Mi primer día en la mansión de las chicas malas

Mi obsesión por una página web de vídeos de dominación femenina, me llevo a ser partícipe de la experiencia de ser un esclavo recurrente en sus vídeos. Finalmente conseguí ser uno de los esclavos domésticos de esas divinidades.

Todo empezó un día, echando horas en internet, siempre he sido un admirador de la dominación femenina pero mis encuentras no han sido todo lo recurrentes que me habría gustado. Es más complicado de lo que pueda parecer y además lo reconozco que la dómina fuera muy atractiva era importante para mí porque creo que le daba mucho más poder y control sobre nosotros.

Así que buscando y buscando videos de dominación femenina, topé con una página que me quitó el sueño. Miamimeangirls, que bellezas, realmente eran todo princesas y diosas y además ofrecían lo que más me atrae humillación y esa sensación de poder sobre pobres como yo, que no les podemos llegar ni a la suela de esos espectáculares zapatos.

Estaba todo en inglés pero mi nivel es bueno, mi empresa trabaja con Estados Unidos, así que me registré y pasé semanas viendo todos los videos que podía al día me tenía totalmente obsesionado. Investigando un poco más, ví que los sumisos que aparecían en los videos no eran actores, que podías ir a un casting o incluso que podías pagar para encargar o aparecer en un vídeo.

Así que empecé a fantasear, ya conocía a todas las diosas por sus nombres y no hacía más que fantasear con estar a sus pies y servir sus caprichos como un esclavo más. De momento no eran más que fantasías, un óceano de por medio y que luego muchas veces es muy fácil soñar despierto pero realmente estaba dispuesto a ¿salir con la cara destapada en uno de sus vídeos? estaba la posibilidad de salir con máscara pero solo por el hecho de que pusiera de que ellas preferían que no la llevara, ni me planteaba esa opción.

Los astros se aliniaron, mi empresa me mandaba a trabajar cerca de las Vegas durante 20 días el próximo mes y definitivamente lo entendí como una señal del destino. No recordaba haber estado nunca tan nervioso, para que me tomaran en serio decidí hacer un regalo de la lista de regalos que tenían en Amazon a una de mis diosas favoritas, a la princesa Beverly y luego escribí el mail ofreciendome para aparecer en uno de sus videos, para tener más opciones puse que estaba dispuesto a muchas prácticas, practicamente no puse límites.

Mandé el e-mail, las siguientes horas, los siguientes días miraba el correo cada 5 minutos esperando una respuesta de algún tipo y finalmente llegó. Lo había conseguido! Aceptaban mi solicitud y me citaban para un casting en un hotel de las Vegas en el periodo en el que me encontraba yo en Estados Unidos, únicamente tenía que pagar una fianza que no me sería devuelta sino me presentaba a la cita.

Durante mís días en el trabajo me llamaron un par de veces la atención porque estaba totalmente en la luna, mi mente no paraba de fantasear y a veces desconectaba de una conversación pensando en el paraíso que me esperaba.

Por fín! llegó el día, fui muy puntual, me vestí bastante elegante quería causar buena impresión y fui al vestíbulo del hotel donde me habían citado. Un montón de preguntas me venían a la cabeza cuando estaba allí, ¿quienes más participarían en el casting? ¿Con cuales de las Diosas tendría el honor de compartir escena? Lo único que me habían dicho es que alguien vendría y preguntaría por los participantes del casting para un anuncio.

Después de los 5 minutos más largos de mi vida, se acercó un chico con una tablilla y unos auricurales colgados, (imaginé que sería uno de los técnicos) y dijo que subieramos a la habitación 912 en el último piso los participantes del video promocional, ee incidió que habíamos de subir por las escaleras ya que el ascensor estaba ocupado.

Con las piernas temblandome me levanté hacia la escalera y vi como dos tipos más lo hacían, uno bastante mayor y muy gordo, el otro trentañero de mi edad más o menos, podíamos haber intercambiado alguna palabra mientras subíamos los 9 pisos pero yo creo entre los nervios y la verguenza nadie se atrevió a abrir la boca, eso sí como una regla no escrita, los 3 subimos los escalones a la misma velocidad como si ninguno quisiera llegar antes que los otros o como si nadie quisiese ser el último. Al llegar al noveno piso por fín mi fantasía se hacía realidad.

Era la Princesa Carmela! he de reconocer que me excitaba y me asustaba a partes iguales, era una de las más crueles y sádicas de las chicas pero era una diosa, cualquier hombre soñaría en poder estar cerca de esos dos monumentos que tiene como pechos. Además tenía unas piernes fuertes, se notaba que hacía ejercicio. Llevaba un vestido verde de verano con rejilla con un escote de infarto, el pelo rizado castaño como lo solía llevar y unos zapatos con tacon de aguja divinos.

-Por aquí cerditos!- Es lo único que dijo y se metió en una habitación. Solo con eso bastó con que mi pene empezara a crecer, tenía que controlarme. Entramos bastante cortados y asustados, a una habitación no demasiado grande pero en la que había otra puerta que comunicaría con otra estancia y había una superficie tapada con una sábana imagino que una mesa. Miró un listado, pasó lista diciendo nuestros 3 nombres, nos identificamos y luego prosiguió.

  • Muy bien cerdos, vais a entrar por turnos a vuestra entrevista, Steve primero, Kevin después y por último el españolito que ha hecho un viaje muy largo para venir aquí, que mono verdad?- me miró con una sonrisa.

De forma imperativa le ordenó a Steve que se colocara a 4 patas y a la vez destapó la sábana que estaba al lado nuestro descubriendo una jaula. -Vosotros mientras podeis esperar aquí-, abrió la jaula y nos hizo pasar, por supuesto tuvimos que hacerlo a 4 patas porque era la única forma de entrar y caber y además nos ayudó con una sútil patada en el culo a cada uno. - No quiero oir ni una palabra hasta que no sea vuestro turno, entendido cerditos?

Asentimos con la cabeza con miedo y luego cerró la jaula con condado y ordenó a Steve que le siguiera a 4 patas a la siguiente habitación.

Se me va a hacer muy larga la espera, ¿qué me deparará al cruzar esa  puerta?

Continuará...