Mi primer trío con otra chica

Mi primera experiencia de trío siendo dos chicas y un chico

Hola. Es la primera vez que relato una experiencia, pero no puedo resistirme a la idea de compartir con todos vosotros uno de mis momentos más morbosos y sexuales.  Me presento como Gatita y os contaré cómo fue mi primer trío con otra chica.

Soy una chica de 35 años, muy bien puestos. Morena, pelo largo, delgada. Me considero atractiva y sexy. Tengo unas tetas preciosas. No muy grandes, pero nada caídas y con unos pezones super sensibles y erectos como piedras. Si supierais las corridas que me he pegado sólo acariciándolos…También tengo un culo precioso, todo respingón. Sé que da mucho morbo. Y un coñito muy mojado siempre…

Bien, estuve días antes imaginando cómo íbamos a recibir María y yo a Ernesto. No era la primera sorpresa que le preparaba, pero eso sería en otro relato. Sé que le pone mucho las colegialas, así que estuvimos hablando de qué nos pondríamos para que se pusiera bien cachondo al entrar en la habitación. Esa tarde me preparé mi ropita sexy, los taconazos, compré piruletas y cogí el lubricante. Estuve esos dos días esperando nuestro trío mojando como una perra. Me excitaba mucho la idea de probar mi primer coñito, tanto que tenía que cambiar mi ropa interior dos veces de lo mojada que iba…me habían contado que las mujeres lo comíamos mejor que los tíos y eso me encanta, pues me deleito con el sexo oral.

Ese día quedamos ella y yo antes en la habitación del hotel para romper el hielo. Era una habitación bastante lujosa, con dos armarios enormes con espejos en las puertas, lo que hacía más morbosa la situación pudiendo ver cómo nos follaríamos. La idea era recibirlo ya disfrazadas y cachondas, aunque con nuestros chats ya veía que éramos las dos del mismo palo: un buen par de morbosas. Me encontré una chica alta y morena. Parecía sexy, como yo. Después de las presentaciones de rigor, nos acercamos y nos morreamos bien. Fue todo muy natural. Así que nos empezamos a desvestir para disfrazarnos una a la otra. Quitándonos la ropa lentamente, mirándonos a los ojos con ganitas…rozándonos los pechos y el coñito al vestirnos…Me puse una faldita muy cortita que mi culo respingón hacía que subiera por detrás y se me viera medio tanga. Con mis calcetines largos y mis taconazos, cogí mi piruleta y empecé a pasársela por el coñito para que se pringara bien de azúcar y estuviera más rico luego.

Dejamos la puerta abierta de la habitación y cuando estuvimos bien calentitas, dejamos entrar a Ernesto. Imaginad su cara cuando entró y encontró a dos zorronas disfrazadas de colegialas dándose el lote en la cama…Pues esa misma.

Nos levantamos y sin apenas tocarle, desnudamos su cuerpo alto y fibrado. Llevaba una erección de caballo. Lo sentamos en una silla enfrente a la cama, abierto de piernas, y le atamos las manos por detrás para que sólo pudiera mirarnos, empalmado, hasta que nos suplicara todo loco que lo desatáramos para follarnos. María y yo nos desnudamos…poco a poco. Las dos estábamos súper cachondas y mojadas. Todo mi sexo goteaba líquido por la excitación. Comencé a chuparle los pezones mientras ella acariciaba lentamente mi suave y rosadito clítoris.

-          Qué zorra eres- Gemía cuando empecé a chuparle el coñito. Sabía a piruleta. Jeje.

-          Me encanta tu coño – le dije. Ella también me acariciaba muy bien. Dándome mordisquitos en el clítoris, hacía que me deshiciera en un placer inmenso.

Estuvimos un buen rato comiéndonos y follándonos con los dedos. Acarició mis pechos duros y lamió mis erectos pezones con la piruleta. Ernesto no hacía más que suspirar y gritarnos que quería follarnos como las perras que estábamos hechas. Nunca lo había visto tan empalmado. Después de corrernos cada una dos veces, fuimos hacia él.

-          Vaya cara de vicio tienes, zorra – me dijo.

-          Ahora vas a flipar con la mamada que te haremos entre las dos. Siempre dices que las mías son las mejores. Ahora a ver qué tal entre las dos. – le dije agarrando fuertemente la base de su gran polla.

Nos pusimos una a cada lado de su empalmada y empezamos a lamerle bien a la vez. Mi boca no paraba de salivar ansiosa de comerme esa tranca. Alternábamos chupándole y acariciando sus huevos con ir comiendo toda su polla. Nos miraba con una cara de vicio increíble. Al rato, por fin lo desatamos y nos hizo unas cuantas fotos mientras nuestras lenguas subían y bajaban, mojando y preparando su sexo para el buen trabajo que se le venía encima.

-          ¿Ya has pensado a cuál de estas zorritas te vas a follar primero? – le pregunté ansiosa de notar cómo entraba todo su sexo en mí.

-          Primero quiero saborearos un poco a las dos. – dijo.

Se tendió en la cama y mientras María le iba chupando los huevos y el culo, yo me puse en cuclillas encima de su cara para que lamiera y comiera bien mi sexo todo depilado y mojado. No parábamos de gemir los tres. Me corrí unas dos veces así, ya pierdo la cuenta. Cuando Ernesto estuvo al límite de correrse, me cogió y me puso a cuatro patas para empezar a follarme. Le gusta ver mi espalda cómo se arquea de placer cuando rebota mi culo al penetrarme.

Estaba toda chorreando yo. Me encantaba notar toda su enorme polla dura y excitada clavándose como una posesa.

-          ¡Fóllame bien cabronazo! ¡Cómo me gusta que me folles así, cabrón! – le gritaba mientras me penetraba salvajemente.

-          Sí, zorra. Me encanta que seas tan zorra. Ten guarra, lo que te mereces – me decía mientras cada vez era más salvaje.

-          ¡Eso! Así…así…reviéntame el coño, cabrón!

María se puso delante de mí, echada en la cama y con las piernas bien abiertas, para que volviera a comerle ese coñito de zorrona que tanto le había gustado cómo se lo había hecho. Nos corrimos ella y yo a la vez: Ernesto follándome como un loco y María con la pedazo comida que le hice mientras mis dedos se movían frenéticamente dentro de ella sin parar.

Pedí antes de correrse a Ernesto que parte de su leche la echara encima de mi culo y así sentir como iba resbalando lentamente…tan calentita y rica…por toda la zona de mi sexo. Cogió parte de su corrida con los dedos y empezó a follarme otra vez el coñito acabado de correr. Inmediatamente llegó otro espectacular. Sentí como esa maravillosa y conocida oleada de placer me inundaba y abarcaba desde el interior de mi culo hasta mis pezones, haciendo que mi cabeza se fuera por un instante.  Me corrí como una perra.

Pusimos a María a cuatro patas encima de la cama. La tía estaba chorreando también toda excitada. Mientras yo le acariciaba el clítoris y se ponía cada vez más cachonda, Ernesto le puso la punta de su polla en la entrada del culo. Él se la metió toda de golpe. Se la fue follando un buen rato mientras yo iba acariciando ese conejito que tiene. Luego Ernesto sacó su polla dura y empezó a follarle el coño. Yo metí unos de mis dedos mojados de su flujo por su culo y se empezó a mover como una loca, yo penetrando el culo y acariciando su clítoris y Ernesto violando su coñazo.

No habíamos acabado, ni mucho menos…Ernesto cogió de dentro del maletín que había traído, un antifaz y una cuerda. – Vamos a jugar a un juego- dijo, con esa cara de vicioso que pone cuando maquina perversiones. Me puso de rodillas encima de la cama y me cubrió los ojos e, inmediatamente, hilos de flujo volvieron a resbalar por el interior de mis duros y tersos muslos, empapando de nuevo la colcha.

Pasó la cuerda alrededor de mis pechos, por mi cuello y pasándola por entre mi culo y mi clítoris, todo hinchado ya de correrme tanto. Bien sujeta estaba. Me ató las manos a la espalda. Estaba muy excitada. Sólo quería follármelo bien de nuevo….destrozarle la polla. Cada vez que me movía, la cuerda que pasaba por mi coño se tensaba y no hacía más que mojar como una auténtica cerda. Él empezó a acariciarle los pechos y el clítoris a María enfrente de mí mientras le dijo a ella que me fuera contando qué le hacía. Yo no podía ni tocar ni ella tocarme a mí. Fue una maravillosa tortura. Sólo quería correrme…comer chochete y polla…que me volvieran a destrozar por dentro. Hizo que María se corriera mientras yo no podía más que escuchar cómo lo hacía y rozarme con la cuerda como una psicópata.

Por fin me desató y me abalancé a su polla. Él me frenó un momento:

-          Tranquila, vas a comérmela poquito a poco como haces tan bien – dijo.

Así que empecé agarrándole la base de la polla bien fuerte, mientras le chupaba suavemente los huevos.  Alternaba chupándole los huevos con la entrada de su culo, mientras seguía agarrando bien fuerte eso tan duro que tenía entre las piernas. Mientras iba lamiendo, lentamente…muy lentamente lo pajeaba. Estuvo así gimiendo un buen rato…el rato que me agarraba suavemente de mi largo pelo y tiraba. Con la base bien agarrada, mi lengua toda ensalivada subía mojando los laterales de su miembro hasta llegar al glande, todo rojo….lentamente…

Trataba esa polla como un chupa-chups.  Pasando mi lengua circularmente por su punta. Disfrutándola poco a poco. Metiéndomela hasta la garganta y al salir, jugando mi lengua con todas sus venas hinchadas. Apretándola con mi paladar y rozándola suavemente con mis dientes… Poco a poco todo… Era brutal el placer que sentía él. Me encanta dar ese sentimiento, ese deseo…

De repente, se levantó y nos puso a las dos juntas a cuatro patas, una junto a la otra. Y empezó a follarnos alternativamente. Ella y yo nos íbamos acariciando con la mano que teníamos libre los pezones y el clítoris. Ahí nos corrimos como unas cerdas. Nos nublaba la mente el olor a sexo, a coño, los gritos y gemidos, el placer...

-          Tened. Chupad vuestro propio coñito – dijo mientras nos metía la polla que nos acababa de follar en la boca, para que sintiéramos nuestro propio sabor y el de la otra.

Nos tumbó a las dos una al lado de la otra boca arriba, con la boca abierta. Él estaba detrás de nosotras de rodillas cuando empezó a pajearse frenéticamente. Con un gran gemido gutural se aproximó a nuestras bocas que ya esperaban el premio…el postre. Se corrió en nuestras bocas.

-          Ahora os vais a morrear y os pasáis el semen que tenéis en la boquita de una a la otra. – nos ordenó.

Mmmm, fue súper morboso besarme con María y sentir nuestras lenguas con ese líquido denso y tan particular. Estuvimos jugando con ellas un ratito, pasándonos la leche de una a la otra, entrelazándolas y liándolas, investigando el paladar y dientes, lamiendo las gotitas que se escapaban de la boca al jugar…al mismo tiempo que nuestras manos buscaban, traviesas, nuestros sexos de nuevo.

Acabamos tumbándolo en la cama boca arriba y proseguí con la mamada que había empezado antes, esta vez más rítmicamente. Mi cabeza subía y bajaba sin parar, apretando los laterales de su miembro con mi boca y lengua. Llenando toda mi boca y sintiendo como sus huevos subían a puntito de estallar. María puso todo su sexo encima de su cara para que se lo comiera, mientras me iba follando lentamente con dos deditos suyos. No duramos nada… Acabamos nosotras dos mojando absolutamente toda la colcha y él, con un maravilloso y definitivo “¡hostia puta!”, llenó mi boca de una cantidad asombrosa de leche.

Espero que os haya gustado a tod@s. Tened en cuenta que es mi primer relato. Sería feliz sabiendo que os habéis hecho unas buenas pajas gracias a mi vivencia, jejeje, así que espero vuestras sugerencias y opiniones en: lamevacosetabonica@gmail.com. Un beso