Mi primer Amo (2)

Acababa de recibir mi primer castigo, estaba muy excitada, sudorosa, dolorida, la cara empapada del llanto, y sin embargo después de todo aquello, no me quería ir de allí.

MI PRIMER AMO 2ª PARTE

Acababa de recibir mi primer castigo, estaba muy excitada, sudorosa, dolorida, la cara empapada del llanto, y sin embargo después de todo aquello, no me quería ir de allí, solo podía pensar en estar con él, en qué sería lo siguiente, en que me follase.

Después de todos sus azotes el me tumbó sobre la cama, y comenzó a acariciarme el pelo, la cara, el cuello, comenzó a besarme poco a poco en mis mejillas, mis labios, mi cuello. Eso me enternecía, cómo era posible que después de aquellos golpes que me había propinado ahora se portase así. La verdad es que no entendía nada.

Me ordenó que me diera una ducha y vino al baño para mirarme mientras lo hacía, Cuando empecé a ducharme recordé que mi coñito ya no tenía pelo y de nuevo me entraron ganas de llorar y mientras me secaba no pude evitar derramar de nuevo unas lagrimas. "me tienes harto, ¿Por qué coño estas llorando ahora?", yo conteste que por nada, y entonces el se acercó, me tomó de la barbilla, y me dijo:

-"¿quieres irte?", su voz ya no sonaba imperativa, sino agradable, cariñosa.

  • No yo no… yo…- la verdad es que no sabia como decirle que me tenía muy asustada, que aunque mi excitación me obligaba a quedarme con gusto hubiese salido de allí hacía ya un par de horas porque estaba verdaderamente asustada.

  • Tu ¿qué?- replicó él al ver que yo no arrancaba.

  • No supe que contestar y sólo dije "nada".

Me prestó un albornoz y fuimos a la cocina, había mucha comida encima de la mesa, empezamos a comer, mientras comíamos el empezó a hablar como si nada hubiese pasado, como si no me hubiese atado e incluso pegado, yo cada vez estaba mas confundida, pero a la vez seguía muy excitada. De repente dejó de hablar, me miró y empezó a hablar de nuevo: "bien, como has podido observar yo ni soy un crío de esos con los que vas a clase, ni tolero tonterías, no quiero una novia, ni una mujer, quiero una sumisa. Desde el primer momento en que te vi, supe que tu necesitabas ser dominada, sin embargo, como ya te dije antes, yo no te obligo a nada, tu decides si te quieres quedar o si te quieres ir." Yo no sabia que contestar, no era una decisión fácil, ni mucho menos. El prosiguió: "Desde luego antes de que decidas debes conocer lo que yo te voy a exigir si decides continuar" acto seguido comenzó de describirme una serie de normas, que iban desde como debía llamarle, hasta como debía vestir. Después calló y me preguntó por mi respuesta o si tenía algo que decir. Le dije que tenía que pensarlo que no podía tomar esa decisión en un minuto y el me dijo que tenia razón, que me fuese a casa y lo pensase, que si aceptaba mañana a las 8 de la tarde volviese, me levanté fui al salón recogí mi ropa me la puse, y cuando iba a salir por la puerta el me dijo, "si aceptas, y mañana vuelves, mejor avisa en tu casa de que no irás a dormir".

Tomé un taxi y me fui a casa absorta recordando todo lo que había pasado, mi coño seguía húmedo, lo primero que hice fue entrar en mi cuarto cerrar la puerta quitarme la ropa y comenzar a tocarme, entonces recordé que él había incluido entre sus normas que nunca podría masturbarme, ni correrme sin su permiso. Pensé: "que más da, si todavía no le he dicho que sí" y continué tocando mi clítoris, sin embargo algo me remordía en la conciencia, y finalmente paré y decidí aceptar su propuesta, y no desobedecer sus ordenes. Con la calentura que tenía encima, me costó mucho dormirme, pero finamente me venció el cansancio.

Al día siguiente a las 8 y cinco estaba llamando a su timbre, me abrió y subí. Al entrar fui a darle un beso, él se apartó y me dijo: llegas tarde, no me gusta la impuntualidad. Yo me disculpé y eche la culpa al autobús, después pasamos a la sala. Me ordenó desnudarme y me dijo que a partir de ahora cuando entrase en su casa, si no había nadie más me desnudaría directamente y me colocaría de rodillas ante él. Así lo hice.

Yo pensaba que haríamos lo mismo que el día anterior. Sin embargo empezaba a percibir que no iba a ser así. Allí estaba yo, de rodillas delante suyo cuando él se levantó y se dirigió a la puerta de la sala, yo no podía ver que estaba haciendo dado que estaba detrás de mí. Oí como movía cosas y después se dirigía a mi, depositó una venda en mis ojos y la ató muy fuerte por detrás. Después colocó algo en mi cuello y de repente sentí como tiraba del mismo obligándome a poner a 4 patas, dado que si no hubiese caído al suelo, siguió tirando obligándome a andar como un perro en cuanto nos movimos un poco yo perdí completamente la orientación de donde estaba y comencé a chocar contra cosas. "estupida puta, vas a tirarlo todo, me estas cabreando, se te acumulan los castigos, primero llegas tarde y ahora esto".

Yo no tenía ni idea de donde estaba hasta que noté una colcha a mi lado y entonces me di cuenta de que estaba al lado de la cama, él me ordenó tumbarme sobre la misma y entonces primero colocó un cojín debajo de mis caderas y después me ató, primero los brazos y luego las piernas poniéndome en forma de aspa, forzando al máximo mis piernas que no podían estar ni una milímetro mas abiertas. Yo no había abierto la boca, por eso me extrañó mucho que el volviese a meter una bola en mi boca como el día anterior. Allí estaba yo completamente expuesta, sin ver nada, con mi culo y mi coñito completamente levantados y expuestos, sin poder moverme, ni hablar, ni nada. En ese momento sonó el timbré y yo me estremecí con miedo de que alguien pudiese verme así. Noté como él salía de la habitación y me quedé asustada a la espera sin poder moverme, ni ver, ni hablar.

El tiempo se me hizo eterno cuando de repente noté unas manos sobre mis pechos, acariciándolos lentamente, con mucha suavidad. Me estremecí cuando noté otra mano más abriéndose paso en mi entrepierna, y una cuarta mano sobre mi muslo. No lo podía creer había alguien más allí, me puse muy nerviosa, sobre todo al darme cuenta de que estaba a la merced de aquellos dos hombres, ¿Por qué digo hombres? Porque en aquel momento yo estaba convencida de que eran dos hombres, no tenía ninguna razón lógica para pensarlo pero era lo que mi cabeza me decía. Al estar tan nerviosa me puse a chillar, obviamente lo único que salió de mi boca fueron pequeños sonidos sin sentido. Entonces una mano me acarició la mejilla y una voz femenina me dijo, tranquila, verás como te va a gustar. La voz me resultaba familiar, pero no identificaba a quien pertenecía, y mientras pensaba esto siguió diciendo: "aunque… eso no se hace, una no se debe liar con el tío de sus amigas" ¡¡ no lo podía creer mi amiga Laura estaba allí!! y yo completamente desnuda, y expuesta a su voluntad y la de su tío, solo fue pensarlo y me estremecí, ella siguió diciendo: "… no, no, no ... eso no está bien, sabes, te mereces un castigo bastante severo" y antes de que ella terminase de decir esto, él empezó a reír, y entre carcajadas preguntó ¿sólo uno? Esta putita ya se ha ganado hoy unos cuantos".

De repente me dejaron de tocar, me volvieron a dejar sola yo tenía miedo, pero de nuevo estaba muy excitada, esa excitación se estaba empezando a convertir en la necesidad de correrme, pero yo no podía tocarme y no sabía cuanto tiempo iba a tener que pasar atada recordaba que él me había dicho que avisase de que no dormiría en casa.

No se cuanto tiempo pasó, quizás horas, quizás minutos, pero a mi se me hizo eterno, tenia el coño chorreando, y estaba muy excitada, y cuando me quitaron la venda y les pude ver a los dos allí desnudos frente a mi, me excité aun más. Ella comenzó a lamer mis pechos y mis pezones poniendo a estos últimos cada segundo más duros, después empezó a retorcerlos con la mano y a mordisquearlos, mientras él masajeaba mi clítoris. Ella me estaba haciendo bastante daño, pero en ese momento yo no sabía distinguir entre placer y dolor.

Cuando él empezó a bajar sus dedos hacia mi culo y empezó a lubricar con mis propios flujos mi ano, realmente me asusté. Yo era virgen por ese agujero, y si nunca había dejado que nada penetrase por allí era porque me daba mucho miedo y siempre que habían intentado meterme un dedo creía que me moría del dolor. Él empezó a meter el dedo allí y como siempre empecé a sentir una dolorosa punzada que me hacia pensar que me iba a partir en dos, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, mientras suplicaba con los mismos que por favor no hiciese eso. El me miraba sonriente, con una sonrisa maliciosa que denotaba que estaba disfrutando con mi dolor. Poco a poco mi culito fue cediendo hasta que el dedo entró, pero obviamente él no se conformó ahí, y comenzó el mismo proceso con dos dedos. A esas alturas yo empecé a emitir gritos que debido a la mordaza nuevamente eran pequeños sonidos sin sentido. Laura entonces dejó mis pechos y se dirigió a lamer mi clítoris. Justo cuando noté su lengua en mi botoncito el había decidido empezar a meter tres dedos, yo creía que no lo aguantaría más, pero esta vez cuando los tenia ya dentro se quedó quieto dándome tiempo a que mi ano se acostumbrase, de esta forma comencé a sentir un cierto placer.

Él debió de notar que empezaba a disfrutar en mi cara y decidió recordarme que no podía correrme., ¿Cómo no voy acorrerme si lo necesito desde ayer? Pensé yo, no aguantaré. Y efectivamente así sucedió, en cuanto él empezó a follar mi culo con su polla sentí una punzada de dolor, que poco a poco se fue convirtiendo en algo más gustoso, y Laura que había dejado de chupar mi clítoris comenzó a masajearlo con la mano, mientras observaba como su tío me follaba, ese fue el momento en que no pude aguantar más y estallé en el mejor orgasmo de mi vida.

Ellos parecía que ni se habían dado cuenta. Laura se separó de mi coñito para acercarme el suyo a mi cara, después de por supuesto haberme quitado la mordaza, no hizo falta que me dijera lo que tenía que hacer, yo empecé a lamer aquel coño con bastante asco, pero sin parar dado que no quería ganarme más castigos. Al poco tiempo él se corrió en mi culo y ella en mi boca, y me soltaron para que me fuera a la ducha. Cuando salí del baño habían preparado algo de cena, y comenzamos una breve conversación intrascendente, en la que yo confesé que estaba realmente exhausta, entonces Laura comenzó a reír y me recordó que todavía tenía varios castigos acumulados, me estremecí del miedo, pero a la vez sentí cierta ansiedad por la intriga de no saber que iban a hacer conmigo.

A partir de aquel día mi amiga, su tío y yo hemos pasado momentos estupendos juntos.