije:
- Hey, estoy aquí.
Carmen se paró y me dijo,
- Siempre he sabido que estás aquí, nena linda.
Me abrazó y me besó, Julio aplaudió como si su equipo hubiera metido un gol y se besó con nosotras a tres lenguas, vaya manera de empezar un trío, siempre creí que primero había que romper el hielo, pero aquí no había hielo, solo fuego y a llamaradas, Julio agarró a Carmen y la besó con pasión, a mí la verdad, me dieron un poco de celos, pero estaba dispuesta a cualquier cosa por recuperar a mi marido, así que yo también les aplaudí.
Luego todo ocurrió como en una película antigua, en cámara rápida. Carmen se me acercó y empezó a desnudarme, yo estaba muy nerviosa a pesar de los vinos, pero al ver los ojos de deseo de mi esposo, me dispuse a disfrutar de ese trío como si fuera una puta, Julio se sentó en el sofá y me besaba las nalgas, Carmen llegó gateando, me subió una pierna al sofá y se hincó frente a mí, yo chorreaba de la calentura, de pronto sentí su lengua abrirse paso entre los pliegues de mi cuquita, nunca nadie me había mamado de esa forma y para completar mi placer, Julio me metió la lengua en el culo, sentir dos lenguas por mis orificios hizo que le acabara en la boca a Carmen, ella se relamía los labios.
Mientras me recuperaba de mi intenso orgasmo, ellos terminaron de desnudarse, a Carmen se le hacía agua la boca al verle la verga a mi marido, y no es que sea monstruosa, más bien es normalita, pero eso sí, muy cabezona y deliciosa, Carmen se hincó la agarró la verga y se la mamó delicioso, esa boca había nacido para mamar, era carnosa y grande, del tamaño de sus carcajadas, Julio la tomaba de la cabeza y se la zampaba hasta el fondo, pero a Carmen no parecía molestarle, al contrario, se movía al ritmo que Julio le imponía, desde donde yo estaba, tenía una vista privilegiada, le veía muy de cerca ese hermoso culo y la cuquita bien depilada, con cada embestida de Julio, miraba como sus tetas se bamboleaban, ya no sabía se mirarle la verga a mi marido o ver ese cuerpo voluptuoso que me causaba tanta envidia.
Julio me pidió permiso para cogerse a la esposa de su jefe cornudo, eso dijo y los dos volvieron a reír, yo no le dije nada, me acerqué a mamarle la verga en señal de aprobación, pero Carmen dijo en broma que no estaba bien lubricada, me anudó el cuello con sus pies y me acercó a su raja, su olor me estremeció, aunque nunca había probado otra panocha, se la lamí despacio, pasaba mi lengua desde su culo hasta el clítoris y ella gemía, decía que no me creía que nunca hubiera chupado otra cuca, eso me alentó más y metí entre mis labios su clítoris, ella subió su culo y me dijo que era una puta sabrosa, no sabía cómo tomar sus palabras, pero yo misma le agarré la verga a Julio y se la metí en la cuca, ella arqueo las espalda y le dijo que tenía una verga muy rica.
Ella estaba acostada boca arriba sobre la alfombra, mientras Julio se la cogía con ganas, Carmen me dijo que tenía ganas de mamarme el culo, yo me senté en su cara y me metía la lengua y los dedos alternativamente, yo me movía como a gusano que le echan sal, que rico me hurgaba el culo esta puta y ella resoplaba diciendo:
- Méteme la verga… métemela toda… dame más verga… párteme la cuca en dos, destrózamela… chíngate a esta puta esposa de tu jefe… jódeme… cógeme… cógeme como te coges a la puta de tu mujer… taládrame el hoyo… como te envidio, Julia, que rico coge tu marido… dame verga, cabrón…
- Te gusta que te trate como puta, ¿verdad ramera? ¿Te gusta mi verga?
- Sí me encanta… pero ahora la que te va a pagar soy yo… le voy a dar la mejor cogida de su vida al cornudo de mi marido para que te ascienda mañana… a la puta, que rica verga tienes… y tú, Julia, tienes el culo más delicioso que he mamado y esa cuquita caliente, me encanta, parece de niña.
- Pue chúpamela, lesbiana de mierda, que rico siento tu lengua cuando me abres el culo, me gustó mucho acabar en tu boca, eres una cerda deliciosa.
Y en medio de un concierto de gemidos nos vinimos los tres casi al mismo tiempo.
Luego de un breve descanso, Carmen dijo que le mamáramos la verga a mi marido, porque quería ver cómo me chingaba a mí, empezamos a chupar, ella la verga y yo los huevos, ella me besaba con mucha pasión, pero hubo un momento que me sorprendió, ella me metió el dedo índice a la boca, luego me ordenó que le siguiera mamando la verga a Julio, ella le lamía los huevos y sin decir agua va, le zampó el dedo dentro del culo:
- ¡Hey ¿Qué estás haciendo?!
- Nada que no te guste, cariño, dime que no te gusta y te saco el dedito… a todos los hombres les gusta, lo que pasa es que algunos por machos, se pierden de esta delicia, mira que rico te entra y te sale mi dedito… ¿Qué sientes cuando te toco la próstata?
- Nunca me habían hecho esto.
- Pero ¿Te gusta?
- Sí, me encanta… Julia, cabálgame… y tú sigue violándome el culo.
No sé qué sentiría Julio, yo nunca se lo había hecho, pero de seguro le estaba fascinando, porque me estaba cogiendo con ganas, como si fuera nuestra luna de miel, como si nunca me hubiera cogido, de pronto sonó un celular, era el de Carmen:
- Hola, mi amor… sí… sigo donde mi amiga… ¿Cómo sabes que estoy cerca del gimnasio?... sí… ya sé que me pones espías… pero no tienes que preocuparte por nada… ¿Sabes quién es mi amiga?... la esposa de Julio Cesar Rodríguez… sí, el abogado que trabaja en tu bufete… la conocí en el gimnasio… a propósito, tengo que pedirte un favor… él no pudo asistir a la cita de ayer para que lo ascendieras, porque mi amiga tuvo un accidente… sí, se quebró una pierna… gracias, yo le digo… Ok. ¿Y cómo quieres que te pague ese favor?... Sí, estoy sola, salí al patio a fumar… Ok. Prepararé mi culito para que me lo partas en dos, espérame con la verga bien parada, en media hora salgo para allá.
Carmen se carcajeó y se volvió a acercar, nosotros seguíamos cogiendo en la misma posición, aguantando la risa, por el cinismo de Carmen, Julio le agradeció el favor y ella dijo que se lo pagáramos con un rico orgasmo, se puso de nuevo atrás de nosotros y cuando menos lo sentimos, nos metió un dedo a cada uno dentro del culo, los metía y los sacaba con violencia, yo imaginaba que algo parecido se ha de sentir, siendo cogida por dos vergas, Julio me tocó el clítoris y no me puede contener, exploté en el más rico orgasmo que jamás imaginé, Julio me llenó la panocha con su lechita y Carmen me inclinó hacia adelante para dejarle limpia la verga a mi marido y luego me chupó la cuca hasta que se bebió todo el semen.
Mi marido con dos polvos, tiene más que suficiente, pero hoy no era el caso, seguramente la presencia de Carmen lo tenía muy excitado, aunque no tenía la firmeza del principio, la seguía teniendo bien parada, Carmen le dijo que tenía que abrirle el culo a pura verga, porque su marido se lo iba a partir en dos hoy en la noche, y ahí vamos las dos, de nuevo a mamar verga, Carmen se puso en cuatro y Julio se puso un condón y le metió la paloma poco a poco, lo tenía bien apretadito, ella grito de dolor al principio, pero cuando sintió los pelos en sus nalgas, se movía como batidora.
- Ven Julia, mámame la cuca, ya me tengo que ir y me quiero marchar, bien cogida, taládrame el culo cabrón, apúrate que ya es tarde, ábremelo, estíramelo, déjame bien abierta para el cornudo de tu jefe… así… que rico me chingas el culo… sí mamita… así… chúpame el clítoris… eres toda una experta mamadora, puta de mierda…
- Que culo más tragón tienes, Carmen, me encanta como me aprietas la pija, me masturbé muchas veces pensando en tu culo, que rica estás, putita…
- Deja de hablar y cógeme duro, cabrón… Julia, méteme dos deditos en la panocha y chúpame el clítoris… así flaca… hazme mierda la panocha… Julia, métele dos dedos en el culo al puto de tu marido, sino no va acabar nunca el hijo de puta…
- Ay, mi amor, que rico… sigue… sigue así… tócame la próstata… ay… ya… me vengo… me vengo… meee veeeeengoooooooooooooooo…
Nunca imaginé que un trío fuera tan rico, yo quedé desparramada sobre la alfombra, Carmen se fue a bañar y Julio solo me pedía perdón y me agradecía por ese trío, me besaba como cuando éramos novios, como si fuera nueva en su vida, al final, había valido la pena tanto sufrimiento, Carmen salió bañada y perfumada como si no hubiera pasado nada, nos tiró un beso desde la puerta y dijo:
- Gracias Julia… como la Roberts.
- Fue un placer, Carmen… como la ópera.
- Adiós Julios Cesar… de Roma.
Y con una sonrisa cerró la puerta, Julio no entendió nada, pero estaba muy cansado para preguntar, me cargó en sus brazos y me llevó a la cama, así toda sudada y apestosa a sexo.
- Gracias, amor, por todo lo que hiciste para darme gusto, ahora con el ascenso te voy a dar gusto yo a ti.
- ¿Me vas a llevar a Italia a ver a la Cristi?
- Cuenta con ello, pero hay algo más…
- ¿Qué amor?
- Ahora te voy a regalar yo, un trío con otro hombre.
CONTINUARÁ…
Post scriptum: Así que ya saben chicas, cuando su hombre les pida hacer un trío con otra mujer, háganse las difíciles, pero háganlo, todas las mujeres tenemos algo de lesbianas, unas son bi curiosas, otras se catalogan como heterosexuales flexibles y las que en definitiva quieren seguir solo con hombre, las respeto, pero no saben de lo que se pierden.