Mi primer intento... por detrás...

Después de unos meses de pasión desenfrenada decidí complacer a quien siempre fue el amor de mi vida con lo que más deseaba: mi culo.

Tras romper mi relación con mi novio, la soltería me parecía algo horrible. Solo había estado con él. Siempre. Habíamos compartido 5 años hasta que se nos gastó el amor, pero sobre todo, la pasión.

Pasaron los meses y sentía pánico. Miedo a que me gustara alguien y no le gustara yo. Me sentía inexperta y me asustaba. Tenía 24 años y miles de polvos a mis espaldas, pero todos iguales. Él encima de mí un rato, yo otro y orgasmo. Así una y otra vez. No estaba mal, pero sabía, sentía que no era todo, que no podía serlo, hasta que llegó él.

David y yo nos conocíamos de toda la vida. Somos amigos desde pequeños y entre nosotros siempre hubo un vínculo especial. Hacía años que no lo veía, porque él había estudiado fuera y aquella mañana de sábado en que lo encontré haciendo la compra cambió repentinamente mi vida. Hacía meses que estaba sin novio y él había vuelto de Londres sin aquella chica a la que odié incluso antes de conocer su existencia. De aquel encuentro salimos con nuestro número de teléfono y una cita para cenar. Quedamos al día siguiente. Y luego la otra semana. Y así, hasta que acabamos el uno en brazos del otro con un hambre desmedida. Jamás había sentido nada igual. El sexo se había convertido en algo increíble. Cada vez me gustaba más, lo deseaba más. Olía su perfume y me humedecía por dentro. David sacaba mi lado más sensual, me provocaba, me instaba a hacer cosas que jamás creí, me hizo sentir viva por primera vez.

De eso ha pasado un año. Ahora vivimos juntos y, aunque nos hemos calmado un poco, la pasión sigue intacta. No pasa un día sin que lo hagamos al menos una vez. No por costumbre, sino porque no podemos evitarlo. Ya sea al despertar o al acostarnos, el roce nos provoca, nos enciende, y nos perdemos el uno en el otro. Como podréis imaginar en este tiempo lo hemos hecho de todas las maneras posibles, de todas...menos una, por detrás.

Él me lo había dicho pero yo me resistía. Me daba miedo el dolor. Tenía muchos tabúes, me parecía algo raro, anormal... no sé. Lo máximo a lo que accedía era a que me introdujera un dedo por dentrás mientras lo hacíamos y no siempre. Así lo hacíamos de vez en cuando. A él se le ponía durísima cada vez que metía su dedo en mi culo y eso me provocaba un orgasmo fortísimo así que, poco a poco fui cediendo. Y ya no era uno, sino dos los dedos que me metía mientras su polla me embestía haciéndome delirar entre jadeos.

Debo reconocer que al principio me molestaban sus dedos en esa zona. Se me hacía raro, pero poco a poco lo fui tolerando. Me fui acostumbrando a esa presencia en mi culito. Hasta que una noche, mientras veíamos la tele en el salón tapados con una manta, todo cambió. Me metió la mano dentro del pantalón del pijama y me comenzó a tocar el clítoris mientras me besaba. Yo me dejaba llevar y tocar. Ya estaba perdida, una vez más. Entonces metió su dedo en mi coño ya húmedo y gimió al notarlo.

  • Mmmm ¿te gusta cariño?

-Mmmmm sí... me encanta...

-¿El qué?

  • Que me acaricies...

-¿El qué?? Dilo...

-El...coño... -dije sonrojada y excitada-.

-¿Quieres...que te folle?

-Sí...

-Dímelo...

-Hazlo...

-¿El qué?

-Fóllame...por favor...

David tiró la manta al suelo. Me desnudó de cintura para abajo y se desnudó él. Me la metió entera haciendo que gritara de placer.

-Shhh los vecinos...calla...o paro...

-Noooooo, no pares....por...favor...

Y no paró. Se puso encima de mí y me folló fuerte haciendo que estallara en un orgasmo brutal.

-¿Te corriste?

-Mmm sí -dije con la piel encendida aún-

-¿Quieres más?

-Sí...

-Ven aquí...

Entonces me puso a cuatro patas y metió su polla despacio en mi coño. Me estaba torturando metiéndola y sacándola así. Me moría de placer. Me sentía expuesta ante él y eso me excitaba sobremanera. Estaba muy mojada. Muchísimo y eso lo tenía loco a él. Por eso, sacó su polla y extendió mi flujo hacia mi culo.

-¿Qué...haces? Nooo, que me duele...no...

-Shhhh... solo jugar. Estás muy cachonda y eso me pone...Deja que juegue un poco con tu culito...por favor...

-Pero si me duele paras, vale?

-Sí, vale...un poco...solo un poco...

Y fue humedeciendo mi culo con mi propia humedad. Pasó su lengua por mi agujerito y por primera vez me gustó. Estaba fuera de mí. ¿Qué me estaba pasando? Su dedo entró en mi culo con una facilidad nueva hasta entonces. Uno. Y después otro.

-Joder Paula...te estoy follando el culito con los dedos...quiero meterte la polla...pufff en este culito tan rico...mmm -y me la metió por el coño sin sacarme los dedos del culo. Aquello hizo que casi convulsionara de placer-. Mmm te gusta? Dime... te gusta...

-Sí, sí, no pares!!

-¿Dónde está mi polla Paula?

-Follándome...

-¿Dónde?

-¡En mi coño! -grité y el grito fue orgasmo-.

-Joder Pau, no puedo más...deja que lo intente...estás tan cachonda...te va a gustar...deja...

-Sí

-¿Qué?

-¡Sí! Soy toda tuya pero no pares...

Y aprovechó la situación. Sacó los dedos de mi culo y puso su glande en mi entrada. Presionó un poco y entró. Me dolió así que tomé aire y le dije que parara. Que me diera tiempo a acostumbrarme. Y obedeció. Y para compensar me besó el cuello y metió sus dedos en mi coño. Me masturbaba con fuerza mientras su "cabecita" estaba quieta en mi culo disfrutando de su estrechez. Yo me iba poniendo más cachonda y él lo sabía. Él llevaba mucho tiempo deseando ese momento y quería hacerlo bien. Así que me pidió permiso para moverse un poco, para meterla un poco más. Y accedí. Su polla penetró mi culo un poco más.

-Joderrrrrrrr -gimió él- Muy bien cariño, aguanta. Eres una campeona  y esto es...mmm riquísimoooo

-Sí, pero no te muevas. Así...quietito.

-Sí, lo que tú me digas mi amor -dijo mientras besaba mi espaldaa y acariciaba mi húmedo coño un poco más- Esto es algo...puff increíble...

Y entonces me apretó y su polla entró áun más en mi culo. Y grité de dolor. Entonces hizo lo peor que podía hacer y la sacó de golpe asustado.

-Cielo, ¿estás bien? perdona...fue sin querer...lo hacía despacito no quería meterla más, perdona...

Dos lágrimas cayeron por mis mejillas. Me había dolido. Pero más me dolía verle así de triste por mí, de preocupado. Me abrazó con fuerza contra su pecho, me llenó de besos y me dijo que no lo haría nunca más. Me susurró un "te quiero" y me pidió mil perdones. Yo tenía el culo dolorido y el coño mojado. Le dije que acabara. Que me hiciera olvidar el dolor. Que me follara. Que se corriera. Él me miraba como perdido, sin saber que hacer. Yo le dije que solo quería olvidarlo, sentir placer, que no pasaba nada, que sabía que había sido sin querer, que jamás me haría daño. Y él obedeció. Su polla se amoldó a mi coño de manera perfecta, como siempre. Me cogió de la mano e hicimos el amor despacio y lento hasta que él se corrió entre mis brazos.

-Te quiero cariño...No lo haremos más...así. Gracias por intentar mi fantasía... Pero jamás te haría daño queriendo...

-Mi amor...lo sé. No pasa nada. Sé que no era tu intención. Lo volveremos a hacer... y será,... mejor...

Y así fue pero eso os lo cuento en el próximo relato. Si queréis contarme algo escribidme a mi email: peligrosilla_1@hotmail.com