Mi primer deseo, mi tía y mi madre

Cuando un chaval empieza a excitarse con las mujeres maduras de su familia, nadie sabe como puede acabar...

Eduardo era un chico de dieciséis años, hijo único al cual sus padres se dedicaban en cuerpo y alma. Todo era poco para él. Su padre trabajaba de sol a sol en su empresa para que a su familia no le faltara de nada, teniendo que trabajar muchas horas y estando fuera de casa más de lo que él quería. Su madre, María, ayudaba a su marido llevando la casa y ocupándose de Eduardo todo el tiempo. Ella lo llevaba a todas las actividades y lugares donde su hijo necesitara o quisiera ir.

Eduardo estaba muy desarrollado físicamente. Portaba un cuerpo casi de hombre que estaba bastante bien formado. Su madre alardeaba del físico de él cuando estaba con algunas amigas o con su familia. Estaba orgullosa y lo demostraba en todas partes.

Él no tenía amigos. De vez en cuando salía con sus primos, pero poco más. Casi todo el tiempo lo pasaba en casa con la consola o el ordenador… pero en las últimas semanas sentía un cosquilleo en la entrepierna al ver algunas mujeres en las revistas con ropa interior, incluso a veces veía a su madre, que con toda naturalidad salía de la ducha en bragas y sin sujetador y sentía que una sensación sofocante le inundaba e instintivamente se sobaba el paquete. Se despertaba en él el deseo de tener sexo.

Poco a poco se excitaba más. Un día de verano fueron a la casa que tenían en la playa. Sus padres y él estaban allí cuando por la mañana llegaron sus primos Antonio y Luis con sus tíos Enrique y Laura. Todo fue normal hasta que fueron a la playa. Aquel día vio con otros ojos a su tía.

Laura era una mujer madura de cuarenta y dos años, su cuerpo era regordete, sin ser gorda, pero al verla en bikini se excitó sobre manera y provocó que su pene creciera bajo su bañador. Como pudo disimuló para irse al agua. Su madre lo observaba disimuladamente y pudo ver su abultado bañador.

Con la mayor rapidez que pudo se metió en el agua que estaba algo fría y su pene bajó un poco. Se sumergió y se relajó. No se alejó mucho de la orilla y se relajaba cuando vio que Laura y su primo Antonio se pusieron a jugar con las paletas en la zona húmeda de la arena. Con la marea alta, los jugadores estarían a unos cinco metros de distancia, con lo que los podía ver perfectamente.

María observaba a su hijo desde las sombrillas y veía como él no le quitaba ojo a su tía. Laura saltaba para darle a la pelota y sus pechos se movían. Él la miraba y se empezaba a excitar de nuevo. Cuando su tía se inclinaba para coger la pelota no doblaba las piernas y su culo quedaba en pompa, a veces frente a él y otras de lado, pero como fuera se estaba levantando de nuevo su pene con la imagen de su tía.

María decidió bañarse con su hijo y poco a poco se fue metiendo en el agua. Para no molestarlo se alejó de donde él estaba y nadó un poco. Unos minutos después, mientras el hijo no dejaba de mirar a su tía, se aproximó por detrás y le dio una ahogadilla. Él se asustó pues no la esperaba y se hundió sin oponer resistencia alguna. Su madre aprovechó para intentar tocarle el pene de forma disimulada y se hundió sobre él. A ciegas agitó las manos no muy bruscamente y rozó sus genitales. El roce fue leve, pero suficiente para notar que tenía la polla fuera y bastante dura.

-¿Qué haces? – dijo él enfadado por el susto que le dio mientras se masturbaba con la visión de su tía.

-Perdona hijo… - María se disculpó y se alejó de él habiendo conseguido lo que quería, comprobar si le excitaba su tía.

Al momento se metieron en el agua sus primos y Laura. En ese momento empezó a darles ahogadillas a sus primos y disimuladamente continuó con ella. La agarraba por los hombros para intentar hundirla y sentía su piel mientras sus primos, con menores cuerpos que él, lo intentaban derribar para defender a su madre. La agarró por la cintura para voltearla y sin querer su erecto pene se posó sobre su culo, sintiendo que se colocaba sobre la raja. Su excitación aumentó, pero sintió vergüenza al ver que Laura volvía la cara para mirarlo. Ella notó su voluminoso pene. El contacto había durado apenas unos segundos pero ella se dio cuenta que él guardaba algo grande.

De inmediato la soltó y se dejó vencer por sus primos, alejándose de ellos para descansar y que se le pasara la vergüenza, su tía había notado su polla seguro, la mirada de ella al sentirlo por detrás se había grabado en su mente. Mientras se sumergía en el agua recordaba la sensación del roce de su polla con aquel culo hermoso, se excitaba… pero al momento sentía vergüenza al pensar que ella lo había notado.

Laura nadó alejándose de los muchachos que seguían jugando. Había sentido el pene de su sobrino rozarse contra su cuerpo… no estaba segura si aquello había sido queriendo, si le había puesto un rabo su propio sobrino… no quería pensar eso, pero lo que más le aterraba es que había notado que él tenía un gran pene y, esto era lo peor, la había excitado. Nadando en el agua y en sus pensamientos llegó hasta su cuñada.

-¡Hola Laura!

-Hola… María. – sentía algo de vergüenza como si la otra pudiera notar la excitación que tenía por la polla del hijo.

-¿Qué te pasa? Estás como perdida.

-No… nada. – sin pensarlo mucho habló. – María me ha pasado algo extraño. Resulta que antes jugando con los niños, tu hijo me ha agarrado por detrás y he sentido su pene en mi culo

-¡Vaya con el mamoncete! – dijo la madre orgullosa de la acción de su hijo.

-No sé si lo habrá hecho queriendo, pero creo que puede que sí ya que la tenía grande

-Creo que mi hijo está creciendo y ahora le ha tocado a la parte del sexo. Te seré sincera, de un tiempo acá lo noto que cuando me cambio de ropa o acabo de ducharme casi me espía y se excita… lo noto por que se le abulta el pantalón… y además seguidamente entra en el servicio y tarda un poco en salir. – se calló por la proximidad de los hijos de Laura.

Eduardo seguía nadando alejado de ellos y sumergido en sus pensamientos. Los maridos de ellas comenzaban a entrar en el agua y ellas decidieron salir y caminar por la orilla. Los hijos de Laura empezaron a jugar con el padre y su tío. Las dos se alejaban charlando por la orilla.

-Pues eso, mi hijo está empezando poco a poco a pensar en las mujeres como objetos sexuales. Cuando hemos llegado aquí y te ha visto en bikini se ha puesto como una moto y se ha metido rápido en el agua… creo que mientras jugabas con Antonio se masturbaba en el agua viendo tu cuerpo

-¿Tú crees…?

-Claro, lo sorprendí por detrás y jugando le rocé la polla, la tenía fuera del bañador y erecta… y lo que me has contado me confirma que necesita que lo enseñen a follar.

-María, cómo puedes hablar así

-Es mi hijo y soy realista, se calienta con las mujeres que tiene más cerca… o sea tú y yo… ¿Qué piensas que debo hacer?

-Nada… se volverá loco haciéndose pajas hasta que un día encuentre una que le dé todo y haga que se olvide de las pajas y sólo piense en su chocho.

-Y si lo enseñamos nosotras… - a Laura se le cambió la cara al escuchar a su cuñada, pero una cierta excitación la inundó al recordar el roce de aquel aparato.

-Creo que estás loca

-Seguro, pero bien caliente que te has puesto al sentirlo detrás de ti… - Laura no dijo nada. Se sonrojó y caminó en silencio durante un buen rato. María comenzó a hablar de otros temas y poco a poco se olvidaron de la conversación.

Aquella noche Laura pensaba en la conversación con su cuñada. Le propuso follar a su hijo… y que lo hiciera ella que era su tía política era una cosa, pero María habló de enseñarlo entre las dos… es decir María quería follarse a su propio hijo. Laura no asimilaba la aberración que le había propuesto su cuñada, pero a la vez y sin saber por que sentía excitación.

Se levantó de la cama y fue al servicio a orinar, se sentó en la taza y comenzó a salir la orina a la vez que recordaba la abultada polla de su sobrino en el culo. Salió todo el orín y se estaba excitando con el recuerdo de Eduardo y la conversación de María. Llevó su mano derecha al coño y con el dedo corazón comenzó a tocarse el clítoris. Se imaginó en el salón de la casa sola con su sobrino y su cuñada. Ella se abría de piernas y María agarraba la polla de su hijo y la dirigía a la entrada de su coño. Su clítoris se puso duro con el roce de su dedo. Empezó a sentir como el glande de la polla del chaval le separaba los labios del coño y se abría paso en su vagina. Su dedo comenzaba a entrar en su coño excitado por sus pensamientos y echaba la cabeza atrás y cerraba los ojos al sentir que se iba a correr. Podía sentir las embestidas del enorme chaval que tenía una polla que le llenaba todo el coño. No pudo más… reprimió un gemido y se corrió pensando que era follada por su sobrino.

Eduardo estaba en la cama y no dejaba de pensar en lo que ocurrió por la mañana. Ya no sentía tanta vergüenza pues vio que Laura y María lo trataban normalmente, pero pensar en el roce del culo de su tía lo ponía cardiaco. No podía masturbarse allí en la cama, sus primos estaban en las otras camas y podían verlo. Entonces se dispuso a levantarse para ir al servicio y se paró en seco cuando escuchó que alguien se movía por los pasillos.

Desde su cama podía ver el pasillo y vio que su tía encendió la luz del cuarto de baño y entró. Era su oportunidad. Tenía que ser rápido para ver a su tía mear. En la oscuridad anduvo a oscura hasta llegar a la puerta trasera. Hizo el menor ruido posible y corrió por el jardín con cuidado hasta llegar a la ventana del cuarto de baño.

Por suerte estaba muy abierta y ella no se había dado cuenta. Se subió en un pequeño pilón que había junto al cerramiento, desde allí había espiado últimamente a su madre mientras orinaba, y ahora serviría para ver a su excitante tía.

Cuando alcanzó a verla, su polla reaccionó inmediatamente. Laura estaba abierta de piernas sobre la taza y se estaba masturbando. No podía ver la mano metida en su coño, una pena, pero la cara de excitada y sus muecas apagando los orgasmos que tenía lo pusieron a cien y sobre el pilón se hizo una paja viendo a su tía. Había sido como si la follara. Casi sin fuerzas y algo asustado volvió a entrar en la casa sin hacer mucho ruido y asegurándose que Laura ya estaba en su dormitorio.

Ya habían pasado dos semanas desde la propuesta de María y Laura seguía excitándose al pensar en su sobrino. Varias veces había estado en su casa para jugar con sus hijos y cada vez que se marchaba se tenía que masturbar. No sabía la razón, pero se excitaba con él. Por su parte, Eduardo aprovechaba las visitas a su tía para verla e recordarla después para pajearse. Tenían una piscina en el patio y siempre le pedía a ella que se bañara con ellos, a lo ella siempre rehusaba al imaginar como se podía poner el niño. En la última visita de María y su hijo, Laura la llevó aparte y habló con ella.

-María, he estado pensando en lo que me dijiste y desde entonces estoy muy excitada… acepto tu propuesta.

-¡Estupendo! Yo no quería volver a pedírtelo pues no sabía como podías reaccionar. ¿Cómo lo preparamos?

-Dentro de cinco días mi marido y los niños se van a una excursión, estarán dos días… aprovecharemos un día de esos para que le enseñe. – Laura habló en singular.

-Le enseñaremos… - apuntilló María – Las dos.

El día que se marcharon de excursión padre e hijos, Laura había quedado por la tarde con su cuñada y sobrino. María le propuso a Eduardo ir a casa de los primos aunque no estuvieran, su tía estaba sola y le daría una bolsa de ropa. El chaval empezó a fantasear sobre su tía y él en la piscina.

Por la tarde llegaron a casa de Laura. Estaba sola y la saludaron al entrar. Ese día estaba preciosa pensó el chaval cuando la vio, sin imaginar que lo que estaba era excitada por la idea de follarse a su sobrino, joven y de buen cuerpo.

-Eduardo, ponte el bañador y métete en la piscina. – le propuso su tía.

-No, no tengo ganas

-¡Anda, no seas tonto! – le dijo la madre pero él no reaccionaba.

-Métete en la piscina y ahora voy yo y me baño contigo. – dijo Laura y los ojos de él brillaron de excitación.

-¡Bueno! – dijo y cogió su bañador y se cambió en una habitación.

-Aprovechemos ahora, toma éste para ti. – María le dio un bikini a Laura y ella cogió otro.

Eduardo se bañaba en la piscina. No era muy grande, de unos cuatro metros de diámetro y un metro cincuenta de profundidad. Jugaba solo sumergiéndose y saliendo a la superficie mientras esperaba a su tía para memorizarla y pajearse después. No se imaginaba lo que le ocurriría un momento después.

-¿Cómo está el agua? – preguntó Laura y él se volvió para mirarla.

Se quedó de piedra. Tenía puesto un bikini que apenas le cubría. Estaba subiendo la escalera y veía sus tetas con unos pequeños triángulos de telas que le cubrían solamente los pezones que abultaban la tela por el frío y la excitación, eran enormes. Cuando llegó a lo más alto pudo ver que su raja la tapaba con otro trozo de tela pequeño. Su coño debía estar depilado pues no sobresalía ningún pelo, pero para meterse en el agua se volvió y le ofreció la vista de su hermoso culo a los lujuriosos ojos de su sobrino. Era un tanga y un pequeño cordón unía la pequeña tela de delante con otro pequeño triángulo justo encima de la raja del culo. Podía ver su culo en toda plenitud y eso hizo que su polla se pusiera más dura que nunca.

-¿Está el agua ya caliente? – dijo María entrando en el patio con otro diminuto bikini. – Seguro que como estáis los dos el agua ya esta hirviendo.

Laura reía con el comentario de su cuñada y Eduardo miraba como los pezones de ella parecía que fueran a romper la tela por lo duros y grandes que se habían puesto. Entonces se fijó en su madre. Tenía peor cuerpo que su tía, algo más rellenita y con algo más de celulitis, pero también lo excitaba. María subió a lo alto de la escalera y se sentó.

-¿Con el toldo este no nos puede ver nadie? – le preguntó a Laura.

-No… - contestó – de verdad, podemos hacer lo que queramos.

-Estupendo, - dijo la otra – me quitaré la parte de arriba entonces.

-Pues yo haré lo mismo. – dijo Laura.

Las dos se quitaron la parte superior del bikini. Eduardo las miraba, alucinando con los pezones. Ambas los tenían grandes y duros pues entre el frío del agua y la excitación de follar con él estaban al máximo. Miró a su madre sentada en lo alto de la escalera. Ella no se depilaba el coño y los pelos sobresalían por la tela.

-Tengo muchos pelos ¿verdad? – le dijo a su hijo que se puso colorado y no sabía que decir. – No me depilo así que lo mejor es que me lo quite.

Soltó los lazos que tenía a ambos lados y se quitó las braguitas. Eduardo miraba a su madre totalmente desnuda y su cabeza no daba crédito a lo que le estaba pasando. Pensó que ahora su adorada tía haría lo mismo, pero no fue así, sólo le ofrecía la visión de sus tetas que no era poco.

-Eduardo, tu tía te ofrece la visión de sus tetas y yo todo mi cuerpo… ¿qué nos vas a enseñar tú? – le dijo y él se ruborizó – Anda, súbete en la escalera.

Laura no sabía bien lo que pensaba la otra, pero le siguió el juego. Subieron a Eduardo a la escalera, no muy alto y la madre agarró su pene por encima del bañador haciendo que se marcara aún más la forma. Las dos se miraron al ver que tenía un tamaño colosal. Mediría entre veinte y veinticinco centímetros, calcularon y su grosor las excitó. La madre bajó el bañador e hizo salir su erecta polla.

Laura se olvidó en aquel mismo momento que la polla aquella pertenecía a su sobrino, María hacía varias semanas que se había olvidado voluntariamente. La madre comenzó a acariciarla suavemente y el chaval temblaba de placer y excitación. Aquella era la primera vez que estaba con mujeres y se correría muy pronto. María puso su boca bien abierta delante del gordo glande y siguió masturbándolo suavemente. Laura se quitó las bragas del bikini y comenzó a meterse los dedos en el coño sintiendo placer al ver a madre e hijo teniendo sexo. Nunca imaginó que el incesto le excitara, pero estaba en la gloria cuando Eduardo gimoteó sin saber bien lo que le pasaba y descargaba grandes chorros de semen en la boca y cara de su madre que se lo tragaba sin darle casi tiempo. Laura se corrió rápidamente al verlos.

María le chupaba la polla aún dura mientras él se agarraba con las pocas fuerzas que le quedaban a la escalera. Laura se acercó y le pidió la polla para chuparla. Notó como el glande le forzaba la comisura de la boca y entraba llenándola entera. No pudo meterse mucho hasta que unos segundos más tarde se puso algo fláccida, entonces la engulló con más ganas hasta notar que volvía a tomar cuerpo.

-Entremos en el salón. – dijo Laura.

Salieron de la piscina, madre y tía tomaron una toalla cada una y comenzaron a secarlo. Lo besaban por todas partes y se alternaban en acariciar su hermosa polla. Él le quitó la toalla a su madre y la secaba mientras su tía lo besaba y chupaba la polla. María se acuclilló juntó a Laura y entre las dos le mamaban la polla, mientras una se la metía dentro, la otra pasaba su lengua por lo huevos y lo largo de su tronco. Él gimoteaba por el placer.

Laura se levantó, le quitó la polla a María de la boca y agarrándolo por ahí lo llevaba al salón. Él agarró a su madre de una mano y los tres entraron en el salón. Sentaron al chaval en un sofá, Laura se arrodilló delante de él y le abrió las piernas para comenzar a mamarle la polla. María se subió de pie en el sofá y abriendo las piernas y los labios de su coño con una mano, se lo ofreció a su hijo para que se lo comiera.

-Saca la lengua y pásala por mi raja. – le indicó y él lo hizo.

Sentía como su polla entraba en la boca de su tía y el sabor del coño de su madre. Pasaba la lengua por toda la raja como le había indicado. – Busca un bultito en la parte superior de la raja y juega con tu lengua alrededor de él – le indicó y así lo hizo. María gimoteaba al sentir como su hijo le daba placer, aunque no lo hacía muy bien.

-Quítate Laura. – le indicó.

María abrió las piernas y llevó su coño hasta la polla de su hijo. Con una mano la dirigió a la entrada de su vagina y con suavidad se sentaba sobre ella para que la penetrara. Su cara mostraba el placer de montar a su hijo con pequeños gruñidos al entrarle aquella enormidad.

Laura se subió al sofá e hizo lo mismo que la cuñada anteriormente, le puso el coño para que se lo comiera. Sentía la lengua pasar por toda su raja. Sin indicarle nada, Eduardo decidió hundir su lengua en la entrada de la vagina de su tía. Ella gimió al sentir que la intentaba follar con la lengua y lo animó a que siguiera.

Él sentía como su polla se abría paso poco a poco en el interior de su madre, como el calor de su coño iba envolviendo su polla hasta que entró por completo en ella. Comenzó a cabalgarlo y él se sentía en la gloria, cuando de pronto María se sacó la polla de golpe.

-¡Dios santo! No le hemos puesto un preservativo. – corrió al bolso y trajo una tira que dejó en la mesa después de coger uno. – Los he pedido bastante grande y no me he equivocado en mucho. – desenrolló la goma y la colocó en la polla. – Ahora follaremos tranquilo.

Se volvió a sentar y cabalgó con tranquilidad sobre su hijo. Sentía que le venía un orgasmo mientras le entraba la polla en el coño y veía como su cuñada le ofrecía el coño a él. Laura se agarraba los cachetes del culo y los abría mientras él le chupaba el clítoris. María pudo ver su ano y no se aguantó. Mientras su hijo se agarraba a su culo y le metía la polla todo lo que podía, ella se inclinó y lamió el ano de Laura. Ésta se asustó al principio al sentir a su cuñada en su culo, pero al momento disfrutaba de las chupadas que le daban madre e hijo.

María apartó la boca del culo de Laura y comenzó a gemir y gritar al correrse sobre su hijo. Laura se quitó de encima y Eduardo poseído por la lujuria agarró las gordas tetas de su madre mientras ésta empujaba su coño contra la polla del hijo para que le entrara todo lo posible. Entre alaridos se corrió como nunca antes y se derrumbó sobre él que aún la metía y sacaba un poco.

Laura los había estado mirando y se corrió al masturbarse con su mano. María se levantó del hijo vio que no se había corrido. – Folla a tu tía y córrete. – Él se levantó y colocó a Laura boca arriba con las piernas bien abiertas. Su coño sin pelos tenía unos enormes labios que abrió ella con una mano, con la otra agarró la polla y la dirigió a su entrada. Cuando agarró la polla y notó el grosor se lo pensó dos veces. Paró a chaval y lo hizo sentarse en el sillón.

Él estaba sentado con su polla totalmente erecta apuntando al techo. Laura se subió sobre él dándole la espalda y poniendo sus pies en cada rodilla de él. Bajó su coño y María, de rodillas delante de ella, dirigió la polla para que le fuera entrando. Laura sentía como el glande le separaba las paredes de la vagina, nunca había follado con algo tan gordo. Poco a poco, para no hacerse daño, se la fue metiendo. Eduardo gozaba con la follada de su tía y no le quedaba mucho para correrse.

María veía como la polla del hijo penetraba el coño totalmente abierto de su cuñada y no pudo aguantar, acercó su boca y lamió el clítoris mientras el hijo penetraba aquel coño. Laura no aguantó mucho y entre gemidos de los tres se corrió sintiéndose totalmente llena de polla. Al momento él sintió que se corría y descargó su leche. Laura se dio cuenta tarde de que un calor la inundaba por dentro, el preservativo se había roto y la leche de él la llenaba. Cuando se la sacó ya había descargado por completo y ella haciendo movimientos vaginales, consiguió que mucha de la leche saliera de su vagina. María, que era la más pervertida, aprovechó para comer el semen de su hijo directamente del coño de su cuñada.

Durante una semana Laura estuvo inquieta al no saber si estaba embarazada, pero por fin llegó la menstruación y pudo descansar. Desde entonces no tuvo más sexo que con su marido y María la llamaba de vez en cuando para que se unieran a ella y su hijo, pero después del susto nunca más entró otra polla en su coño mas que la de su marido.