Mi primer encuentro (6)
Sasha recibirá la visita del invitado y tendrá que complacerle mientras obedece a Sheila, en una memorable noche antes de su despedida final.
En el capítulo anterior mi Ama, después de tenerme atada una hora, me hizo un regalo muy especial: un aparato de castidad. Se acercaba la hora de recibir a la visita que invité cariñosamente por orden de Sheila y en ese momento me dirigía a la cocina a buscar una copa de vino para la mujer que en menos de un fin de semana se había adueñado de mi cuerpo y de mi voluntad.
Cuando volví de la cocina me crucé con un espejo que me devolvió una imagen que hace dos días me habría resultado impensable. Una chica vestida de criada con peluca pelirroja, labios rojos con carmín corrido, manchas de semen seco en la barbilla y un ball gag en el cuello, encima del collar de perra. Llevaba una bandeja con una copa de vino blanco para cumplir los deseos de aquella persona que había cambiado mi mundo en 48 horas y me había transformado en lo que reflejaba ese espejo: la esclava que siempre había deseado ser.
Le puse la copa de vino en la mesita mientras ella miraba la tele. Ni me miró. Dejé la bandeja en la cocina y me fuí al baño a asearme como me había ordenado. No había dejado ropa para cambiarme, así que supuse que debería llevar la misma. Me extrañó porque era nuestra última noche juntas, y parecía que sería una noche especial, por la visita que esperaba.
Me desvestí lentamente, primero desabrochando el ball gag, dejándolo en la repisa. Tenía manchas blancas y marrones secas en la bola roja, lo que me hizo recordar lo marrana que había sido y la vergüenza hizo que me ruborizara un poco. Luego me quité las muñequeras y las dejé al lado. Entonces saqué la llave que colgaba del aro del collar y abrí el candado, guardé el collar en el mismo sitio, con la intención de que no se mojara para volvérmelo a poner saliendo de la ducha y demostrar así a mi Ama cuanto la adoraba. Era suya hasta que nos despidiéramos mañana, y así se lo quería hacer notar.
Me quité la peluca y la cofia, el delantal y el vestido de chacha, y cuando bajé el tutú recordé qué tenía debajo de ese coulotte. Me quité los tacones, me bajé las braguitas y ahí estaba, el aparatito que me había dejado en castidad dejaba entrever mi pollita aprisionada, en su mínima expresión. Me observé en el espejo, con las medias y el aparatito, y ví el estado lamentable que ofrecía, con carmín y rímmel corridos, manchas de guarrilla y ese olor a rancio que emanaba de mi boca, mas sucia no podía estar... o si? Doblé un poco la espalda apoyándome en la pica y llevé una mando a mi trasero, toqué esa joya que lo tapaba, la agarré y tiré de ella hasta que el plug salió casi sin encontrrar resistencia. Casi no estaba sucio pero aún así decidí limpiarlo con la boca. Lo lamí y lo chupé, estaba calentito, lo saboreé y lo dejé junto con las demás cosas, me miré en el espejo, sonriente por la liberación que me producía hacer ese tipo de guarrerías sin control. Ahora sí que estaba lista para la ducha.
Me metí y dejé que el chorro de agua caliente limpiara mi sucia cara, notaba el sudor seco resbalar con el agua y el cansancio de los brazos comenzaba a desaparecer con la relajación que producía la ducha. Enjuagué mi boca con abundante agua y me enjaboné todo el cuerpo, haciendo especial hincapié en mi ano, lo acaricié con mimo y froté con jabón el agujerito. No me pude resistir y me metí un dedito y como me sabió a poco metí un segundo. Mi pollita empezaba a reaccionar tímidamente pero su prisión de plástico le impedía crecer, así que lo dejé estar y acabé de ducharme tranquilamente.
Al salir una sorpresa me aguardaba. Mi Ama había entrado y se había llevado las muñequeras, el ball gag, el plug y el collar, y toda la ropa que llevaba. Había dejado un nuevo uniforme de criada, pero este era diferente, se componía solo de un top a cuadritos blanco y rojos y una minifaldita del mismo color, con volantes de encaje blancos y con el delantal incorporado. Venia con muñequeras rosas de encaje y unas medias blancas que llegaban hasta la rodilla. No había braguitas, solo la peluca pelirroja, un sujetador strapless y unas grandes protesis de silicona. Ah, y un collar fino de color rosa con incrustaciones brillantes donde se podía leer SLAVE. Sonreí. Vi claro que mi Ama no quería que le quitara protagonismo haciéndome vestir de chacha, pero a la vez quería que estuviera sexy y provocativa para cuando requiriera mis servicios.
Me vestí con todo el atuendo, me puse el collar, me lavé los dientes, me enjuagué la boca y entonces me maquillé. Otra vez tonos rosas, con bastante colorete en pómulos para parecer mas inocente, cejas y párpados con un difuminado de negro humo a blanco y rosa . Esta vez usé un carmín fucsia, que me daba un aspecto entre niña y furcia. Me puse los tacones de charol blancos que había y salí en busca de mi Ama, que ya estaba sentada en la mesa esperando. La saludé haciendo la reverencia, levantando la faldita por los lados dejando entrever mi jaulita. Sonrió. "Estás preciosa putita. Ahora sirve la cena". Me alegré tanto que puse la mesa y serví la cena sin rechistar. Al ponerle su plato me puse a su lado de rodillas, con las manos a la espalda, esperando instrucciones. "Sírvete tu plato, hoy comeremos juntas". Me serví y cenamos con una botella de buen vino, charlando amigablemente, riendo y confesándonos cómo nos habíamos sentido hasta ese momento. Fue un momento mágico, sentía que estaba con una persona que me entendía, con una amiga que me sabía tratar como me merecía y en aquel momento me sentí muy feliz.
Al acabar la cena charlamos un poco, pero de repente ella cambió el tono y me dijo "bueno, basta de charla, desmonta todo esto y lava los platos. Y apresúrate, que va a llegar la visita!" Se fue otra vez al salón con la botella y la copa de vino y yo empecé a recoger la mesa y me puse a lavar los platos, un poco humillada por como me había tratado y ese cambio de carácter repentino. Mientras los lavaba me fui calmando y entendí que la cena fue una pausa, pero que yo era su criada y tenía que comportarme como tal y que mi sitio era ese, o donde quisiera mi Ama que estuviera.
Cuando estaba acabando de limpiar la cocina sonó el timbre. Me dijo que abriera y fui a la puerta, al abrir me encontré con un hombre apuesto, bien vestido con camisa gris y pantalones de pinzas y pensé en voz alta "no veas el tendero,vaya cambio!". Él me sonrió y dijo "Hola, veo que estás bien educada" Sonreí. Desde atrás escuché la voz de mi Ama que me decía "presentale tus respetos, esclava!" Me puse seria y hice una reverencia, doblando una rodilla y levantando la faldita por los lados, dejando así entrever mi pollita en castidad. Él soltó una carcajada y entró, abrazando efusivamente a Sheila mientras yo me ruborizaba y cerraba la puerta. Cuando me dí la vuelta me los encontré morreándose, así que me quedé inmóvil sin saber que hacer. Entonces ella me dijo "trae una copa para el invitado" mientras se iban abrazados al salón. Traje la copa mientras se besaban en el sofá, le serví un poco de vino y me aparté. Al cabo de poco dejaron el morreo y cogieron las copas para brindar. Ella dijo "por el reencuentro" y él "por tu nueva esclava!" y acto seguido me dijo que cogiera una copa y me sentara en la butaca a conversar. Eso no le gustó a mi Ama. Aún así fui a por mi copa, me serví un poco de vino, brindé con ellos y me senté con las piernas cruzadas. Entonces él me preguntó de dónde había salido esta preciosidad y yo medio riendo empecé "Bueno, nos conocimos por..." - SHHHHH! Sheila me calló, se levantó, me quitó la copa y me dijo "No te he dado permiso para sentarte con nosotros, ni para hablar". Sacó un ballgag que tenía en el sofá y lo lanzó al suelo, detrás de mí. "Pontelo y vete a limpiar el baño, que lo has dejado hecho un asco!" dijo con tono de superioridad y una media sonrisa entre celosa y vengativa. Me levanté ruborizada y cogí el ballgag del suelo sin doblar las piernas, agachando la espalda y dejando que se levantara la minifalda y se me viera el culo. Me levanté, me giré y me puse el ball gag delante de los dos. Él estaba extasiado con lo que acababa de ver y lo que estaba viendo, mi Ama en cambio tenía cara de rabia y enfado. Una vez asegurada la mordaza en mi boca saludé con la faldita y me fui a limpiar el baño.
Estuve un buen rato limpiando el baño, un poco molesta por como me estaba tratando Sheila, apartándome de su amigo y humillándome. Esperaba una noche más divertida. Pasaba el trapo por el espejo y me veía reflejada, con la mordaza puesta. Me sentía estúpida. Una chacha estúpida.
Cuando acabé salí al salón y no estaban. Escuché gemidos en la habitación, me acerqué a la puerta y vi a mi Ama chupándole la polla a su amigo en la cama. Ella me vio y me hizo entrar. Se acercó a mí con una correa y me la puso en el collar, y ató la correa a la esquina inferior de la cama, me desabrochó el ballgag y me cayó un gran reguero de baba. Él estaba desnudo, tendido en la cama y bien empalmado, ella se puso detrás mío y, sin saber como lo hizo, me ató las muñecas a la espalda con el mismo ball gag, y empujó hacia abajo mis hombros para que me arrodillara. Entonces volvió a su posición, cogió la enorme polla con la mano y antes de metérsela en la boca me dijo "lamele los pies."
Buff! Eso disparó en mí todo tipo de sentimientos, humillación, excitación, frustración, incluso gratitud. Como es lógico obedecí, lamí la planta de los pies del tendero mientras miraba a mi Ama comerse su polla, el hombre gemía de placer y yo notaba como mi pollita intentaba crecer en esa jaula de plástico y no podía. Lamía el pie mirándola a ella, que me observaba victoriosa mientras se comía aquel rabo. Yo respondí lamiendo y chupando el dedo gordo como si fuera una polla sin dejar de mirarla, mientras él la iba desnudando, dejándola únicamente con un corset negro semitransparente y el tanga.
"Para!" Me dijo, mientras se giraba y se ponía mirando hacia su amado. Se escurrió hasta sus piernas, se bajó el tanguita y dejó su culo expuesto delante mío. "Prepáramelo" dijo, mientras volvía a chupar la polla del señor, que se regocijaba con la fantástica vista que tenía de la escena. Enseguida me puse a lamer su ojete, primero en círculos y luego a lametones, lubricando bien, hasta que noté su mano empujando mi cabeza para que le metiera la lengua. Así me tuvo un rato, hasta que su culo estuvo resbaladizo y su polla empalmada. Sin previo aviso se encaramó por la cama, se puso encima del tendero, apuntó la polla a su ano y se la metió de golpe, de una sentada, emitiendo ambos un grito de dolor y placer. Lo cabalgó durante unos minutos como una amazona insaciable, mientras yo observaba la escena de rodillas en el suelo al pie de la cama. Él le dijo que parara, que se corría. Ella se quitó y se giró, poniéndose a cuatro patas y mirando hacia mí, al borde de la cama. Él se deslizó hacia atrás, se puso de rodillas detrás suyo y la penetró. Mientras lo hacía ella me miraba con ojos de lujuria, desafiante y con una media sonrisa, disfrutando de las sacudidas.Él cada vez bombeaba más rápido, entonces ella tiró de mi correa y me morreó. Notaba los empujones de la penetración en la lengua de mi Ama. El tendero, ante tal imagen no pudo más y empezó a gritar mientras se corría, dando salvajes embestidas, mientras Sheila mantenía su boca pegada a la mía y no permitía que me soltara tirando de la correa.
Seguíamos besándonos cuando él se fue calmando. Se separó de ella y le dijo "ahora bésame a mi, no?". Ella sonrió, me dijo "Límpiame", se dió la vuelta y lo empezó a morrear. Yo la entendí perfectamente y empecé a comerle el culo otra vez, lamiendo todo el semen que brotaba de su interior. Estuve un buen rato chupándole el culo a mi Señora, limpiando los restos de semen con la lengua y tragando cada gota que emanaba de su dilatado ano. Él paró de besarla y le dijo que se iba a la ducha, que estaba bien sudado de follársela. Al salir de la habitación ella me ordenó seguir en esa posición, lamiendo su ya reluciente agujero, pero ahora se iba moviendo para que le lamiera el perineo y los huevos. Al poco noté que jadeaba y que estaba empalmada. Se apartó, se levantó y se puso de pie a mi lado, puso la polla en mi cara, apuntó a mi boca, que abrí instintivamente, la miré, me sujetó de la cabeza y hundió la polla en mi garganta hasta que mi nariz chocó en su pubis. Me mantuvo ahí unos segundos hasta que sentí que me ahogaba y me entraban arcadas. Me soltó y me aparté instintivamente, cogiendo una bocanada de aire y dejando un reguero de baba entre la comisura de mis labios y su frenillo. La miré con los ojos llorosos y me dijo "Ahora chupa, puta. Quiero que me hagas correr". Al segundo me puse a chuparle la polla con esmero y dedicación. Tenía que complacer a mi Ama y debía hacerlo bien. Ella se iba calentando por momentos, cada vez estaba más dura y yo aceleraba el ritmo de la mamada. Detrás nuestro se escuchó "Vaya vaya, os dejo un momento solas y la que liáis". Miré a mi Ama y la vi sonriendo, le hizo un gesto para que se acercara. Él vino y la besó. Solo llevaba una toalla a la cintura. Sheila le dijo "Te gusta ver como la chupa?" Él dejó caer la toalla y se levantó su polla, morcillona, a media asta y dijo "ya la he catado antes, tu que crees?"
Sheila me hizo un gesto y inmediatamente me puse a chupar la polla del tendero. La tenía más grande y gorda y sabía a limpio de ducha. Mientras la mamaba ellos se seguían besando. Yo seguía con las manos atadas a la espalda, así que iba alternando pollas según me las iban acercando. Mi Ama apretaba de mi cabeza cada vez que me ponía la polla del tendero en la boca, haciendo que me tragara lo máximo que pudiera de aquel trozo de carne. Me obligó durante un rato, hasta que tuvo otra vez la polla bien dura y embadurnada de saliva. Él dijo "ahora quiero probar su culo" Entonces Sheila tiró de mi collar y me arrastró hasta el sillón del fondo de la habitación, haciéndome andar de rodillas. Se sentó con las piernas abiertas y tiró de mi collar hasta que tuve otra vez su polla en mi boca. Detrás mío noté cómo me levantaba la faldita y embadurnaba mi ano de saliva. Poco después apuntó su polla, la refregó en mi culo y empezó a penetrarme.
Tenía un rabo suficientemente grande como para hacerme doler, pero mis quejidos eran amortiguados por el falo que me llenaba la boca. Al poco ya me había dilatado y me estaba follando mientras yo seguía chupando. Había costado de entrar, pero con la lubricación de la saliva, y gracias a la previa experiencia con mi Ama y el plug, pronto pudo entrar hasta el fondo de mi cueva. No podía creer lo que estaba sintiendo, penetrada por ese macho, vestida de criada pechugona, con las manos atadas a la espalda, chupando la polla de esa amiga/Ama que en dos días me había sometido y con mi pollita enjaulada, incapaz de liberarse de su prisión, palpitando a cada embestida de ese hombre. Ni en mis mejores sueños había imaginado una escena parecida. La mezcla entre humillación, dolor, devoción y gratitud me estaba llevando a un nivel cada vez mas elevado de excitación. Mi respiración era agitada, y mi hambre, voraz. Chupé a mi Ama con lujuria y fruición, acelerando el ritmo a medida que el tendero aumentaba las embestidas mientras me agarraba de las caderas.La penetración cada vez era más intensa, más rápida, más dura. Me follaba sin contemplaciones y gemía cada vez mas haciendo notar que se acercaba al orgasmo. Mi rápida felación tuvo respuesta en mi Ama, que tenía la polla durísima y que me cogió de la cabeza para follarme la boca mientras gemía de placer. Esa situación me superaba, estaba excitísima aun teniendo mi polla aprisionada, y pronto empecé a notar un placer que venía de mi interior y que nacía en una pared de mi ano y que con cada penetración palpitaba más profundamente. Mi Ama me estaba ahogando con su polla mientras gemía, pero paró de repente, levantó mi cabeza y me dijo "Saca la lengua y mírame". Así lo hice y de repente empezó a correrse abundantemente, los dos primeros chorros en mi lengua y en mi boca, el resto en mi cara, llegando a mancharme incluso el párpado y el pelo.
Notar la leche caliente de mi Ama en la boca y las embestidas en mi culo me activó algo que me hizo explotar. La sensación previa al orgasmo se apoderó de mí, contraje el ano para eyacular y en ese momento el tendero soltó un gruñido y noté como su polla se ensanchaba en mi interior y al segundo me inundaba de un líquido caliente. Yo llegué al orgasmo soltando un buen chorro de semen y mezclando el indescriptible placer que estaba sintiendo con el dolor que me propinaba en ese momento la presión de la jaulita de plástico en mi miembro y el bombeo incesante en mi culo. Cuando acabó dio un empujón mas y se quedó pegado a mí, agarrándome la cadera con una mano. Con la otra tiró de mi collar haciéndome levantar el cuello y la mirada. Mi Ama estaba enfrente, mirándome sonriente, altiva, divertida con mi humillación. Él me ordenó "dilo" y de mi boca solo pudo brotar un "Gracias Ama!" Ella soltó una carcajada vanidosa, estaba disfrutando mucho de la situación. Entonces sacó una cámara tipo Polaroid y me tomó una foto. La guardó en un cajón sin mirarla, junto con la cámara, él se separó de mí y ella tiró de la correa para que me moviera. Primera parada: el charquito de semen que había dejado con mi orgasmo en el suelo. Lo lamí sin asco, y mientras lo hacía iban cayendo gotas del semen de mi cara, que también me comía. Mientras lo hacía escuché al tendero decir "me estoy meando, ahora vengo" y ella le dijo "espera! vamos a limpiar a la perra!"
Tiró de mi correa, y me llevó al baño haciéndome caminar de rodillas, que en ese momento ya me dolían horrores. Me hizo entrar en la ducha, y sólo me quitó los tacones. Me di la vuelta para ponerme mirando hacia ellos y, anticipándome a su voluntad, saqué la lengua y esperé mirándolos a los ojos. Se pusieron delante mío, apuntaron sus miembros hacia mí y empezaron a orinarme encima. Primero él apuntó a mi cara y luego a mis tetas, meándome el cuerpo y empapando mis medias. Luego soltó ella el chorro directo a mi boca, y con una sola mirada tuve claro lo que tenía que hacer. Tragué y abrí la boca de nuevo, asqueada y con náuseas, y en seguida la volví a tener llena. Con el segundo trago me vino tos y arcadas, aparté un poco la cara pero la cadena me mantenía en el mismo sitio mientras sentía los dos chorros calientes en mi cara, era incapaz de abrir los ojos. Al ir acabando se rieron, y yo volví a abrir la boca, con los ojos cerrados, sacando la lengua. Mi Ama sacó unos chorritos mas, pequeños, que iba tragando con cada meada. Cuando acabaron se sacudieron y mi Ama cerró la mampara y me dijo "dúchate rápido y vístete, guarra, que queremos entrar nosotros".
Aún de rodillas y con los ojos cerrados escuché como salían del baño comentando jocosamente la meada. Estaba empapada de orín y se estaba enfriando sobre mi cuerpo. Me levanté como pude, sintiendo todo el dolor en mis rodillas entumecidas y pisando el charco de orín que se escurría de mis medias. Ya de pie, aún con las manos atadas, abrí el grifo y dejé que el agua limpiara mi cara. Me aparté un poco para que se calentara y vi mi aspecto, chorreando de orín, con la ropa mojada y las medias amarillentas. Mi enorme busto no me dejaba ver mi pollita prisionera. Forcejeé un poco con el ballgag que retenía mis manos y en seguida pude liberarme, me froté mis cansadas muñecas, me quité la peluca y la prótesis y me puse bajo el balsámico chorro caliente. Estuve un rato disfrutando de la purificante agua, y cuando vi que mi ropa ya estaba mas o menos limpia me desvestí, la estrujé y la dejé colgando. Ya desnuda, solo llevaba el collar y el aparato de castidad, me enjaboné todo el cuerpo y me esmeré en acabar rápido para que entraran ellos.
Sali desnuda, porque no me habían dejado ropa, y me crucé con mi Ama que entraba con su amante cogidos de la mano. Me dijo que me vistiera con lo que había dejado en la cama y que me preparara para despedir al invitado, y entraron a la ducha. Miré qué había dejado y no me sorprendió. Otra vez vestido negro de criada, con enaguas liguero negro y medias negras lisas, tacones de charol negros y peluca negra larga ondulada. Me vestí mientras escuchaba gemidos provinentes del baño. Parece que mi Ama le estaba dando el último homenaje al tendero. Cuando salieron, ya vestidos yo les estaba esperando en mi atuendo, limpia, maquillada y lista para servir. Saludé hincando rodilla y levantando la faldita. Él sonrió y les acompañe a la puerta, donde me dijo adiós y se despidió de ella con un beso. Al cerrar la puerta me dijo "recoge todo, limpia el suelo y ven a la cama, que estoy cansada".
Así lo hice, recogí copas, limpié el baño, recogí la ropa y la puse en la lavadora y fregué el suelo en la zona donde habían caído nuestros fluidos. Cuando llegué a la cama ella estaba durmiendo. Me quité el vestido de criada y lo dejé bien plegado en la silla. Iba a desnudarme completamente, pero ella se despertó y me dijo que no me quitara la ropa interior. Así pues, me metí en la cama en corset, medias, liguero y tanga. No era lo mas cómodo del mundo, pero es lo que ella quería. Me acurruqué con ella, me besó y me hizo darle la espalda para hacer la cucharita. En esa posición empezó a besarme la espalda y el cuello y pronto noté como se iba empalmando otra vez. Parecía que no quería acabar la noche sin probar mi culo. Por mi parte, no tenía muchas ganas de sexo, la sesión anterior me dejó exhausta, sobretodo por la posición de rodillas, pero aún así mi pollita palpitaba en su encierro. Le dejé hacer. Ella supo leer perfectamente la situación, y me fue sobando los pechos y la parte delantera del tanga, a pesar del aparato, mientras me apuntaba con su cada vez mas duro rabo. Entonces se separó un poco, apartó el tanga hacia un lado, embadurnó su polla tiesa con su saliva y sin mediar palabra ni previo aviso me la clavó hasta la mitad. Eso me dolió bastante, me salió un grito lloroso.Aún estaba escocida de la penetración anterior y esta entrada tan salvaje me hizo ver las estrellas. Ella suavizó un poco el ritmo y me fue penetrando mas lentamente, con un mete y saca mas pausado, hasta que pronto me había metido toda su verga. Notó mi sollozo, me besó el cuello, pasó el dedo pulgar por mi mejilla, limpiando la lágrima que estaba derramando y siguió. Siguió follándome, cada vez mas intensamente, mas posesiva, agarrándome las caderas, cada vez mas excitada, y cada vez mas rápido hasta que entró en fase de éxtasis y me penetró mas fuerte y mas rápido hasta que noté como se agrandaba su pene en mi interior y descargaba toda su furia en el fondo de mi ano. Culeó tres veces para acabar de exprimirse, me besó en el cuello, me dijo "buenas noches esclava", y se giró. Yo me quedé en esa posición, aún llorosa, con el culo palpitando dolorido. Solo me moví para subirme el tanga, para intentar evitar manchar las sábanas con el semen que saldría de mi culo. Estuve un rato dandole vueltas a la cabeza, sobre lo que había vivido ese fin de semana y sobre lo que acababa de pasar, en ese momento no sabía como sentirme, pero pronto me pudo el cansancio y me quedé dormida en un profundo sueño.
Cuando desperté ya era de día, de la cortina salía una luz resplandeciente, lo que indicaba que debían ser por lo menos las 10. Yo tenía que estar en casa antes de que llegara mi mujer, sobre el mediodía, así que me puse a preparar la despedida. Ella seguía dormida, boca arriba. Me levanté sin hacer ruido, notando el escozor al sentarme, me llevé el vestido y los tacones al baño y cerré suavemente para no despertarla. Levanté la tapa del baño para orinar, me puse de pie, bajé la parte delantera del tanga y ahí caí en la cuenta de cómo había acabado ayer. Seguía en castidad y no podia mear como un hombre, por lo tanto solo me quedaba una opción, la que me pertocaba. Me dí la vuelta, bajé el tanga y el tirón que sentí en el ano me hizo gritar en silencio. El semen de mi culo se había quedado pegado a la tira y al despegar me hizo doler. Me senté en la taza y oriné como una buena nena. Mientras tanto me vestí por la parte de arriba con el vestido, me arreglé la peluca y al levantarme me subí el tanga, me puse los demás complementos, los tacones, me maquillé y cuando ya estaba lista y radiante me fui a la cocina a preparar el desayuno. Puse la mesa con croissants, mantequilla, tostadas, mermelada, embutido y zumo de naranja, y cuando lo tuve listo fui a despertar a mi Señora.
Ella seguía durmiendo, boca arriba, y aunque la noche anterior habíamos tenido mucha acción se le adivinaba entre las sábanas una bonita erección. Ni corta ni perezosa me metí lentamente por debajo de las sábanas y sin que se despertara se la empecé a chupar. Quería darle el despertar que se merecía por haberme convertido en tan solo 72 horas en la putita sumisa que le estaba mamando la polla. Se la mamé suavemente, dejando mi lengua plana para que sintiera el calor y la humedad, y poco a poco fui profundizando, centímetro a centímetro. Cuando la sentí en la garganta noté su mano apoyarse en mi cabeza y instintivamente me preparé, tomé aire y sentí el empujón que me hizo llegar con los labios a su pubis. Me mantuvo apretada unos segundos y luego me soltó y me aparté, estaba durísima y yo sentía como mi pollita latía en su jaula.En seguida volví a mamar, ahora mas enérgicamente, alternando momentos de ahogo y alguna follada de boca,, pero la había puesto tan chachonda que al poco noté su polla crecer en mi boca. Soltó mi cabeza como dándome a elegir y yo seguí chupando, recibiendo toda su corrida en mi boca mientras se retorcía entre espasmos de lujuria. Cuando acabó, destapó la sábana, la miré sonriente, tragué y dije "buenos días mi Ama, el desayuno está servido". Le enseñé la lengua y seguí lamiendo su polla hasta que la dejé bien limpita. Cuando acabé me dí cuenta que le había dejado en el pubis y en los huevos un círculo marcado de carmín fucsia. Luego nos levantamos de la cama y nos sentamos a desayunar.
Durante el desayuno estuvimos charlando sobre cómo habíamos pasado el fin de semana, sabiendo que estaba llegando a su fin y que pronto nos despediríamos. Yo le agradecí haberme convertido en una sumisa obediente y hacerme sentir los placeres y humillaciones a los que fuí sometida; ella elogió mi dedicación y empeño en complacerla. Aunque las dos sabíamos que era muy difícil que volviéramos a coincidir, Sheila dejó la puerta abierta, sugiriendo que si algún día necesitaba volver a servirle podía escribirle a un mail que me apuntó en un papelito. Cuando acabamos de desayunar recogí los platos, los lavé y dejé la cocina limpia. Había llegado la hora de la despedida, tenía que despojarme finalmente de esa ropa de criada y de toda apariencia femenina. Me acerqué a mi Ama y le dije "Señora, debo irme ya", bajando la cabeza. Ella me levantó la barbilla con los dedos y me besó. Luego empezó a desnudarme, lentamente. Primero el vestido, desvistiendo los brazos y tirando hacia abajo, sacándome el vestido por los pies y dejando a la vista el sujetador con las enormes tetas. Luego me sacó el tutu, dandome la mano para que no me cayera al levantar los pies. Ya solo quedaba la ropa interior. Se levantó y me besó mientras desabrochaba el sujetador y lo dejó caer al suelo con las prótesis. Se volvió a agachar para bajarme las braguitas, lo hizo lentamente, como esperando encontrar una sorpresa. Salió mi pollita enjaulada en castidad y le dió un beso. Pude sentir sus labios calientes entre el frío plástico y suspiré. Acabó de sacarme las braguitas y luego me quitó los tacones y las medias, bajándolas lentamente, sintiedo el roce de mi piel. Luego fue el turno de la peluca y del collar de Slave, Al final solo quedaba una cosa pendiente. Se sacó la llave del escote y desató el candado que encerraba mi aparato de castidad. Una vez desmontado me dijo "vete a duchar, eres libre". A lo que sólo pude responder "Gracias Ama".
Me duché con una sensación de tristeza, como la que se tiene cuando estás a punto de volver de unas largas vacaciones en un país lejano. Al acabar me vestí con mi ropa de chico. Ella me esperaba en el salón, se acercó a mi, me dió un beso y me acompañó a la puerta. La abracé medio llorando y le dije cuánto habia disfrutado a sus órdenes y cómo me había gustado servirla, y no quería que eso acabara así. Me prometió que si le escibía pidiéndole ser su esclava de fin de semana se las ingeniaría para que me pudiera escapar sin levantar sospechas. Nos despedimos con un largo beso y una promesa de reencuentro.
Al salir del edificio encendí el móvil i cogí el coche. A medio camino de vuelta a casa me llamó mi mujer. "Cariño, llego en una hora, te has aburrido muco estos días sin mí? Compra un pollo para comer, que no debe haber nada en la nevera".
La esperé con la comida en la mesa y una botella de lambrusco. Me miró sorprendida y me besó. Me dí cuenta que había aprendido a ser una buena criada, ya lo hacía sin pensar. "Que servicial estás, tendré que irme mas a menudo...".
Después de comer hicimos el amor como dos adolescentes y nos quedamos dormidos, relajados, en una lluviosa tarde de domingo.
Al despertar ella seguía durmiendo. Entré al correo y vi un nuevo mensaje. Era mi Ama. Lo abrí y vi una foto. La foto de la Polaroid, con una marca de labios en carmín y una inscripción en el inferior. "Cuando quieras...".