Mi prima, mi vida

Sabía que podría; que podría ser posible, a pesar de ser de la misma sangre, el amor siempre es posible.

MI PRIMA, MI VIDA

Hola, como están?

Creo que esto más que un relato erótico para poner caliente a los necesitados virtualmente, viene a ser una historia de amor. Algunos pensaréis que soy un "marica romántico" pero qué le haremos ;-), no puedo controlarlo ni cambiarlo. Porque lo que pasó realmente no fue sexo para saciarse y ya está, tal y como muestran la mayoría de los relatos que he leído por aquí. Si fuera pensado así, creo que perdería toda su magia.

Como podréis comprender, los nombres han sido cambiados, para evitar problemas.

Empezaré presentándome: me llamo Sergio (mi nombre sí es el real) y vivo en Vizcaya. Tengo 21 años, pero cuando esto pasó tenía 16 recién cumplidos. Soy… Bueno eso ahora no importa. Lo que importa es que tengáis una imagen mía de cuando tenía 16 años: altura media (como es de suponer), moreno, ojos marrones… Por entonces ya había tenido bastantes novias, y las chicas me decían que era muy guapo (aún lo dicen, jejeje).

Mi prima se llama Claudia, y por entonces ella tenía 13 años. Ella y yo a partir de un año antes (cuando ella 12/13 años y yo 15 años) de esa edad habíamos creado entre nosotros una especie de amistad especial, o sea que éramos muy amigos. Nos lo contábamos todo y confiábamos el uno con el otro.

Por entonces yo salía con una amiga suya, a la cual quería mucho. Ella me daba consejos sobre mi novia (Ana), y a mi novia de mi, ya que Claudia era la mejor amiga de mi novia. Pocos meses más tarde, cuando mi prima y yo sentíamos el uno por el otro un cariño especial de amistad y amor fraternal, pasó algo muy duro para mí. El caso es que empezaba a notar como empezaba a sentir algo más fuerte por mi prima. Creo que me estaba enamorando; pues siempre venía a dormir a mi casa y me escapaba a su habitación (la habitación de invitados) a verla y nos quedábamos hasta muy tarde de madrugada hablando y nos dábamos besos en la mejilla para mostrar nuestro afecto. Siempre que me escapaba a su habitación era toda una aventura para mí, porque si hacía el mínimo de ruido mis padres me pillaban y podrían pensar lo que para entonces aún no era. Además, ella siempre me esperaba despierta en la cama, pero nunca llegaba a pasar nada. No queríamos.

Unos meses más tarde corté con mi novia, y la verdad es que des de entonces mi prima estuvo mucho a mi lado, y también mis amigos. Pero yo veía des de entonces mucho más feliz, como si le estuviera orgullosa la ruptura. Cuando yo tenía 16 años y ella 13, cada vez presentíamos más mutuamente que nos queríamos mucho más de lo que mostrábamos. Llegó el verano y ella siempre se quedaba a dormir en mi casa. Siempre por la noche, después de una hora de que mis padres durmieran, yo me escapaba a verla para hablar de nuestras cosas, besarnos amigablemente y abrazarnos en la cama. Ella siempre esperaba impaciente.

Se me olvidó mencionar que mi prima era admirable físicamente. Tenía unos pechos muy pequeños, y estaba muy delgada. No estaba muy desarrollada, rubia, y una cara de esas angelicales que no las cambias por nada del mundo. Y un corazón muy grande, cariñosa, era… perfecta.

Una noche calurosa de verano también vino a mi casa y como siempre en la cama hablando, abrazándonos, riéndonos. Hablamos de la visita que habíamos hecho en el Gugheinheim, un museo muy famoso de Bilbao, al cual le encantó. Mi corazón dio un golpe, un salto que me dejó sin conciencia. No pude más. Le di un beso en los labios. Ella se apartó.

Qué haces?- dijo ella.

Nada, lo siento Claudia, creo que ha sido un accidente- respondí rojo y temblando.

Crees?- preguntó

Con una mirada la respondí y ella me sonrió suavemente y me dijo que me quería mucho abrazándome. De tanto amor, creo que casi lloré. Nos tumbamos en la cama en silencio y en la oscuridad. Solo entraba la luz de la luna de verano.

Sergio, creo que hace tiempo que siento algo que me da mucho miedo- dijo con voz cortada.

Qué pasa?- pregunté asustado

Creo que te quiero- dijo

Y yo- dije yo

Pero no exactamente como crees…- dijo ella

Ya, si yo también siento lo mismo que tú- dije

Se tumbó supongo que por vergüenza y después de unos segundos de silencio la oí reír.

Primo, estamos locos!- me dijo mirándome a los ojos.

Después se me tiró encima y me empezó a besar en los labios nos retorcíamos en la cama mientras los dos éramos una sola persona. Creo que era la primera vez que la besaban porque ella, a pesar de lo muy guapa que era, no había tenido un novio serio. Además los dos éramos vírgenes. Pero la idea de hacer el amor con ella no rondaba por mi cabeza. Lo único que deseaba era estar con ella y que esa noche no terminase nunca. Quería detener el tiempo.

Pero ella se me abrió de piernas, y estábamos en la posición, pero con los pijamas cortos de verano. Como instinto no pude evitar que mi pene se pusiese duro, lo cual notó. Paró de besarme y se levantó un poco quitándose la camiseta de encima. Quedaron ante mi unos pechos pequeños pero agradables y muy bonitos. Los besé y ella gemía. Me quité entonces yo mi camiseta. A lo cual me detuve.

Cariño, de verdad estás segura?- me dijo

No lo estado nunca más en mi vida como lo estoy ahora- me respondió con mirada segura.

La seguí besando y ella empezó a besarme en mi cuerpo con dulzura, calma, amor.

Voy a buscar un preservativo- dije levantándome

Creo que no es necesario, nunca… nunca me ha venido la regla aún- dijo avergonzada.

Pero yo por seguridad fui en busca de una goma.

Cuando volví ella estaba esperándome con un mirada de dulzura en la cual se manifestaban muchos sentimientos a la vez. Seguí besándola y no podíamos parar. Solo nos quedaba quitarnos la parte de abajo. Ella unos minutos así se quitó la parte de abajo y quedó en mi vista una vulva húmeda en la cual aún no había crecido ningún pelo. Era igual que el de una niña. Es que era el de una niña. Ella cogió el preservativo de la mesa de al lado, me quitó los pantalones y me lo puso. Con la postura de misionero me miró con una expresión segura.

Claudia, no quiero hacerte daño- dije

No me lo harás, creo que nos queremos demasiado como para hacérnoslo- me respondió

Empujé y ella me abrazó fuerte y me decía que me quería. Empuje un poco más y sentí como se rompía algo. El fin de nuestra virginidad. Seguí un rato y ella disfrutaba mucho más de lo que podía imaginar. Hasta que el orgasmo de los dos también formó un solo orgasmo. Los dos a la vez. Quedamos abrazados, desnudos, mirando la luna a través de la ventana. No podíamos parar de decirnos que nos queríamos, que nos daban igual los problemas que eso podría conllevar en la familia. Sabíamos que lo que sentíamos era puro amor. Que no nos separaría ni la muerte. No fue el típico "polvo para que se nos pasase el mono", sino que fue para demostrarnos la confianza, el cariño, y el amor que mantendríamos hasta el final. En mi opinión, siempre tendría que ser así (espero que la gente reflexione cuando se pone cachondo con relatos de violaciones de niñas de 7 u 8 años, aunque sean irreales, acaban con toda sensibilidad). ¿No creéis?

La fuerza del destino nos separó tiempo después; actualmente los dos tenemos compañeros del amor distintos, pero nunca olvidaremos esa noche que fue la noche que nos unió para siempre. Las muchas noches que han hecho posible que actualmente aún gocemos de una gran amistad, con lo cual ya tenemos más que suficiente.