Mi primer maduro 2

Después del trauma de mi abuelo abusador, como se hace realidad mi deseo de un maduro, me entrego al placer del sexo.

Continuando con mi relato de la vida real.

Yo, una jovencita sin experiencia alguna en las artes del amor, pero con muchas ganas de aprender y disfrutar del sexo; y si es de la mano de un maduro experimentado como el que yo quería, mucho más.

Es así que nos citamos J y yo.

Yo deseosa, él impaciente; por estar en un lugar en el que pudiéramos libremente desatar nuestra pasión.

J había alquilado una suite en un edificio de pisos de alquiler, había preparado todo; vino, rosas, baño de espuma, en fin me sentí tan consentida. Una vez a solas, comenzó con besos apasionados, de todo tipo, suaves, duros, con lamidas, mordidas, eran cada vez más calientes, yo moría por más caricias, continuó con el cuello, deleitandome y haciéndome palpitar mi entrepierna, algo que nunca me había pasado, por un momento sentí desfallecer del placer, pero que equivocada estaba, cuando llegó a mis pequeños pechos, lamiendolos, enredando su lengua en mis minúsculos y rosados pezones, yo perdí la noción del tiempo y del espacio, me sentía poderosa, como una estrella desprendiendo luz de tanto placer que estaba sintiendo.

De pronto estábamos completamente desnudos, cuerpo con cuerpo, abrazados y besándonos sin parar, podía sentir su verg* por mis muslos dura como una roca, con sus dedos tocando mis labios vaginales me decía que estaba toda muy mojada, y yo sentía palpitar mi centro, quería más, quería sentirlo dentro de mí, pero J de pronto bajó su rostro a mi entrepierna diciéndome que quería probarme toda, que teníamos mucho tiempo para todo lo que quisiéramos hacer, yo sin palabras lo dejé hacer, sentir sus calientes labios, su lengua enredandose en mi clitoris fué esplendoroso, no hacía más que gemir y gemir del placer que sentía, llegué a experimentar como si hubiera llegado al cielo, sentí que mi cuerpo flotaba y que estiraba sin fin los dedos de mis pies, luego él me dijo que eso era un orgasmo, me sentía completamente satisfecha, feliz, J con toda su boca, nariz y barbilla húmedas de mis jugos también estaba pletórico de felicidad. Luego continuó besando mi abdómen, mis piernas, mis pies; lo que me sorprendió, nunca me lo hubiera esperado, pero me confesó que era un fetichista de los pies, beso y lamió cada uno de mis dedos, excitandome a más no poder.

Recién en ese momento llegué a ver su verg*, me quedé mirándola, J se acercó para que la tocará, la tome entre mis pequeñas manos y fué delicioso sentir su textura, muy suave, pero muy rígida a la vez, sus venas que sobresalían, la acariciaba y sentía como latía, derramaba líquido, sentí el impulso de besarsela, y lo hice así como él le di lamidas, enredaba su punta con mi lengua y torpemente poco a poco la meti en mi boca, hasta donde pude, no me entró toda, el gemia y me acariciaba el cabello, empujaba su verga dentro de mi boca, J me dijo que estaba excelente para ser mi primera vez que ya iría aprendiendo, a mi me gustó mucho.

Luego me abrazo y es cuando le pedí que no me torturara más, que necesitaba sentirlo penetrarme, que me hiciera mujer, sentir por fin una verg* hundirse en mi, me dijo que sería muy cuidadoso que no quería dañarme pero yo estaba tan excitada y mojada, que no le costó mucho oírla metiendo, sentí como un obstáculo que no podía pasar, pero luego de un momento entró completamente, dolió pero fue soportable, luego comenzó con el mete y saca primero suavemente, yo me desesperaba y movia mis caderas queriendo más, empujando con mis pies sus nalgas, para que me diera más rápido y profundo, así lo hizo, escuchaba el sonido de nuestros centros chocar, nuestros líquidos mezclarse, abrazándonos, apretandonos, fue un combate de placer, sentí un orgasmo formándose en mi, no lo pude soportar más y me deje ir, al él sentirlo me siguió y me encantó verlo acabar, su expresión fue de puro gusto.

Después de descansar me invitó al jacuzzi con espuma y pétalos de rosa, sumergimos nuestros cuerpos y abrazados, entre caricias y besos, ya excitados, me dijo que quería mostrarme el placer del sexo anal, que lo disfrutaría mucho, yo estuve dispuesta a querer experimentar de todo, así que comenzó estimulandome en el jacuzzi, masajeando mis nalgas, pasando sus dedos por mi ano, luego por mi vagina tocando mi clitoris, yo estaba muy dispuesta, todo lo sentía rico, no quería dejar de disfrutar. Salimos del jacuzzi y nos lanzamos en la cama, yo encima de él, que estaba con la verga dura y palpitante, me dijo que ahí como estaba me quedara encima y de frente a él, yo solo obedecía sus indicaciones.

Besándonos y tocandonos por todos lados, comenzó a tocar mi ano, acariciaba mis labores vaginales, metía suavemente sus dedos, empapados de mis jugos humedecia mi ano, así varias veces, hasta que comenzó metiendo un dedo mientras con la otra mano seguía estimulando mi clitoris, yo me movía de un lado a otro queriendo más, le dije que ya no aguantaba, estaba muy encendida, sentía mi cuerpo arder; acercó su verga a mi ano impregnandolo de su líquido seminal, intentando entrar, seguía estimulando mi vagina y yo moviéndome, buscando placer, excitadisima, me fui abriendo hasta que su verga fue entrando poco a poco partiendome el culo, me movida rozando mi clitoris en su pelvis, toda empapada, no sentía dolor sólo ganas de seguirme moviendo, sintiendo nuestros cuerpos frotándose y el taladrando mi ano, me decía que le arrechaba sentirme tan apretada y resbaladiza a la vez, me encendía más todo lo que me decía, comenzó a mamarme las tetas, chuparme el cuello, mordisquear mi boca, enloquecidos, gimiendo, ardiendo, cuando sentí llegar mi orgasmo grite su nombre, lo insultaba, me agarraba fuertemente a él hasta que me fui de mi, perdiendome en sensaciones, podía morir de puro gusto en ese instante, hasta que lo sentí acabar, casi hasta lloró cuando lo hizo, fué increíble, desde ahí me encantó el sexo anal, mucho escuché de malas experiencias de mis amigas pero para mí fué muy rico.

Nos quedamos abrazados, sudados, sintiendo el latido de nuestros corazones, oliendo a sexo, él aún con su verga dentro de mí ano, no me movía para que no se saliera, así estuvimos por un buen rato.

Tomamos una ducha, él me baño todita, muy delicadamente cada rincón de mi cuerpo fué adorado por sus manos.

Luego me sentía dolorida, tenía los labios de mi vagina hinchados, nunca los había visto así, los sentía calientes, J me dijo que se me pasaría, que era normal por la actividad que habíamos tenido, que la próxima vez no me dolería ni me incomodaria nada, ya quería yo que llegara la próxima vez....

Continuará