Mi prima y su madre me convirtieron en un hombre 2
Verano del ´75. Un chico tímido intenta sobrevivir a la dureza de su despertar sexual en una sociedad marcada por muchos años de represión.
Y al día siguiente, misma rutina, estaba limpiando de nuevo el interior de un coche, cuando vi como mi prima salía de si casa ataviada con un mono de trabajo de la gasolinera. La prenda parecía hecha a medida para ella, el mono se ajustaba perfectamente a su cuerpo, marcando descaradamente el contorno de sus tetas y de su culo. Pero lo que más llamó mi atención fueron los labios de su coño, se veían enormes, comprimidos dentro de aquella tela roja.
—Hola Javi.
—Hola, ¿Dónde vas vestida así?
—He convencido a mi padre para que me deje ayudarte, tienes mucho trabajo y necesito ganar algo de dinero.
—Bueno, no esperaba algo así. ¿Quieres empezar por el siguiente coche, o prefieres ayudarme a terminar con este?
Prefiero ayudarte, así voy aprendiendo, y tampoco me apetece trabajar sola.
—Pues como quieras, yo estoy encantado de tenerte conmigo.
—Y yo de estar contigo. Son tantas las cosas que quiero preguntarte…
Mi prima y su madre me convirtieron en un hombre II.
Dicho esto, y se metió dentro del coche, sentándose el asiento del copiloto.
— Poco vamos a limpiar si los dos nos dedicamos a la parte delantera del coche. —Pensé.
—Sigue tú con la parte delantera, yo me pasaré a la de atrás. —Le dije.
—No, espera, siéntate aquí conmigo, podemos charlar un rato, y luego seguimos trabajando.
—Como quieras, pero ya sabes cómo se pone tu padre conmigo cuando me retraso.
—No te preocupes, luego recuperamos lo atrasado.
—Dime. ¿De que querías hablar?
—Es sobre lo de ayer, no sentí que se te pusiera dura cuando nos besamos.
—Veo que no te cortas para preguntar. —De nuevo estaba turbando por su atrevimiento. —Es porque estaba muy nervioso, luego pensé que había sido mejor así, te podía haber molestado sentir mi polla dura sobre tu vientre.
—Pero la primera vez, cuando me abrazaste por la fuerza, si la sentí dura.
—Ese día estaba muy excitado, estaba fuera de mí, no es lo mismo.
—¿Quieres que nos besemos de nuevo?
— ¿Ahora?
No respondió, en silencio nos giramos el uno hacia el otro y nos abrazamos, de nuevo nuestras bocas se juntaron. Esta vez no era un beso entre profesora y alumno, era evidente que los dos deseábamos aquel beso por igual, nuestras bocas parecían unidas por algo más fuerte que el imán. Y la polla me dolía comprimida dentro de mi pantalón.
Sin despegar mis labios de los suyos mi maño busco la cremallera del mono de trabajo, y se la bajé hasta el ombligo. Inmediatamente su boca se despegó de la mía.
— ¿Que haces? —Y rápidamente su mano volvió cerrar la cremallera.
—Pensé que me dejarías tocarte el pecho, nunca he tocado unas tetas, y me muero de ganas.
—Está bien, pero solo un poco, pero no creas que soy una putita, ningún hombre me las ha tocado antes. —Y su mano volvió a bajar aquella maldita cremallera.
No llevaba sujetador. Nerviosa, mi mano entró a tocar aquellos montículos, pequeños, pero firmes.
—Las tienes muy duras, sobre todo los pezones, pero que suaves, me encanta tocarlas.
—Los pezones se me ponen así cuando tengo frio.
—Pero ahora no hace frio.
—Ya lo sé tonto, —dijo riendo, —ahora es porque me las estas tocando, y parece que me está gustando.
—Una última cosa, por favor, déjame que te las chupe.
—Bueno, pero con eso terminamos. —Y separo la ropa de su pecho para dejar sus senos al descubierto.
— ¿Te gustan?
—Menuda pregunta, me muero por ellas desde la primera vez que las vi.
A pesar de mi inexperiencia, mi boca parecía saber lo que había que hacer, hay cosas que van en los genes y se hacen por instinto. Lamí aquella piel sin dejarme ni un milímetro. Luego introduje uno de sus duros pezones en mi boca y lo mordisqueé ligeramente, para luego chupar de él mientras mi lengua iba lamiendo la aureola. De mi prima escaparon unos quejidos. Preocupado retiré mi boca.
— ¿Qué pasa, te he hecho daño?
—No, sigue, sigue ahora con la otra teta. Su voz era calenturienta, su aliento quemaba. Nunca había oído a una mujer hablar así.
—Vale, Javi, déjalo ya, me estoy calentando demasiado. —Su mano buscó mi bragueta para palpar mi polla durante un segundo. —Parece que ahora si se te ha puesto dura. —Añadió riendo.
— ¿Quieres verla? Estoy que reviento.
—No, ya está bien por hoy, además podrían vernos. Más vale que sigamos con el trabajo.
—Como quieras, pero yo tengo que ir al lavabo.
— ¿Vas a hacer pipí?
—Si, quizá, después.
Mi prima no era tonta, sabía muy bien que iba a meneármela, y a mí no me quedaba otra opción para intentar aliviar el dolor de huevos que tenía a estas alturas.
De nuevo solo frente al espejo, pero ahora el reflejo era diferente, empezaba a ver en él a un chico con mucha más seguridad en si mismo. Estaba sufriendo una metamorfosis. De nuevo saqué mi polla, esta babeaba y mis calzoncillos estaban mojados.
Por primera vez en mi vida me masturbé pensando en algo real, tan real como que le había comido las tetas a mi prima, y además le había gustado.
Pronto eyaculé retorciéndome de placer, el espejo recibió los primeros disparos de semen, el resto cayó en el lavabo. No recordaba haber expulsado nunca tanta leche, a pesar de ello, el dolor de huevos permaneció durante algunas horas más.
Cuando volví Mari había terminado de limpiar el coche, así que nos dispusimos a empezar con el siguiente.
— ¿Te encuentras mejor?
— Vaya no se te escapa una, si ya estoy mejor. ¿A las mujeres no os ocurre algo parecido?
—Mis amigas dicen que las mujeres aguantamos mejor los calentones que los hombres, supongo que será verdad.
— ¿Entonces las mujeres no os masturbáis?
—Tengo amigas que dicen que lo hacen casi a diario, pero yo he probado algunas veces y no termino de sentir lo que ellas dicen que sienten.
—Que interesante es todo esto del sexo, cuanto me queda por aprender.
—Yo tampoco soy una experta, pero sé muchas cosas por boca de algunas de mis amigas que tienen novio.
—Bueno, parece que ya es la hora de irme, la tarde se me ha pasado volando. —Dije riendo.
—Y a mí también, sinvergüenza. —Respondió riendo también. — ¿Por cierto, que día libras?
—Mañana sábado me toca descanso. ¿Por qué lo preguntas?
—Si quieres acércate por aquí mañana con cualquier pretexto, y buscaré el modo de que estemos juntos sin peligro de que nos sorprendan.
—Me parece buena idea, vendré por la tarde, y si me ven llegar buscaré alguna excusa.
—Pues entonces, hasta mañana.
—Hasta mañana hermana.
Cuando volvía a mi casa, mis pies parecían no tocar el suelo, tenía la sensación de ser capaz de volar. A mi cabeza volvía una y otra vez la imagen de la cara de mi prima, su mirada, su voz, y sobre todo sus pechos. Todo era maravilloso, la vida empezaba a tener sentido para mí, y aun me quedaba tanto por descubrir…
Impaciente, esperé a la tarde siguiente. Y por fin llegó el momento. Decidí entrar por la puerta trasera del patio, era por donde entraban los coches para lavarlos, pero la encontré cerrada. Afortunadamente mi prima estaba allí, le hice señas a través de los barrotes, hasta que por fin me vio y vino hacia mí.
—Hola Javi, has sido muy puntual. —Dijo mientras entreabría la puerta. —Ve a la casa y escóndete en mi habitación, yo iré enseguida.
—Pero, ¿No será peligroso, y si alguien me ve?
—No te preocupes, mis padres están muy ocupados en la gasolinera, en cuanto a mi voy a buscar una excusa para estar enseguida contigo.
Como un ladrón entré en la casa mirando a derechas e izquierdas, y me colé en la habitación de Mari. La cama estaba hecha y sobre ella había algunos peluches, sonreí al verlos, —Aun es una niña, —pensé, —Bueno, en realidad somos dos niños.
No tuve que esperar más de 10 minutos para que llegase mi prima.
—Le he pedido a mi madre que me de la tarde libre, se supone que he venido a arreglarme para salir.
—Pero, y si viene y me encuentra aquí.
—Voy a cerrar mi puerta con llave, y si oímos algún ruido, vas y te escondes dentro del armario como en las películas.
No pudimos evitar una risa nerviosa al pensar en ello.
Sentados en el borde de la cama, nuestras bocas se unieron sin más preámbulos. Fue un beso largo, aún más apasionado que el de la tarde anterior, y cargado de mucha complicidad.
—Más vale que nos desnudemos sin más rodeos. —Dijo mi prima. No tenemos mucho tiempo. Y mete tu ropa bajo la cama.
Una vez más, aquella chica me estaba desconcertando con su atrevimiento.
— ¿Quieres que nos desnudemos? —Pregunté incrédulo.
—Claro, tú ya me has visto desnuda, y ayer querías enseñarme la polla. Si lo que queremos es explorar nuestros cuerpos, para que andarnos con más rodeos.
—Como quieras, pero te prevengo de que estoy muy nervioso.
— ¿Y cómo crees que estoy yo?
Rápidamente nos denudamos, esta vez pude ver el cuerpo de mi prima en todo su esplendor. ¿Que puedo decir de él? Era lo más bello que habían visto mis ojos. Aun hoy lo recuerdo, era como un capullo de rosa a punto de abrirse. Ya no era una niña, pero aquel cuerpo no había alcanzado aun el esplendor que llegaría a tener unos años después. Pero para mí, era sin duda lo más bello que existía sobre la tierra en ese momento. Antes de tenderse boca arriba sobre la cama, cogió los peluches y los dejó en un rincón de la habitación, los puso mirando hacia la pared, no quiera que vieran lo que iba a pasar.
—Ven aquí Javi acuéstate a mi lado.
Me tendí boca arriba junto a ella, reparé en mi polla, estaba flácida, mi prima también se dio cuenta de ello.
—Vaya, hoy no se te ha puesto dura.
—Solo necesito relajarme un poco.
—Pues relájate, venga, ponte sobre mí y hazme lo mismo que me hiciste ayer. Me gustó mucho.
Obedecí sin más, y de nuevo mis manos acariciaron aquellas colinas, colinas que unos pocos años después se convertirían en montañas. De nuevo escaparon los gemidos de su boca cuando mi lengua fue escalando hasta la cima de aquellos montículos, para terminar, mamando de sus pezones, duros como balas. Tan duros como lo estaba ahora mi polla, apoyada sobre su vientre.
Para ser la primera vez que estaba con una mujer, me sorprendí a mí mismo al verme haciendo cosas que nadie me había enseñado.
Dejé por ahora las tetas, el pecho de mi prima subía y bajaba como un fuelle, me volví a tender a su lado y mi mano se deslizó entre sus piernas. Otro sueño que se estaba haciendo realidad, estaba a punto de tocar un coño, el primero de mi aun corta vida.
Al sentir mi mano entres sus muslos, Mari abrió instintivamente las piernas, sentí la humedad en mis dedos, humedad y calor. Torpemente hundí mis dedos dentro de aquella raja.
—Ten cuidado, no me metas los dedos dentro me puedes romper el virgo. Mejor espera un poco yo te digo lo que tienes que hacer.
Se sentó sobre la cama, y cogiendo mi mano, la guio hacia su clítoris.
— ¿Notas un bultito? Pues ahí es donde me tienes que tocar.
Tan pronto como mi dedo se puso a acariciar aquel punto, un temblor pareció recorrer su cuerpo.
— ¿Te gusta?
—Me encanta. —Una vez más su voz era febril, más bien un susurro. —Mis amigas dicen que sus novios se lo hacen con la lengua.
— ¿Quieres que lo haga yo?
—Si no te da asco…
— ¿Eres tonta? Nada de ti me puede dar asco.
Sin más, deslicé mi cuerpo hasta tener aquel objeto de deseo ante mis ojos. Por primera vez estaba viendo un coño de verdad, abierto ante mí, y para mí. Sus labios rojos y luego la entrada de su vagina, un deseo loco de meter ahí mi polla recorrió mi cuerpo.
—Que cosa tan bella, nunca había visto algo así. Como me gustaría metértela.
—No, eso no por favor, quiero seguir virgen por ahora. (*)
Sin más, me incliné sobre aquella flor y la empecé a lamer de abajo arriba, una y otra vez, Su sabor era ligeramente salado, pero no era desagradable.
—En el clítoris, Javier, lámeme la campanilla por favor.
Mi lengua busco aquel bultito, supe que lo había encontrado cuando la pelvis de María se tensó elevándose hacia mi boca.
—Así, sigue ahí, ese es el sitio. Me gusta mucho. —Su voz había cambiado parecía tener problemas para articular las palabras.
— ¿Te encuentras bien?
—Sigue, no hables ahora, sigue, me muero de gusto.
De pronto todo su cuerpo empezó a tener convulsiones, luego se tensó y su pelvis se elevó repetidas veces. Me era muy difícil seguir su ritmo sin despegar mi boca de su coño.
—Ahora Javi, ahora estoy llegando, esto es el cielo. Para, para ya, no aguanto más.
Y de golpe su cuerpo recobró su posición normal, mientras unas convulsiones parecían recorrerlo. Yo acostado a su lado la miraba asustado, hasta que por fin la oí hablar.
—Ha sido fantástico, es la primera vez que me corro de verdad, ahora sé a que se referían mis amigas.
—Me alegro mucho por ti, nunca había visto una mujer correrse, me has asustado un poco.
—Es lo que llaman un orgasmo, Javi, por fin sé o que es. No te imaginas lo contenta que estoy.
— ¿Qué has sentido?
—Es difícil de explicar, es mi primera vez. Es como que por unos instantes he perdido el control de mi cuerpo, he sentido calor y frio a la vez, y mucha tensión hasta llegar a un placer muy intenso. Y luego relajación, paz, felicidad.
—Pues yo tendré que volver a hacer lo mismo que ayer, me están empezando a doler los huevos.
—No seas tonto, yo te ayudaré a correrte, te lo has ganado.
Se giró hacia mí y agarró mi polla con su mano, sentí como aumentaba de tamaño.
—Voy a meneártela, dime si lo hago bien, es la primera vez que toco una polla.
—Tienes que mover la mano arriba y abajo, no tiene más misterio.
—Eso ya lo sé, me lo han dicho mis amigas.
—Así, sigue, lo estás haciendo bien, así despacio.
—Algunas me han contado que se lo hacen a sus novios con la boca.
— ¿Te atreverías?
—Puedo probar, no te garantizo nada.
Sin mediar palabra se puso a horcajadas sobre mí, poniendo ante mis ojos su bonito culo y su coño entreabierto. Con su mano derecha agarro mi polla y acercó su cara a ella. Por unos momentos se quedó parada mirando mi glande, con su otra mano acariciaba mis huevos.
— ¿Qué pasa te da asco de hacerlo?
—No es eso, es que nunca había visto una polla tan de cerca, ni unos huevos, es muy excitante ver ese capullo tan rojo, parece de caramelo.
—Pues métetelo en la boca, quiero saber que se siente, para mí también es la primera vez que me la chupan.
Despacio se la introdujo en la boca hasta donde le era posible, y luego se la volvió a sacar, hizo aquello varias veces seguidas.
— ¿Te gusta? ¿Lo hago bien?
—Si, me encanta, pero creo que deberías usar un poco la lengua para que me dé más gusto.
Era nuestra primera vez, pero los dos estábamos aprendiendo muy deprisa. Mi prima lo estaba haciendo muy bien ahora, no necesitaba ser un experto para para saber que aquello me estaba gustando mucho más que lo que yo había probado hasta entonces.
Aquel placer no era comparable con el de una simple paja de las que yo me hacía a diario. Aquello era mucho más grande, aunque no lo podía comparar aún con el placer de penetrar un coño.
Para colmo la visión de los muslos de María, de su culo y su coño tan cerca de mi cara, me estaba volviendo loco. Acaricié aquel culo con las dos manos, y luego su coño. Pero mi prima me interrumpió.
—No me toques el chocho ahora, por favor, me encanta, pero no quiero volver a calentarme, además si lo haces no puedo concéntrame en tu polla.
—Está bien, de todas formas, estaba a punto de correrme cuando has parado.
—Lo siento, voy a seguir, pero avísame, no te corras en mi boca.
De nuevo mi Mari se volvió a tragar la polla, pero por muy poco tiempo, mi poca experiencia no me permitía retrasar más el orgasmo.
—Ya está mari, sácatela y sigue con la mano, pero date prisa, estoy a punto.
Dicho y hecho, apenas tuvo tiempo de agarrar mi polla, y esta estalló dentro de su pequeña mano.
—Sigue cariño, sigue un poco más… Ya está, para, ya he terminado.
Caí rendido hacia atrás, nunca me había sentido tan relajado y feliz después de eyacular. En cuanto a mi prima, parecía estar en trance, mirando mi polla cubierta de leche y tocando con sus dedos la que había caído sobre mi barriga. Luego se llevó un dedo a la boca.
—No pienses que soy una guarra, solo quiero saber cómo sabe. Esta salado, ¿Quieres probarlo?
—No, por favor.
—Es tu semen no debería darte asco.
Y me metió un dedo en la boca.
—Ves tampoco sabe tan mal. Tengo una amiga que deja que su novio se corra en su boca. Yo no sé si lo haré algún día. ¿Quién sabe?
Ni prima se levantó y fue a traerme una toalla.
—Toma, límpiate la barriga, vas embadurnado de leche.
— ¿Te ha gustado lo que hemos hecho?
—Si me ha gustado mucho, y además ahora puedo hablar de ello con mis amigas, sabiendo lo que se siente, aunque aún no lo he probado todo.
—Y no te gustaría que llegásemos hasta el final. Me muero por saber que se siente, ya sabes, con la polla dentro de un coño.
—Creo que te olvidas de que somos primos, si fuésemos novios sería distinto. O tal vez si yo no fuese ya virgen. Pero así, no puedo, el día que me entregue por primera vez a un hombre, tiene que ser por amor.
—Pero si ya te has entregado a mí.
—Lo nuestro ha sido como un juego, que tal vez se nos ha ido un poco de las manos, pero me ha encantado. Puede que algún día te pida que hagas el amor conmigo, pero debes perdonarme, no puedo permitir que tú seas el primero que entre en mí. Y espero que no cuentes nada de esto a tus amigos.
—Lo comprendo, aunque me cuesta mucho aceptarlo. Espero que repitamos esto algún día. Y por lo demás no te preocupes, te aprecio demasiado como para ir fanfarroneando a tu costa.
—Yo también deseo repetir, pero debemos ser muy prudentes.
De nuevo estábamos los dos vestidos.
—Voy a salir yo primero, y cuando pasen un par de minutos, debes salir tú con mucho cuidado de que no te vean.
—De acuerdo. —Respondí.
Cuando mi prima se fue conté mentalmente los dos minutos, luego abrí despacio la puerta de la habitación, no se veía a nadie en el pasillo. Sigilosamente seguí hasta la puerta de la calle. Pero al pasar por delante de la cocina, una voz llamó mi atención.
— ¡Javier!
Giré la cabeza, era mi tía, estaba en la cocina. Me quedé sin palabras.
— ¿De donde sales? —prosiguió
—De la habitación de Mari, me ha llamado para cambiar una bombilla. —Era evidente que se estaba dando cuenta de mí nerviosismo, pero siguió hablando como si no ocurriese nada.
— ¿Y no podía habérselo pedido a su padre?
—Tal vez no lo quería molestar, y como yo he venido a recoger una cosa que me dejé ayer olvidada, pues ha aprovechado la ocasión.
—Es curioso, hace un momento me he cruzado con ella y no me ha comentado nada.
—Bueno, tengo que irme. Hasta mañana.
—Hasta mañana. —Respondió mi tía Carmen.
Cuando salí busqué a mi prima por todas partes, pero no la encontré. Estaba preocupadísimo, que pasaría cuando su madre le preguntase a ella. Mari no sabía nada de mi cuartada. Por fin la vi, salía del aseo de la gasolinera.
— ¿Javi, te ha visto mi madre?
—Tu madre me ha sorprendido cuando salía estaba en la cocina.
—La vi entrar, pero ya no pude hacer nada para avisarte.
Le conté a mi prima todo lo ocurrido con su madre.
—Estoy segura de que sospechara algo, en fin, ya veremos que pasa. A quien realmente tengo miedo es a mi padre, espero que no le diga nada.
—Ya veremos que ocurre mañana. Si quieres llama a mi casa esta noche y me dices que ha ocurrido.
—Luego te llamo. Hasta luego.
—Hasta luego.
(*) Esta historia ocurre durante los años ´70 en una España marcada por la dictadura y la religión. Llegar virgen al matrimonio era obligatorio para la mujer. Y luego su máxima aspiración era vivir con una cadena que solo le permitía ir de la cocina a la cama.
¿Qué pasará ahora? Las cosas pueden complicarse… Espero escribir una tercera parte, todo depende de vosotros. Espero por ello vuestras opiniones.
En Todorelatos, en mi correo, y en mi blog: tonirelatos.blogspot.com