Mi primer gloryhole

Tras mucho tiempo fantaseando con los gloryhole, por fin decido ir a uno y comprobar lo divertido y morboso que es. La primera de muchas otras aventuras.

Me llamo Jorge, tengo 18 años, actualmente estoy en mi primer año de universidad, el primer año que paso lejos de casa, en una gran ciudad, en Madrid. Siempre quise tener esta libertad de estar lejos de casa y del control de los padres, lejos de los cotillas del pueblo y sin el miedo al “qué dirán”.

Como he dicho, tengo 18 años, buen cuerpo ejercitado gracias al deporte, delgado, pero fibradillo. Mido 1,80 y peso alrededor de 70Kg. En cuanto a mi sexualidad, me encantan las mujeres, me vuelven loco, pero los tíos también me molan, aunque de una forma diferente solo sexual. Una de las cosas que más curiosidad me daba eran los gloryholes. En el pueblo siempre estaba viendo videos porno de ese estilo en el que unas tías se metían en unas cabinas a ver porno y de repente aparecían unas grandes pollas por agujeros en las paredes. Siempre me ha puesto muy cachondo eso y ahora que estaba en Madrid era la hora de probarlo.

Tras una búsqueda por internet comprobé que había bastantes sitios en Madrid con esos agujeros, pero para ser la primera vez que lo haría decidí ir a unos que estaban en un sexshop. También había en saunas y en bares de ambiente, pero como una primera aproximación, el sexshop sería mejor, algo más discreto y rápido. Elegí un sexshop que hay por la zona de Plaza de España. Al entrar, me dirigí al fondo donde había un pasillo oscuro con las cabinas de video. Había siete puertas, sobre cada puerta hay una luz que indica si la cabina está ocupada o no. En ese momento estaban no había ninguna luz encendida, por lo que todas las cabinas estaban vacías. Qué mala suerte –pensé. Mi primera vez y está vacío. Ya que estaba allí no me iba a ir sin hacerme una paja por lo menos jeje. Me serviría de reconocimiento para futuras ocasiones.

Me metí en la cabina y cerré la puerta. Estaba bastante oscuro y era un poco estrecha. Había una butaca bastante gastada y enfrente una gran pantalla apagada. A cada lado de la butaca, en las paredes había un agujero con una tapa. Me senté me bajé los pantalones y metí una moneda en la tele. Inmediatamente la tele se encendió mostrando un video de una rubia chupando un pollón negro. Por supuesto, me saqué la polla que ya la tenia medio morcillona y me la empecé a pajear despacio.

Justo en el momento en el que el negro empezaba a follarle la boca a lo bestia a la rubia la tele se apagó, es lo malo de estos sitios, hay que estar metiendo monedas todo el rato. Para terminar la paja metí otro euro y seguí viendo a la rubia siendo usada. Poco después, escuché unos pasos que se acercaban. Al final iba a tener suerte y no iba a estar todo el rato solo. Oí como la puerta de la cabina de mi derecha se abría y como crujía la butaca al sentarse. El tío de mi lado había metido una moneda y se escuchaban los gemidos de un tío.

Abrí la tapa del agujero para poder mirar un poco a ver que surgía. Debido a la oscuridad, no se podía ver mucho, pero el resplandor de la televisión era suficiente para ver que el que había entrado era un señor de unos 50 años con traje y que se estaba tocando el bulto que tenía en la entrepierna.

—¿Quieres verla? —Dijo el señor al otro lado de la pared—

—Siii. —Le dije—.

Se bajo la cremallera y se sacó una polla circuncidada, no muy larga, mediría unos 16cm, pero si que era súper gorda y con un buen capullo. Yo ya estaba pajeándome como un cabrón, pero no quería correrme todavía, había ido a un gloryhole para mamar.

Metí dos dedos por el agujero para decirle que quería mamársela. Al instante se levanto, se bajó los pantalones del todo y metió la polla por el agujero. Ahí estaba yo, solo en la oscuridad ante esa polla gorda esperando a ser mamada. Dejé de pajearme para no correrme antes de tiempo, agarre tímidamente la polla con mi mano derecha y me metí el capullo de la polla en mi boca. Comencé a rozarlo con mi lengua y a meter cada vez más polla en el interior de mi boca. Me costaba bastante porque era muy gorda, mucho más de lo que parecía en un principio. Me costaba bastante meterla, notaba las comisuras de los labios estiradas al máximo, pero poco a poco pude introducirla hasta que en mi empeño me dio una pequeña arcada. Sin arcada no hay mamada jeje.

Tras conseguir meterla entera empecé un mete y saca brutal, follándome la boca con su polla y salivándola bien. Mis babas escurrían por mi barbilla y caían al suelo. De vez en cuando la sacaba para descansar un poco y poder contemplar esa primera polla que cataba en un gloryhole. Allí estaba ese pollón gordo y súper mojado por mis babas.

Volví a meterla y a chuparla succionando bien su polla, notando como cada vez estaba más dura e hinchada. Cada vez se notaban más las venas y el tipo empezaba a gemir y a mover su polla como follándome. Yo chupaba y chupaba sin parar hasta que de repente le escuché soplar como un toro, noté unos espasmos en su polla y unos chorros de lefa caliente inundando mi boca.

Me atraganté y comencé a toser ya que no me lo esperaba, el cabrón se había corrido en mi boca sin avisar, dejándome un sabor salado en mi boca y con su corrida escurriendo por mi barbilla. Yo estaba medio en sock pero súper cachondo. Con la boca y barbilla llenas de lefa empecé a cascármela y me corrí como nunca me había corrido, 7 disparos de leche en la pared de la cabina.

Volví a mirar por el agujero, pero el cabrón ya se había ido. Me uso y se fue sin decir nada. Mis pensamientos fueron interrumpidos con unos golpes en la puerta. Era el dependiente del establecimiento diciendo que llevaba cinco minutos sin meter una moneda, que si quería seguir allí había que pagar. Como ya me había corrido, me escupí lo que quedaba en mi boca, me limpié la cara y me fui.

Fue la primera de muchas experiencias.