Mi primer cita para mamar la verga de un gringo
Mi primer encuentro para ser el sumiso oral de Günter; un gringo morboso, lujurioso y tan degenerado como yo, con una verga descomunal de gruesa y que goza metiendola en la boca de otros hombres.
Nos encontramos en un café en el centro de Santiago; era la primera vez que nos veíamos físicamente. Günter era un hombre de 1,75 mt., de contextura gruesa pero sin llegar a ser gordo, de ojos grises y penetrantes; sus manos era grandes, con una calvicie bastante pronunciada, bigotes canos y gruesos. Su trato era el de una persona educada.
Ambos pedimos un café y fuimos directo al grano: conversamos sobre nuestras preferencias sexuales, sobre que esperábamos uno del otro, el rol que estábamos dispuestos a desempeñar, sobre nuestras experiencias o falta de ella en relaciones sexuales entre hombres, y otros detalles menores. En realidad coincidimos casi en todo; pero no pude evitar el preguntarle por el tamaño de su verga, a lo que él respondió “te parece que te la muestre en el baño…, creo que te va a gustar”.
Nos paramos juntos y nos dirigimos al baño del café. Nos colocamos uno al lado del otro frente a los orinales; yo solamente hice como que estaba meando, pero el gringo dejó escapar un fuerte y grueso chorro de orines, y mientras estaba en esos menesteres, yo miré de reojo su verga: aunque no estaba erecta era de un grosor considerable, se asemejaba a una gruesa, muy gruesa babosa blanca.
Günter terminó de orinar y sacudió su herramienta, y antes de guardarla me preguntó ¿la quieres tocar? Yo no dije nada, simplemente estiré mi mano y cogí su verga, le eché un poco hacia atrás el forro y anidé la cabezota en la palma de mi mano…, pude sentir la humedad de sus meados al mismo tiempo que su pico se comenzaba a erectar.
Solté el miembro del gringo, por temor a que entrara alguien y nos pudiera sorprender, pero me llevé la palma de mi mano hacia mi boca y pasé mi lengua por la humedad de sus orines…, sentí un sabor amargo, que no me desagradó, sino, por el contrario me comenzó a excitar.
Salimos del baño y pagamos lo consumido, para dirigirnos a un motel en el centro de la ciudad. Llegando a la habitación, ambos nos desnudamos con premura, quedando solo con la ropa interior.
Yo me arrodille delante de Günter y pude ver como su exquisito paquete se dibujaba en su bóxer de color negro…, aproximé mi cara hacia el bulto y le proporcioné varios besos, luego recorrí toda la protuberancia con mi lengua, deteniéndome para darle unos pequeños mordisquitos a su pico pero sobre la tela del bóxer. Sentí que su cipote crecía, pude sentir su calor a través de la tela, y sin más, le bajé su prenda intima hasta los mulos para dejar escapar su enorme carajo.
Su pico no era muy largo, pero tenía un grosor importante. El lo cogió con una de sus manos y retiro el forro del pico hacia atrás, para mostrar una enorme cabezota que se asemejaba a una ciruela roja y brillante. Me miro hacia abajo al tiempo que preguntaba ¿te gusta…, lo quieres chupar?
Yo no tenía claro lo que haría. Era mi primera vez con un hombre. Günter percibió mis dudas y su postura cambio, de las preguntas a las órdenes: “¡¡Ya mierda…, no te vas a escapar…, ¡bésame la callampa, pásale tu lengua y luego te la metes toda en la boca!!”.
Una de sus manos atrapó mi cabeza y la sujetó mientras con su otra mano dirigía su miembro hacia mi boca “¡¡Abre el hocico mierda…, a chupar pico maraco de mierda…, para eso estás aquí!!”
No lo pensé más. Dejé que su verga tocara mis labios y se lo besé, primero tímidamente y luego con ganas, sin ningún reparo. Le pasé mi lengua desde las bolas hasta la punta del pico, le dí varios besitos cariñosos y me dediqué a lamer esa enorme cabezota, luego, poco a poco dejé que penetrara mis labios y la chupé hasta engullirla toda.
Tenia todo el pico del gringo dentro de mi boca…, a ratos me costaba respirar y manejaba mi lengua con dificultad; la saqué de mi boca y la introduje de nuevo, pero esta vez tratando que su verga cupiera bien en mi paladar…, el líquido seminal del gringo (que era muy abundante) comenzó a escapar por la comisura de mis labios…, gruesos hilos de moco se desprendían de mi barbilla, pero eso no me importó; tampoco a Günter que disfrutaba con el mamón que le estaba haciendo.
¡¡Chupa fuerte mierda…, cómete todo mi pico…, chupa fuerte conchas de tu madre…, hazme acabar maricón de mierda!! ¡¡AHHH, QUE MAMÓN MÁS RICO ME ESTAS HACIENDO…, QUE RICO CHUPAS EL PICO PUTITO… SIGUE MAMADO QUE AHÍ VOY…, AHHH UFF VOY A…!!
Günter no alcanzó a terminar de hablar cuando puede sentir como su pico explotaba dentro de mi boca…, más de siete tiros de semen, grueso, caliente, salado y algo amargo inundaron mi paladar. Yo lo dejé un rato en mi lengua para saborear ese manjar y luego sus mocos corrieron garganta abajo.
Permanecí un rato arrodillado y con el pico del gringo dentro de mi boca, acariciándolo con mi lengua y chupándolo para extraer hasta la última gota de leche. Günter retiró su verga de mi boca y me dijo “chupas rico el pico weón…, ahora límpiamelo con tu lengua… quiero que recojas con tu lengua y que chupes hasta la última gota de mocos”. Yo obedientemente le limpié el pico al macho dominante.
Su verga aún estaba erecta cuando me dijo “me gustó como lo chupas…., vas a ser mi puto chupa pico de ahora en adelante” “¡¡Ya maraco…, ahora nos vamos a baño y te arrodillas y sacas tu lengua, porque te la voy a mear!!”
El tono de su vos denota claramente que era una órden. Yo no me atreví a desobedecer y lo acompañé hasta el baño, me arrodille al lado de la taza del wáter y saqué bien afuera mi lengua. Sus chorros amarillos y calientes inundaron mi cara, y luego sentí el sabor amargo de sus meados en mi lengua, pero no me desagradó. Al final, sacudió su verga en mi cara; yo se la tome con una de mis manos para descubrir el glande y limpiarlo bien con mi lengua. Luego lo bese varias veces, le pasé mi lengua desde sus bolas hasta los pendejos y los recorrí entero con mi boca.
Pensé que nuestro primer encuentro se había terminado, pero Günter tenía otros planes: nos fuimos hacia la cama del motel y Günter se recostó sobre el colchón con las piernas en el piso, me indicó que me colocara detrás de él arrodillado; pude escuchar sus ordenes: “¡¡Ya puto…, ahora me tienes que lamer el culo…., quiero sentir bien adentro de mi hoyo tu lengua!!” En otra ocasión posiblemente hubiera tenido rechazo a besar el poto de un hombre, pero con lo caliente que estaba, sencillamente y sin pensarlo me arrodillé y le abrí sus cachetes con mis manos. Pude ver de cerca el culo de Günter. Tenía un ano bonito, sin almorranas y de un color café claro, casi sin pelos en su poto.
Hundí mi cara entre sus nalgas y le bese el hoyo del culo, luego recorrí toda la canal de su raja con mi lengua; tenía su culo transpirado por la actividad sexual reciente y pude sentir el sabor amargo del sudor en su trasero, pero no me importó. Le lamí varias veces su raja, y luego me detuve en su ano para besarlo con ganas y chuparlo. Abrí un poco más sus nalgas y le metí mi lengua en el hoyo, mientras el gringo gozaba y me decía “¡¡así, así…, lámeme bien el hoyo de culo…, mete tu lengua bien adentro maraco de mierda!!” “¡¡AYYY, CONCHAS DE TU MADRE, CHUPAI EL CULO MEJOR QUE UNA PUTA…, ESO, BIEN ADENTRO TU LENGUA MIERDA!!”
Y mientras el gringo gritaba de tanto gozar por la lamida de hoyo que le estaba haciendo, se comenzó a masturbar. Yo con mi cara enterrada entre sus nalgas besándole, chupándole y metiéndole mi lengua en su culo, y él haciéndose una paja.
Lograba meter casi la mitad de mi lengua en su culo y luego la sacaba para darle besitos en el hoyo y lamer su ojete, cuando sin previo aviso, el gringo se dio vuelta y dirigiendo su verga hacia mi cara comenzó a acabar inundando todo mi rostro, mi pelo y llegando uno de los tiros de semen directo a mi ojo derecho, pero eso no impidió que pudiera tomar su pico para meterlo dentro de mi boca y recibir los últimos chorros de mocos y poder saborearlos: blancos, calientes, espesos, entre amargos y salados…, me trague hasta la última gota y luego le limpie bien el pico a mi Patrón; me abracé a sus nalgas con toda su verga dentro de mi boca…, solté una de mis manos para tomar su carajo y guiarlo hacia mis labios para besarlo, para lamerlo, para adorarlo…, para que el gringo supiera que ahora mi boca y mi lengua eran todas suyas, y que podía gozar con ellas cuando quisiera…, en realidad, estaba dispuesto a hacerle todo el sexo oral que él quisiera…., incluso se me cruzo por la cabeza la idea que de esa noche, antes de emprender viaje hacia el sur en mi auto, le pediría que me acompañe hasta Rancagua, para poder hacerle unos dos o tres mamones antes de que el se baje.
Me imaginé bajándole sus pantalones y sacándole su verga. Me imaginé parándole el pico con mi boca. Me imaginé entre sus gruesas piernas chupándole el pico mientras él sujetaba mi cabeza y culiaba mi boca con fuerza…, metiéndomelo con ganas dentro de mi boca y urgiéndome para que lo haga acabar; me imaginé la descarga de sus mocos dentro de mi boca, saboreándolos y tragándomelos. Me imaginé limpiándole el pico, lamiéndole las bolas y a lo mejor, lamiendo de nuevo su culo…, pero quería que eso ocurriera no menos de tres veces en el trayecto desde Santiago a Rancagua…, en un lugar oscuro, en un motel en la carretera y luego en algún sitio en donde esperaríamos para que llegara la hora y el tomara el Bus…, también tenía ganas de que Günter meara en mi lengua, en mi cara, que lo azotara en mi rostro y que me ordenara que se lo limpie con mi lengua.
Pero lo que ocurrió en el trayecto, lo dejo para otra ocasión. Solo puedo decir que me encantó el pico del gringo: no es muy largo, pero tiene un grosor increíble y una cabezota exquisita que invita a lamerla y besarla, en una verga que cuesta metérsela en la boca por su grosor, pero una vez que logra pasar mis labios y logro alojarla en mi boca, ya no quiero soltarla, solo quiero chuparla y chuparla, y comerme sus mocos todas las veces que Günter quiera…, y ahí una cosa más, tiene su pico muy hediondo y a mi me encanta, me excita sobre manera el olor a marisco de su miembro, me gusta echarle el forro para atrás, colocarlo bajo mis narices y sentir su olor, para luego lamerlo y metérmelo en la boca y chuparlo hasta sentir que se viene.
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