Mi primer collar
De la vez que mi Dueño me compró y puso mi primer collar
En este relato (ojalá les haya gustado el anterior) voy a contarles los acontecimientos que llevaron a que mi Dueño me compró mi primer collar y lo feliz que me hizo. Pero vayamos un poco para atrás...
Yo ya era propiedad de mi Dueño cuando, una tarde de junio, chasqueó los dedos (señal de que tenía que ir a sus pies) y me dijo: Voy a salir, portate bien. Te dejé comida y agua. Después me acarició la cabecita y yo fui feliz.
Él se fue y yo me quedé en cuatro patitas al lado del sillón. ¡Me había dejado los dibujitos en la tele! Mientras no estuvo yo lo esperé ansiosa, cada tanto iba a tomar agua y también comí lo que me había dejado. Siempre me daba lo que sobraba de su almuerzo.
Cuando escuché el ruido de la llave dando vueltas en la cerradura fui hasta la puerta y, al entrar mi Dueño, le acaricié la pierna con mi cabecita. Él me saludó y me dijo: Seguime.
Fuimos a su cuarto y me dijo que me arrodillara. Antes yo hubiera pensado que le tenía que chupar la pija pero con mi dueño había dejado de pensar, no daba por sentado nada, no suponía... Y me arrodillé automáticamente.
Sacó una caja que tenía en su placard y me dijo: Lo compré hace una semana y te lo merecés por ser la perrita más linda y obediente de todas. Las últimas ocho palabras me hicieron temblar tanto las piernas que tuve que poner mis manitos en el piso para no romperme la cara.
De la cajita extrajo un collar que tenía una argolla plateada y estaba forrado con peluchito rosa. Al verlo me morí de amor. Estaba emocionada. Desde que me lo puso lo llevé siempre orgullosa. Junto al collar venía una correa negra. ¡Todo eso era para mí! No me merecía tanta felicidad, estaba agradecida. Y pensar que la Daiana de antes hubiera visto aquella escena como una aberración. La perrita de ahora estaba agradecida de que alguien le pusiera un collar.
Subí a la cama.
No hacía falta sacarme la ropa porque yo siempre estaba desnuda en su casa, salvo en invierno que me dejaba estar con un buzo y medias. Me quedé en cuatro patitas con la espalda arqueada y me agarró por la cintura. ¿Les ha pasado que les hayan metido una verga tan grande que la puieron sentir tocándose el vientre?
Lo que mayor placer me da cuando mi Dueño me coge, además del hecho en sí mismo, es cuando llega al fondo de mi vagina, golpeando mi útero con su verga y me encanta cuando me hace una llave Nelson pero estando el parado y me la pone como si yo fuera una muñequita de trapo.
Bueno, yo estaba en la cama y Él me tomó por la cintura mi vagina estaba chorreando. Toda la enormidad de su carne penetró en mi y tuve un orgasmo intenso en quince segundos. Empezaron las embestidas brutales, las que me hacen gritar, las que me hacen perder toda noción, las que me hacen feliz.
Después de cada cogida que me pega mi Dueño realmente termino como una retrasda mental al punto de que si me llega a decir que 2+2=5 para mí es así. Soy totalmente dependiente de él. Bueno, como una perrita. Se entiende.
El estreno de mi primer collar fue con una cogida fenomenal en la que terminé chorreando borbotones de semen por mi vagina, con una sonrisa de tonta y sintiéndome la persona más feliz del mundo.