Mi Primer Día
Continuación de "La Naturaleza me hizo mujer" Después de haber disfrutado de un fántastico verano de mi transformación, estaba ya lista para salir al mundo con mi nueva imagen. ¿Quién sabe tal vez y hasta encuentre a mi primer amor? Bien dicen que se tiene que trabajar duro por lo que una quiere.
Mi Primer Día. (Continuación de La Naturaleza me hizo mujer)
En la historia pasaba había contado como fue mi predicamento. Mi familia y yo habíamos decidido darme la oportunidad de como sería mi vida como chica durante un año, dado a que la misma naturaleza hizo que me crecieran los pechos, y que por alguna razón fuera femenina en lugar de crecer como un chico normal de mi edad. Mi padres me inscribieron en una escuela nueva donde tendría la libertad de ser quién quisiera ser sin problema alguno. Así que ahí estaba yo, entrando por primera vez a mi nueva escuela.
Al llegar por primera vez como chica a la escuela a nadie le pareció importarle. Tenía catorce años cuando esto pasó. "Mi plan de pasar desapercibida está funcionando," pensé yo. Aquella era una escuela donde debíamos verstir en uniforme escolar, por lo cual yo traía falda de colegiala (de cuadros rojos y negros), blusa blanca con un chaleco igual que la falda, zapatitos negros y medias blancas. Mi aparente "invisibilidad" empezó a desvanecerse cuando poco a poco me fui acercando a mi salón de clases, a donde estaban los chicos de mi edad. No sabía que pasaba pero no me dejaban de mirar, y me empecé a sentir muy rara. En la primera oportunidad que tuve di la vuelta para entrar al baño de chicas. Este baño era un cuarto grande, con quiza unos cinco lavamanos, un espejo grande, y no sé cuantos sanitarios, pero estaba suficientemente grande como para que varias personas estuviesen ahí al mismo tiempo. Al entrar fui corriendo a verme al espejo, pensé que a lo mejor tenía algo raro en la cara, o qué estaba mal vestida, o que a lo mejor ellos habrían descubierto mi secreto. Por un minuto, mi mundo se cerró y pensé que ya no valía la pena nada, entré como en pánico.
En ese momento una chica, quién no me había dado cuenta que estaba allí, se dió cuenta de mi nerviosismo, y me consoló diciendo:
-"Tú eres nueva aquí, ¿verdad?" yo asentí con ganas de llorar y sin poder articular palabra alguna.
-"Pero ¿por qué estás tan nerviosa?, no te preocupes por las clases, los maestros son buenas personas y siempre te ayudan."
-"No son los maestros lo que me preocupa," dije con una boca que no acababa de temblar, "el problema es la gente, los demás, los chicos, creo que se burlarán de mí," terminé diciendo.
-"¿Burlarse de ti?" me dijo con una mirada extrañada, "¿cómo que burlarse de ti?, ¿por qué lo harían?" continuó extrañada.
-"Pues, de como soy yo," le contesté a ella, pensando que había descubierto mi secreto.
En eso su tono de voz amigable cambió, y poniéndose molesta me dijo casi gritándome:
-"¡No sé que pienses de ti pero creo que eres una engreída presumida, ya quisieran ser muchas chicas como tú, con tu color de piel, con tu cuerpo, tu pelo, y tu bonita cara, tú eres la que quieres burlarte de las demás chicas de este lugar, eres tan falsa, ya conozco las chicas como tú, %#&^" y dejándome sola, salió der baño azotando la puerta con fuerza.
"¿Qué es lo que acaba de pasarme?" pensé para mí asombrada por la confusión que acababa de pasar. Definitivamente, ésta no es la mejor forma de empezar el día ni tampoco la mejor forma de hacer nuevos amigos.
Me quedé por unos minutos más en el baño, mi mente se llenó de miles de pensamientos, ¿si continuaría con mi aventura, con mi nueva vida o no? Pero encontré algo de ayuda en las palabras que me gritó esa chica loca, "Ella dijo que le parecía bonita, a menos fue lo que le entendí" pensaba yo, "¿cómo una morenita como yo va a ser bonita?" me preguntaba. De repente un momento de inspiración me llegó en ese segundo, me sentí decidida, segura, y feliz de lo que iba a hacer, me volví a ver en el espejo, sequé mis lárgimas, retoqué mi ligero y sútil maquillaje, me encomendé a Dios y con una fuerza que no sé de dónde salío, decidí abrir la puerta y enfrentarme a mi destino, me dije, "he venido hasta aquí para salir adelante con mi nueva vida, y no me iré hasta conseguirla," si antes tenía dudas o preguntas acerca de lo que debía de hacer ahora todo estaba claro para mí: Yo no necesitaba decidir si quería ser mujer o no, ¡yo ya era una mujer! y así quería seguir por el resto de mi vida. Y desde ese momento en adelante entregué mi alma, mi corazón, mi fuerzas y todo mi cuerpo a ser la mujer que la naturaleza creo en mí.
Todo el panaroma ahora cambió de repente. Al salir del baño de chicas, las miradas ya no me hicieron sentir extraña ni rara, un sentimiento de calma y paz estuvo conmigo todo el camino hasta que llegué a mi nuevo salón de clases. Entré unos minutos antes de que la primera clase comenzara, por lo cual ya no había muchos asientos disponibles. En aquél salón los estudiantes se sentaban en unos feos escritorios grises para dos personas, y solamente había dos asientos disponibles en el primer escritorio de la fila de a mero adelante. Odio sentarme adelante, pero ya no tuve más remedio que sentarme ahí. Sonó la campana o timbre para comenzar la clase y el maestro llegó haciendo que todos los estudiantes finalmente se callaran.
El maestro pidió que cada uno de nosotros presentara su nombre y que dijeramos de dónde eramos, así todos podíamos conocernos mejor. Como estaba sentada al frente, el maestro comenzó preguntándome a mí. Me presenté diciendo mi nombre "Me llamo Carolina," no hubo problema alguno, aunque claro que tampoco volteé atrás para ver las caras de mis compañeros. Sin embargo al terminar de presentarme, me sentí muy feliz, y hasta me felicité a mi misma, pues acababa de presentarme públicamente como mujer por primera vez en mi vida. Eso fue un gran pasó para mí. Mi sonrisa se desvaneció pronto, al darme cuenta que la chica loca que me gritó en el baño estaba ahí también en la misma clase que yo. "Me llamo Vanessa," dijo ella al presentarse en clase, con una voz prepotente, mientras que yo en mi interior deseaba que se muriera de todos los males de la tierra.
Justo antes de terminar, mientras que yo estaba viendo a los demás presentándose, alguién llegó al salón.
-"Buenos días, perdón maestro que llegué tarde" dijo el muchacho que acaba de entrar, a quién yo no le había puesto atención.
-"Te dejaré entrar esta vez joven, pero no lo vuelvas a hacer," le advirtió el maestro.
-"No maestro" dijo el muchacho, quién hasta ese entonces vi. "Pobre chico, no sabe como vestirse," pensé yo juzgando en mi interior, pues se veía con la camisa de fuera, pantalones caídos, y todo despeinado. Aunque era algo alto, rubio, ojos claros, se veía como que le gustaba la natación, porque tenía hombros anchos, y aunque no se veía muy fuerte, se veía que mantenía su cuerpo en forma.
-"Ve y sientáte con Carolina," le ordenó el maestro. No me había dado cuenta que el asiento al lado donde estaba era el único vacante. El muchacho sin mirarme procedió a sentarse junto a mí, pero un momento antes de que se sentara, el maestro le pidió que se presentara ante la clase.
-"Hola, me llamo Michelle y soy de Marsella." dijo el fragante muchacho. "¿Marsella, y dónde queda esa ciudad?" pensé yo.
Michelle finalmente se sentó a mi lado, pero no me dirigió palabra alguna. Procedimos con la clase hasta que llegó la hora del receso por unos minutos.
Michelle quien no me había hablado (y aparentemente ni visto tampoco), me volteó a ver de reojo, noté lo que hizo, pero no dije nada. Me miró otra vez muy sútilmente, pero fingió como que no lo hizo. Así se la pasó algunos minutos. Llegó el otro maestro, tuvimos la otra clase, llegó el receso otra vez, y Michelle volvió a hacer lo mismo. Como me cansé del juego, le pregunté amablemente y sin estar molesta, "¿Dónde esta Marsella?" Michelle, dejó de mirarme de reojo e hizo contacto directo con mis ojos por primera vez. Al querer articular palabras, Michelle titubeo un poco:
-"En Francia, Marsella está en Francia" me contestó tímidamente.
-"¿En Francia? ¿Y qué haces aquí de tan lejos?" pregunté ahora yo de curiosa.
Y comenzando con esas preguntas Michelle y yo nos hicimos amigos. Él era nuevo en la escuela así como yo. Me dijo que su papá tenía una empresa en la ciudad, y tenían algo de dinero. Parecía ser que su mamá nunca estaba en casa y pues el pobre Michelle tenía que hacer todo (por eso no sabía vestirse el pobre). También me di cuenta que era amable y lindo, después de muchos días de sentarnos juntos en clase, empezamos a compartir muchas cosas. Claro, que no pensaba decirle nunca mi secreto.
Mientras tanto, en mi casa, mi papá se empezó a acostumbrar más a verme y tratarme como una adolescente. Mi mamá de inmediato notó el cambió en mi actitud y forma de ser en esas primeras semanas que estuve en la escuela. "Ya actúas como toda una niña" me decía mi mamá cuando notaba mi rebelión, forma de responder, y pensar. Poco a poco mi mamá me comenzó a sacar más a la calle, tiendas, y otros lugares como su hija adolescente. Cuando nos encontrábamos a alguien conocido, mi mami me presentaba como su hija, y aunque algunos se quedaban con la cara de extrañados o confusos, me saludaban muy bien. Pasados unos tres meses después de que empecé la escuela, mi papi también empezó a salir con nosotras, éramos ya una familia completa y feliz.
En la escuela, Michelle y yo seguimos siendo buenos amigos. Por un tiempo, debo de confesar, cumplí la función de mamá para Michelle, pues yo le recordaba que hiciera la tarea, a veces le llevaba algo de comer que preparaba yo, también lo ayudé a vestirse mejor. Poco a poco fui refinando el diamante en bruto de Michelle, y cada vez se veía mejor. Aunque empezamos a ser nuevos amigos en la escuela, Michelle y yo seguimos nuestra amistad en los meses que siguieron al primer día de clase. Era el mes de noviembre, y uno de nuestros maestros nos asignó una tarea o trabajo en equipo. Otros dos compañeros, Juan y Linda, además de Michelle y yo, debíamos de reunirnos en casa de Michelle para hacer esa asignación.
Mi mamá me llevó a la hora acordada a casa de Michelle (5pm), no sin antes advertirme como buena madre que es ella, no dejó que me vistiera como yo quería, y tuve que llevar unos jeans, una blusa rosa fuerte (eso sí, sin mengas, pero no escotada) y me salí con la mía llevándome unas zapatillas de tacón. Mi mamá me advirtió que me portará bien y me dejó ahí. Entré entonces a la casa, donde Michelle, quién ya me esperaba, me ofreció un vaso de agua para beber, y me dijo que ni Juan ni Linda iban a poder llegar porque tenían otras cosas que hacer, pero que nosotros podríamos empezar el trabajo solos. Así fue, y empezamos a hacer nuestra asignación por un rato. Como adolescentes que éramos empezamos a bromear y a decirnos cosas en forma de juego. Yo le decía cosas como, "tú estás tan blanco que pareces fantasma" y él me decía cosas como "tú estás tan chaparra que pareces ardilla" además que nos arrebatábamos y escondiamos los utensilios, libros y otras cosas para trabajar. Por primera vez, la pasamos muy bien y nos divertimos mucho fuera del salón de clases. Después de estar jugando un rato, increíblemente acabamos nuestra parte del trabajo, erán como las 6 de la tarde, y sentados así como estabamos, Michelle me dijo de la nada que tenía algo importante que decirme:
-"Cary, tú eres una chica maravillosa, inteligente, y muy hermosa" me confesó el mirándome a los ojos.
Al principio me sorprendió mucho que Michelle empezará a hablarme así, hasta ese entonces habíamos sido más como hermanos que otra cosa, yo andaba cuidándolo y ayudándole en todo, ¿de dónde sacaría el éstas palabras? pensaba mientras que en mi mente llovían un sinfin de pensamientos y mi corazón empezó a latir a mil por hora.
-"A ti verdaderamente te importo, no como otra gente en la escuela, o aquí mismo en mi casa, yo soy alguien para ti, y eso significa mucho para mí" continuó explicando Michelle junto con otras muchas palabras y explicaciones. En ese momento bajé mi guardia, mi corazón dejó de latir fuerte y mi mente se calmó, pensando que Michelle lo único que quería hacer era darme las gracias, y decir que quiere ser mi amigo para siempre y todo eso que los adolescentes hacen. Debo de admitir que ya me estaba aburriendo, cuando de repente, Michelle concluyó toda su larga explicación diciendo:
-"Por lo que Caro, Carolina, preciosa, ¡quiero que seas mi novia!" me dijo Michelle rápidamente y nervioso.
Yo que ya había bajado la guardia, recibí esta declaración como una bala furtiva, y la forma en que reaccionó mi cuerpo (lector, no te vayas a burlar de mí por esto...) fue con una erección. (Lo bueno es que estabamos sentados a lado de una mesa). Tal vez fue por la sorpresa del momento, tal vez fue porque por primera vez para alguien en mi vida, yo era una mujer 100% real, a quién alguien, aunque por un momento, deseaba amar. Todo eso para mí fue muy inesperado, rápido, y confuso.
-"Michelle, ¿qué es lo que me acabas de decir?" dije yo ahora nerviosa y temblando.
-"¡Que seas mi novia! Te amo" dijo ahora Michelle, poniéndose de pie de su lugar y viniendo hacia mí con una seguridad de hombre que no sé de donde salió, pero que en un segundo cambió mi manera de ver a aquel muchacho tímido y desalineado, en todo un hombre atractivo, seguro y valiente.
Y sin decir palabra alguna, él fijó su mirada en mis ojos de miel, mientras que con mi sonrisa lo invité mirando a directamente a sus ojos azul profundo a que viniera a mí. Estando nuestras bocas a solo unos respiros de distancia, se acercó poco a poco a mis labios, dándome finalmente el regalo de un dulce e inocente beso. Al terminar en un segundo el rico besito, teniendo nuestras boquitas cerradas, Michelle volvió a sentarse en su lugar, y yo quedé como en las nubes.
-"Ahora somos ya novios, ¿verdad?...." continuó hablando y preguntando Michelle, mientras que yo deseaba que se callara y que siguieramos mejor en el beso. Como yo seguía en la nubes, mi respuesta a su pregunta, fue sólo una sonrisa.
-"Bien," dijo Michelle... "¿y ahora qué sigue?" terminó pregutándome, como si yo supiera que sigue en casos así. En esos momentos alguién llamó a la puerta, y rompiendo mi trance, finalmente bajé de las nubes, era mi mamá, enojada, a la puerta de la casa, ¡ya eran las 10 de la noche! el tiempo vuela con éstas cosas pensé yo, y despidiéndome de Michelle, me fui con mi molesta madre a casa.
-"¡Oh! Lo qué es el amor...." me decía a mi misma subiéndome a las nubes de nuevo, repasando una y otra vez en mi mente aquel rico beso de Michelle. Que bonito es el amor de adolescente...
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