Mi primer masturbación
Cuidadosamente, bajé mi mano lentamente, tocando mi monte de Venus y después, acaricié mis labios con suavidad y delicadeza, el propio roce me hacía sentir caliente mi vagina. Metí dos dedos en mi conchita, y los moví, perdida completamente Hasta que encontré mi clítoris. Moví mis dedos en círculos
Era una tarde lluviosa, como siempre mi mamá veía la novela y yo estaba gustosa en la computadora, aunque más aburrida porque no había nada interesante. Debo admitir que soy algo curiosa, y al principio leí novelas eróticas que me hacían calentar bastante, aunque ahora solo me pregunto ¿cómo lo hacían? Me he convertido en una adicta al sexo, y creo que no es tan malo después de todo. Me gusta fantasear, e incluso intenté masturbarme al principio, aunque no le encontré chiste alguno… Hasta esta noche. La computadora está lejos de la habitación, así que me envalentoné para leer una historia de todo relatos, y calentarme un poquito, me agradaba la situación de que me pudieran descubrir, causaba morbo y también me calentaba. Los relatos que me calientan más son de amor filial, aunque no tengo imaginación para que mis primos, tíos u otros parientes me hagan suya, más bien pienso en un amigo que siento que tiene experiencia. Entré a uno de los relatos, y comencé a leer, me estaba excitando y para disimularlo, me estiré, una sensación recorrió todo mi cuerpo, me hizo sentir tan bien, tan caliente, tan diferente. Eso fue lo que me agradó de leer, y preferí guardar la página, ¿y por qué no? Escribir un relato después, aunque fuera ficticio. Cambié de página en cuanto mi madre se acercó.
-Voy a ir al banco-dijo por fin.-Será mejor que te quedes, no quiero que enfermes.
-De acuerdo, ma-sonreí.-¿Llevarás tu celular?
-Sí, por si me tardo-sonrió a su vez.-Ya vengo.
Bajó las escaleras con delicadeza, y oí como cerró la puerta, subía al coche y arrancaba despacio en plena lluvia, que comenzaba a arreciar. Cerré la computadora, fui a mi cuarto donde de inmediato cerré la puerta, me quité el pantalón y mis pantaletas, me acosté boca arriba, mirando al techo, y me abrí de piernas flexionando mis rodillas. Cuidadosamente, bajé mi mano lentamente, tocando mi monte de Venus y después, acaricié mis labios con suavidad y delicadeza, el propio roce me hacía sentir caliente mi vagina. Metí dos dedos en mi conchita, y los moví, perdida completamente… Hasta que encontré mi clítoris. Moví mis dedos en círculos, se sentía tan rico y placentero, tanto que comencé a gemir suavemente. Aumenté el ritmo y mis gemidos aumentaron y mi cuerpo empezó a sufrir espasmos… Ya casi no podía mover mi mano. ¿Eso era un orgasmo? No me sentía húmeda… Saqué mi mano, y me levanté para tomar la computadora. Me senté de nuevo en la cama, con las piernas abiertas y mi vagina dando justo a la pantalla. Metí de nuevo mis dedos, y comencé el movimiento circular, pero leyendo el relato, con las frases, y me imaginaba que alguien me las decía…
“¿Quieres mi verga?”, “Te voy a romper ese culo, putita”, “¡Mámala!”, “Verás que pedirás más”, “Me voy a correr en tu boca”, eran las frases que me ponían caliente ahora, más que nunca, y estaba gimiendo de nuevo. Lo mejor vino aquí: venía una foto de una verga parada, lo que me imaginé perfectamente en mis manos, y que estaba dentro de mí, aumenté el ritmo, violento, frenético, y no pude más: tuve mi primer orgasmo. Y ahora, creo que soy adicta a masturbarme… Espero contar más después.