Mi primer trio
Todo comenzó en el metro que estaba reventar Subió una pareja. Ella me daba la espalda. S marido se detubo de mí, al hacerlo, sentí la cola de u mujer sobre mi pubis.
MI PRIMER TRIO.
Todo comenzó en el Metro, serían las 6 de la tarde de mediaos de Otoño. Me disponía a regresar a la casa, desde el centro de la ciudad. Abordaría el metro en la parada Pinosuárez, me bajaría en la parada Hidalgo, en cuyos entornos había dejado mi automóvil.
El vagón en el que me encontraba iba a reventar, en la parada Zócalo, bajaron unas cuantas personas y subieron muchas, entre ellas, una pareja muy notoria por las expresiones de desconcierto,
Por lo cual pensé que eran provincianos. Más tarde me entré que en realidad eran capitalinos, sólo que de La Paz.
La pareja vino a dar a mí, ella de espaldas enfrente mío, detenida de su marido, quien había quedado sin sostén alguno. Al primer movimiento brusco del metro, él se detuvo de mi brazo, diciéndome perdón. Le esbocé una sonrisa al tiempo que le decía, no hay cuidado. El esposo al detenerse de mi brazo, empujó a su mujer hacía mí. Ahora, podía sentir su muy apetecible cola, pegada a mi pelvis.
Aunque no podía ver su cara, percibía que no tenía la menor intención de separarse. El movimiento natural del tren y calor de sus nalgas, hicieron que se me endureciera el pene. Ella al darse cuenta, movió las nalgas discretamente, como siguiendo el movimiento natural del vagón; en tanto que el marido no me soltaba y me apretaba, a mi parecer, más de lo debido.
Luego de la parada de Bellas Artes, acerqué mi cabeza a la de ella para decirle al marido, nos tenemos que bajar en Hidalgo, la próxima parada, porque si no nos arroyan quienes van a bajar, entre tanto, también con suma discreción, ella rozaba su cachete con el mío.
Luego que se dispersó la multitud saliente y abordó la entrante, pude ver que ella, era una chica muy hermosa de unos 20 años. Se llama Daniela. Él de unos 45, se llama Alberto, ambos muy amenos, bien educados, supe que venían de Luna de Miel, ya habían estado en Acapulco, habían pasado unos días en la capital y mañana partían en vuelo muy temprano. Les pregunté a donde van ahora y me dijeron que se dirigían a la Zona Rosa, pues estaban hospedados en el Hotel Génova.
Ofrecí llevarlos, estuvieron de acuerdo. Daniela nos tomó a ambos del brazo y salimos. Llegamos al estacionamiento en donde tenía guardado mi automóvil, abordamos y nos dirigimos a su hotel. Daniela subió a la parte trasera. Alberto adelante, me hacía muchas preguntas sobre lo que llamaba su atención.
Busqué a Daniela en el retrovisor, quien me ofrecía un maravilloso espectáculo, se había acomodado en forma tal, que yo veía sus hermosos muslos que remataban en una tanguita rosa que si bien le tapaba la región púbica rasurada, se metía entre los suculentos labios mayores.
Llegamos rápido al Hotel Génova y me metí al estacionamiento. Al salir, me dijo Alberto: -vamos a tomar una copa? Asentí, subimos a su cuarto, descorcharon una botella de Blanc de Blancs, brindamos, Daniela se paró, puso música y trajo una botella vacía, la giró sobre la mesa. La botella la señaló a ella y ni tarda ni perezosa, se sacó la blusa, dejando sus pechos al aire, pues no traía sostén, Que senos maravillosos, turgentes con las areolas contrastando con su blanca piel coronadas con sus grandes pezones, que gritaban desaforados, -chúpame.
A cada brindis, una vuelta a la botella y en menos de lo que se los platico, todos estábamos en pelotas. Daniela me sacó a bailar, sentía sus hermosos senos sobre mi pecho, mi pene quedó aprisionado sobre su pubis y el mío, me olvidé de Alberto y disfrutaba esta situación maravillosa, entre beso y beso con Daniela.
Sentí detrás a Alberto, quien ahora nos abrazaba a ambos y yo podía sentir su pene bien parado,
restregándose en mis nalgas, se separó un poco, y con la mano puso la punta de su pene en mi ano,
Quise separarme, pero Daniela me detuvo la vez que me decía: -shht, shht no te preocupes trae condón -y me besó apasionadamente. Nos quedamos quietos, Daniela me levantó una pierna con la suya, Alberto me penetró suavemente, Daniela soltó mi perna y nos movimos al son de la música,
mientras acariciaba con las dos manos sus hermosas y sensuales nalgas.
Alcancé con el dedo medio derecho, la concha caliente y escurriendo, que sensación más placentera, penetrado y al mismo tiempo sentía en mis dedos la suavidad maravillosa de la vagina de la hermosa Daniela, manado sus deliciosos jugos. Lleve mis dedos a la boca, mientras me retorcía de placer, los lamí y Daniela me besó, buscando con deleite sus propios jugos.
Regresé mi mano, empapé mi dedo índice y lo metí en el ano súper caliente de Daniela a la vez que frotaba mis otros dedos en su vagina. Daniela se estremeció y recibí en la mano el orgasmo delirante de Daniela, a la vez que sentía en el ano, como se dilataba la verga de Alberto, me la empujaba hasta dentro y explotaba también.
Daniela se dejó caer al piso, yo la seguí, me di cuenta que Alberto había desparramado condones por todas partes, llegué a Daniela, quien me esperaba tendida con las piernas abiertas y con un condón listo en la mano, me lo puso, me tendí sobre ella, quien se introdujo mi pene, me quedé inmóvil, le pedí que cerrara sus piernas con migo dentro.
Así, sentía en mi cuerpo todo el suyo, sus senos maravillosos, sus hermosas piernas en las mías, cada poro de mi cuerpo captaba las emanaciones lujuriosas de sus poros. Reuní en mi interior toda la ternura de que soy capaz, la besé y en un suspiro, la solté por cada poro de mi cuerpo inundándola de ternura. Permanecimos quietos, sólo pulsaba mi pene erecto dentro de su vagina deliciosa, suave, tersa, encantadora, y súper apretada por la postura; pulsación que respondía con una breve contracción que provocaba una corriente eléctrica en mi pene que recorría todo mi cuerpo.
Hundidos en este reposo lujurioso, sentí el orgasmo vigoroso, salvaje de Daniela que jaló el mío explosivo, liberador y contundente. Caí desparramado a un costado de Daniela para no aplastarla más. Llegó Alberto y se tendió al otro lado de Daniela. La abrazamos y nos abrazamos. Permanecimos así un rato en silencio, escuchando la música que Daniela había programado previamente.
Nos levantamos, reíamos de todo, nos dábamos palmadas y nos hacíamos caricias, nos duchamos. Al salir, me dijo Alberto, -¿Porqué no te quedas? -Sí contesté y los llevo mañana al aeropuerto. En la cama, Daniela al centro, yo a su izquierda, así que, acostado sobre mi lado derecho, tenía por fin la oportunidad de acariciar los preciosos seos de Daniela, los repasé en toda su extensión, sintiendo en mis dedos y palma la suavidad deliciosa, los sentía mórbidos contestando a los estímulos, mientras Alberto besaba a Daniela y le acariciaba la pelvis rasurada.
Besé los pezones los lamía y chupaba, Daniela nos dijo cójanme entre los dos, tomó en sendas manos los dos penes tiesos, me pidió que me tendiera de espaldas, me montó y se encajó mi pija con toda facilidad pues su concha estaba chorreando, cabalgó un rato, mientras Alberto me acercó el pene a mi boca, lo besé, lo lamí hasta los huevos y lo metí en mi boca, lo sentía topar en mi garganta.
Daniela le acarició la cabeza y él, se retiró de mi boca, en tanto Daniela se tendía ensartada sobre de mí; así que, dejó libre el culito. Alberto la penetró y empezó a moverse. Daniel gemía, retorciéndose de placer. Tuve una sensación maravillosa, dentro de la vagina de Daniela, sentía el pene de Alberto
Friccionándose con el mío. Me asaltó la duda, si no había entrado también en la vagina, así que tentaleé y me di cuenta que cada espada entraba y salía de su propio carcaj. ¡Oh! Maravilla de maravillas, cada uno de los tres se movía como loco, salvajemente entre gemidos, suspiros y gritos.
La entrepierna de Daniela era una fuente inagotable de sus propios líquidos, mi pelvis estaba inundada y tentaleando, me di cuenta que la de Alberto también, igual que sus huevos y los míos. Los senos de Daniela estaban empapados en sudor de los dos. Me daban ganas de que, sin retirarme del lugar privilegiado que tenía, separarme para tomar un video.
Daniela fue la primera, empezó su orgasmo de ametralladora, me jaló y tuve un orgasmo de antología, siguió Alberto y Daniela continuaba todavía con su cadena de orgasmos. Alberto bajó a su izquierda, lo siguió Daniela para el mismo lado, quien quedó frente a mí, con mi brazo debajo de su cuello, acariciando la espalda de Alberto y nos quedamos dormidos, en la humedad producida por nuestros propios cuerpos.
Desperté, Daniela me estaba abrazando, acaricié sus nalgas muy suavemente, despertó y me besó frenéticamente. Besé su cuello y bajé lamiendo el sabor salobre de sus pechos erotizados, su vientre, su ombligo, su pubis y llegué, la inundación había empezado, lamí sobre sus labios mayores, chupe uno y luego el otro, metí mi lengua, Daniela se retorcía, Alberto le lamía los pechos, me prendí a su clítoris que era más grande que lo normal y estaba tieso.
Alberto se acercó a mi oído y me dijo, -cógeme, me levanté, Alberto se tendió sobre Daniela y la penetró; entonces, Daniela abrió las nalgas a Alberto y lo penetré. Daniela y Alberto permanecieron quietos. Cada embate mío al culo e Alberto, repercutía en Daniela quien gemía. Esta vez, yo me vine primero, siguió Alberto, quien jaló a Daniela. No bien habíamos terminado, sonó el servicio de despertador, contestó Alberto y dio las gracias.
Nos duchamos muy rápido salimos y los llevé al aeropuerto. Daniela se despidió con un apasionado beso de lengüita. Alberto y yo nos dimos un fuerte abrazo.
Daniela y Alberto, espero que os veamos pronto otra vez.
11-11-07.