Mi prima Rosi

Un verano mi prima Rosi y yo nos hicimos grandes amigas... Y grandes amantes.

Aquel verano mi prima Rosi y yo nos hicimos muy amigas. Yo fui a pasar los meses de julio y agosto al pueblo después de que mis padres se separaran, fui con mi madre por primera vez desde hacía 3 años. Mis abuelos estaban encantados de vernos de nuevo allí a las dos y se alegraban de que mi madre por fin hubiera tomado la decisión de divorciarse de mi padre. Rosi era la hija única de la hermana gemela de mi madre.

Yo acababa de cumplir 16 años y Rosi tenía 15. Pasábamos la mayor parte del tiempo juntas con su grupo de amigos que ya también era el mío. Congenié muy bien con la mayoría, menos con Miguel, creo que con él no fue bien desde el principio. Miguel era el novio de Rosi y la verdad, yo le veía excesivamente prepotente y creído, y supongo que de igual manera él me veía presumida y caprichosa.

El caso era que , le gustase o no a Miguel, Rosi y yo nos lo contábamos todo. Ella me detallaba todo lo q hacia con él, llevaban 5 meses juntos y él ya le había regalado una pulsera.

La tarde que Miguel apareció con la pulsera, Rosi se presentó en mi casa y me dijo que necesitaba hablar conmigo. Fuimos a mi habitación, y una vez allí me la mostró y me dijo que era el regalo de Miguel por los 5 meses, una vez dicho esto, lanzó el objeto sobre la cama y lo miró como si fuera un pañuelo lleno de mocos. De pronto se echó a llorar y me confesó sin miramientos que se encontraba muy agobiada porque ella no estaba enamorada de él y no sabía como decírselo.

Se la veía bastante preocupada, así que la abracé y traté de calmarla, llevábamos un rato abrazadas cuando la aparté de mí, la miré a los ojos y la besé en la boca.

Ella no se negó, me devolvió el beso incluso cuando sintió mi lengua rozar con la suya. Después me miró extrañada, me acerqué para besarla de nuevo y descubrí que esta segunda vez también me devolvía el beso que fue más largo y más húmedo. Pensé que después de todo, Rosi podía ser bollera, y aquel pensamiento casi me hizo reír, pero pude contenerme. Cuando me aparté de ella, nos miramos y seguimos sin hablar y de pronto fue ella la que se lanzó hacia mí, y esta vez no solo nos besamos, sino que probé a acariciarle los pechos mientras y ella pareció encantada, para mi sorpresa incluso me cogió una mano y me la llevó a su entrepierna.

No me importó masturbarla, llevaba unos pantaloncitos cortos de tela, lo que hice fue meter los dedos por debajo y tocarla, estaba mojada, la masturbé mientras la besaba, estuvimos así un buen rato, incluso le introduje un par de dedos, por dentro estaba caliente, era agradable. Creo que le encantaba, así que acabamos besándonos y tocándonos mutuamente, y admito que fue absolutamente fantástico.

Era todo tan íntimo, ¡como si llevásemos haciendo aquello toda la vida! Estábamos disfrutando a conciencia, volcadas en besos interminables y con las manos debajo de nuestra ropa ligera de verano, cuando oí a mi madre acercase y nos vimos obligadas a parar.

Mi madre entró a dejar algo de ropa, nos dijo 3 cosas q ya ni recuerdo, y salió, en cuanto cerró tras ella, Rosi y yo volvimos a enzarzarnos como antes. Fue absolutamente maravilloso, sin pensarlo más la obligué a tumbarse, le abrí las piernas, ella dijo algo que no escuché, aparté la tela del pantalón e introduje mi lengua en su sexo húmedo. El sabor a ella inundó mi boca, era delicioso y fantástico, indescriptible. Ella gimió adorablemente, me recordó a una perrita con los ojos grandes y un lazo rosa, "Qué adorable", pensé mientras le propinaba pequeños mordisquitos en la vulva y ella soltada quejidos de dolor y placer a un tiempo. Sin poder contenerme más abrí la boca y devoré todo su sexo lamiendo con fruición a la vez que le introducía dos dedos y los movía de manera circular dentro de ella, quería que se corriese en mi boca y así fue, enseguida noté las convulsiones de su vagina y la boca se me inundó de su flujo.

Cuando hube terminado la miré, tenía las mejillas enrojecidas y sonreía con los ojos brillantes, estaba preciosa. Entonces, me coloqué a horcajadas sobre ella y avancé apoyándome sobre mis rodillas hasta colocar mi sexo sobre su boca, aparté la tela y se lo ofrecí. Rosi sacó la punta rosada de su lengua tan tímidamente que me pareció encantadora, como un bebé, estaba claro que nunca había hecho algo así y menos con una chica.

La punta de su lengua apenas me rozo y el placer fue inmediato, me estremecí de arriba abajo y tuve que morderme el labio inferior para no gritar, solté un suspiro mientras notaba como se me aceleraba el corazón. De pronto noté las manos de mi prima apoyarse en mi trasero para empujarme hacia ella, me cogió tan desprevenida que con el suave empujón logró que mi sexo se estrellase contra su boca abierta. Solté un gemido de sorpresa cuando noté que su lengua se introducía como una serpiente en mi vagina, salía y hábilmente se frotaba de arriba abajo por entre mis labios y sobre mi clítoris.

El placer explotó entre mis piernas. Me llevé las manos a la boca para no gritar mientras notaba el orgasmo más intenso de toda mi vida. Las manos de Rosi presionaban mis nalgas contra su cara y su boca y su lengua me hacían tocar el cielo de un modo que jamás podría haber imaginado.

Cuando acabé quise apartarme pero ella no me dejaba, tuve que luchar para liberarme. Unos pasos se oyeron al otro lado de la puerta, me senté rápidamente en la cama recomponiendo mi pantaloncito y vi como Rosi se limpiaba alrededor de la boca con el antebrazo en un gesto rápido.

Menudo banquete, pensé y sonreí. La puerta se abrió y apareció mi madre para preguntarnos si nos apetecía merendar algo. Ambas negamos con la cabeza sabiendo que ninguna comida iba a ser mejor que la que acabábamos de disfrutar.