Mi prima y su amiga inglesa
Un encuentro sorpresa con mi prima y su amiga inglesa
Me enteré de que mi prima estaba en la ciudad por casualidad; mi madre lo comentó en la reunión semanal que hacíamos los hermanos: tomábamos café y despellejábamos a todos los ausentes, una tradición de años.
No la había visto desde que partió a Londres hacía ya cinco años, pues aunque venía al menos una vez al año, por diferentes compromisos y viajes no habíamos vuelto a coincidir. Seguía llamándola por su cumpleaños y ella lo hacía cuando me echaba de menos; hasta practicamos sexo telefónico en ocasiones msuy especiales. Al principio nuestra separación se nos hizo muy difícil, pero ya se sabe que la distancia mata la pasión, y yo conocí a una mujer, y me casé y me divorcié y ella nunca llegó a conocerla, con lo que no se perdió nada.
El recuerdo de mi prima me trajo ensoñaciones de los dos años de amor y pasión que pasamos tan felices, y de pronto recordé que dentro de tres días era su cumpleaños, así que me propuse llamarla y al menos tomar un café juntos. No esperaba que siguiera interesado en un "viejo" de 38 años.
Como casi todos los días me dirigí al centro comercial en que solía hacer mis compras y apenas había entrado cuando mi corazón sufrió un vuelco: frente a mí, con la boca tan abierta como creo que estaba yo, se hallaba mi prima. Parecía una escena de película, los dos corriendo y fundiéndonos en un abrazo que me pareció cortísimo y a la vez eterno. Nos quitábamos la palabra continuamente sólo para decirnos lo guapos y estupendos que estábamos y lo que nos habíamos echado de menos, y fue entonces cuando reparé en una muchacha pelirroja que nos miraba con cara de felicidad. Mi prima me la presentó: era su amiga y compañera de piso y trabajo en Londres. En un correcto castellano me dijo que era como si me conociese desde hacía tiempo, de tanto que mi prima le había hablado de mí.
Estaban en el centro comercial para hacer compras, y les propuse acompañarlas y tomar algo juntos después. Se me ocurrió que como su cumpleaños era en tres días le haría el regalo que más le gustase en la tarde de compras, y añadí en la oferta a su amiga. Al principio lo rechazó, pero mi prima la convenció diciendo que sería divertido.
Eligieron varias prendas y con ellas se dirigieron a los probadores mientras las esperaba fuera. Mi prima asomó la cabeza por una de las cabinas y me llamó para que viera cómo les quedaba lo que querían comprar. Al entrar al probador se me saltaron los ojos de las órbitas: mi prima y su amiga llevaban un sucinto tanga y un sujetador de blonda que las hacía... Mi prima había mejorado su cuerpo en estos cinco años, pero su amiga era una auténtica modelo de lencería. Se echaron a reir al ver mi cara, y mi prima me dio dos cachetes en la mejilla para que reaccionara. "¿Qué te parece, primo? ¿Nos quedan bien?" No podía ni responder. Se giraron para mostrarme los traseros más perfectos que recordaba haber visto y me los acercaron para que comprobara su firmeza. Alcé ambas manos y toqué esos divinos culos duros como piedras; se ve que las horas de gimnasio les eran productivas. Nuevamente se echaron a reir y al final me echaron del probador para vestirse. Cuando salieron pagué todas las compras y al salir del centro me preguntó mi prima si todavía tenía el apartamento en el que fuimos tan felices durante dos años. "Sí, le dije, es de lo poco que no se llevó mi exmujer". Propuso entonces ir a tomar allí una copa y así me enseñarían todas las cosas que yo les había regalado.
Mientras preparaba unas copas se encerraron en la habitación y entre risas escuchaba sus voces hablando indistintamente en castellano y en inglés.
Cuando salieron con el primer modelito casi me da un infarto: las minifaldas que llevaban apenas eran más anchas que mi cinturón, y con ellas mostraban unas piernas impresionantes que sujetaban unos cuerpos de alucine. Las camisetas que llevaban se pegaban a sus pechos no dejando nada para la imaginación. Sus ropas eran iguales pero en distinto color. Imaginé que lo harían para poder cambiárselas y combinarlas. Se mostraron ante mí como auténticas modelos, sin parar de hacerme carantoñas y caricias que me provocaron una erección instantánea. Se rieron y volvieron a la habitación para salir a continuación con un camisoncito transparente que habría levantado a cualquier muerto de su tumba. No llevaban sujetador, y el tanga que apenas cubría sus montes de Venus permitían ver sus pubis depilados en forma de triángulo perfecto. Eso me recordó la primera vez que se lo vi a mi prima y mi excitación creció, como mi pene el cual ya ni me molestaba en disimular.
Se plantaron frente a mi y tomando mis manos las dirigieron a sus pechos., permitiéndome acariciarlos con libertad. Mi asombro fue en aumento cuando de repente mi prima y su amiga empezaron a besarse, con dulzura al principio, y con pasión desenfrenada después, mientras mis manos recorrían esos cuerpos perfectos, hasta que mi prima abandonó los labios de su amiga para acercarse a los míos y posarlos suavemente mientras decía cuánto me había echado de menos. La besaba con los ojos cerrados y eso me impidió ver cómo su amiga se acercaba y se deshacía de mi pantalón y mis bóxer, dejando al aire mi pene duro como un mástil. Sin darme tiempo a reaccionar se lo metió en la boca y empezó a lamer como una posesa, sobando a la vez mis huevos y deslizando su dedo hacia mi ano.
Creía enloquecer al pensar en esas dos diosas que me hacían lo que querían y a las que pude ver finalmente desnudas cuando se despojaron de los transparentes camisones y contemplé lo que creí la perfección: sus cuerpos parecían gemelos; los pechos turgentes, las caderas estrechas, los firmes traseros... Mi prima abandonó mis labios y se puso a competir con su amiga por saborear mi verga y enseguida comprendí que me iba a correr sin remedio y las avisé. Como lobas se abalanzaron sobre mi pene y al unísono abrieron sus bocas intentando atrapar los chorros de semen que escapaban de mis huevos. Cuando terminé se lamieron mutuamente las gotas que caían por sus caras y se besaron con furia. Era evidente que no era la primera vez que compartían un hombre.
Me quedé sentado observándolas y enseguida mi pene se puso a tono otra vez. Las chicas se echaron a reir y lo besaron suavemente mientras me "amenazaban" con otra sesión de lametones, pero yo tenía la idea y el deseo de poseer de nuevo a mi prima, tal como sucediera 7 años atrás.
La hice levantar y le despojé de su tanguita que estaba totalmente mojado, al igual que el de la pelirroja, que la imitó, mostrandome su vagina depilada. Las manos de la amiga acariciaban simultáneamente mi pene y el coño de mi prima y con suavidad hizo que coincidieran en el espacio y el tiempo.
¡Qué calidez en el interior de ese coñito que tanto había conocido!
Suavemente bombeaba a mi prima mientras la amiga acariciaba mis huevos y acercaba cada vez más su dedo a mi ano. Yo ya había probado los placeres del sexo anal y me pareció adecuado dejarla jugar conmigo mientras poseía a mi añorada prima.
Con los jugos que salían del coño de mi prima lubricó su dedo y comenzó a juguetear con mi agujerito, el cual dejé relajado para que pudiera acomodarlo sin problema. La sensación de tener un dedo en mi interior mientras penetraba a mi prima era insuperable, y pronto sentí que me iba a correr. Le pedía que parase pero mi prima se lo impidió, y entonces estallé en un orgasmo inenarrable, inundando el coño de mi prima con mi semen caliente.
No podía ni moverme cuando mi prima se levantó de mi pene y mi semen se escurrió entre sus piernas. Comenzó a besarme suavemente y se acurrucó a mi lado, mientras su amiga daba buena cuenta de los restos de mi corrida.
Por un momento cerré los ojos y cuando los abrí vi a las dos mujeres besándose con pasión.
Me disculpé por no poder seguir satisfaciéndolas y se echaron a reir, diciendo que hacía tiempo que no necesitaban hombres para disfrutar, y que si me habían "dejado" participar había sido solo por el cariño que mi prima me tenía.
Las observé acariciarse y chuparse sus coños en un 69 perfecto, disfrutrando como locas y llegando a un orgasmo simultáneo que las dejó deshechas en el sofá.
Mientras se recuperaban -y yo también- preparé unas copas y se las ofrecí. Bebimos y hablamos de lo sucedido.
Mi prima contó que aunque siempre me había querido y había disfrutado del sexo conmigo, al conocer a su amiga pelirroja llegó a una nueva dimensión del sexo que le era desconocida y mucho más placentera. Me besó con mucho cariño y pronto su amiga se nos unió. Mi pene despertaba de nuevo y entonces las chicas se pusieron a cuchichear en inglés y a mirarme con lujuria, lo que me puso más y más cachondo.
Entonces mi prima habló y me sorprendió con su petición.
"Querido primo, nadie me ha hecho el amor con el cariño y el mimo con que lo hiciste la primera vez, y mi amiga me ha hablado de lo maravilloso que es el sexo anal. ¿Querrías poseer por primera vez mi culito? ¿Serás tan dulce y tierno como aquella vez?"
La petición me sorprendió, pero me vi incapaz de negarme, así que acerqué mi mano a su trasero y allí coincidí con la de la pelirroja, que no estaba dispuesta a perderse la fiesta.
La tumbamos boca abajo y nos alternamos en lubricar con nuestras lenguas el virgen agujerito. Como en nuestro primer encuentro, le hablé dulcemente al oido para que se relajara, pero en esta ocasión tenía la ayuda de la amiga, que con sus besos la excitaba. Le incorporé el culito y poniéndola a cuatro patas le fui contando lo que le iba a hacer, cómo empezaría a penetrarla suavemente, cómo iba a dolerle y cómo, si ella quería, pararía en el acto.
Me animó a seguir y me dio un beso que señaló el inicio del juego.
Volvimos a nuestro juego de lubricación y poco a poco fui introduciendo un dedo para relajar el esfínter de mi prima. No encontré mucha oposición y los gemidos que soltaba no eran de dolor, por lo que me atreví con un segundo dedo. Éste tuvo más dificultad para entrar, y los gemidos cambiaron de tono, menos placenteros y más de dolor, aunque fueron acallados por los labios de la amiga. Entonces me atreví a apoyar el glande en el agujero sin estrenar y empujé suavemente. Instintivamente se echó hacia adelante tratando de huir de lo irremediable, pero la atraje hacia mí sujetándole las caderas y empujando de nuevo con más fuerza. La lubricación y la excitación me permitieron avanzar un par de centímetros más, y un nuevo empujón fue respondido con un nuevo intento de retirada. "¿Quieres que pare?", dije. "Ni se te ocurra. ¡Empuja!", me gritó. Obediente, volví a apretar sus caderas hacia mi y mi pene casi se enterró por completo en su culo ayudado por la generosa saliva de su amiga que no cesaba de echar en mi verga.
Al sentir toda mi polla dentro comenzó a gemir de placer y, como en la primera ocasión, busqué un ritmo que no le doliera, suave al principio y más intenso según sentía que mi pene se deslizaba más fácilmente en su trasero.
En ese momento la amiga se situó detrás de mi y comenzó a pasar la lengua por mi ano igual que habíamos hecho minutos antes con mi prima. Pronto sentí cómo introducía un dedo y lo acompasaba con mis embestidas a mi prima. El placer que sentía era inmenso y sentí que me iba a correr enseguida. Así se lo anuncié a las dos mujeres y entre las dos me sujetaron para que no sacara el pene del culito y me corriera dentro. Así sucedió entre espasmos de placer y gritos de dolor de mi prima, que se entremezclaban con los míos.
Cuando mi pene se aflojó lo saqué del culo de mi prima y caí redondo en la cama, adonde habíamos trasladado nuestros juegos. Mi prima también se derrumbó y me pareció ver una lágrima en su mejilla.
"¿Te ha dolido?" "Mucho menos que el placer que me has dado. Gracias, primo".
Me duché y me tumbé en el sofá mientras las chicas hacían lo propio. Con los ojos entrecerrados escuchaba sus risas en la ducha, por lo que imaginé que se estaban dando un homenaje ellas solitas.
Cuando abrí los ojos oscurecía en la calle y las dos mujeres estaban vestidas, sentadas frente a mí, mirándome, entre curiosas y divertidas.
"¿Y bien?, pregunté.
"Me has vuelto a hacer tan feliz como aquel primer día, y si quieres podemos repetir los días que nos quedemos en la ciudad. Porque mi amiga también quiere probar tu delicioso cuerpo. Y el día de mi cumpleaños te vamos a hacer a tí el regalo de tu vida..."
¡Y vaya regalo el que me hicieron las niñas...!