Mi primer trío
Nunca me hubiera planteado hacer un trío con dos hombres hasta...
Hace unos años, me fui a un congreso de temas de trabajo. De mi empresa iba yo sola y era la primera vez que asistía a ese evento. Eran tres días de distintas conferencias y había comida y cena los dos primeros días.
La primera noche, después de la cena, había barra libre hasta las 12 de la noche. Yo me había sentado en una mesa con otras 7 u 8 personas, hombres y mujeres, todos bastante serios y aburridos. Sólo hablaban del trabajo y la verdad, después de más de 8 horas tratando esos temas, me aburría un montón.
Cuando terminó la cena me acerqué hacia la barra y pedí un refresco. No me apetecía beber alcohol, ya que pensaba irme a dormir lo antes posible. Allí coincidí con dos hombres que se conocían de otros eventos similares, aunque trabajaban en distintas empresas. Enseguida uno de ellos se acercó a mi y se presentó. Me comentó que se me veía bastante aburrida y un poco descolocada. Le comenté que sí, que era la primera vez que asistía a algo así y que no conocía a nadie. Enseguida se ofrecieron a ser mis anfitriones y medijeron que, al día siguiente, estuviera con ellos, que me podían presentar a mucha gente del sector y que profesionalmente sería bueno. Yo acepté encantada, ya que el primer día había sido nefasto.
Ese día me fui pronto a la cama, aunque ellos insistieron en que me quedara a tomar algo. Rechazé su invitación, porque realmente estaba muy cansada.
Al día siguiente, en el desayuno, me senté sola y a los pocos minutos apareció uno de ellos. Me preguntó si podía acompañarle, a lo que respodí afirmativamente. Poco después, apareció el segundo y también nos acompañó en el desayuno. Ambos eran muy agradables. Eran maduros, atractivos, se cuidaban, aunque no eran cachas de gimnasio. Durante el desayuno estuvimos hablando de nuestros trabajos y me recomendaron algunas charlas que consideraban interesantes para asistir.
Yo seguí su consejo y estuvimos prácticamente todo el día juntos. La comida era en plan buffet y nos sentamos juntos en la mesa. Las sesiones de tarde también las pasamos juntos y empezaban a caerme realmente bien.
Una vez que terminaron las charlas, propusieron ir a tomar algo antes de la cena. Les comenté que quería ir la mi habitación a ducharme y cambiarme de ropa, y que después me parecía bien salir a desconectar un rato.
Quedamos en la recepción del hotel al cabo de una hora, más o menos. Estuvimos por algunos bares de la zona y volvimos al hotel para la cena. Evidentemente, nos sentamos juntos y no paramos de contar historias del trabajo, pero en tono gracioso. Me estaba divirtiendo mucho.
Después de la cena, volvieron a poner la barra libre. La día siguiente era la clausura del congreso y no había mucho que hacer. Yo me quedé tomando algo, esta vez con alcohol. Cuando cerraron la barra libre, decidimos ir al bar del hotel a seguir con nuestra charla y tomando algo. Había más gente del congreso que hizo lo mismo. Poco a poco la gente fue desapareciendo, hasta que nos quedamos los tres solos.
Llevabamos varias copas y a mi se me empeza a subir a la cabeza. Cuando en el bar del hotel nos dijeron que nos servían la última, estuvimos pensando si ir a tomar algo fuera; de hecho, le preguntamos al camarero por algunos sitios cercanos. Llegó un momento que a mi se me iba notando el cansancio. Era la 1 de la madrugada y llevaba desde las 7 en pie. Uno de ellos comentó la posibilidad de subir a una de las habitaciones y tomarnos la úlitima con el contenido del minibar. En un principio dije que no, pero casualmente las tres habitaciones estaban en la misma planta y me insistieron en entrar en la habitación.
Te puedes imaginar que la habitación del hotel tenía poco mobiliario. Había un pequeño sillón, una silla y una cama doble. La habitación tenía moqueta y decidimos sentarnos en el suelo.
Yo llevaba un vestido corto, negro, con algo de escote, medias y zapatos de tacón. Al sentarme en el suelo, intenté por todos los medios que no se me viera nada, aunque resultaba casi imposible.
Lo de tomar la última terminó yendo al resto de las habitaciones a por el minibar y terminarlo allí. Nos reíamos por cualquier cosa. Estuvimos hablando de nuestra familia, maridos y mujeres. Ellos estaban casados y tenían hijos.
Poco a poco la conversación fue orientándose hacia el sexo. Hablaban de sus fantasías y alguna que otra aventura. Dado que habia bebido bastante, no filtraba demasiado lo que decía y terminé diciendo que una de mis fantasías era estar con dos hombres.
Empezaron a bromear con el tema, diciendo que ahí tenía dos hombres, que si tal y yo me lo tomaba todo a broma.
Uno de los dos se levantó para ir al servicio. El otro se sentó a mi lado en el suelo, apoyado en la pared. Hablaba conmigo y tenía una mano en una de mis rodillas. La carica me gustaba y sentía una mano fuerte que me excitaba un poco. La idea de mantener sexo con alguno de ellos se apoderaba de mis pensamientos.
El segundo apareció en unos instantes y contempló la escena. Se sentó a mi lado y también me puso la mano en la rodilla mientras seguíamos nuestras conversaciones. De vez en cuando me daba cuenta que aprovechaban cualquier movimiento para subir un poco más la mano.
Pasados unos minutos, tenía ambas manos entre mis piernas. Se hizo un silencio y uno de ellos se acercó y me besó. Yo correspondí con mi lengua. Estaba muy excitada y la situación me daba mucho morbo. El otro no tardó en darse cuenta y lanzó sus manos hacia mis tetas. Me las sacó del sujetador y del escote y empezó a magrearlas. Mientras me besaba, acariciba mi coño por encima de mis braguitas, y de vez en cuando se hacía hueco para meter un dedo.
En un momento me vi con el vestido subido, mis bragas apartadas y mis tetas fuera. Tenía sus manos en todo mi cuerpo, sin dejar de acariciar nada. Sus lenguas se alternaban en mi boca y yo me ponía cada vez más cachonda. Creo que me corrí alguna vez mientras me magreaban. Mis manos se fueron hacia sus pollas. Las acaricié por encima del pantalón y noté como se ponían duras.
Uno de ellos se bajó a mi coño y comenzó a comérmelo. Me lo hacía como nunca me lo habían hecho. Fue arrancando orgasmos uno tras otro. Me retorcía de gusto. Mientras el otro se centraba en mis tetas y mi boca. Acerté a sacarle la polla y empecé a masturbarle.
En un momento dado, se pararon y empezaron a desnudarse. Yo empecé a hacer lo mismo pero me dijeron que lo harían ellos.
Me tumbaron en la cama y me desnudaron lentamente. Parecía que estaban perfectamente sincronizados. Según me quitaban una prenda, con sus lenguas lamían mi cuerpo.
Se tumbaron cada uno a un lado y me chuparaon y acariciaron a su antojo. Me sentía utilizada y eso me excitaba cada vez más.
Se pusieron de rodillas y pusieron sus pollas al alcance de mi boca. Empecé a lamerlas y poco a poco a meterlas en mi boca, alternando una y otra. Mientras ellos acariciaban mi coño, mis tetas, mis piernas.... todo.
Estaba completamente a su merced. Quería dejarme hacer lo que ellos desearan. Y así fue.
El primero en penetrarme lo hizo despacio, con suavidad. Sentía como su polla dura como una piedra entraba en mi coño húmedo. Mientras el otro dejaba que yo me atragantara con su polla y con sus manos me acariciara.
Sin llegar a correrse, sacó su polla y le dejó el sitio al segundo. También me penetró con delicadeza y se notaba una polla mucho más dura y gorda. Yo me dedicaba a chupar la polla del primero, que todavía sabía a mi propio coño.
Estuvieron así, alternándose, varios minutos. Yo perdí la noción del tiempo. Mis orgasmos no dejaban de sucederse uno tras otro.
En un momento dado, me dieron la vuelta sobre la cama y empezaron a acariciarme el culo. Notaba como metían sus dedos por mi ano. Lejos de sentir dolor, sentia placer y morbo. Noté como uno de ellos puso su polla en mi culo y empezó a apretar despacio. Poco a poco se fue abriendo paso por mi culo. Yo sentía algo de dolor, pero pronto se convirtió en placer. Sentía las envestidas sobre mi culo.
El otro se dedicó a acariciarme el coño y meterme algunos dedos. Eso me volvía loca. Cambiaron nuevamente de posicion y me empezó a follar el culo el segundo.
Al cabo de un rato, sacó la polla y me dijeron que querían correrse sobre mi. Se pusieron a mi lado y empecé a chuparles y masturbarles. De prontó salío un buen chorro de leche de uno de ellos que salpicó toda mi cara y también la del otro tío. Pocos segundos después, vino la corrida del otro. Me pusieron perdida de su leche.
Los dos cayeron en la cama rendidos. Del cansancio nos quedamos dormidos...
Y esto no terminó aquí.