Mi prima me cuenta sus penas matrimoniales.

Casarse sin conocer bien a tu pareja siempre trae consecuencias negativas.

Hace un par de años, cinco para ser más exactos, que mi prima María se casó con su novio Juan. Todos en la familia pensábamos que nunca iba a suceder, más que nada porque ambos son totalmente distintos el uno del otro, sin embargo, un día estábamos reunidos en el cumpleaños de mi abuelo cuando los dos se levantaron y nos dijeron a viva voz que se iban a casar.

Es curioso ver como el ser humano se siente en la obligación de decirle al mundo entero todo lo bueno que sucede en su vida, por otro lado, cuando algo malo ocurre, siempre se intenta tapar de cualquiera de las formas. Eso es exactamente lo que le pasó a mi prima y a Juan, todo eran sonrisas cubiertas por lágrimas de felicidad, abrazos que parecían no terminar nunca y besos por cualquier parte de la cara el día que anunciaron su boda. Sin embargo, no recuerdo el día en el que todos la abrazamos al decirnos que se iba a divorciar, en verdad no lo recuerdo porque nunca sucedió.

Una tarde estaba en casa cuando un mensaje en mi móvil hizo que se iluminase la pantalla de este, era mi prima María.

-"Oye, ¿Qué haces esta tarde?"

-"Nada, la semana pasada terminé la Universidad, por lo que estoy de vacaciones" respondí terminando el mensaje con un emoticono que reflejaba mi felicidad.

-"¿Entonces tienes un hueco para tu prima? Quiero comentarte una cosa.

Siempre he sido el pequeño en mi familia, han sido muchas las veces en las que he deseado que llegase otro niño o niña y me arrebatase el título del pequeño de la casa, pero nunca hubo suerte. Así que por esta razón siempre me han tenido un poco de lado. Todos aunque sea de manera inconsciente tendemos a no hacer mucho caso a los pequeños; podemos jugar con ellos, escuchar lo que dicen, soportar sus rabietas y cualquier cosa, pero como ya he dicho, siempre seguirán siendo los pequeños.

Eso era lo que me sucedía a mí, daba igual los años que cumpliese que para mi familia siempre sería el pequeñín de todos. Por esta razón era por la que me extrañó que mi prima de 34 años quisiera quedar conmigo.

-"Pues si no estás haciendo nada paso a por ti en 15 minutos ¿Vale? Nos tomamos algo y te comento un poco por encima, aunque seguro que te harás una ligera idea de lo que te voy a contar".

-"Okey, voy a vestirme le contesté" Aunque en aquel momento eran mil y una ideas las que volaban por mi mente. ¿Qué se supone que debería de saber yo? Un par de minutos después estaba esperando en la puerta de casa cuando vi como un coche me pitó varias veces antes de pararse delante de mí, era María.

-Sube, me dijo con brusquedad al ver que había un par de coches tras ella esperando. Comenzamos a dar vueltas en el coche sin saber a dónde ir, hasta que finalmente terminamos en el parking del centro comercial del pueblo. Es curioso cómo algunas ciudades no tienen centros comerciales pero un pueblucho como el mío sí. Sin motivo aparente (de momento) eran las 17:30 de un jueves cualquiera, me encontraba dentro de un coche, en un parking  y con mi prima. En ese momento no hacía otra que pensar en la de veces que había ido con Claudia, Estefanía, Gloria y un par más de nombres que no recuerdo a enrollarme y a meter mano aprovechando la oscuridad que ese parking albergaba por las noches. Pero de repente mis recuerdos se truncaron cuando mi prima María comenzó a llorar.

-¿Qué te sucede? Exclamé son sorpresa.

-Juan y yo nos vamos a divorciar, llegué a entender debido a que las lágrimas y la respiración entrecortada dificultaban el habla de mi prima.

-¿Pero si os acabáis de casar? ¿Qué os ha sucedido? Proseguí.

-Juan y yo somos totalmente distintos, hace un año que no vivimos juntos. En agosto, cuando vinisteis toda la familia a comer a la casa de la playa, os dije que Juan no estaba porque se había ido de viaje de negocios, pero era mentira.

En aquel momento el llanto de María fue en aumento, hasta tal punto de que ella misma parecía avergonzarse de la situación en la que se encontraba, así que rodeando con sus brazos el volante del coche, hundió su cabeza sobre la pequeña cueva que había formado con ellos.

-No te agobies María, ¿No podéis solucionarlo? Mis padres también discuten muy a menudo pero aun así siguen juntos dije para intentar consolarla.

-No lo entiendes Alberto, a Juan le molesta todo lo que yo hago. Si quedo con mis amigas, llega él a casa de trabajar y no estoy yo se cabrea, todos los planes si los organizo yo me pone mala cara pero si los organiza él siempre son los mejores y tenemos que hacerlos sí o sí, por no hablar de sus padres, todos los días tenemos que ir a comer a casa de sus padres, cuando él sabe perfectamente lo mal que me llevo con su madre, y…

Así continuó María durante un par de minutos, contándome innumerables ocasiones en las que la vida les había demostrado a los dos que por muy bien que os creáis conocer durante el noviazgo, hay algo cuando uno se casa que hace que todo cambie, tal vez sea el carácter, las costumbres, no tengo ni idea, a mis 24 años de edad no sé lo que es estar casado, pero sí he pasado por un par de relaciones tóxicas.

-..Y lo peor de todo es que la culpa es mía Alberto porque siempre cedo y terminamos haciendo lo que él quiere para que este la relación bien. A mí no me importa ceder, pero también me gustaría que él lo hiciese por mí alguna vez.

-Tienes toda la razón María dije después de que mi prima hiciese una pausa para coger aire y quitarse todas las lágrimas que inundaban su rostro. ¿No crees que lo mejor sería que os separaseis del todo? Entiendo que te hayas dado un tiempo con Juan y estéis viviendo en casas separadas, pero si me acabas de decir que habéis vuelto, y que todo cambió durante un mes o dos pero con el paso del tiempo habéis vuelto a lo mismo, no crees que lo mejor es divorciarse…

-Pero es que he estado diez años de novios con Juan, se dice muy pronto pero hemos vivido tantas cosas…

-Te entiendo María, pero a veces el amor se termina y lo mejor es que cada uno se vaya por su lado, así tenéis más posibilidades de terminar como amigos. Porque si seguís así, lo único que va a suceder es que os cojáis asco y luego no queráis saber nada más el uno del otro.

-En verdad tienes razón, no podía imaginarme que mi primo pequeño hablase tan bien, dijo mi prima terminando la frase con una sonrisa.

-Puedo ser el pequeño de la familia, pero he tenido varias relaciones y sé un poco sobre el tema.

-¿Entonces puedo contarte algo más en confianza? Sostuvo María tras aseriar el rostro.

-Evidentemente, no pienso contar nada a nadie, puedes estar segura de ello.

-Juan se corre enseguida.

Una pequeña risa salió de mí.

-No te rías Alberto, no tiene gracia dijo María todavía con el rostro serio.

-Perdóname, solo es que me ha hecho gracia el tono con el que lo has dicho.

-Juan no sabe encontrarme, cuando estamos en la cama no me toca, tan solo sabe coger su polla y decirme “mira que cachondo me pones”, me da un par de morreos, me la mete y en menos de diez segundos se ha corrido.

-Vaya mierda entonces exclamé.

-Tampoco muestra interés en tocarme o en saber qué me excita, se piensa que hacerme un dedo es restregar su índice en forma de ventilador sobre mi clítoris y ya está, pero no. Muchas veces le digo “Juan, para por favor, me duele un poco” Pero él con tal de no perder su imagen de macho me contesta con un “Tú te corres esta noche como yo me llamo Juan” Por lo que al final termino fingiendo un orgasmo para no discutir. Y no por eso estoy diciendo que toda la culpa sea suya, no, es de los dos, pero yo al menos me preocupo por saber cómo le gusta que se la chupen, si le gusta que le meta el dedo por el ano o cualquier cosa que haga que se corra, y mira que yo soy sencilla Alberto, soy multiorgásmica, a nada que me toques ya me corro como le sucede a Juan, pero nuevamente te digo, si no sabes estimularme, no me corro y así llevo un año y medio.

-¿Un año y medio sin correrte? Eso es imposible María, eso no puede ser bueno para tu cuerpo. ¿Te masturbarás no?

-Ni eso Alberto, estoy tan baja de autoestima que no consigo ni estimularme yo misma.

En aquel momento la imagen que tenía de mi prima cambió por completo, ahora la veía vulnerable a cualquier hombre, si un capullo jugaba bien sus cartas, podría llevarse a mi prima a la cama, todas las mujeres son así cuando no las sacian en la cama, y mi sexto sentido me decía que ese capullo lo tenía más cerca de lo que ella podía imaginar. Mi prima llevaba un conjunto deportivo de color negro, es cierto todo aquello que salen en las películas cuando uno lo deja con la pareja o está mal con ella, es decir, a todos nos da por comer comida basura, andar todo el día en pijama por casa o si tenemos que salir a la calle ponernos el primer chándal que pillamos y eso sí, siempre despeinados. Esto se debe a que si ya pensamos que estamos hechos una mierda por dentro, queremos también que quede constancia de ello por fuera.

Como ya he mencionado en el párrafo anterior, María llevaba un conjunto deportivo de color negro, este se resumía en un top ajustado que dejaba ver las preciosas curvas que formaban sus pechos a través de esa tela, y aunque el día que las comprase mi prima viese en la etiqueta “ajusta y fija para toda clase de deporte” lo que no le avisaba era de que las tetas se le iban a marcar el doble. Eso, junto con el pantalón corto que quedaba al ras de la ingle, el moño andrajoso que había conseguido hacerse en casa con las prisas antes de salir y estando segura de que no llevaba puestas las zapatillas de andar por casa y las llaves del coche, le daban un look bastante interesante.

María le costaba estarse quieta, ajustaba su cuerpo una y otra vez en el asiento, unas veces se hacía para adelante, otras veces hacia atrás y sino volvía a esconder su cabeza entre sus brazos y el volante. Fue entonces cuando mi prima se hizo nuevamente hacia atrás y me di cuenta de que algo asomaba por entre sus pantalones, uno de los dos trozos de carne que formaban sus labios inferiores parecía asomarse queriendo llamar mi atención. Podríais llamarme enfermo, pero cada vez que mi prima abría un poco las piernas, no solo se volvía a ver ese trozo de carne crudo y sonrosado, sino que también emanaba de ese agujero una especie de aroma, el mismo aroma que tiene un coño cuando no es lavado muy a menudo, la clave de todo este asunto y a donde quiero llegar a parar es que siempre me ha gustado un coño sucio, ese olor a pescado, a mar como dirían algunos amigos con los que comparto noches de fiesta y anécdotas de polvos, me ponía muy pero que muy cachondo esa olor, era el aroma del vicio.

Aquella olor fue impregnando cada vez más y más las paredes o mejor dicho el espacio que conformaba aquel coche, es normal que mi prima no se diese cuenta, uno cuando convive con un olor termina por acostumbrarse a él, por lo que si hacía ya un par de días que mi prima no se bañaba, es normal que no sintiese la misma olor que estaban experimentando mis fosas nasales.

No estoy muy seguro de si la olor de un coño puede desprender feromonas, pero para quien no lo sepa, las feromonas son sustancias que un ser vivo desprende para provocar cierta respuesta en otro ser, muchas veces con la intención de la atracción, pero claro, no sé a ciencia cierta si la olor de un coño sucio puede contar como sustancia de atracción, pero lo importante es que para mí sí lo era.

Empecé a clavar mis manos y uñas sobre mis muslos, haciendo que estas subiesen y bajasen hasta llegar a mis rodillas, fue la única forma que se me ocurrió de calmar la ansiedad y las ganas que tenía de abalanzarme sobre aquel coño. Si no hubiese estado tan desesperado, tal vez me hubiese dado cuenta de que María seguía hablándome de ella y de Juan, no sé si yo disimulaba muy bien o es que mi prima no se dio cuenta de hacia dónde miraban mis ojos. Hubo un momento en el que la situación pareció superarla y ahora ella buscaba algo más que desahogarse con palabras, por lo que desesperada me dio un abrazo. Al pasar mi cabeza por encima de su hombro me di cuenta de que lo veían ahora mis ojos era la raja de su culo, mi prima estaba en un estado tan lamentable que no llevaba ni siquiera ropa interior. Así que aprovechando esa vulnerabilidad, deslicé la mano que más cerca se encontraba del pantalón y la fui introduciendo lentamente hasta llegar a sus glúteos y agarrarlos como alma que lleva al demonio.

-¿¡Pero qué coño haces Alberto!? Vociferó María.

-Nada, tranquila, había notado que el pantalón lo tenías un poco bajado y quería ayudar a subírtelo dije para tratar de excusarme.

-¿Tocándome el culo no? Exclamó. Parece que tienes un concepto bastante raro de ayudar a tu prima. Mira si sabía que no podía contar contigo, eres el mismo niñato de siempre.

Acto seguido María se alejó de mí y cogiendo las llaves del coche que había dejado en el bolsillo de su pantalón trató de arrancar el coche.

-Bájate del coche me ordenó.

-¿En serio? Pregunté esperando que solo fuese una broma.

-Te he dicho que te bajes elevando esta vez el tono de voz.

Así que cuando parecía estar más cerca de cumplir su orden, me abalancé sobre ella pero esta vez cogiendo las llaves del coche.

-¿Pero qué estás haciendo?

-No pienso dejar que te vayas sin que antes hablemos.

-Y de qué quieres hablar ¿De la vida de mierda que tengo o de lo salido que está mi primo? Sugirió mi prima.

-¿Por qué no te tranquilizas un poco y hablamos de lo que ha sucedido?

-No hay nada de lo que tengamos que hablar, me has metido la mano por dentro de los pantalones y me has tocado el culo, fin de la historia.

-Vale, tienes razón afirme. Pero ahora haz tú lo mismo y así estamos en paz propuse para poner fin a ese guerra que habían comenzado mis hormonas.

-¿Tú eres normal? ¿Crees que voy a meterme mano? Decía ella con un tono cargado de repugnancia.

-Es una pena decía al mismo tiempo que con una mano levantaba las llaves y con la otra abría mis pantalones. –Porque no nos vamos a ir hasta que cojas las llaves y acto seguido dejé caer las llaves ante la atenta mirada de María, la cual vio como caían de arriba abajo, introduciéndose entre mis calzoncillos y mis pantalones.

-No tiene gracia Alberto, dame las llaves.

-Cógelas dije al mismo tiempo que se dibujaba en mi cara una sonrisa cargada de malicia.

-Eres gilipollas chaval.

Así que eres incapaz de entrar en mi juego, María le dio un puñetazo al volante y tras soltar algún que otro insulto hacia mi persona, giró su cuerpo hacia la ventanilla.

-Me resulta curioso ver cómo te quejas de que Juan no sabe seducirte, ni hacer que te corras y ahora que te propongo un juego para que los dos nos vayamos contentos a casa no quieres participar.

-Es un juego que solo te beneficia a ti, además, te recuerdo que somos familia, soy tu prima mayor.

-Si te das cuenta, no me has dicho que no quieras hacerlo, sino que solo me has recordado que somos familia, mi pregunta es; ¿Si no fuésemos familia me follarías?

-Basta Alberto, por favor, estás enfermo.

-Solo responde.

-Pues claro que no lo haría Alberto, te saco quince años.

-No sé qué me da más morbo, si que seamos familia o la diferencia de edad.

-A mí ninguna de las dos.

-Vale, ya veo que no quieres jugar, te daré las llaves y nos iremos a casa.

-Genial exclamó ella.

Pero cuando menos se lo esperaba, agarré su mano y la clavé entre mi entrepierna. Busca le ordené.

-Estás loco, suéltame.

-Busca un rato solo, por favor. Además, nadie nos ve, estamos solos en medio del parking, lo raro sería que nos viese alguien. Aquella última frase pareció convencer a María, su mano fue buscando por debajo de mis pantalones a medida que ella hacía todo lo posible por mirar hacia cualquier espacio que no fuese donde yo estaba sentado, siguió así durante unos segundos hasta que pareció encontrar las llaves.

-Aquí están dijo tras encontrarlas.

-Eso no son las llaves le dije en forma de susurro al oído seguido de una pequeña carcajada.

Al instante con la cara sonrojada sacó la mano de entre mis pantalones y me repitió que le diese las llaves de una vez.

-Dámelas ya Alberto, se terminó el juego.

-Por qué te pones así María, ¿Es que acaso no te gustó lo que encontraste?

-No, dijo rotundamente.

-Entonces ¿Por qué tienes mojado tu pantalón? Pregunté. ¿Te crees que no me he dado cuenta de que no llevas bragas?

En aquel momento María se ruborizó de pies a cabeza, intentando tapar la mancha que había en sus pantalones con las manos. Pero fue entonces cuando me acerqué a ella y comencé a besarle el cuello.

-Q..qu…qué haces Alberto llegó a musitar María entre gemidos.

-Nada que tú no quieras. Mi mano comenzó a descender desde su rostro, pasando por su pecho hasta sus muslos, dibujando un mapa en el que estaba dispuesto a recorrer y conquistar todos los reinos que ese imbécil de Juan había dejado a merced de un pirata como yo. El coño de María olía a sucio, necesitaba que alguien lo limpiase de nuevo, por lo que una buena corrida desde lo más profundo de mi prima haría que todo volviese a la normalidad.

Vacilé durante unos segundos por encima del pantalón de María, hasta que por culpa de uno de sus movimientos por el placer que le estaban produciendo mis dedos, dejó su coño a la vista de todos, o mejor dicho, solo a la mía.

María tenía completamente la cabeza echada hacia atrás, los brazos y las piernas abiertas, la pobre llevaba tanto tiempo sin sexo que su cuerpo se había abandonado por completo, parecía estar dispuesta a dejar que le hiciesen todo lo que quisieran con ella y yo no iba a pasar por alto aquella oportunidad. Mientras tenía una de mis manos ocupada dándole placer al sexo de esta, usé la mano que me quedaba libre para coger la de María y llevarla de nuevo hacia mis pantalones, colocándola justo encima de mi sexo. Aunque viendo la forma en la que sus ojos mostraban un blanco completo llegué a dudar por un segundo que mi prima fuese a hacerme caso. María titubeó durante un par de segundos hasta que por fin consiguió reaccionar. Mi prima comenzó a masturbarme el miembro al mismo tiempo que yo también le daba placer a su sexo con mis dedos, ambos comenzamos a respirar de manera acelerada hasta que hubo un punto en el que nuestra respiración de unió en un ritmo frenético hasta llegar a parecer una sola.

Un gemido retumbó entre las paredes de aquel parking, María se acababa de correr.

-¿Ya? Le pregunte aun sabiendo la respuesta con un tono de picardía en mi voz.

Avergonzada por lo que acaba de susurrar apartó la mano de su sexo y me quitó las mías del suyo apoyando ahora su cabeza contra la ventanilla de nuevo intentando recuperar el aliento pero sobre todo el sentido. Los cristales estaban empañados por el calor de nuestros cuerpos, y el asiento de María por su eyaculación, ella se había corrido pero yo todavía no, por lo que cogiéndola de los muslos sin que lo esperase, la senté sobre mi sexo y haciéndole el pantalón a un lado se la metí sin previo aviso lo más profundo que la longitud de mi sexo y el suyo nos lo permitieron.

-Para por favor, ¿Es que no has tenido suficiente ya? me suplicó mi prima entre casi llantos.

-No, quiero sentir como mi polla te penetra una y otra y otra vez hasta que pierdas el conocimiento por las veces que te has corrido.

María comenzó a moverse, en ese momento se estaba librando una batalla en su interior, la lucha era por saber si estaba haciendo bien en follarse a alguien de su familia o en si debía repetirlo otro día. Mis dedos junto con mis manos y brazos desprendieron a mi prima de aquel sujetador deportivo, en el momento en el que esa tela negra se despidió del cuerpo de María, dos preciosas y perfectas circunferencias de carne emergieron entre la oscuridad del parking y sobre todo del coche. Mis manos comenzaron a masajearlas mientras servían también como medio para agarrarme a ellas y coger la fuerza suficiente para poder embestirla con mi cintura. María cada vez gritaba más, intentaba morderse los labios o comerme la boca con tal de no gritar y de que sus gemidos atrajesen a cualquier transeúnte de la tarde.

Aunque siendo sinceros, visto desde fuera, si yo fuese alguien que va a un centro comercial y veo moverse un coche de la manera en la que estaba haciéndolo el nuestro, más que acercarme huiría aterrorizado porque el mismo demonio parecería estar dentro. María tras un par de sacudidas volvió a correrse, aquella mujer era una máquina, no necesitaba casi nada para llegar al orgasmo, además, se corría y a los pocos segundos por no decir al instante ya estaba deseosa de más.

-Vayamos a la parte de atrás dijo María toda llena de sudor.

Yo no podía más, no había conseguido eyacular pero aun así no me veía con fuerzas como para seguir intentándolo.

-Es que no me has oído exclamó María con tono de cabreo.

-Pero María…

Mi prima me soltó una bofetada en la cara, te he dicho que te vayas al asiento de atrás.

Sin replicar y también sin salir del coche pasé del asiento del copiloto a los de detrás, con tan mala suerte que debido a mi tamaño mis caderas se quedaron atascadas entre los asientos del conductor y del copiloto. Forcejeé durante unos instantes para liberar mi cuerpo de aquella pequeña trampa pero fue en vano.

-No te muevas dijo María, la cual aprovechando la situación cogió con su mano mi sexo y comenzó a masturbarlo al mismo tiempo que lo felaba.

Me dolía tanto el pene que no era capaz de disfrutarlo hasta que hubo un momento en el que dolor y placer parecieron encontrarse y mis ganas por correrme volvieron a mí. Un objeto pareció caer al suelo desde mis pantalones, fueron las llaves, estas le sacaron una sonrisa a mi prima por la que dudé durante unos instantes.

-Vaya, que tenemos aquí dijo María, si son mis queridas llaves.

-Sí, parece que ya nos vamos a poder marchar casi supliqué.

-Me parece a mí que eso no va a poder ser dijo mi prima. Esta continuó felándome el miembro hasta que hubo un momento en el que aprovechando mi reducido campo de visión, agarró fuertemente la llave de arranque del coche y la comenzó a pasar por mi miembro. Varios gritos salieron de mi boca, acompañados de algún insulto que otro.

-Tranquilízate Alberto.

Que me tranquilizase decía la muy puta, me había hecho hasta sangre. Viendo el cabreo que me había producido aquella acción, mi prima comenzó a restregar su lengua por encima de las heridas que había ocasionado sobre el tronco de mi falo. Si al dolor que ya tenía por el tiempo que llevabábamos follando, le sumas las cortes con las llaves en mi pene y el escozor de la saliva de María entrando por mis heridas, creaba un combo de placer y dolor que no soy capaz de describir todavía a día de hoy.

María continuaba enfocada en mi polla, parecía que no quería irse sin que yo me corriese y eso era exactamente lo que estaba pasando por su cabeza. Mis gemidos cada vez iban a más, el problema era que mi miembro estaba hinchado como una botella de champán, por lo que había perdido un poco de sensibilidad.

-Alberto, puede ser que esto te duela un poco, dijo María,

-Cómo dices dije yo con los ojos entre abiertos.

Mi prima cogió nuevamente las llaves del coche y tras pegar una gran escupitada sobre mi miembro, me introdujo la llave por la uretra, en ese momento le escupí, la insulté, hasta intenté agredirla pero la combinación nuevamente de la lengua de María sobre mi polla, su mano subiendo y bajando por mi miembro, su todavía saliva escociendo en mis heridas y ahora esa fría, dura y corroída llave pasando por los adentros de mi polla, hicieron que me corriese en menos de una milésima de segundo, haciendo que todo mi semen y un poco de sangre por las heridas tanto externas como internas manchase el techo, los asientos y cualquier parte habida y por haber de ese maldito coche.

Después de aquella tarde permanecimos callados durante horas en ese coche, hasta que hubo un momento en el que una llamada sonó en el móvil de María, era Juan, quería saber dónde estaba. Así que tras vestirnos, María me dejó en casa. Meses más tarde, en Navidad, más concretamente el día de noche vieja, estábamos todos cenando cuando Juan dijo de poner un vídeo que había preparado para felicitarnos las fiestas, todo se truncó cuando para nuestra sorpresa era la grabación de las cámaras de seguridad del parking, las cuales nos habían grabado a María y a mí follando, un amigo de Juan trabajaba en el departamento de seguridad del centro y al reconocer a María se lo dijo de inmediato a Juan, pasándole el vídeo. Por eso os recomiendo que si vais a follar en un sitio público estad seguros de que no hayan cámaras de seguridad o que la tía o el tío no sea de vuestra familia al menos, no es de buen agrado para tus abuelos, tíos, primos y sobre todo padres empezar el año nuevo viendo como dos primos follan.

PD: Al ser verano, con esto del calor uno tiene muy pocas ganas de pensar de más, por eso si alguien está interesado en que le escriba algún relato erótico sobre algún tema en concreto o sobre algo que le haya pasado en su vida o que le gustaría que pasase, que me escriba al correo de mi perfil, un saludo.