Mi primer dia con Teresa - Se apodera de mi piso

Después de colocarme el tubo de castidad, me da unas pastillas para feminizare. A continuación revisa todo mi piso para decidir que hace con las habitaciones y las cosas que hay dentro.

Mi primer día con Teresa – Se apodera de mi piso

-- Prologo

En el el primer relato, Conociendo a Teresa , explicaba en una breve introducción mis inicios y mi vida con mi tía Carmen, así como mi primer contacto con mi ama Teresa.

En el anterior, Mi primer día con Teresa - Mi castidad , mi mami pasaba a controlar mi vida sexual, tomándome las medidas necesarias - cintura etc. - (previo haberme hecho desnudar) para encargar un cinturón de castidad. Pero mientras llegaba o no, había decidido colocarme un tubo de castidad (de aquellos que se aseguran con una anilla colocada detrás de los testículos) para evitar que, ya a partir de aquel mismo momento, no pudiera tener orgasmo alguno; ni ningún placer, utilizando mis genitales.

-- Se apodera de mi piso.

Una vez vestido de nuevo, me coloqué delante de ellas e hice una reverencia.

  • Mi ama Teresa, después de comentar a mi tía Carmen que una vez en castidad ya podían ocuparse de otros aspectos de mi educación.

  • Carmen – dijo mi ama – sigamos adelante. Si te parece, vamos a ver el resto del piso.

  • ¡Vamos! - dijo ella.

  • Pero antes – añadió mi mami – he traído unas pastillas y unas cremas para que la mariquita se las tome a partir de ahora. Es un tratamiento de feminización, que poco a poco irán cambiando la química de su cuerpo. Son dos tipos de pastillas: unas son antiandrógenos , y las otras son ostrógenos . Las primeras sirven para neutralizar las hormonas masculinas que generan su cuerpo, y facilitar la acción de las segundas: las hormonas femeninas. La idea es que se tome una de cada, tres veces al día: por la mañana al levantarse, al mediodía y antes de irse a dormir.

  • ¡Ah! - masculló mi tía

  • Las cremas servirán para desarrollar las tetas. Mientras una se aplica a toda la parte mamaria para hacerla crecer; la otra se aplica sólo alrededor de la tetillas para desarrollar los pezones. Se la deberá aplicar dos veces al día, al levantarse y antes de acostarse.

  • Mi tía me dijo exclamando – Alicia, quedarás preciosa con un par de buenas tetas. ¿Estás contenta?.

Ante mi confuso silencio, ella dijo severamente

  • Responde ¡ nena!

  • Si tía Carmen – respondí – estoy muy contenta.

  • ¡Pues da las gracias a tu mami ! - añadió – dale las gracias por convertirte en una linda nenita.

  • Gracias mami – dije dirigiéndome a ella al tiempo que doblaba las rodillas en una reverencia – gracias por querer convertirme un una niña.

  • El proceso llevará su tiempo – dijo – pero pronto serás la atracción de muchos chicos, se te tendrá que mantener bien guardadita - añadió riendo.

  • No creo que haya que esperar tanto para que compruebe por si misma como son los chicos – dijo mi tía con una amplia sonrisa y dejándome a mi un tanto perplejo.

-¡Ala!, vamos a la cocina a coger un vaso de agua y darte las pastillas – dijo mi mami – después veremos el piso.

Se levantaron, y los tres nos dirigimos a la cocina. Allá cogieron un vaso, lo llenaron de agua, y dándome el vaso y las dos pastillas me mandaron que me las tomara. me tomé cada pastilla seguido de un sorbo de agua, y cuando me acabé el agua, mi ama dijo

  • Vamos a ver el piso, empezaremos por tu habitación de nena. De paso me enseñaras toda tu ropita, nenita .

Nos dirigimos a mi habitación. Yo vivía en mi piso y mi tía en el suyo, pero ambos pisos estaban en el mismo rellano y de hecho se podría decir que vivíamos en el mismo piso. Tanto es así que yo comía en el suyo y pasaba muchos ratos allí. Cuando salia del mio para ir al suyo – toda vestidita de nena – miraba bien que no pasara nadie, no fuera que algún vecino se enterara (inocente de mi) – y lo mismo hacía al volver del suyo.

Mi piso constaba de comedor espacioso, cocina, y 4 habitaciones – matrimonio, una segunda habitación donde cabían dos camas, una tercera mas pequeña; y una ultima que se era más un despachito que una habitación de lo pequeña que era. En mi fantasía o simulación , era en esta ultima dónde había puesto la clase del colegio de monjas donde simulaba ir (con su pupitre y pizarra incluidos). La habitación pequeña, la tercera, era la habitación de niña (la mía como Alicia); en la habitación más grande (donde cabían las dos camas), era mi habitación, pero la de chico. Es donde tenía los pantalones, ordenadores, en fin una habitación << normalilla>>. Y la última, la habitación de matrimonio se usaba como el patio del colegio, donde ir durante el recreo; y como la calle (simulaba que iba al colegio, o salia con mi madre a comprar, etc.)

Llegamos a mi habitación (la de niña) y entramos. Había una cama, un armario estrecho un armario puente sobre la cama, y un escritorio; amén de un espejo y un par de repisas para libros (de estos libros de colegios de niñas en Inglaterra Torres de Malory , etc. de la autora Enid Blyton). Todo era de color blanco, adornado con una linea verde para romper el blanco. La colcha era verde claro y adornada con florecillas. Había también un par de muñecas y un par de cojines.

Mi ama observó la habitación y después abrió el armario donde estaba mi ropa. Había tres faldas plisadas, el uniforme del colegio, varias camisas, jerseys, un delantal limpio. Al ver el uniforme que era de rayas azul cielo cruzadas formando cuadros sobre un fondo gris, exclamó

  • ¡Anda!, ¡Si es el uniforme que utilizaba cuando era pequeña! ¡Me encantará vértelo puesto! - me dijo – estarás preciosa.

  • Gracias mami – respondí

  • ¡Sonríe cuando respondas marica!

  • Si mami – volví a decir intentando sonreír a duras penas por la vergüenza que sentía – gracias mami .

  • El delantal, en cambio no es el mismo, el mio era a rayas sobre fondo gris. - añadió.

Después abrió uno de los cajones y vio mis braguitas, sujetadores, calcetines, faldas combinación, camisones (de dos a cinco prendas de cada tipo, no demasiadas). Después miró detrás de la puerta y vio un delantal de colegiala colgado. Una bata de rayas marrones sobre fondo blanco, de manga larga y abrochado por delante; la tela estaba zurcida en el escote y por detrás para darle mas vuelo. El largo llegaba más allá de la rodilla cubriendo bien una falda. Me dijo

  • Alicia, ¿verdad que debes llevar delantal en casa?

  • Si mami – respondí con voz suave.

  • Pues póntelo – me mandó.

Yo obedecí con la cara bien sonrojada; me abroché el delantal, y cuando acabé doblé ligeramente las rodillas para indicar que ya estaba.

Después pasamos por las otras habitaciones, y las observó con atención, especialmente la “ de chico” . Estuvimos un buen rato en total. Al final, dirigiéndose a mi tía dijo.

  • Habrá que hacer cambios. Carmen, si te parece bien he decidido instalarme en este piso. Me instalaré en la habitación de matrimonio, que habrá que hacer pintar y decorar a mi gusto. La mariquita se quedará en la suya; ¡y la suya es la de niña, por supuesto!.

  • ¿Y las otras? - preguntó mi tía?

  • ¿Las otras? - contestó – Pues muy fácil. La de dos camas se remodelará por completo, ya decidiremos como. Por lo pronto sacaremos todas las cosas. La dejaremos vacía. La nena no necesita nada de aquí. Los pantalones y resto de ropa se donarán. Sólo conservaremos un par de pantalones y camisas por si acaso; pero de la ropa interior de chico nos desharemos de ella; – y con media sonrisa añadió – si alguna vez tuviera que llevar pantalones, puede llevar perfectamente sus braguitas debajo.

  • ¿Y con el resto de cosas? - preguntó mi tía Carmen

  • Pues los libros, ordenador, libretas. etc. los daremos. La mariquita solo necesita tener lo que tiene en su habitación; y su habitación es sólo la de nena .

  • De la habitación más pequeña, ya veremos que hacemos. - acabó

Y así fue como fui relegado a la habitación de niña como única posesión. Se me ordenó que fuera recogiendo todo las cosas que había en aquella habitación, empezando por la ropa: pantalones, camisas – mi tía escogería un par de cada guardarlos bien guardados -; los calzoncillos, camisetas, calcetines, etc., se darían o tirarían dependiendo de su estado; Pero como ya se hacía tarde, continuaríamos mañana.

Levantando la mano pregunté timidamente a mi ama.

  • ¿Y el colegio?

  • No te preocupes, ya tendrás colegio – aseguró - ¿Conoces a la señora Rosario, la de los bajos?

  • Si mami – respondí.

  • Pues entre otras actividades será tu institutriz . Cuando vayas al colegio bajarás a su piso, como recreo tendrás su patio; y habilitaremos una habitación como tu clase. Pero no creas que eso del colegio será como hasta ahora. Trabajarás de lo lindo haciendo lo que te manden; no haciendo tonterías como hacías. Ya te lo explicaré mas adelante.

  • Y dirigiéndose mi tía añadió – Hablé con mi hermana antes de venir, pues como le sobra espacio y tiene un patio mas bien discreto, pensé que la mariquita podría realizar su “ actividades escolares” allí. Le expliqué el tema a Rosario y se mostró de acuerdo en convertirse en la institutriz de esta mariquita.

Yo me puse nervioso pues esto quería decir que tendría que salir a la escalera para bajar al piso, con el riesgo que suponía de que me vieran.

  • Mi tía, mirándome, dijo – Pero Alicia, ¿crees acaso que los vecinos no saben que eres marica?. Tal vez no te han visto vestidita – todavía – pero me he encargado de irlo comentando desde hace algún tiempo. Para preparar el terreno, digamos. Más aún, a alguno incluso ya le he enseñado alguna foto tuya vestidita de nena. O sea que realmente no tendrán una gran sorpresa.

Luego, mi mami dirigiéndose a mi tía añadió

  • Bueno Carmen, me tengo que ir. Cuando baje pasaré por casa de mi hermana Rosario para explicarle como hemos quedado e ir arreglando las cosas. Hasta mañana.

  • Hasta mañana Teresa y buenas noches.

  • Yo añadí, cogiendo mi falda con los dedos de ambas manos y haciendo una reverencia – Buenas noches mami , hasta mañana.

Aquella noche, ya sólo tuve una habitación donde irme a dormir, Me puse el camisón bajo la atenta mirada de mi tía, me metí en la cama, y mi tía, dándome un besito en la frente me dijo

  • Hoy, todo ha dejado de ser un juego, vivirás como una nena las 24 horas del día, y los 7 días a la semana. Al fin de cuentas, ¡es lo que querías realmente!. ¿no es así?

Y apagando la luz, me dejó a solas con mis pensamientos.

Estaba impresionado por la vuelta que había dado mi vida. Muchos vecinos sabían ya que era maricón. No me sorprendía ahora las sonrisitas raras que veía en algunos, cuando me los cruzaba en la escalera. Con todo esto, noté también que el tubo de castidad realmente funcionaba. A pesar de lo excitado que estaba, al no poder tocarme, me era imposible dar rienda suelta a mi excitación. Era un mezcla de frustración y placer.

--- Continuará --