Mi primer kiki

Desde muy pequeño me gustaron las pollas. No los hombre que no me importaba como fueran. Las pollas y punto. Me las ingeniaba como podía para verlas. A mis amigos cuando meaban, a mi padre y mis hermanos en casa, en los vestuarios de las piscinas y en cualquier lugar que hubiera un rabo al aire.

Este mes de confinamiento me ha tenido muy caliente. Ante la imposibilidad de desfogarme como me gustaría y después de matarme a pajas me dispuse a narrar mis experiencias. Aunque hace tiempo que leo los relatos de esta pagina y ahora me he decidido contaros mis experiencias. Espero que os entretengan

…………………..

Desde muy pequeño me gustaron las pollas. No los hombre que no me importaba como fueran. Las pollas y punto. Me las ingeniaba como podía para verlas. A mis amigos cuando meaban, a mi padre y mis hermanos en casa, en los vestuarios de las piscinas y en cualquier lugar que hubiera un rabo al aire.

Pronto descubrí un santuario para satisfacer la pulsión irrefrenable que sentía. Los baños públicos. Me encantaban los baños públicos y cuanto más sórdidos mejor. Esos de luces mortecinas donde el olor a polla y a meados lo invade todo. Se que tal vez os parezca asqueroso pero para mi era el paraíso.

Encontré uno en un  apartado parque público oculto tras unos setos y apartado de la vista que me encandiló. Era de esos de azulejos blancos que el tiempo y la falta de mantenimiento habían amarilleado y donde las tuberías teñían las paredes con manchas de oxido que se alargaban hacia abajo. Tenía cinco mingitorios muy pegados entre sí y tres retretes de los que tienen una puerta por la que se ven los pies. Solo había un ventanuco en lo alto de una pared con esos cristales traslúcidos que tienen como una rejilla en su interior.

El personal que lo  solía utilizar eran normalmente viejos retirados, obreros de paso y vagos y maleantes en general. Lo que no era nada habitual era que jovencitos como yo los usaran.

Prefería que hubiese alguien ya meando porque de esa forma podía ponerme siempre en el urinario de al lado. Había comprobado que si no lo hacia asi cuando alguien entraba se solía apartar de mi  colocándose en el más alejado.

Debido a mi corta estatura apartando un poco la cabeza podía verles la polla. Algunos se la tapaban con la mano mientras orinaban privandome de su visión pero otros la dejaban totalmente descubierta y en esos momentos me extasiaba contemplandole la polla. Las había pequeñas, grandes , de piel bien  clara o muy oscura, totalmente encogidas o a medio empalmar, venosas o lisas como un palo, con pellejo o totalmente descapulladas.

Algunos cuando me veían mirandoles el rabo  ponían cara de pocos amigos, acababan enseguida y se largaban rápido. Otros en cambio divertidos prolongaban la estancia y me deleitaban sacudiendosela al acabar durante un buen rato. Alguna aunque no muchas se ponían tiesas bajo mi mirada escrutadora.

Un dia como de costumbre fui a ver que encontraba. Tan solo había un hombre en uno de los extremos, era un tipo más bien mayor pero no viejo, quizas un recién jubilado. Me coloqué a su lado y me dispuse a disfrutar del espectáculo. El individuo era normal, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco, ni guapo ni feo. Pero eso si tenia una polla digna de ver. A pesar de estar en reposo era grandota y en su piel oscura se marcaban abundantes venas. Cuando acabo de orinar a diferencia de lo habitual dejó la polla colgandera durante un buen rato. Yo no podía apartar la vista de aquel nabo oscuro.

  • ¿Te gusta mirar pollas eh? me dijo de repente.

Mire asustado hacia él y me puse rojo como un tomate. Permanecí callado sin saber que decir.

  • No si a mi no me importa. A mi tambien me gusta ver rabos.

Se torno hacia mi con la verga fuera y me preguntó

  • Te gusta la mía
  • Si - le dije avergonzado
  • ¿Quieres tocarla?
  • ¿Puedo? - le pregunté jubiloso.
  • Pues claro hombre, agarrala.

Se la agarre con una mano y se la comencé a acariciar, me subyugo la suavidad de su piel. Era la primera polla que tocaba de un hombre hecho y derecho  y lo que mas me sorprendio fue sentir el calor de su carne, su elasticidad y sus relieves. Estaba entretenido con el rabo cuando me dijo

  • ¿Quieres hacerme una paja?
  • Vale - le dije tras pensarlo breves instantes
  • Pues vamos entrar en un retrete porque alguien puede entrar y sorprendernos

Se metió la polla  en los pantalones y me empujó por la espalda para encaminarme hacia al cubículo más apartado de la vista mientras yo guardaba la mía. En un momento su mano bajó y me apretó el culo. Sorprendido di un saltito.

  • Hummmmmmmm - exclamó.

Una vez dentro me ordenó que se la sacase. Le desbotoné el pantalón y le baje lentamente la cremallera. Metí la mano por el agujero del calzoncillo y se la saqué comenzando a meneársela con suavidad, al descapullarle me encontré con una mota gorda y rojiza que contrastaba con el resto del rabo tan oscuro. Poco a poco se fue engrosando y alargando mientras se levantaba para convertirse en un considerable y tieso  cipote. Las venas se la abultaron más, su verga recordaba el tronco de un árbol recubierto por una enredadera. Me animaba diciéndome en susurros que lo hacía muy bien mientras jadeaba. Y yo ufano se la apretaba con fuerza y se la cascaba con brio. Empezó a gemir mas fuerte y cuando parecía que estaba apunto de correrse.

  • Espera - me dijo apartendome la mano.

Se bajó los calzoncillos y los dejo junto con los pantalones a media pierna. Entonces pude ver dos hermosos cojones colgando. No era frecuente en mis correrías poder ver las bolsas colganderas lo que le dio a un mas emocion en esta ocasion. Tenía una abundante mata de pelos ensortijados alrededor de su polla en un cuerpo ya peludo de por sí. Los huevos también estaban bien tapizados, nunca había visto otros que lo estuvieran tanto.

  • Chupamela - me ordenó
  • Mmmm. - exclamé y es que no era que no quisiera era que no sabía.
  • No sabes como hacerlo
  • No
  • ¿Nunca has estado con un hombre?
  • No
  • Entonces es tu primera vez.
  • Si
  • Que delicia un chico virgen y tan guapo. Yo te enseñaré.

Me explicó  como hacerlo.

  • Lo chupas como un helado y luego te lo metes en la boca y lo sorbes. Con la lenguecilla puedes acariciarla, la metes y la sacas mientras me la mamas. Y sobre todo cuidado con los dientes

Me arrodillé le cogí la verga y se la lamí toda, cojones incluidos. Luego coloqué los labios en la punta, lo primero que hice fue sorber el aguilla que destilaba. Pensé que no me iba a gustar pero no fue así, tenía un sabor levemente azucarado que me encantó. Me fui tragando el capullo mientras lo sorbía y lo apretaba con los labios. La piel era sedosa y turgente y el aroma a macho que emanaba su sexo me encantaba. Si me gustaba ver pollas, estaba comprobando que tocarlas más y chuparlas más aún. Con la lengua acariciaba el glande  y con los carrillos se la apretaba mientras me la metia y me la sacaba de la boca. Estuve gustoso comiéndole la polla durante un buen rato.

  • Levántate - me ordenó

Obediente lo hice aunque un poco molesto de haberme apartado de mi juguete. Me desabotonó el pantalón, bajó la cremallera y cogiendome la ropa por la cintura tiró hacia abajo consiguiendo que pantalones y calzoncillos cayeran al suelo. Me quedé con la picha levantada al aire.

  • Pues si que tienes la pirula pequeña, maricón

Me sonrojé tanto por el comentario que hizo de mi miembro como por llamarme maricón de aquella manera.

  • Pero tienes unas piernas bonitas. - me dijo relamiéndose

Me quitó la camiseta y la colgó de una percha que había en la puerta.

  • Y un cuerpo bien hermoso, maricón

Empezó a sobarme todo el cuerpo y luego se lanzó a chuparme las tetillas. Me mordio un pezon con saña y grité

  • Ayyy
  • ¡Calla maricón! ?Qué quieres que nos oiga alguien? . Date la vuelta que te quiero ver el culo

Me empecé a poner nervioso pero me di la vuelta obediente.

  • ¡Que maravilla de culo! Como el de una hembra.

Sus manos me magrearon el trasero

  • Agachate - me ordenó poniendo la mano en la espalda y obligandome a doblarme
  • ¿Para que? - le dije asustado temiendo lo peor
  • Te voy a dar por el culo
  • ¡No eso no ! le dije mientras intentaba escabullirme
  • Callate puta y estate quieta. Te voy a follar te guste o no. Asi que colabora y te dolerá menos
  • No, por el culo no

Me empujó fuertemente y me obligó a agarrarme a la taza del inodoro para no caer. Le oí escupir repetidas veces y luego la mano babada se metió entre mis piernas y tras alcanzar el ojete empezó a penetrarme con los dedos. Me hacía daño. Con violencia y prisas empezó a dilatarme el ano sin ningún tipo de delicadeza. Cómo empecé a quejarme me tapó la boca y siguió abriendome sin piedad. Comencé a llorar

  • Ábrete de patas  - me ordenó

Pero no lo hice, aunque quisiera no lo podía hacer, los pantalones en mis tobillos me lo impedían. Al darse cuenta se agachó y me los quitó con zapatillas incluidas. Me quedé totalmente desnudo. Bueno totalmente no, un calcetín seguía en mi pie.

Me dio dos patadas en los tobillos obligandome a separar las piernas y dejando mi culo expuesto. Con una mano colocó el cipote en mi ano y con la otra me tapó la boca. De un puntazo me enterró el glande. Creí morir de dolor. Le apreté el capullo  con mi culo que palpitaba loco. Pero no esperó a que se me calmara mi sufrimiento comenzando a follarme violentamente. Me estaba desgarrando, rompiendome el culo, destrozandome el estrecho ojete sin ningún tipo de cuidado. Mi interior ardía y sentía mil punzadas en el ano. Yo lloraba desconsolado, mas no cesaba de taladrame con rabia.

Pasado unos instantes, a pesar del dolor y del fuego que me abrasaba, empezó a darme placer, estaba rozando con el rabo mis entrañas en un sitio que causó que mi polla se comenzará a empinar y a soltar líquido . El cabrón me estaba violando y a mi me estaba empezando a gustar y mucho. Me puso tan caliente que empecé a gemir como una perra mientras el bufaba follándome como un toro bravo. Sentí como un calambrazo en el culo y me empecé a correr sin remedio. Mi ano estrujaba con fuerza la verga y eso produjo que me diese unos tremendos pollazos y tras quedarse con los cojones bien pegados a mi culo se corrió como un caballo. Sentía la leche caliente inundando mi interior mientras temblaba como un mimbre. Nada más acabar la sacó aun dura de mi culo que quedó abierto a más no poder. Oí como la puerta se abría y se cerraba, cuando volví la cabeza comprobé que se había ido. Me toqué el ojete chorreante de leche por el que podría haber cabido mi mano y luego llevé los dedos a mi cara. Pude ver la sangre de mi virgo en ellos. La leche empezaba a colarse por mis muslos así que me senté en el retrete sin tapa y expulsé con obscenos sonidos la abundante corrida con la que me había preñado. Me levanté y vi el agua sanguinolenta del váter.

Esa fue la primera vez que estuve con un hombre, el que me desvirgó y el que me folló la primera vez. Fue también el hijo de puta que me violó y me rompio el culo

Fue mi primer kiki y ocurrió realmente.