Mi primer amor

Mi primera experiencia como chica, de la mano de mi amigo.

Buenas, esta historia fue más o menos real. Si les gusta me escriben. Besos! Vanessa_39@hotmail.com

Como cada verano, acudí al pueblo de mis padres. Se trataba de un pueblo pequeño donde no había mucho que hacer. Yo tenía 15 años y ya no era como cuando era pequeño. Algunos de mis amigos dejaron de venir y los que quedaban iban más a la suya, así que pasaba el tiempo yendo de un sitio a otro con la bicicleta o quedándome en casa leyendo. Entonces me avisaron que había llegado un antiguo amigo mío, Sergio. Sergio había dejado de venir por unos años pero aquel verano volvió. Era 2 años mayor que yo. Llegó con sus padres y los convenció para poder quedarse unas semanas solo en el pueblo. Sus padres tenían que volver a trabajar. Así que nos volvimos a juntar y pasábamos el tiempo como siempre, con las bicis, yendo a jugar o en casa mirando la TV. Yo acababa de comer en mi casa y me iba a la suya, y ahí hacíamos lo que fuera. Él siempre llevaba la voz cantante, al ser mayor que yo. Yo, normalmente, me dejaba hacer y seguía cualquier propuesta suya. Un día estábamos regirando los armarios de su casa buscando ropa vieja para la fiesta de disfraces que cada año hacen en el pueblo, cuando apareció un cajón con ropa antigua de su madre. Él sacó un vestido floreado y me lo tiró:

Póntelo, a ver cómo te queda.

Yo me quedé parado, con el vestido en las manos.

Va! Es sólo una prueba

Entonces me quité mi camiseta y mi pantalón y me puse este vestido. Debía de ser de su madre cuando ella tendría mi edad, así que el vestido me quedaba como anillo al dedo.

Te queda fenomenal.

Pero yo no voy a salir vestido de mujer! –protesté.

Bueno, de momento aquí no te ve nadie...

Él me ayudó a cerrar los botones de mi vestido.

Te ves bien, pero te falta algo...

Entonces se fue a la habitación de su hermana sacó unos sujetadores y unas braguitas. Su hermana hacía tiempo que no venía al pueblo y tenía un armario lleno de cosas suyas. Yo me quité el vestido y procedí a ponerme el sujetador y las braguitas. No sabía por qué, pero aquello me causaba una profunda excitación, deseaba seguir haciéndolo. En ese momento, una vez me puse de nuevo el vestido encima de mi ropa interior, me llevó al baño, donde había algunos cosméticos de su madre y hermana. Sin saber mucho cómo, me pinté los labios de un color rojo vivo.

Estás muy bonita

Cuando oí "bonita", algo en mí reaccionó. Por una parte, noté que me estaba tratando como a una chica, algo que el sentido común no debía permitir. Pero por otra, sentí una repentina erección de mi órgano genital. Estaba con braguitas y sujetador, con un vestido, con los labios pintados de rojo, delante de mi amigo que me acababa de decir "bonita"... y a mí me gustó!

Tú que me ves con buenos ojos –fue lo único que se me ocurrió decirle.

Y entonces nos reímos. Empezamos a pelear. Él, lógicamente, era más fuerte que yo y me decía:

Mira la niña como se pone, qué fiera! Me gusta cuando te enfadas...

Y cosas así, pero a mí, en vez de molestarme, y sin entenderlo, me hacía gracia que me tratara así. Al final, nos tumbamos en el sofá a ver la TV. Nos pusimos como otras veces, compartiendo el sofá, pero esta vez el me rodeó la cintura con su brazo, me decía que era como si fuera su novia. Yo seguía el juego (porque me encantaba) y hacía como si realmente lo fuera. A veces lo hacía morros, pero era sólo para que el me volviera a decir cosas bonitas y me hiciera reís. Así pasamos varios días. Yo me levantaba e iba corriendo a su casa a probarme los diferentes vestidos que encontrábamos. Empecé a rastrear en la habitación de su hermana, donde había más cosas. Iba probándome cada día un vestido diferente. Los abrazos fueron dando paso a las caricias y algún beso. A veces me ponía una camiseta de tirantes y una falda, hasta un día me probé un traje de baño. Por la noche, nos quedábamos mirando la TV abrazados, como dos novios. Hasta alguna vez me quedaba a dormir un rato con él en la cama para luego irme a la mía. Un día que estábamos así en la cama, me tomó y me dijo:

Eres como una chica

Sí –pues así me sentía yo.

Y me dio un largo beso al que yo respondí abrazándome a él con más fuerza. Aquella vez nos estuvimos besando durante largo rato. Y a los besos sucedieron los magreos. El se desnudó y vi su miembro largo, duro, bonito. No pude reprimirme, lo cogí entre las manos y lo masajeé mientras él me acariciaba el culito a través de un camisón que llevaba puesto. Luego me giré y el restregó su miembre excitado por debajo de mi camisón, mientras ponía sus manos en mis pechos.

Tienes la piel como una chica.

Finalmente, acabó por introducírmelo. Tuve una sensación extraña. Físicamente fue placentero, pero psicológicamente fue mi convicción de que yo era femenina, que era su chica y que es lo quería ser.