Mi primer paciente (2)

El paciente asiste a la consulta programada con un compañero.

Mi primer paciente, segunda parte.

Los alumnos empezaban a salir de sus aulas a sus respectivos trasportes, que los llevarían de regreso a casa. Eran aproximadamente las una y media de la tarde.

Yo, francamente dudé que mi paciente regresara, ya que me pareció que salió muy aturdido en la mañana. Después de esa consulta, me pase pensado en lo ocurrido y en lo que podría pasar si llegaba a la nueva consulta programada.

Transcurrieron unos 15 minutos, desde la ventana del consultorio veía como los alumnos salían y de tras de ellos los profesores y el Rector, quien parecía que llevaba apuro. En eso tocaron la puerta...

Adelante. Nadie respondió, decidí salir y abrir yo mismo la puerta. Detrás de esta estaba un alumno, con el mismo uniforme de deportes del colegio, un angelical adolescente, con una cara de niño y una sonrisa tímida. Me sorprendí al verlo, ya que no era a quien esperaba, pero supuse que sería otro paciente.

En el umbral de la puerta me dijo: buenas tarde doctor, mi nombre es Cristian, soy amigo de Francisco, aprovechado que usted lo va atender a él, quisiera realizarle una consulta.

Dicho eso, pude ver a Francisco, se encontraba detrás, como tratándose de ocultar.

Enseguida me imaginé que era una especie de trampa entre los dos muchachos, por lo que dije: está bien, por mi no hay problema, pero si no te importa primero desearía concluir la consulta con Francisco. El muchacho respondió: no hay problema, yo tengo clases de guitarra a las tres y generalmente este tiempo me la paso aquí en el colegio sin hacer nada, así que yo espero.

Perfecto, dije, en ese caso, por favor dile a Francisco que pase a la consulta.

Francisco, visiblemente más relajado que en la mañana, pasó. Yo cerré la puerta, dejando al compañero en la sala de espera.

Hola Francisco, que bueno que estés aquí, que tal el día, comenté, tratando de romper el hielo y, claro, de indagar sobre la venida de su compañero Cristian.

Todo bien "doc" sin novedad. Sabe, en la mañana después de salir del consultorio, nos pusimos a conversar con Cristian, mi mejor amigo, le comenté lo sucedido y luego de burlarse un poco me comentó que éramos muy afortunados por contar ahora en el colegio con un doctor tan joven, ya que con el otro doctor no se podía llevar una consulta, como con usted.

Ah, gracias, lo tomaré como un cumplido, le dije.

¿ Sabes que es lo que quiere consultarme tu amigo?

Creo que es algo muy personal, no me quiso decir nada, pero en cuanto le conté que yo vendría, él dijo que quería aprovechar que usted estaría aquí, ya que no quiere ir donde otro médico, que al parecer siempre lo lleva su mamá.

Bueno está bien, Francisco, ahora que estamos un poco más relajados necesito que conversemos un poco, para poder continuar con tu revisión.

Claro, me respondió ¿pero lo que tengo no es nada grave verdad?

Tranquilo, como en la mañana no contamos con mucho tiempo es posible que me haya apresurado, pero no te preocupes.

Empecé con las preguntas (como tratando de indagar, para justificar mi llamado):

¿ Has tendido dolor o algún inconveniente al orinar?

No, creo que no.

¿ Al masturbarte te has sentido incomodo al retraer el prepucio?

Este, no, no, creo que no hay ningún problema en eso...

¿ Has tenido alguna clase de contacto o relación sexual?

El muchacho se sonrojó, y me dijo con una sonrisa entre tímida y pícara. Si jugar con una prima a tocarse se considera relación... porque de ahí no.

¿ Ha tocarse?

Usted sabe, a jugar, apostar, etc. Pero eso pasó cuando tenía 11 años, mi prima lo único que hacía es tocarme el "pollo"... hay perdón el pene, encima de la ropa y yo igual le tocaba a ella.

Yo me sonreí, y dije: no creo que eso no entre dentro de la pregunta.

Francisco, para continuar con tigo, quisiera antes conversar con tu amigo, ya que creo que no tiene mucho tiempo.

Está bien "doc".

En ese caso, por favor dile que pase, y espera un momento en la sala.

El otro chico entró y cerró la puerta, Francisco se quedó afuera. Debía verificar las verdaderas intenciones de estos dos amigos...

Hola Cristian, por favor toma asiento y cuéntame que es lo que te pasa.

¿Ya terminó con Francisco?

No te preocupes por él, dime a qué has venido.

Bueno doctor, lo que pasa es que mi mamá quiere que este fin de semana vayamos donde mi pediatra, ya que todos los años mi mamá sin falta me lleva donde la misma doctora desde tengo uso de razón.

Vaya, eres muy afortunado al tener una madre tan preocupada, pero no veo cual es el problema.

Bueno doctor, el problema es que tengo catorce años y no me gusta que me haga un chequeo médico una pediatra... entiende ¿verdad?

Creo que lo hago ahora, ósea que no quieres que te examine una mujer, ¿es eso?

En realidad sí, por lo que sí usted me da un certificado de que me encuentro en perfectas condiciones, ya no tendrá que ir con mi mamá a la otra consulta.

Pues bien, por mi no hay problema, puedes venir cualquier día, mañana (jueves) o el Viernes.

No, doctor mañana tengo examen en mi clase de guitarra y el viernes, como no tengo clases de guitarra, no puedo quedarme hasta tan tarde. Por favor tiene que ser hoy.

Está bien, no te preocupes, pero empecemos enseguida, ya que tu amigo Francisco nos está esperando.

Le hice algunas preguntas, para completar su ficha médica, y le pedí que pase a la báscula, él era un poquito más relleno que Francisco pero también era un poquito más alto. Mucho más recatado en su peinado y en llevar el uniforme, dentro del cual se podía ver un bulto grande y un trasero bien formadito.

Bien pasa a la camilla, le pedí. Se acostó y empecé a revisarlo con el estetoscopio. En eso golpean la puerta, salgo a comprobar quien era. Veo a Francisco quien me dijo: disculpe "doc" lo que pasa es que ya no puedo demorarme mucho.

Claro le dije, pasa, espérame un segundo y estoy con tigo...

Terminé de revisar a Cristian y le pedí que se ponga de pie.

Dirigiéndome a los dos les dije: en vista del apuro que tienen me veo obligado a seguir la consulta en paralelo. Por favor, Francisco, pasa al biombo que hay de tras de ti y desviste, mientras yo continúo con Cristian. Francisco obedeció, y pude sentir en Cristian una excitación la cual no podía evitar. Debajo del pantalón de deportes que llevaba, se notaba un constante movimiento que ayudaba a que lo dicho sea más notorio.

Mientras seguí con Cristian, de reojo y al disimulo, podía ver como Francisco ponía cada una de sus prendas en sima del biombo, y también veía como el bulto de Cristian iba creciendo cada vez más dentro del su pantalón.

Al cabo de unos minutos pregunté: ¿estás listo Francisco?

Si, oí con una voz un poco baja. Bien, sal por favor.

¿Qué?, si por favor sal y recuéstate en la camilla, después de unos segundos Francisco Salió, pero sin aún poder superar su timidez, salió puesto sus bóxer.

Se recostó en la camilla silenciosamente, mientras Cristian estaba de espaldas a él. Bien Cristian, ayúdame con Francisco.

Nos dirigimos hacia Francisco, quien se encontraba visiblemente avergonzado. Tranquilo, no hay nada de que preocuparse y peor aún de que avergonzarse. Para no preocupar más a Francisco, pedí a Cristian que fuese al biombo y también se desvistiera para continuar con su revisión.

Una vez que Cristian se fue, le dije a Francisco que pusiera sus manos sobre la nuca, como para tener más dominio sobre él, muy lentamente procedí a sacarle el bóxer, nuevamente tuve contacto con un pene semi- erecto, el mismo que me había cautivado.

Comencé a revisarle, subía y bajaba el prepucio, cuando de repente, siento a Cristian a mi lado, quien me dice: estoy listo. Este traía también puesto sus bóxer, eran de color blanco y dejaban ver una carpa en medio de ellos.

Bueno ayúdame con Francisco, creó que está todo bien, pero para cercioramos es necesario ver si en realidad no tiene problemas en su eyaculación. En ese instante Francisco tenía los ojos cerrados, y empezaba a correr sudor por su cara, Cristian sin ninguna indicación tomó entre sus manos el pene de su amigo y empezó a masturbarlo. Al cabo de pocos segundos Francisco estalló manchando la camilla, así como también, el pecho y manos de su amigo.

Francisco se levantó y dijo: he ¿qué tal estuvo eso? Con una sonrisa pícara que dejaban ver sus hermosos hoyos en las mejillas.

Vaya que estabas excitado, dijo Cristian, a quien Francisco dijo: es tu turno...

Cristian sin decir nada, se fue al baño y se lavó sus manos, al poco tiempo regresó y se acostó en la camilla, yo estaba tratando de disimular mi calentura de tras del escritorio. Después de unos pocos minutos, que me los tomé hasta lograr controlarme, fui donde estaban los dos muchachos, el uno tendido y el otro a su costado, completamente desnudo.

Puedes vestirte, le dije a Francisco. No "doc", tranquilo, así le damos más confianza a Cristian, a quien ya había empezado a sacarle el interior.

Una vez los dos chicos desnudos, fue como si se hubiesen olvidado del mundo, Francisco y Cristian, empezaron a tocarse mutuamente, luego Francisco dirigió su boca al miembro de su amigo y empezó a lamerlo como si fuese una paleta. Yo preferí mantenerme al margen de la situación y me convertí en un espectador que disfrutaba a lo máximo del espectáculo. Era extraordinario ver la estampida de dos adolescentes, que decidieron dar rienda suelta a sus deseos, talvez en el lugar menos esperado...

Cristian cambió de lugar y empezó a hacer lo mismo a su amigo. Después de unos segundos los dos terminaron exhaustos. En ese momento se reintegraron al mundo, se pusieron de pie, cada uno buscó su ropa, y me dijeron con una tranquilidad sorprendente: ¿pasamos la revisión? Ja, ja, ja

En ese momento creí que lo que había sucedido no fue casualidad, aún no se si fue así o simplemente fue una reacción de la atrevida sexualidad adolescente.

Una vez asimilada la situación, respondí: creo que los dos están más sanos que nunca, les extendí su tan ansiado certificado médico y se los entregué.

Para ser mi primer día de trabajo y mi primer paciente, resultó más de lo esperado.

Una vez con sus certificados, cada uno me dio las gracias. Cristian dijo: bueno "doc", creo que conocemos a muchos amigos que necesitan de su consulta, y lo recomendaremos, pero desde ahora en adelante nosotros seremos sus ayudantes...

No dejaban de sorprenderme, lo único que pude decir fue: vayan muchachos, creo que se atrasan a sus respectivas labores, después hablaremos.

Los dos muchachos salieron del consultorio, pero había algo más, cuando me preparaba a cerrar el consultorio pude ver un pequeño papel doblado, sobre el escritorio. Lo abrí y este decía: "quiero ser eternamente tu paciente, siempre y cuando tu también accedas a ser el mío"

Increíble, me quedé anonadado pero ¿cuál de los dos dejó semejante nota? ...

Me interesaría que me digan cual es su respuesta a la última interrogante planteada, ¿Cuál de los dos creen que dejó la nota?

Cuado lo sepa sin duda alguna les contaré.

Hasta pronto.

Por favor, si tienen algún relato con contenido similar compártanlo conmigo.