Mi prima y sus amigas

Mónica habia organizado una fiesta en casa, para su primita de 16 años, lo que su prima no sabía es que Mónica y sus amigas se iban a festejar a su costa.

PRIMERA PARTE.

La verdad es que siempre he estado muy, pero que muy bien y eso no lo digo por como me vea yo, si no por la cantidad de tíos que siempre me han querido ligar.

En cuestión de novios creo que he tenido mala suerte, ya que nunca encontré a ese chico que me demostrara su amor aguantando por un tiempo antes de hacer el amor con él, a los meses se cansaban y me dejaban por otra chica, pero a mí eso solo me demostraba que no valían la pena y nunca me arrepentí de hacerles pagar ese pequeño precio por el placer de hacerme suya. Pienso que mi cuerpo es solo para aquel que realmente me ame y sepa esperar, si alguien te ama de verdad sabrá esperarte.

Así pensaba yo en aquella época, en la que tenía 15 años y una melena tan negra como una noche sin luna y tan larga que llegaba a ese punto donde termina la espalda y empiezan a nacer las nalgas, y cuando me quedaba desnuda, frente al espejo y me veía en él con parte de mi melena cayendo sobre uno de mis pechos, tapándole por completo, con ese contraste que da el negro sobre el blanco de mi piel y con mis ojos color grises, entonces me decía: Virginia no cualquier capullo ha de tener el placer de catarte.

Mi prima Mónica tenía en aquella época 22 años, vivíamos muy cerca la una de la otra y a pesar de la edad, siempre nos habíamos llevado bien, a tal punto que siempre le contaba mis historias con los tíos con que salía y esas cosas y ella me aconsejaba. La verdad es que para una chica de 16 años, el que otra más mayor, aunque fuera de tu familia, te escuchara, té hacia sentir muy mujer y muy adulta.

Pero había un pequeño problema y es que mi prima siempre me decía que me follara a esos tíos, pero yo no quería y le decía que mi cuerpo no era para cualquier tío, si no para alguien especial, lo que ella no entendía y muchas veces, en broma, me decía: a ver si tu problema es que te gustan las tías, primita mía.

Yo admiraba mucho a Mónica, era mi heroína, guapa, alta, con un tipazo de tirar pa atrás, y sus amigas eran igual de monumentales como ella y debido a la diferencia de edad entre nosotras, mi relación social con ella se limitaba a las tardes en que me quedaba en su casa, después del colegio, hasta que mis padres regresaban de trabajar.

Fue en el verano del 2000 cuando ocurrió lo que os voy a contar, en esa ocasión mis padres cumplían sus primeros 16 años de casados y como a causa de un mal año laboral de mi madre, no pudieron celebrar sus XV aniversario, decidieron tirar la casa por la ventana e irse de crucero a las islas griegas y claro, me tocó ir a casa de mi tía a pasar esas dos semanas en las que mis padres no estarían en Madrid.

Yo estaba muy contenta, ya que Mónica y yo pasábamos muchas horas juntas y para mí eso me hacia sentirme muy mayor, yo le contaba mis cosas y ella me aconsejaba, pero a la hora de tocar el tema de chicos y sexo, entonces me hacia sentirme un pelin mal, ya que ella llegaba a insinuarme cosas como que si yo sería tortillera y otras veces me preguntaba por que sentía al ver a mis compañeras de clases y si me ponía cuando veía a una chica cambiarse de ropa ante mis ojos. Pero yo la perdonaba siempre, ya que ella en esos temas tenía otra manera de pensar.

Mis tíos se iban a pasar dos semanas al piso que tenían en Valencia y yo me quedaba esas dos semanas a solas con mi prima, ella estaba muy contenta, ya que pensaba invitar a sus amigas a pasar esas dos semanas con nosotras y yo tan solo de pensar que estaría rodeada de chicas más mayores me hacia sentir como una autentica mujer y no como esa cría a la que solo dejaban salir sus padres hasta las 11 de la noche con sus amigas los sábados. Esa noche, la primera en que mis tíos no estarían, Mónica preparaba una fiesta, mis tíos no sabían nada y claro, yo no pensaba decirles nada.

Ese día ayudé a Mónica a preparar todo para el guateque, fuimos al hiper a comprar unas botellas de Ron, tequila, coca colas y cosas para picar.

Yo le pregunté si iban a venir chicos, ella me miró, con esos ojazos negros que tenían un brillo que nunca había visto y con una sonrisa maliciosa me respondió:

¿Chicos? Nooo, esta noche será solo para chicas y ¿sabes? Sé de alguien que los va a sustituir perfectamente.

La verdad es que no lo entendí, pero la forma en que me veía no me gustaba mucho, pero tampoco le di más vueltas. Cual sería mi sorpresa, cuando en la noche entendí, a mi pesar en ese momento, a lo que se refería mi primita.

Al fin llegó la "Gran noche de mi vida" y nunca mejor dicho; Las primeras en llegar fueron Patricia e Emma.

Patricia era una chica rubia, con ojos marrones y una melena castaña que recordaba a la de un león, su cuerpo era como el de una Barbie, piernas largas, una cintura muy menudita y unos pechos muy bonitos, creo que usaba la talla 90 de sujetador. En cambio Emma era una morena de caderas anchas, un culito respingón y unos pechos tan grandes que parecían dos balones.

En ese momento yo estaba viendo una película y Mónica me apaga la TV diciéndome:

Ehhh, que ya empieza, vamos cariño, ve con mis amigas mientras yo pongo algo de música.

Yo me acerque a ellas, las salude y comenzamos a charlar, tenían mucho interés en saber de mí y estuvieron preguntándome sobre lo que hacia, lo que me gustaba y claro, ¿cómo no iba a salir el temita?, me preguntaban sobre chicos.

Pasada la primera hora, sería ya las 12 de la noche, apareció la tercera y ultima amiga de mi prima, que se llama Lucia. Mi prima le abre la puerta y le pregunta:

Mónica - ¿Has traído lo que te encargue?

Lucia – Sí, aquí traigo todo.

Lucia es una pelirroja, de 1,80, la más alta de todas y la que mejor tipo tiene, lleva el pelo corto, como un chico, pero su cuerpo es muy atractivo, de piernas largas y bien contorneadas, usa una minifalda que hace muy difícil el que se pueda sentar sin que sus muslos se descubran casi al completo.

Mi prima le sirve una copa a su recién llegada amiga y ya estando todas en el salón dice Mónica, dirigiéndose a sus invitadas.

Mónica – Chicas, os he invitado debido a que mi primita Virginia pasará dos semanas con migo, sin que estén sus padres ni los míos, claro, y como ya tiene 16 años y es una mujer, es hora de que tenga su primera "Gran fiesta". Mi deseo es que sea ya una mujer por completo e imagino que vosotras me ayudareis, tal y como ocurrió cuando yo tuve su misma edad.

Todas contestaron que si y comenzaron a aplaudirme, lo que me hizo sentirme mejor que en toda mi vida.

En ese momento las luces del salón pasaron a ponerse tenues y la música que en ese momento sonaba ( escuchábamos a Ricky Martín ) cambió radicalmente, pasando a sonar una música muy romántica.

Mientras Mónica y Lucia hablaban tranquilamente, en un rincón de la habitación, Patricia y Emma comenzaron a bailar pegadas; yo en ese momento no les presté mucha atención a lo que hacían, pero de repente comencé a ver como se besaban las dos chicas, al principio eran simples piquitos pero luego eran besos más largos y profundos, eran besos con lengua y las chicas se empezaron a meter mano sin ningún pudor.

Yo estaba perpleja, mirando aquella imagen la cual, a pesar de lo que siempre creí, no me dio asco y más bien me resultaba muy erótico. En un momento en que no despegaba la vista de esas dos chicas, sentí como si alguien me mirase muy fijamente y pude ver, de reojo que eran mi prima y su amiga; tenían las dos una sonrisa maliciosa y mientras me miraban hacían comentarios sin llegar a quitarme los ojos de encima, sabia que hablaban de mí y algo me decía que no iba todo tan bien como yo creía, en ese momento pensé que podía hacerme la despistada y me fui a la cocina a por una copa.

Mientras me preparaba un cubata, apareció Lucia, como si de un fantasma se tratase, venia a por otra copa y mientras se la preparaba comenzamos a charlar.

Lucia - ¿Qué tal Virginia? ¿Te lo estas pasando bien?

Virginia – Sí gracias, es una fiesta muy bonita.

Lucia – Me parece que te has quedado un poco flipada por el baile de Emma y Patricia.

Virginia – La verdad es que no sabia que fueran novias.

Lucia – Y no lo son.

Virginia – y entonces ¿Por qué se besan y se meten mano?

Lucia - ¿Qué tiene de malo eso? Entre amigas esta bien hacerse cariñitos.

En ese momento Lucia se me acerca, me coge de la cintura, me trae hacia ella y me da un piquito, el piquito más suave pero a la vez más bonito que jamás llego a darme alguno de los chicos que me querían ligar. Una vez dado, me suelta y con una sonrisa como la que tenía mi prima en el hiper, me dice

Lucia – También podemos llegar a ser tan amigas tú y yo, al igual que lo son Emma y Pati.

Paso seguido, Lucia sale de la cocina, cubata en mano, dejándome sola y perpleja, el que una chica tan alta y hermosa como era ella, llegara a decirme eso y a darme aquel besito me dejó descolocada y en ese momento pensé en cuantas sorpresas más me depararía esta noche.

Serian como la una y media de la noche, más o menos, yo llevaba ya unas cuantas copitas e más y parece que comenzaba a notarse, ya que ellas no dejaban de mirarme y de cuchichear; en eso que mi prima se levanta del sillón y nos dice a todas:

Mónica - ¡Chicas!, ¿No os parece que la ropa que lleva Virginia no es muy apropiada para una fiesta de este tipo? – a lo que el resto comenzó a darle la razón y a hacer sugerencias de lo que debería ponerme. Y es que todas ellas estaban espectaculares, tengo que reconocerlo, parecía que iban de discoteca, a excepción de Emma, que llevaba unos pantalones ajustados de cuero, que realzaba aún mas sus curvas, el resto llevaban unas minifaldas, cada una más corta que la de la otra, pero sin llegar a superar la faldita de Lucia, las tres se veían, mostrando esas piernas tan bien formadas y esos muslos que dejarían a cualquier tío babeando toda la noche y las cuatro llevaban unas blusas, que dejaban sus ombligos al aire y sus escotes eran impresionantes, prácticamente solo les cubrían las blusas la mitad de sus pechos.

En ese momento todas corren a la habitación de mi prima y regresan con varios trapitos entre sus manos.

-Vas a ver que guapa vas a estar – me decía Patricia – no puede ser que una niña tan mona como tu esté en desventaja ante nosotras.

Las cuatro se acercan a mí, me cogen de los brazos y me levantan del sillón; no se como lo hicieron, pero al darme cuenta una me estaba quitando la camiseta, otra los vaqueros y de repente me encontré en ropa interior, ante las cuatro, sin darme cuenta de cómo ocurrió.

En ese momento se alejan de mí, como dos metros y como si de 4 criticas de arte, que contemplan un cuadro, comienzan a comentar entre ellas:

-umm, no sé, esas braguitas no están mal, pero seguro que con una tanguita se realzaría aún mas ese pompis

-Es verdad – decía otra – y creo que para este tipo de blusa no es muy recomendable usar sujetador.

Lucia fue la encargada de quitarme el sujetador, se acercó a mí y mientras me miraba de frente sus brazos rodearon mi cuerpo y debido al tamaño de sus tetas, la separación entre nosotras era prácticamente cero.

Que difícil resulta quitarte esta cosa –

me decía Lucia y en un momento sentí como nos juntábamos dé tal manera que mi boca tocaba sus pechos, lo cual era normal, debido a que era la mas alta de todas. Sentí como el enganche del sujetador de abría pero en ningún momento dejo de abrazarme, es más, me abrazaba cada vez más fuerte, para que no me separara de ella. Yo trataba de sepárame, pero entre la fuerza de ella y mi estado etílico, era algo imposible. De reojo miré hacia las otras tres chicas y me dio la impresión de que disfrutaban con ello, es más, Emma se pasaba la lengua entre sus labios.

Lucia, tía, ¡no seas pesada!- dijo Pati separándonos, en ese momento el sujetador

Cayó al suelo y mis pechos quedaron libres a lo que Pati dice:

¡Guau!, Virgi, que pasada tetas tía, ni grandes ni pequeñas, yo diría una 95 – y en ese momento, sus manos comenzaron a sóbramelas - ¡Y que duritas las tiene!-

Yo apartaba una de sus manos de mis pechos pero enseguida la otra mano entraba en acción, en un momento una de sus manos tomó fuertemente uno de mis pezones y sentí como se me ponían duros, me quedé sorprendida, y eso fue aprovechado por Pati para cogerme la otra teta, comenzando a magrearlas. Esa sensación comenzaba a gustarme y entonces no supe que hacer, estaba paralizada y confundida, sentía que estaban abusando de mí, que me metían mano unas tías, pero por otro lado sentía que me gustaba, pero yo no soy lesbiana y me sentía fatal por todo esto, quería liberarme de ella pero no sabia que hacer.

La siguiente en entra en escena fue Emma y mientras Pati se aferraba a mis tetas, con sus dos manos, sentí como Emma comenzaba a bajarme las bragas; ya esta historia no me estaba gustando nada, yo entre dos tías, que apenas dejaban espacio entre nuestros cuerpos, una magreandome las tetas y la otra terminándome de desnudar.

No sabía como impedirlo, con una mano agarraba mis bragas, que casi estaban a la altura de mis rodillas y con la otra trataba de soltar una de mis tetas de las manos de Pati, a la que se le notaba que disfrutaba con ello.

Como era imposible impedir, con una mano lo que querían lograr dos, al final mis bragas terminaron en el suelo y mis dos tetas entre las manos de Pati.

De repente, una de las manos de Emma llegó a donde ninguna mano extraña había llegado, a mi sexo. En ese momento dejé de luchar, pensé que era imposible salir de entre esas dos tías salidas y me dejé abandonar a mi suerte; Pero en ese momento aparece mi prima y les dice: - Ya vale, ya vale, dejarla ya.

En ese instante, aquellas manos dejaron libre mis pechos y mi coñito – Vamos Virgi, que es solo una broma de mis amigas – Me dijo Mónica en plan conciliador y comencé a sentirme mejor – Mira primita, hemos escogido para ti estos trapitos, pontéelos todos, son míos y seguro que te hace ilusión ponerte mi ropa, como cuando tenías trece años ¿te acuerdas?

Entre la ropa habían unas pantis de rejillas, de esas que llegan hasta la mitad de los muslos, un tanga negro, una minifalda negra, unos botines y un TOP. Después de ponerme toda la ropa, mi prima me acompañó al baño, me pintó, me peinó y al verme al espejo quedé maravillada conmigo misma, estaba muy guapa y parecía que tenía veinticuatro años.

Al regresar las dos al salón, donde continuaban sus amigas bebiendo y fumando mi prima les dijo – Chicas¡ creo que ya es la hora de comenzar la fiesta. – Todas se quedaron mirándome y me decían - ¡¡guauuuu, tíaaaa!!! ¡¡¡Cómo estas de guapa!!!

En ese momento todas comenzaron a aplaudir, mi prima se dirigió hasta la cómoda del salón, sacó un dado del cajón y dijo: - Venga, todas a la mesa – ya estábamos todas alrededor de la mesa cuando mi prima tira el dado, sacando un cinco – ¡¡¡uuuyyyy un cincooo!!! A ver quien puede superarlo –

La siguiente fue Pati, que sacó solo un tres, al igual que Emma; Llegó el turno de Lucia y al ver que el dado le daba un seis, estalló en un grito - ¡¡¡Siiiiiii!!!! ¡¡¡¡Soy la mejor !!!

Yo era la ultima en tirar del dado y solo logré sacar un mísero uno; con una sonrisa les dije a todas – parece que he perdido – pero mi prima, con la misma sonrisa que tenía en el hiper me dice – no cariño, no ha perdido, porque tú eres el premio y el premio nunca pierde – entonces me levante de sopetón de la silla y fue entonces cuando me di cuenta de la realidad, las cuatro eran lesbianas y esa noche me iban a violar, traté de salir del salón e ir a la puerta que da a la calle, prefería pasar toda la noche a la intemperie antes de ser violada por mi prima y las salidas de sus amigas, pero al llegar a la puerta, vi que está estaba cerrada con llave, me di la vuelta y allí las vi, a las cuatro, paradas y con los brazos cruzados, mirándome como si pensarán: ¿a ver que hace ahora bomboncito?, miré a mi prima y le dije – Mónica, dame las llaves, me quiero ir de aquí, esto no me gusta, te juro que no diré nada si me dejas ir – Pero Mónica, con una gran sonrisa me responde – Ven a por las llaves y si las coges te puedes ir – En ese momento me las enseña y acto seguido se las mete entre las tetas.

Las cuatro se iban acercando cada vez más, sin dejar de mirarme como mira el zorro a las gallinas, en ese momento vi una posible vía de escape, el jardín del chalet, cuya puerta esta abierta, trate de salir corriendo hacia allí, peno no logre dar más de tres pasos cuando Lucia me coge del pelo y me dice – Nooo cariño, ni pienses que te me vas a escapar, yo saqué un seis y eres para mi – e ese momento las otras tres se me abalanzaron y cogiendome por las piernas y por los brazos me llevaron hasta la habitación de mis tíos, una vez allí, me tiraron sobre la cama y cerraron la puerta, también con llave, en ese momento se me ocurrió salir por la ventana, pero al mirar hacia ella me sentí perdida, la ventana tenía rejas; Ahora si que estaba perdida, les dije que gritaría si no me dejaban salir de allí, pero Mónica me dijo que en estas fechas los vecinos estaban fuera, de viaje de vacaciones y que está era la única casa habitada en la calle, que gritara si quería, pero que no me iban a escuchar, y lo peor es que era verdad.

Al llegar esa noche a casa de mi prima, Lucia traía una mochila, la cual se encontraba en la habitación, de ella comenzaron a sacar unas correas, unas esposas, en cuestión se segundo se me lanzaron las cuatro encima, tomándome nuevamente por las piernas y por los brazos, yo forcejeaba, tenia que salir de allí como fuera, pero todo era inútil, me acostaron en la cama, me esposaron las manos al cabecero de la cama, que era de barrotes y con las correas ataron mis tobillos a los pies de la cama, a pesar de ello, yo forcejeaba, como tratando de soltarme, las cuatro se me quedaron viendo y dijo Emma – cuando se canse, que será muy pronto, creo que entonces será el momento, podemos esperar – y con las mismas, se fueron todas al salón dejándome allí, atada con las manos al cabecero y con las piernas abiertas y atadas a los pies de esa cama.

No sé cuanto tiempo llevaba así, atada en esa cama y con un espejo, cuerpo entero, enfrente de mí, donde me podía ver en aquella postura, con unas medias de rejillas hasta la mitad de los muslos, con una minifalda, de piernas abiertas, con un tanga negro, el cual se escondía entre mis nalgas y sin fuerzas para seguir luchando, preparada para asumir estoicamente mi destino.

En ese momento sentí que se abría la puerta, era ella, Lucia, quien me había ganado a los dados y que ahora era mi dueña y yo su juguete, su prisionera, para bien o para mal.

Pero lo que yo no sabía aún, es que no solo sería violada por Lucia, Emma y Pati también me harían suya.