Mi primer trío
Por fin mi marido cumple su fantasía de verme con otro.
Después de tanto fantasear con hacer un trío, llegó el día en que mi marido y yo creímos que ya estábamos listos para hacerlo realidad.
Discutimos mucho sobre los posibles candidatos pero siempre había alguna complicación, así que decidimos experimentar en un club swinger.
Le puse dos condiciones que no se podían violar, una era que él no podía estar con ninguna mujer so pena de divorcio y no volverlo a ver jamás, porque yo soy muy celosa. Y la otra condición era que yo iba a decidir qué hacer con quién.
Una vez de acuerdo en eso, hicimos una cita por email y nos compramos vestuario adecuado para asistir.
Mi outfit era más bien simple, constaba de un bodystocking negro y un panty también negra de encaje con abertura en medio para la travesura.
Era un poco transparente, y estaba totalmente descubierto de atrás, por lo que mi trasero quedaba totalmente a la vista.
Me encantó que por ser elástico se ajustaba a mis curvas, mis senos se veían re lindos bien aprisionados y que la parte que cubría mis piernas simulaba pantimedias con liguero.
Me puse unos tacones para resaltar mi figura y a petición de mi marido no usé bra.
Encima me puse ropa normal para poder salir de casa y así nos fuimos al club.
Al llegar al lobby del club, había otra pareja de novatos como nosotros, con cara de asustados pero lo suficientemente calientes para estar ahí. Habían también parejas que se veían ya con experiencia en el intercambio, jóvenes en sus veintes y otros ya maduros, quizá rayando los cincuenta y algo.
La hostess nos ofreció unas pulseras de colores, cada color representaba hasta donde uno quería llevar las cosas, de manera que el resto de invitados supiera si abordarte o no.
Escogimos las pulseras de "solo vengo a mirar", y luego veríamos cómo se iban dando las cosas.
Nos explicaron las reglas comenzando por la famosa "no es no, y no se pregunta por qué", la seguridad, las bebidas, las dinámicas, las diferentes áreas del club, etc.
Luego entramos, me quité la ropa de calle y la dejamos en lockers, y ya con mi atuendo sexy entré con mi marido y nos entretuvimos un rato viendo un show de strippers, eran una chica muy voluptuosa y un chico muy dotado que después de bailar y cachondear se pusieron a hacer el acto enfrente de todos y hasta pidieron voluntarios para unirse.
Yo estaba muy tensa porque todo fue muy rápido y explícito, y la verdad no estaba preparada para todo eso.
Recorrimos la casa y la gran mayoría de asistentes iban directo al grano, nada de juego previo como me fascina a mí, no.... sexo oral a destajo, tríos, orgías en donde en la penumbra se alcanzaban a divisar piernas, manos, cabezas y que despedían todo tipo de olores y sonidos.
Yo iba afianzada al brazo de mi marido pero eso no detuvo a un tipejo que salió quién sabe de donde y de repente me apretó una nalga.
Oye!!! no me toques!!! - dije bastante molesta
Perdón amiga - Y se alejó con prisa para evitar problemas con seguridad
¿sabes qué? no me está gustando amor, ¿y si mejor nos vamos? - sugerí a mi marido
Pero si venimos llegando, mira... vamos al bar un rato y decidimos
Ok, pero no bebamos mucho, necesito estar atenta y tu también para cuidarme
En el bar la cosa era otra, todo relajado, mejor iluminado y sin tanta gente. Noté que casi no había parejas sino más bien hombres solos que después supe que se llamaban "singles" y que habían pagado mucho dinero para estar ahí esperando a que les cayera una "hotwife" con permiso del "cuckold". O sea como mi marido y yo.
Para ser honesta no me gustaba ninguno, eran feos, o gordos, o con cara de maleantes, la mayoría viejos y muy fuera de forma.
Hasta que.... alcancé a divisar al otro extremo de la barra a un hombre delgado, como de 1.80, rondando los cuarenta y tantos, bien parecido y bien arreglado.
Tenía abiertos los dos botones de hasta arriba de su camisa dejando ver un pecho moderadamente velludo, eso me pareció sexy.
Me sonrió con una de esas sonrisas que te obligan a sonreír también
¿ese te gusta? - me preguntó discretamente mi marido mientras miraba para otro lado
pues digamos que es el menos peor - respondí fingiendo desinterés
a lo que me refiero es: ¿aceptarías interactuar con él? - insistió
puessss..... puede ser, yo creo que si platicamos con él y me cae bien, pues si - dije tratando de ocultar mi entusiasmo
Pues entonces vamos antes de que te lo ganen - y antes de que pudiera decir otra cosa me tomó de la mano y me llevó hasta aquel hombre
No quiero poner aquí la conversación que tuvimos, porque fue más bien torpe, yo no tenía ni la más pálida idea de qué decirle y mi marido hizo su mejor esfuerzo por tratar de explicarle qué hacíamos ahí.
El hombre, que nos dijo llamarse Manuel, tenía una cautivadora voz varonil, profunda y aterciopelada, de esas que te hacen cosquillitas en el oído cuando te hablan.
Nos contó que era su primera vez ahí, que iba a investigar qué tan seguro era el lugar porque tenía intenciones de visitarlo después con su novia, que también estaban apenas incursionando en el mundo swinger y que honestamente yo le había gustado mucho.
Me encantó que no nos presionó y supo cómo bajar mis defensas diciendo:
- Les propongo que charlemos un poco, nos quitemos los nervios juntos y ya después quién sabe... a lo mejor si las cosas se dan algún otro día que traiga a mi novia, podemos probar los cuatro nuestra suerte
Yo pensé: ni madres!!! sobre mi cadáver, mi esposo no toca a otra
Pues nos encantaría, ¿qué sugieres para quitarnos los nervios? - aventuró mi marido
Podemos hacer esto, vamos a recorrer el club juntos, si no te molesta, puedo llevarme a tu esposa de la mano, para que se vaya soltando, y tu vienes atrás de nosotros y también empiezas a entrar en situación
Nos encantó la idea y así lo hicimos.
Yo tenía una mezcla de nerviosismo y excitación caminando de la mano con otro hombre, viendo gente desnuda o semi-desnuda, bailando, tocándose, otros ya en plena acción.
Confieso que me empecé a excitar mucho
Llegamos a otro lugar que no habíamos visto en donde había privados, sofás, potros del amor, regaderas y algo que me impactó muchísimo: unos hoyitos en la pared por donde aparecían penes y una los podía tocar o besar o chupar. Lo candente del asunto es que una no sabía a quién se la estaba mamando y el hombre del otro lado del muro no sabía quién se la estaba comiendo
- Se llaman gloryholes, ¿quiéres intentarlo? - dijo Manuel
Tardé mucho en responder y Manuel lo interpetó como un sí, así que me llevó hasta un orificio disponible.
- Espera, vamos a ver si te toca algo bueno - dijo mientras sonreía con complicidad
Mi esposo llegó apresurado y me ofreció un condón sabor fresa y me advirtió
- Ni se te ocurra hacerlo sin esto, y ten cuidado de no romperlo con los dientes
Y entonces apareció por fin un pene, flaco, corto, a media erección.
Ya imagino la cara de desilusión que puse porque inmediatamente mi marido y Manuel comenzaron a reírse
- Lo erótico está en que no sabes quién es, anda anímate... al rato te tocará algo mejor - dijo Manuel y me guiñó un ojo
¿era mi imaginación o me estaba anticipando que el suyo era mucho mejor?
- Bueno vamos a ver - Dije mientras me agachaba para quedar a nivel del pene que brotaba de la pared. Abrí el condón sabor fresa, se lo puse con un poco de dificultad porque no estaba totalmente erecto y comencé a masturbarlo con mi mano.
Con nueve años de matrimonio creo que soy suficientemente competente para estimular un pene aburrido, y lo constaté cuando vi que el desconocido comenzaba a despertar.
Entonces le pasé la punta de la lengua por el tronco, subiendo hasta el glande, en donde comencé a hacer movimientos circulares. Le di de lengüetazos y me pareció comiquísimo que un pene pudiera saber a fresa.
Y de repente sin avisar, Manuel comenzó a manosearme, inició recorriendo la redondez y abundancia de mis nalgas, se detuvo un poco en mi breve cintura y yo cerré los ojos porque tenía unas manos grandes y pesadas que además resultaron ser hábiles para acariciar.
Cuando alcanzó mis senos y los comenzó a amasar, me excité tanto que comencé a darle una mamada fenomenal al desconocido, quien luego de un brevísimo tiempo comenzó a temblar y se vino cortando de tajo la diversión.
- No mames! ¿ya? - reclamé con molestia
De nuevo Manuel y mi esposo reían a carcajadas mientras el precoz desconocido desaparecía por el hoyo en la pared.
Ven, vamos a un privado - Dijo Manuel en tono consolador
¿esto es un privado? pero si ni cortina tiene - dije sorprendida
Bueno, privado porque cabemos hasta cuatro personas en estos silloncitos, pero el precio que tenemos que pagar es que otros pueden vernos, aquí no hay privacidad preciosa - Explicó nuestro guía
De todas formas todos estaban en lo suyo y nadie parecia reparar en nosotros, así que nos sentamos los tres, yo en medio de los dos caballeros que me habían estado escoltando
Me sumergí en un delicioso faje con Manuel, sus hábiles manos me recorrían por encima del bodystocking.
Cuando pasaba por mi trasero que estaba descubierto, sentía el contacto piel a piel y soltaba gemiditos de aprobación
Hubo un momento en el que sin pedirme permiso bajó los tirantes del bodystocking para descubrir mis senos, los cuales lamió por debajo, por los lados y al final se prendió de mis pezones succionándolos con maestría.
Yo miraba de reojo a mi marido que estaba extasiado masturbándose viendo como me fajaban.
Estuvimos lo que estimo alrededor de media hora besándonos y acariciándonos. Su pene se sentía durísimo y yo le daba apretones por encima del pantalón.
Luego Manuel abrió su bragueta y lo sacó para que yo lo pudiera tocar, pero no quise hacerlo sin condón por aquello de la higiene, y le pedí a mi Marido:
Amor, ¿tienes otro condón de fresa?
Solo de sabor uva - y me acercó el paquetito
Le puse a Manuel el condón y comencé a masturbarlo así de bien como se hacerlo, y le encantó, también gemía muy suavecito y eso me excitó aún más.
Luego se paró y se bajó totalmente los pantalones, se puso enfrente de mí y puso su pene enmedio de mis tetas, y yo de inmediato entendí lo que tenía que hacer, las junté con mis manos para aprisionar su herramienta.
- Mira amor, se está cogiendo mis senos - Le dije a mi marido con voz cachonda. Él tenía una cara de placer que no podía con ella y comenzó a masturbarse más fuerte.
El pene de manuel apenas y se alcanzaba a ver entre mis senos talla 36D, que además al juntarlos se veían aún más grandes.
Pero la punta alcanzaba a sobresalir, y cada vez que Manuel me empujaba el pito con fuerza yo estiraba lo más que podía mi lengua para alcanzar a lamerlo.
- ¿no quieres mejor que te la chupe? - le pregunté a Manuel
Sin contestar se sentó de nuevo con las piernas abiertas y yo me abracé de su cadera para darle una buena mamada.
Su pene era de las dimensiones justas, ni grande ni pequeño, sino perfectamente disfrutable, especialmente duro.
Lo hice lo mejor que pude, lamí, chupé, mordí suavemente, recorrí su longitud haciendo suave presión con mis dientes, me lo metí hasta la garganta, lo ensalivé, lo masturbé, lo besé, acariciaba sus muslos y su firme abdomen.
Pude disfrutarlo muchísimo porque aguantó como los valientes sin venirse, solo apretaba los dientes y crispaba los puños, pero aguantó.
Sorprendentemente me detuvo cuando sintió que su orgasmo estaba cerca
- espera!!! para, para por favor - Y sacó su pito palpitante de mi boca
Yo no entendía....
¿no quieres venirte mientras te la mamo? - pregunté extrañada
¿puedo penetrarte? -
No, eso no. No estoy lista - Contesté
Mira... solo un poco, solo quiero sentir estar adentro de ti, un momentito, ¿si? por favor
Entonces miré a mi marido como pidiéndole parecer
Si quieres, pero ponle otro condón, de los normales, y pónselo bien, que lo cubra todo
¿de verdad no te molesta amor? esto no es como con el dildo, si me la mete no hay vuelta atrás, no va a haber cómo deshacer esto ¿estás seguro?
Hubo un breve silencio y contestó: Si a ti te gusta y es sexo seguro, no pasa nada
- Ven.... te amo, no se te olvide - Y besé a mi marido
Luego miré a Manuel esperando que me dijera cómo quería hacerme suya
Ven, siéntate en mi, quiero ver tus deliciosas nalgotas
"puta madre, la posición favorita de mi marido, hasta parece que nos leyó la mente" - pensé mientras procedía a sentarme en Manuel
Lo monté subiendo y bajando suavemente, dejando caer totalmente mi peso al bajar. Manuel estrujaba mis nalgas, mis caderas, mis muslos, mis tetas, me lamía la espalda. Luego me pidió que me quedara quieta mientras el meneaba su pene dentro de mi. Yo apreté mis músculos vaginales y le fascinó
- mmmm, que rico aprietas, me vas a hacer terminar -
Y luego muy suavemente comencé a moverme en círculos.... si, haciéndole la batidora, embarrándole mis enormes nalgas que ya de por sí estaban desparramadas hasta su estómago.
- Ven, te la chupo - Le dije a mi marido
Mientras se la chupaba a mi marido, yo gemía por las estocadas que me estaba dando Manuel
- Que ricos piquetotes me están dando mi vida, mmmm, ¿te gusta cómo se cogen a tu mujercita?
Y entonces nos venimos en secuencia..... mi marido se vació en mi boca, luego yo alcancé un rico orgasmo provocado por el morbo de tener dos penes, esta vez reales para mi y al mismo tiempo..... y finalmente Manuel acabó luego de sentir las contracciones vaginales de mi orgasmo.
Fue hasta entonces que me percaté que había un hombre ya maduro parado viéndonos, calvo y con lentes, que tenía la cara descompuesta por la excitación y que fue el cuarto en acabar, dejando caer su semen al piso.
Como lo dicta la cortesía swinger.... agradecimos a Manuel las atenciones brindadas y fue mi Marido quien se quedó con su número telefónico por si a nosotros nos interesaba volver a contactarlo.
Manuel no se quedó con datos nuestros, ni siquiera nuestros nombres reales, le inventamos otros. Quizá él mismo no se llamaba Manuel, a saber.
Y por supuesto mi marido no me compartió el teléfono de mi corneador por una noche. Para que no se me fuera a ocurrir llamarle a escondidas. Yo le dije que yo nunca haría algo así, pero por si acaso.
A partir de esta experiencia, fuimos ganando terreno en volver realidad las fantasías. Ya contaré más detalles en futuros relatos.